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LOS WILDE ENTRE NOSOTROS

Un retrato de Eduardo Wilde que permite diferenciarlo de su tío José Antonio Wilde, con quien se lo suele confundir, tal como le pasó a Jorge Lanata en uno de sus libros sobre los argentinos, tal como señala el autor de este artículo.

Por Prof. Chalo Agnelli

Si en cualquier rincón de la Argentina se menciona el apellido Wilde, (1) inmediatamente se lo relaciona con el Dr. Eduardo Wilde, (2) médico, estadista y diplomático, autor de Prometeo & Cía, Tiempo perdido, Viajes y observaciones, Por mares y por tierras, obras de un estilo agudo, histriónico y con cierta ironía capciosa, pero de precisa rigurosidad lingüística; Aguas abajo, memorias de su  infancia, y del estremecedor cuento Tini, perfil de la moral de su época marcada por el naturalismo positivista.

Escribió de su obra Ricardo Rojas: “El ingenio de Wilde es, a veces, simple malicia socarrona de provinciano aporteñado, aunque ciertamente, malicia superada por la cultura y refinada por el ingénito sentimiento del arte”.

Florencio Escardó en su enjundiosa biografía crítica agrega: “En Wilde escritor es imprescindible discriminar otros valores fundamentales de su obra, sin que ello implique minoración u olvido de su humorismo…Su fondo de ternura es incuestionable, salta a cada rato en sus páginas menos tiernas y alcanza el límite de lo sublime cuando se lo propone directamente…”

Nació en Tupiza, Bolivia, el 15 de julio de 1844. Fue Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Director del Departamento Nacional de Higiene, etc. durante los gobierno de Miguel Juárez Celman y de Julio A. Roca; con este último habían sido condiscípulos.

Fue paladín del laicismo, suprimiendo la enseñanza religiosa de las escuelas públicas. (3] (Discurso sobre la educación laica, Lecciones de higiene pública (4)

Fundó el colegio Nacional de La Plata. Tuvo una participación directa y riesgosa durante las epidemias de cólera de 1867/68 y de fiebre amarilla de 1871.

Ejerció la docencia universitaria y el periodismo como director y redactor de La República. Estuvo al frente de las embajadas en Estados Unidos, España y Bélgica, país donde murió el 5 de setiembre de 1913.

Cuando su tío el Dr José Antonio Wilde falleció en 1885, Eduardo Wilde estuvo presente con otros intelectuales porteños en sus exequias. 

Ese mismo año se unió en segundas nupcias con una encumbrada joven de la sociedad, Guillermina de Oliveira César, una de los 15 hijos de Ramón y de Ángela Diana y Goyechea, considerable terrateniente con estancia próxima al Tigre.

Guillermina había tenido una rigurosa educación a la inglesa en la Escuela Americana de Mary Conway.

Tenía 15 años cuando se casó con Eduardo Wilde, él 41.

Se interesó por la asistencia social de las minorías desfavorecidas, creó una escuela de enfermeras, integró la Sociedad de Beneficencia y en 1921 organizó la Confederación Nacional de Beneficencia.

Muerto su esposo, editó sus obras completas, donando los derechos de autor para que la Facultad de Medicina instituya un premio nacional de investigación.

La primera edición de la biografía escrita por el Dr. Escardó denunció la cesación desde 1933 de la entrega del Premio Wilde e ironiza que fue “por falta de fondos”. El albacea apareció y aclaró que “… los fondos estaban en el Banco de la nación, sin que la Facultad, ni la Universidad ni… el albacea se hubiesen inquietado que no funcionaran a los fines de previstos.”

Guillermina falleció el 29 de mayo de 1936. Fue una mujer admirada, codiciada y discutida en el Buenos Aires de su época.

Su hermana Ángela de Oliveira Cézar de Costa fue la que ideó la instalación del Cristo Redentor en los Andes y que se concretó durante la segunda presidencia del Gral. Roca. (5).

Eduardo era hijo del Coronel Diego Wellesley Wilde y nieto de Santiago Wilde, ambos ingleses y sobrino del Dr. José Antonio Wilde, quien motiva esta crónica, pues es al que aludimos cuando en Quilmes se menciona ese apellido.

La madre de Eduardo fue Visitación García, tucumana, hermana de Fortunata, la mujer que en 1841, se colocó en la historia de su provincia, como una Antígona criolla, pues tuvo el coraje de quitar la cabeza de Marco María Avellaneda de la pica en que estuvo expuesta durante dos semanas en la plaza principal de la ciudad. 

Eduardo Wilde fue en la historia nacional una figura de relevancia imprescindible; que su tío José Antonio Wilde igualó en dimensión en aquel pueblo sureño y provincial que fue Quilmes entre 1850 y 1885.

Ambos abarcaron las mismas funciones para desterrar el atraso, la desidia, el fanatismo, el autoritarismo, los privilegios, la corrupción, la desunión y jerarquizar el amplio espectro de las fuerzas del progreso positivista que era religión en su época. (De Dr. José Antonio Wilde, medico, periodista y educador quilmeño - Biografía 1814-1885, Chalo Agnelli, Ed. Jarmat. Quilmes 2008).

Notas:

(1) El periodista Jorge Lanata en su libro Argentinos Tomo 1, menciona 3 veces a José Antonio Wilde. -Págs.: 41, 117 y 431-, pero en las Págs. 359 y 360 confunde a tío y sobrino y atribuye acciones de Eduardo a José Antonio, en fecha que este último ya había fallecido. En el índice de nombres se advierte el error.
(2) Su primer nombre era Faustino, se desconoce por qué dejó de usarlo, pero no es extraño considerando los cambios de nombres y apellidos que cometió esta familia, pozo de confusión para los historiadores.
(3) Ver bibliografía: Solari, Juan Antonio.
(4) Este trabajo es paralelo a Nociones de Higiene de su tío, Dr. José A. Wilde, con quien mantenía una estrecha relación.
(5) Ver Diccionario de mujeres argentinas .

Título: Los Wilde/ 1814-6 de abril- 2012. 198º aniversario del Dr. José Antonio Wilde en el Río de la Plata.

Fuente: elquilmero.com.ar