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VIRUS, EJEMPLO DE ROSAS

Podría decirse que nada profundo cambia rápido y permanente en la obra humana, por caso las revoluciones políticas, a diferencia de los cambios realizados al ritmo de la madre naturaleza. Que en el diario La Prensa de este tiempo, un pensador rosista elogie a Rosas, no deja de llamar la atención, lo que augura que algún día lo hará con Juan D. Perón.  

Por Pablo A. Vázquez (*) 

En tiempos de coronavirus, dengue y otras enfermedades que asolan nuestras tierras, me parece oportuno compartir los cuidados de higiene y sanitarios que Juan Manuel de Rosas impuso en sus establecimientos agropecuarios y a sus trabajadores rurales, plasmados en su obra `Instrucciones a los Mayordomos de Estancia'.­

Tras la Revolución de Mayo, y legitimados como actores políticos, los comerciantes porteños -integrantes de la "gente decente" frente al "bajo pueblo"- trocaron sus actividades a la explotación agropecuaria.­  

"El auge del comercio externo luego de la Independencia hizo bastante rentable la inversión en estancias. En los años diez, muchos comerciantes locales habían sido obligados a dejar el comercio exterior por las incursiones de las nuevas firmas extranjeras.

Viejas familias mercantiles dirigieron, en consecuencia, sus caudales por primera vez -sostendrá Jonathan Brown en Historia socioeconómica de la Argentina: 1776-1860 (2002)- a la compra de tierra y ganado. Hijos de familias comerciales coloniales se transformaron en nuevos estancieros de los años veinte y treinta".­

Estanciero y ciudadano se transformaron en sinónimos. 

Los conceptos de estanciero y autoridad, también representaron parámetros similares, pues "desaparecido el lucrativo y cómodo negocio de las vaquerías, la fortuna sonreirá en adelante sólo a los hacendados ahorrativos y autoritarios, capaces de vigilar con incansable solicitud la reproducción de los vacunos, caballos y mulas criados en sus estancias. De esta manera, -según María Sáenz Quesada en Los estancieros (1980)- los establecimientos rurales se convirtieron en el tipo exclusivo de exportación de la segunda época de la ganadería en el Río de la Plata".­

* Forma de organización

Juan Manuel de Rosas se distinguió de la media de los estancieros en su forma de organización, la expansión de sus estancias y su relación con los trabajadores rurales, que fue más ventajosa que en otros establecimientos.­

Sus primeros pasos, junto a Terrero y Dorrego, fueron con un saladero en la estancia Las Higueritas, en el distrito de Quilmes, pero, en la disputa entre saladeristas y proveedores de carne, el Directorio falló en contra de los primeros, y en 1817 se cerraron los saladeros.­

Rosas y sus socios empezaron a buscar campos: "Primero compraron las tierras de Julián de Molina Torres, en la Guardia del Monte, sobre el Salado y frente a la frontera con los indios. Allí, en el distrito de San Vicente, establecieron la estancia de Los Cerrillos, que -atento a lo estudiado por John Lynch en Juan Manuel de Rosas (1984)- llegó a convertirse en el feudo más poderoso de Rosas (...) En los primeros meses de 1820 extendió sus posesiones más allá del Salado y organizó un nuevo establecimiento ganadero llamado La Independencia". A los terrenos llamados Constitución, lindantes con Los Cerrillos, la estancia San Martín y el Rey, en Magdalena, se le sumaron otros, donde adquirió y /o administró propiedades, sólo o en conjunto con los Anchorena, como Rosario y Chacabuco. Rosas dominaba la vida rural y llevó su competencia profesional a la administración de estancias: Soy hacendado que desde mi niñez trabajo con discurso y con especulaciones sobre la riqueza principal nuestra".­

Su propia estancia era un estado en miniatura; había creado de la nada una sociedad, una fuerza de trabajo disciplinada, equipada para la autodefensa contra los indios, sin caer interiormente en la anarquía. Llegó a dominar a los gauchos nómades, los peones haraganes, los indios rebeldes, el ambiente integro de la pampa, y pudo hacerlo -siguiendo a Lynch- en virtud de dos cualidades: en primer lugar, por su capacidad física, igual -si no superior- a la de los más recios gauchos, en segundo lugar, por su sagacidad para juzgar".­

* Las instrucciones del Restauarador­

Corrió el año 1819 y Rosas, buscando sistematizar el trabajo en sus emprendimientos agropecuarios, redactó las `Instrucciones a los Mayordomos de Estancia'.

Corregidas quizás en 1825, fueron publicadas en 1856 bajo el título: `Administración de estancias y demás establecimientos pastoriles en la campaña de Buenos Aires', con reimpresiones en 1881 y 1905.

Pasaron los años y en 1951, durante el primer peronismo, fueron reimpresas. Luego, en 1968, las reeditó Plus Ultra, y, posteriormente, Theoria en 1993, con cinco reediciones hasta el 2007, con cronología y proemio de Fermín Chávez. 

La última edición, hasta ahora, fue del 2015, publicada por Ediciones Fabro, con un estudio preliminar de mi pluma.­

Juan Manuel destinó especial cuidado de su hacienda, personal y animales, explicitado en sus Instrucciones: 

"Cuidado de las casas: Deben cuidar los capataces que los peones no corten paja de las alas de los ranchos para hacer prender el fuego; los mojinetes y caballetes deben componerse cuando se descompongan; 

- Tejados: En San Martín deben limpiarse cuando se note alguna suciedad; estos se limpiarán con una caña; 

- Velas: En la pared no debe haber; y menos deben mearse adentro los que duermen en las viviendas, que suelen mearse en las ventanas; 

- Corrales: Cuando se descompongan deben componerse, y no dejarse para cuando estén muy descompuestos".­

En sus meticulosas Instrucciones se refirió al cuidado personal, a las raciones y a la vivienda: 

- Raciones: Se darán los lunes. A los peones será yerba, según he dejado arreglado. A los esclavos será de plata, tabaco, papel y jabón, según también he dejado dicho; 

- Aseo de las piezas y camas: Cada tres meses deben sacudirse los colchones y demás útiles de adentro, y antes de sacudirse se asolearán. Deben también cuando se haga ésta sacudirse las paredes y telas de araña. Las lauchas o ratones que ganen adentro, ya he dicho como se perseguirán, pero si esto no basta puede dárseles humazo".­

Fue detallista con respecto a residuos y alimañas: 

- Basuras: No debe haber ninguna sino en el lugar destinado para echarla. Mucho menos debe haber huesos desparramados. La basura, pues, que resulte de la cocina, debe diariamente echarse en el basurero. Sobre esto debe haber gran cuidado, porque la basura y la inmundicia es el aliciente para la cría de ratones, y porque los hombres no deben vivir entre la basura. Repito que tampoco deben consentirse huesos ni huesitos desparramados: todo debe ir al basurero; 

- Ratones: (...) Para que los ratones se retiren de las casas, es preciso que en las casas no haya basura (...)".­

Algunos lo vieron como un simple manual de administración agropecuaria, otros como la representación del "orden rosista", o un mero prolegómeno ideológico del desarrollo de su "tiranía".

Pocos le prestaron atención al cuidado sanitario, sentido de higiene para no generar enfermedades y control de plagas de este texto, práctico para el manejo de sus subordinados en sus dominios, mediando entre la práctica rural y su experiencia rural para el manejo racional de sus estancias.­ 

* Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas

Fuente: Diario La Prensa, 25/3/2020