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EL ÚLTIMO DISCURSO DE PERÓN

El 12 de junio de 1974 -diecinueve días antes de morir- , Juan D. Perón, pronunció su último discurso. Fue ante la emblemática Plaza de Mayo, donde una muchedumbre le declaró su respaldo. Antes, en un mensaje por la cadena, había dejado saber de su intención de renunciar.

El utimo discurso de Perón, no fue uno más. Fue el mejor de los tres (NdE: fueron cuatro porque aquí se omite el trascendente pronunciado ante la Asamblea Legislativa, el 1º de mayo de 1974) que ofreció desde que ejercía la tercera presidencia de la República.

Hubo diferencias muy claras con los anteriores.

Porque cuando asumió el 12 de octubre de 1973 debió hablar detrás de un vidrio blindado por razones de seguridad y porque el 1º de mayo del ’74, en su segunda aparición en Plaza de Mayo, tuvo aquellas encendidas palabras en las que trató de “estúpidos e imberbes” al grupo de manifestantes que cuestionaba algunas de sus decisiones.

En cambio, el discurso de la fría tarde del 12 de junio de 1974 no tuvo “manchas”. Perón dejó muchas cosas en claro, lanzó frases de su inconfundible e inigualable estilo y la multitud respondió poniendo el alma en cada cantito y en cada explosión de júbilo frente a lo que decía el líder.

Fue una tarde mágica, que el destino ubicó en el momento justo, porque apenas 19 días después Perón moría en medio de un inmenso dolor popular. Lo extraordinario de aquel 12 de junio es que ni Perón ni la multitud sabían que se estaban despidiendo. Y sin embargo, cuando repasamos lo sucedido, deja una sensación de despedida.

Pero ¿qué ocurrió ese día para que Perón y su pueblo terminaran encontrándose por última vez en Plaza de Mayo? No se festejaba nada, no era una fecha patria, no se trataba de ningún aniversario.

¿Cuál fue el motivo?

En horas del mediodía, Perón habló por cadena nacional y después de una serie de consideraciones y advertencias sobre la actualidad del país hizo un llamado a “todos los que anhelan la paz y la tranquilidad” y a quienes “comprometieron su responsabilidad” al elegirlo presidente.

Lo más fuerte de su mensaje no tardaría en llegar.

“Cuando acepté gobernar lo hice pensando en que podría ser útil al país, aunque ello implicaba un gran sacrificio personal. Pero si llego a percibir el menor indicio que haga inútil ese sacrificio no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo puedan llenar con mejores probabilidades”.

Sus palabras cayeron como una bomba y la CGT reaccionó de inmediato, decidiendo un cese de actividades y movilización. Lo sorpresivo de los acontecimientos derivó en una manifestación espontánea, genuina al máximo.

La mayor parte de los manifestantes llegaba desde sus trabajos. Todo fue rápido. A las 14 empezó el paro, a las 15 la Plaza se empezó a poblar, a las 17 estaba llena y a las 17.15 apareció Perón.

El fervor era tal que desde que asomó su figura hasta que pudiera saludar con el clásico Compañeros pasaron varios minutos.

Entre otras cosas, la gente cantaba Y pegue, y pegue, y pegue Pocho pegue.

Una manera de pedirle que tomara medidas drásticas contra quienes dificultaban el accionar del gobierno.

Cuando al fin saludó y recibió una calurosa bienvenida, comenzó su discurso.

Compañeros: Retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.

Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible. Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamas otra causa que no sea la causa del pueblo.

Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.

EI Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos. Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia.

Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan. Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer. Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria.

Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo. Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie.

Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.

Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender.

Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana.

Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza. Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito.

Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el ultimo aliento.

Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.

Fuente: www.cadenaazulyblanca.com/index.php?option=com

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