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DEL CONGRESO A UNA PLAZA PÚBLICA DE BARRIO

Una nota de lo general a lo particular, con motivo de los treinta años en democracia, que el editor arranca con un viaje por la obra del Congreso, en tiempos de tribulaciones radicales y volteretas peronistas,  para concluir en una plaza de Barracas, llena del vacío que dejó su gran monumento que el jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, se llevó en el 2010 (1).

Por Armando Vidal

Treinta años de democracia deben festejarse como la distancia ganada en el tiempo a la dictadura más feroz soportada por el pueblo argentino pero no tanto por los logros alcanzados en un país -derechos humanos aparte- que cuadriplicó su deuda externa por no querer investigar su legitimidad cualquiera haya sido el gobierno desde 1983.

Esta es la razón de la carga más pesada pero no la única.

Para decirlo en pocas líneas, arrancó el gobierno de Raúl Alfonsín con la decisión de anular por ley la autoamnistía militar y promovió y logró el juzgamiento y condena de los ex comandantes en en 1985.

En 1987, tras la rebelión de Semana Santa, Alfonsín, tras una inútil ley de Punto final –recortar en dos meses la validez para hacer denuncias- impulsó la aprobación de una ley que en julio significó una virtual amnistía a responsables de crímenes de lesa humanidad.

A ese proceso vertiginoso siguió la derrota en las elecciones parlamentarias y de gobernadores de ese año y una debacle económica por el abrupto giro de enfrentar al FMI y luego de someterse a él.

Conclusión: Carlos Menem, que había vencido en la interna abierta peronista a Antonio Cafiero, presidente de la Nación. Y, con ello, volvió la política liberal soñada en 1930, 1955, 1966 y 1976, además, por supuesto, de la amnistía a los ex comandantes y también a centenares de presuntos criminales procesados.

En 1991, Domingo Cavallo y la convertibilidad –paridad del peso con el dólar-, lo que hundió nuestra pobre industria y, con las privatizaciones en marcha desde la asunción de Menen, la liquidación del Estado.

Cordones de pobreza se fueron sumando en torno de las grandes urbes y la desocupación llegó a extremos increíbles: 24 por ciento.

En 2001, se de derrumbó el sistema que el Congreso puso en pie con bases de madera en el fango y dos años después llegaron los Kirchner y el alza de la soja.

Sólido fue, en contraste, la política en materia de derechos humanos porque el Congreso primero derogó las leyes de la impunidad (año 2000) y luego las anuló, con Kirchner (2003), por lo que todo comenzó de nuevo, veinte años después.

Fue lo que no se hizo en otros campos.

¿Y por el barrio? ¿Cómo andamos? ¿En qué creció la participación vecinal institucionalizada?

Entre los cambios impuestos por la reforma constitucional de 1994, Buenos Aires se transformó en una ciudad-Estado y la Legislatura, que reemplazó al Concejo Deliberante, aprobó una ley de Comunas que el macrismo llegado al gobierno licuó todo lo que pudo, por lo cual los comuneros se transformaron en boyas sueltas en un mar de problemas.

En De acá para allá, un programa de Radio Gráfica, comparaban el último viernes (NdE: 29/11/13) la situación del Colón acostado con la del monumento desaparecido de Plaza Colombia. El enorme y bello Mástil a la Bandera, del escultor Julio Cesar Vergottini, monumento que costearon los vecinos y entidades del barrio y que el 17 de noviembre de 1940 ofrendaron bajo el lema Barracas a la Patria (*).

Un día, la mole de bronce oscuro desapareció, se la llevaron sin dar explicaciones.

Quizás un domingo de estos habrá que ir a la Plaza con un banquito y al estilo de los speakers en el Hyde Park de Londres, subirse a despotricar contra el Rey del “…en todo estás vos”.

Reclamar la devolución del emblemático Mástil demandará tiempo pero es casi segura la conclusión: o lo traen o lo vamos a buscar.

Estaría bueno, Buenos Aires.

(1) En marzo de 2018, ocho años después, el gobierno porteño restituyó el conjunto escultórico del mástil de la Bandera, obra del escultor Julio César Vergotti. Las escultoras siguen arrumbadas en Monumentos y Obras de Arte (MOA)

(*) Datos  extraídos de Barracas en la Historia y la Tradición, del gran historiador barraquense Enrique Puccia. Edición Cuadernos de Buenos Aires, MCBA, 1977. Pag. 152,

Fuente:  Sur Capitalino, columna Del palco a la calle, diciembre de 2013.

 

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