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MALVINAS, HISTORIA DE PIRATAS Y FIELES AMORES

Nunca hay que olvidar a nuestras Malvinas, especialmente cuando un gobierno como el de Macri lo hace a los treinta y cinco años del conflicto desatado por la dictadura y agravado por la perversa Margaret Thatcher. Aquí una recopilación de hechos desde antes  de la usurpación. Papel de América latina.

Por Emiliano Vidal (*)

Si bien los británicos ocuparon el archipiélago malvinense en enero de 1833, el recurso de dominación militar en el subcontinente viene de antes. Fueron las expediciones sobre Montevideo, Maldonado y Colonia al mando de John McNamara, entre diciembre de 1762 y principios de 1763.

Expediciones que derivaron en la primera ocupación británica de las Islas Malvinas a partir de la incursión del navegante John Byron y de las dos invasiones militares en 1806 y 1807.

Posteriormente, entre 1845 y 1848, en alianza con los franceses, hubo otro bloqueo que intentó violentar la soberanía nacional con una incursión ilegítima en los ríos interiores.

Esas acciones inglesas no se resumen estrictamente a las iniciativas castrenses, abotagadas en su mayoría de numerosos fracasos en la región.

En forma paralela a sus avanzadas, los británicos pusieron en marcha mecanismos de carácter financiero en sintonía con las clases terratenientes criollas de aquel país emergente tras las batallas por la Revolución porteña de Mayo y la Independencia, entre los que se destaca significativamente el acuerdo impulsado por Bernardino Rivadavia con la Baring Brothers en 1824, primordial para la afirmación de Inglaterra como principal comprador de materias primas. Y que tuvo su secuela en plena crisis de los años treinta con la suscripción del pacto, entre el entonces vicepresidente de la Nación, Julio A. Roca hijo y el titular de la Junta de Comercio inglesa, Walter Runciman.

Tras la depresión mundial de esos años, se abrió la posibilidad en los estados semicoloniales de iniciar la marcha hacia la industrialización. La Segunda Guerra Mundial benefició de nuevo a la Argentina al aislarla de las potencias occidentales.

La sustitución de importaciones, la prosperidad del mercado interno y la organización sindical de la masa obrera hija de los inmigrantes en la aparición de Juan Domingo Perón, fueron los signos externos de una nueva época a pesar del desdén de la elite conservadora y probritánica.

La hegemonía cultural de la europeización en el sistema cultural y educativo no cedió tampoco en esos años del peronismo fundacional. Parte de las clases medias fueron arrastradas bajo los encantos del sector oligárquico, amantes de los explotadores coloniales directos de la Argentina y conspiradores del golpe de 1955.

Son esas mismas castas que insisten en sintetizar la gesta de Malvinas en el sentimiento sarcástico de Margaret Thatcher quien afirmaba que “la guerra en las islas fue una lucha de la democracia inglesa contra la dictadura argentina".

La guerra por Malvinas de 1982 constituye un centro histórico más en el marco de un sistema de relaciones bilaterales desiguales entre un Estado central y otro periférico, con umbrales de poder completamente distinto.

 En esa línea, se desprenden varias controversias para analizar.

Una de ellas es el hecho de “desmalvinizar” el conflicto, término que si bien suele atribuirse al pensador francés Alain Rouquié, procuraba que en pos de evitar que los militares volvieran al poder, desde los medios de comunicación había que dedicarse a desmalvinizar la vida argentina porque para los militares las Islas serán siempre la oportunidad de recordar su existencia, y que su función primordial es garantizar la defensa de la soberanía nacional.

Para algunos autores como Francisco José Pestanha, la desmalvinización no tuvo por único objetivo descalificar a las fuerzas armadas, sino sentar las bases para el moderado restablecimiento de los lazos bilaterales entre ambos países deteriorados por la guerra, e instituir un aparejo económico y financiero nuevo en desmedro de la Argentina y a favor de los intereses británicos: los acuerdos de Madrid, firmado el 15 de febrero de 1990, y el de promoción y protección de inversiones, suscripto en Londres el 11 de diciembre de 1990, ambos avalados bajo el ala del entonces canciller menemista Domingo Cavallo.

A 35 años de la guerra, el beneficio inglés de retener las islas no se condensa únicamente a la explotación petrolera, sino fundamentalmente a su posición controladora de la comunicación entre los dos grandes océanos.

Malvinas fue un acontecimiento altamente traumático para la conciencia social argentina, particularmente por el hundimiento del buque General Belgrano.

También lo es para latinoamerica porque su causa está emparentada en que la soberanía del archipiélago involucra, además, controversias que hacen al interés común de toda América latina, como la explotación de los recursos naturales de los espacios marítimos y renovables como la pesca, y no renovables, como el petróleo; el acceso a la Antártida, fuente segura de enormes riquezas minerales e hidrocarburíferas y el acceso al paso bioceánico a través del Estrecho de Magallanes, de extraordinaria importancia en la hipótesis de que por diversos motivos fuese inoperable el Canal de Panamá.

Estas cuestiones, como es obvio, no pueden ser indiferentes para la región, y muy en especial para los países sudamericanos.

Gobierne quien gobierne, Malvinas se ha latinoamericanizado.

(*) Abogado. Twitter: @Emilianov9 / LSM

Fuente:www.laseñaldemedios.com.ar