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EDIFICIOS, HISTORIA Y PRESENTE

El Senado logró contar con el edificio de la Caja de Ahorro porque un senador, de largos pleitos con el entonces poderoso ministro Domingo Cavallo, se opuso hace casi veinte años a su virtual regalo para los privatizadores de la popular institución. En Diputados, ahora, quieren sacar del Palacio a la Imprenta –a la que el menemismo y el delarruísmo quisieron privatizar y no pudieron- y que a lo largo de la historia  le diera a los legisladores el formateado contenido en papel de sus palabras. Ya no hay negros en el Congreso pero queda el recuerdo de Muratore.

Por Armando Vidal

El Congreso tiene dos Cámaras, una que representa al pueblo con 257 bancas (Diputados) y otra que lo hace con las provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires que cuenta con 72 miembros (Senado).

Ocupa un espacio conformado por el edificio del Palacio Legislativo, concebido con el gusto arquitectónico de la época, lo mismo que el edificio anexo construido durante la dictadura de Jorge R. Videla a Reynaldo Bignone y que se correspondía con una decisión de la propia Cámara que provenía de los tiempos en que el radical Arturo Mor Roig era su presidente (1963/1966).

Ese edificio lleva el nombre de otro radical: Juan Carlos Pugliese, presidente del cuerpo (1983/1989) en cuya gestión se terminó la obra y que fue un destacado defensor del cuerpo. La decisión de hacerlo provenía de los tiempos en que Arturo Mor Roig era el titular de la Cámara durante la gestión del presidente Arturo Illia (1963/66).

El Senado tiene, a su vez, el edificio de la ex Caja de Ahorro, que pasó a ser patrimonio de ese cuerpo cuando sancionó la privatización de la entonces popular institución crediticia.

 La propuesta de restar de la privatización de la Caja a ese edificio símbolo del ahorro popular argentino durante los dos primeros gobiernos peronistas fue del entonces senador justicialista Oraldo Britos a cuyo efecto presentó un proyecto que terminó obligando a que el propio PEN corrigiera lo que promovía el ministro Domingo Cavallo: su entrega lisa y llana a los beneficiarios del negocio.

Sus enormes plantas –nunca adecuadamente ocupadas por los senadores, incluyen un salón de reuniones reservadas del entonces presidente Juan Domingo Perón.

En algún momento –probablemente sin conciencia histórica ya que ningún cartel así lo especifica- ese salón de honor pasó a ser ocupado por el senador Ramón Saadi.

El edificio lleva el nombre de Alfredo Palacios, socialista, impuesto por el mismo menemismo, quien pasó por esa Cámara en dos períodos, la primera durante la llamada década infame. En 1961 regresó y, debido a la legislación electoral vigente en la época, fue el único senador opositor ante la bancada oficialista de la UCRI que respondía al presidente Arturo Frondizi.

Célebre fue su interpelación al ministro del Interior Roque Vítolo en defensa de los presos del plan Conintes, la gran mayoría peronistas.

Ambas ramas legislativas cuentan con otros edificios en las vecindades y entre los planes está previsto el desalojo del Palacio de la Imprenta que desde siempre ocupa el subsuelo en el sector de la calle Combate de Los Pozos, como símbolo de la entrañable relación que la une a los recintos.

Hablan de un nuevo edificio para viejas máquinas cuando la lógica indica lo contrario.

El Palacio abre ocasionalmente su puerta principal de la Av. Entre Ríos. Por ejemplo, cuando juran el presidente y vicepresidente de la Nación ante la Asamblea Legislativa. También, cuando cada 1º de mayo el presidente de la Nación inaugura un nuevo período de sesiones ordinarias o bien cuando el Congreso convoca a una Asamblea Legislativa en homenaje a un jefe de Estado extranjero.

Los senadores ingresan al Palacio por la puerta más cercana a la Av. Entre Ríos. Los diputados lo hacen por la puerta principal de la Av. Rivadavia pero ni en un caso ni en el otro son ya recibidos por personal enfundado en fastidiosos levitones.

El último negro Muratore que retuvo la tradición de Gerardo -el hijo de Federico, criado del comodoro José Muratore-, ocupó ese puesto desde 1925 hasta la noche del golpe militar de 41 años después (1).

No hay negros, no hay exponente alguno de los pueblos originarios y, en los recintos, además, ningún cabecita de la clase trabajadora -hijos de Perón- capaz de hacer hocicar a un ministro maula. 

 (1) Breve Historia del Parlamento Argentino (1813-1974), Enrique Bugatti, Alzamor Editores. Periodista de Clarín durante muchos años y acreditado en el Congreso entre 1963/66 y 1973/76, período en el que fue jefe de la sección Parlamentarias, Bugatti -poeta y autor de varios tangos-, es un auténtico maestro, así reconocido por todos sus compañeros.