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MEMORIA DE UNA LUCHA

Un acto reivindicativo recordó la lucha de los trabajadores de la Imprenta y de toda la comunidad parlamentaria contra la decisión de mayo de 2000, durante el gobierno de Fernando De la Rúa, con Rafael Pascual, como presidente de la Cámara de Diputados y Chacho Alvarez, en el Senado, cuando se quiso cerrar la Imprenta. Este es uno de los pronunciamientos.

Por el Editor (*)

El 31 de mayo de 2012,  recordamos la agresión más artera que recibieran los trabajadores legislativos en la historia del Congreso, cometida doce años atrás. Fue el cierre de la Imprenta, a través de un decreto de necesidad y urgencia, en medio de un paquete de medidas anunciadas por un gobierno de la Alianza, a poco más de cinco meses de asumir.

La magnitud del artero ataque a la fuente de trabajo provocó en los trabajadores organizados una respuesta de igual o mayor envergadura, a partir de un paro por tiempo indeterminado, la toma pacífica de la Imprenta y la movilización de toda la familia legislativa.

Jornadas que empezaron y culminaron con miles de legislativos movilizados desde el anuncio del cierre el 29 de mayo, hasta el 6 de junio, día en que una Asamblea General Extraordinaria aprobara un acta acuerdo.

En esos días cargados de tensión la familia legislativa puso lo mejor de sí bajo las consignas de "Un Congreso unido, jamás será vencido"  y "Un Congreso sin privilegios, ésa es la voluntad de los trabajadores", jornadas que fueron paradigma de la unidad y el reencuentro legislativo.

Con el recuerdo, vaya el homenaje a todos los que  supieron construir una lucha digna que permitió que el corazón del Parlamento siguiera latiendo.

Quisimos en la evocación que las palabras también estuvieran acompañadas por fotografías para comprobar que lo que aparece es el conjunto de los trabajadores dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias para poner a salvo la Imprenta.

Trabajadores, funcionarios, compañeras y compañeros de toda la casa y el invalorable aporte de los delegados de base de los cinco sectores del Congreso que estuvieron, junto con quienes guardaban la representación gremial y tenían la responsabilidad de la conducción, estuvieron a la altura de las circunstancias. 

Ese conjunto de voluntades honró el espíritu de lucha de compañeros de la Imprenta que, en plena dictadura, se negaron a bajar el cuadro de Perón, convicciones firmes que ojalá tengan su correlato hoy y siempre en el Parlamento cuando se pretenda avasallar un derecho.

(*) Este texto no es de la autoría del editor de esta página que sí garantiza su autenticidad y época. Fueron asambleas espontáneas generadas por la indignación de la medida.

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