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TRENES, GOLES Y UN MERECIDO HOMENAJE

La participación del Club Temperley en el máximo torneo de fútbol de la Argentina motiva esta nota con la historia del viaje de la pelota desde Inglaterra hasta aquí en los mismos barcos que volvían con nuestras materias primas y recuerda al gran presidente asesinado de esta institucion.

Por Emiliano Vidal

Primero en barco, luego en tren, la pelota de fútbol trajo negocios, deudas y muerte pero también la identidad de una pasión argentina. La influencia inglesa tuvo dos etapas: transformación política, social y tecnológica derivada de la revolución industrial y expansión económica en todo el mundo.

En ello, el ferrocarril fue preponderante, más el auge del frigorífico y de las empresas constructoras, sostenidas por un fuerte apoyo estatal,  colonización cultural y protección militar.

La Argentina incipiente pos la consigna de gobernar es poblar del abogado Juan Bautista Alberdi en la disputa con Domingo Faustino Sarmiento, fue el fracaso de la inmigración europea decepcionante para una oligarquía porteña, que no tuvo alemanes, franceses o ingleses.

Los nuevos pobladores eran mayoritariamente españoles, italianos, polacos y rusos con un equipaje cargado de ideas anarquistas, socialistas y sindicalistas.

Con el ferrocarril y su empresariado crecieron los pueblos en derredor de la flamante Capital Federal.

Algunos de la línea del Ferrocarril del Sud  fueron: Quilmes, en la ciudad de la que tomó el nombre; Racing e Independiente, en Avellaneda; El Porvenir, en Gerli; Lanús,  en Lanús; Talleres, en Remedios de Escalada; Banfield, en Banfield; Los Andes, en Lomas de Zamora, y Temperley, en Temperly.

El Ferrocarril del Sud salía de Plaza Constitución y llegaba hasta la localidad de Jeppener, en el partido de Brandsen. El Ferrocarril del Norte, lo hacía de Retiro a Belgrano. Era el segundo ferrocarril inglés  en la Argentina.

Comenzaron esas vías en 1865 (14 de agosto)  en tiempos del Bartolomé Mitre, gobernador bonaerense devenido en presidente de la Nación tras la trastada en 1861 al federalismo en Pavón del entrerriano Justo J. de Urquiza. 

Con los barcos ingleses  anclados en los grandes puertos argentinos, principalmente el de Buenos Aires, en espera  de las materias primas del interior traídas en los flamantes ferrocarriles ingleses y con destino a las islas de carbón, la diversión de los marineros ingleses tenía forma de pelota en las explanadas. De ese mismo tiempo data la fundación de los principales clubes de fútbol británicos. Sólo veinte años separan a los argentinos de los ingleses. Los primeros concesionarios de los ferrocarriles fueron un grupo de comerciantes argentinos orquestados por sus pares ingleses, los verdaderos constructores de la red férrea de capitales británicos más importante fuera de Inglaterra

El fútbol, en síntesis, fue un pasajero que viajó primero en barco, luego en tren y se quedó para siempre en estas tierras (1).

* Derrotas del modelo

Desde 1916 en adelante, la oligarquía liberal que importó su modelo económico del Reino Unido y tuvo su guía cultural en Francia, fue una y otra vez derrotada en las urnas por fuerzas populares que volcaron el ascenso social de la inmigración extranjera y de los migrantes internos en la generación venidera.

Fue luego de la sanción de la ley Sáenz Peña que en 1912 aseguró el voto universal, secreto y obligatorio.

Primero, con las políticas regulatorias y distributivas del yrigoyenismo y, luego, con el movimiento obrero organizado del peronismo y la fuerte participación estatal.

En coincidencia con la llegada de los primeros trenes, los hermanos Thomas y James Hogg dan nacimiento, el 9 de mayo de 1867, al primer club de fútbol fundado en la Argentina y en toda américa del Sud, el Buenos Aires Football Club. Un mes y once días más tarde organizan el primer partido  en las cercanías del predio que actualmente ocupa el Planetario de la ciudad de Buenos Aires.

La mayor difusión de la actividad, fue brindada por el escocés, Alejandro Watson Hutton, y su fundación en 1884 del Buenos Aires English High School. Fueron sucediéndose los clubes generados por el deporte que sería el más popular del mundo. Así en política como en el fútbol, los viajes eran en barco y en tren.

 Muchos fueron los empresarios y políticos que comenzaron a apostar en esa incipiente actividad.

Con poco más de 25 años de edad, un hombre de esa camada fue un dirigente de la Unión Cívica Radical, abogado y funciconario del Poder Judicial bonaerense.

Se llamó Alfredo Beranger, recordado en distintas páginas de libros y diarios como  caballero ejemplar,  deportista íntegro, compañero leal, inolvidable presidente del club Temperley, fundado en 1910 con el nombre de «Club de Football Centenario Temperley», en homenaje a la Revolución de Mayo.

En ese contexto de la Argentina subordinada al capital y al fútbol ingleses, el yrigoyenista  Pachucho Beranger iniciaba su segundo mandato como presidente del club de la camiseta celeste, entre 1917 y 1919.

Temperley logró la afiliación a la Asociación Argentina de Football –gran antecesora de la AFA- y consegudo los terrenos para la construcción del estadio.

También había comenzado a hacerse oír en los campeonatos oficiales de la liga.

El vasco Pachucho apostó a que su club ganara el torneo de la zona Sur en 1922 y así, lograr el ascenso a la primera división y asegurarse la presidencia de la asociación madre. Beranger fue uno de esos apostadores nacionales al fútbol volcado en clubes criollos para jugarlo.

Fútbol, negocios y muerte

En tanto que en Inglaterra el primer torneo data de 1872, aquí, en Temperley, el 24 de junio de 1887 se jugó el primer partido de “football association” en el país.

Uno de los rivales era un equipo ferroviario, homónimo del enorme Ferrocarril del Sud, que había sido derrotado por el Buenos Aires Football Club.

Siete años después, el tucumano Julio Argentino Roca se convertiría en el primer Presidente de la Nación en presenciar un encuentro. Fue el 26 de julio de 1904 cuando se enfrentaron Alumni y el gran equipo inglés Southampton, de gira por estas pampas que continuaría su exhibición por  Brasil. 

Las autoridades del Ferrocarril del Sud –que en tiempos nacionalizados del primero peronismo pasaría a denominarse Ferrocarril General Roca- vieron la oportunidad de conectar su línea con la del Ferrocarril Oeste para llegar a La Plata, vía a Temperley,  desde Plaza Constitución.

Buenos Aires- La Plata ya tenían un tramo directo vía Quilmes.

Sucedía que el tren Buenos Aires y Ensenada ya llegaba a la flamante ciudad capital de la provincia de Buenos Aires. Así, el 15 de febrero de 1884 se habilitó un empalme entre la estación poniente de José Mármol con la sureña Temperley.

Para ello contaron con un decreto del entonces gobernador Dardo Rocha, quien había prometido tras su asunción en 1881 que "he de extender un kilómetro de vías por cada día de mi gobierno"…ocho años más tarde fue inaugurado el edificio de la segunda estación Temperley.

El fútbol comenzaba a dejar de ser un juego amateur. Pelota, territorio y trenes eran miembros de un negocio millonario.

El 22 de enero de 1922 se firmó el acta de compra de los terrenos ferroviarios donde se emplaza el actual estadio del club Temperley.

El propio Beranger, conocedor de las liturgias legales, encaró las negociaciones con las autoridades del tren sureño. Pero el lunes 30 de marzo de 1923 una nota policial en el diario Ultima Hora, daba cuenta en tapa que “El 29 de marzo a las 21:30 hs. murió asesinado Alfredo M. Beranger, a manos de Joaquin Pujante, de tres disparos en el pecho, abdomen y región glútea, en la calle Pichincha, entre Guido y Suárez. Falleció en el acto”. Iba a cumplir 30 años.

Los terrenos ferroviarios codiciaban. Las tierras constituían por sí solas un negocio jugoso, al margen del propio trazado de la red tranviaria. Varias décadas atrás, el entonces ministro del Interior de Mitre, el sanjuanino y médico Guillermo Rawson, sufrió las primeras estocadas de la la Compañía de Tierras del Central Argentino, expropiadas a mano dura por el Estado Nacional.

En su obra Historia de los Ferrocarriles Argentinos, el pensador Raúl Scalabrini Ortiz refleja documentalmente que el capital ferroviario británico”, entre el que se encontraba el Ferrocarril Central Argentino, no era más que la apropiación o capitalización fraudulenta, de riquezas y trabajo nativos, capitalizados a favor de financistas ingleses.

Pujante, el asesino de Beranger, había sido un cuidador del ferrocarril que debía ser desalojado de su casilla debido al arrendamiento de los terrenos cedidos al club.

Nunca quedaron claras las razones del homicidio de uno de los recientes dirigentes de mejor futuro para el incipiente fútbol nacional. Pero desde el 17 de octubre de 1923 el el campo de deportes y el estadio, inaugurado el 13 de abril del año siguiente, del Club Temperley lleva el nombre de Alfredo Beranger. siendo uno de los más antiguos de la zona, únicamente superado por el del “mate”, Argentino de Quilmes.

Poco después, tras el golpe del 6 de septiembre de 1930 contra el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen, se creó la AFA y el profesionalismo en el fútbol cambió el curso de la actividad

Para Scalabrini, los ferrocarriles fueron el instrumento de dominación inglesa, visión que seguramente, hubiera compartido el radical Alfredo Beranger, también convencido que ese pasajero que traían, el fútbol, quedaría en la identidad de una pasión que tiene los colores celestre y blanco en la Argentina y celeste en el alma del club del que fue su gran presidente.

(1) Una vez que Inglaterra se aseguró de la caída de Juan Manuel de Rosas en la gesta grande brasileña con la colaboración del caudillo entrerriano comenzaron a morir las economías regionales provinciales, debilitadas desde la creación del Virreinato, en 1776. La red ferroviaria comenzó a construirse en 1855, al suscribirse diversos contratos con la Confederación, sin la presencia en ella de la provincia de Buenos Aires, separada del resto desde el 11 de  septiembre de 1852, día de la rebelión porteña. El emprasario anglo-frances José Buschental, ideólogo del tren, era un gran amigo del presidente Urquiza y asesor económico en su etapa como gobernador de Entre Ríos. Pero los ingleses preferían negociar con la  reina del Plata y en 1857 se inauguró la primera línea férrea, que pertenecía a la Sociedad Camino de Hierro del Ferrocarril Oeste, de puro capital inglés. Es decir, desde la batalla de Caseros en febrero de 1852, la clase social que organizó el país insertó su economía en el mercado internacional como exportadora de bienes primarios e importadora de productos industriales. El punto máximo fue en 1880 con la creación del Estado nacional roquista tras la última batalla civil que costó miles de muertos en la zona porteña de Barracas, La Boca y Parque Patricios, gestadora de la ciudad Capital tomada a sangre y fuego de la provincia del mismo nombre.

NdE: La actualización del 12/5/15 fue para corregir errores de mecanografía en el texto de presentación del artículo.