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PERON, CRISTINA, CRUCE DE DESTINOS
Hechos relacionados con la historia son parte de una misma lucha contra el poder económico respaldado por las armas que paga el pueblo. En la Argentina y en América latina toda se agolpan experiencias de resistencia a las clásicas oligarquías lugareñas aupadas por el coloso del Norte, depreciado pero gravitante en su patrio trasero. Aquí se entrelazan acciones a partir del regreso definitivo de Perón y de Cristina como heredera del mismo odio del gran líder. Hechos del pasado para este presente.
Por Armando Vidal
Hace medio siglo, Perón, a los ochenta años y Cristina, hoy, a los 70, cruzaron destinos respecto al sí o no de la tercera presidencia de la Nación. Primer punto de una historia que los une por haber sido ambos víctimas de la oligarquía secular básicamente porteña y sus ramificaciones internas y externas. Perón no quería pero fue presidente de la Nación por tercera vez, en tanto que en el 2023 Cristina dijo que no iba a ser candidata, sin que nada ni nadie modificara su postura. Alcanzaba con decir que estaba proscripta y todos entendieron a que se refería-.
En 1973, el general cansado hizo posible que alguien de su confianza fuese presidente por él para terminar con una dictadura alineada con Washington. Y ella, en 2019, eligió a un opositor personal entre los estrechos ex colaboradores de su marido muerto para que no fuera reelecto un servidor de Washington como Mauricio Macri. Los dos lograron sus propósitos y, al mismo tiempo, los dos se sintieron defraudados.
Como guía de este artículo se marcan a renglón seguido los pasos de Perón a partir de hechos, acciones y circunstancias que le conciernen en el último capítulo de su vida, que fue el de volver a pisar tierra argentina y morir en ella.
Comienza a la vez con el final de la llamada Revolución Argentina, iniciada el 28 de junio de 1966, con el golpe encabezado por el general Juan Carlos Onganía, destituido en 1970 y reemplazado por el general Roberto Marcelo Levingston, también removido y, finalmente, por el general Alejandro A. Lanusse, quien abriò un curso de acción que desembocarìa en una salida democrática con el peronismo en el gobierno.
* El calendario de Perón
+ 23 de marzo de 1971. Asume la presidencia de la Nación el general Alejandro Agustín Lanusse. Después de Onganía, con una política económica ultraliberal (Adalbert Krieguer Vassena), y después de Levingston, una política económica reparadora (Aldo Ferrer), Lanusse abrió la etapa política con el reconocimiento de los partidos, incluyendo al peronismo, que se habían agrupado en La hora del Pueblo del año anterior.
+ 27 de julio de 1972, En una comida de camaradería de las Fuerzas Armadas, el presidente de facto Lanusse, pregonero del llamado Gran Acuerdo Argentino dice acerca de Perón: “… o regresa antes del 25 de agosto o tendrá que buscarse un buen pretexto para mantener el mito de su eventual e hipotético retorno”. Lanusse estaba furioso porque Perón, no iba a “convalidar un atropello a la Constitución Nacional” -palabras del líder peronista- al acatar un bando de un régimen de facto. "En mi fuero íntimo, diré que a Perón no le da el cuero para venir”, cerro Lanusse, quien ya le había dado el cadáver embalsamado de Evita, pagado los haberes debidos y el grado militar que le había arrebatado el golpe de 1955.
+ 17 de noviembre de 1972. Perón volvió después de diecisiete años, viernes, para preparar el clima más favorable para un acuerdo de convivencia con los partidos - y, en particular, con el líder radical Ricardo Balbín, su ex preso en Olmos, en 1950-, a cuyo efecto se reunieron en la desaparecida confitería Nino, de Vicente López el lunes 20 . Al día siguiente, a pocas cuadras de la confitería, de nuevo Balbín volvió a encontrarse con Perón en la casa alquilada de la calle Gaspar Campos, donde, como todos los días, había una multitud que esperaba el saludo de Perón. Como el frente de la casa termina como en triángulo con la calle que cubre su espalda, Balbín y acompañantes treparon una pared divisoria baja (la mal llamada “tapia”, como publicaron los diarios) con una escalera de cada lado. Más incómodo fue salir en medio de tanto peronismo joven que no aplaudió precisamente a los visitantes.
+ 11 de marzo de 1973. Se realizaron las elecciones generales en las que venció Héctor Cámpora, con Balbín segundo y el ex marino y ex ministro de la dictadura, Francisco Manrique, tercero, que captó muchos votos antiperonistas que el candidato radical desechó en la campaña para no volver al pasado, que era lo que también quería Perón.
+ 25 de mayo/73. Asumió la presidencia Héctor Cámpora. Su discurso, con grandes reconocimientos a Perón, quizás haya sido el más extenso desde los tiempos fundacionales de Bartolomé Mitre (1862-1868).
+ El 20 de junio/73. En el Día de la Bandera, Perón volvió definitivamente a la Argentina, acompañado por el presidente Cámpora que lo fue a buscar a Madrid, junto con invitados especiales. Y se encontró con una tragedia en Ezeiza con más de un millón de personas generado por grupos armados mal organizados para impedir que una fuerte columna de militantes de Montoneros ocupase un lugar preferencial ante el palco desde el cual iba a hablar Perón. El avión aterrizó en Morón. El operativo represor estuvo a cargo de Jorge Manuel Osinde –no el único-, en línea con José Lopez Rega, el agente que complacía a la CIA, que Perón aceptaba por temor a que le mandaran otro peor, decía en serio en tono de broma. Y, por supuesto, además de Osinde y otros, la participación especial en nombre de los trabajadores de José Rucci, titular de la CGT, que hizo mucho más que sostener el paraguas para que Perón no se mojara al bajar del avión en Ezeiza el 17 de noviembre/72.
+ 21 de junio/73. Habló Perón a todo el país por la cadena nacional para deslindar qué es y no es el peronismo, sin mencionar expresamente lo que había pasado el día anterior. Uno de sus párrafos fue: “Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una firme voluntad de vencer”. Y agregó: “Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal. Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfesables”.
+ 13 de julio/73. En una agitada jornada que sacudió al país, tras cuarenta y nueve días de gestión, Héctor Cámpora renunció a la presidencia de la Nación, al igual que Vicente Solano Lima, tras lo cual salió de escena el presidente provisional del Senado, Alejandro Diaz Bialet, para una misión diplomática encomendado sobre la marcha por el propio Cámpora. Vigente la ley de acefalía, de ese modo la presidencia de la Nación recayó en el titular de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, yerno de López Rega. Un día a la carrera, incluyendo un desfile de ministros que se iban y pasaban a saludar a Perón en su casa de Gaspar Campos, además de Cámpora, que fue el primero en hacerlo.
+ 26 de julio/73, En Gaspar Campos, Perón sufrió un ataque al corazón sin que hubiera un médico cercano. Alguien llamó a la guardia del Hospital Argerich, al sur de la ciudad de Buenos Aires, que remitió una ambulancia destartalada y un médico sin instrumental adecuado que además tuvo que comprar medicamentos en una farmacia. Abandonado a su suerte, Perón se moría hasta que apareció Pedro Cossio, uno de los médicos de Perón que López Rega se ocupaba de espantar.
+ 4 de agosto/73. En el Teatro Nacional Cervantes el congreso del partido Justicialista proclamó la fórmula Perón-Perón, con Isabel como compañera de fórmula. Otro sacudón para Perón que quería a Ricardo Balbín, con quien mantenía en contacto mucho mayor de lo que se conoce. Por eso, Perón rechazó en un primer momento la comunicación formal de la decisión por parte de una comitiva que salió del teatro, encabezada por el diputado y titular del bloque Ferdinando Pedrini. Perón se enojó, manifestó su rechazo a la decisión y alegó razones de salud para que se vayan.
+ 18 de agosto/73. Proclamación de la fórmula Perón-Perón. Plena satisfacción los dirigentes gremiales y exponentes de la derecha repulsiva, caso de Norma Kennedy, de la familia de los Kennedy de La Paz, Entre Ríos. Para los sindicalistas, Isabel era para ellos la mejor garantía dado la precaria salud de Perón. Así de claro. En el escenario todos felices menos Perón que eligió el rincón derecho para deambular en ese espacio en soledad. Quien escribe, desde las primeras filas de la platea donde estaban los periodistas, mantiene esa imagen en su memoria: Perón solo, en medio de cavilaciones propias y un jolgorio ajeno, escenas que no eran teatro.
+ 30 de agosto/73. Perón habla ante el bloque justicialista de la Cámara de Diputados de la Nación y aliados, en el Salón de Pasos Perdidos, que hoy lleva su nombre aunque se siga llamando como siempre. “Debemos pensar en grande” fue lo que luego se tituló en los fascículos, Fue una tarde cargada de expectativas por la trascendencia de la visita. Estaban todos los legisladores y Perón no aparecía. El que escribe estaba en la puerta de la Sala de Periodistas instalada justo en el ángulo recto de dos pasillos –una construcción ajena al Palacio Legislativo que concibió el arquitecto Vittorio Meano- cuando de pronto aparece Perón y con una cálida sonrisa le dice al periodista: “¿No tendría un cigarrito?”. Casi al mismo tiempo sale de la Sala el acreditado de radio Rivadavia, José Luis Braga, quien a pedido de su colega, saca un paquete de cigarrillos Jockey Club, lo convida, le da fuego y Perón, saboreando el humo y mirando la marca dice: “…a de los míos”, tras lo cual reinicia la marcha hacia el Salón de los Pasos Perdidos. “A todos les dice lo mismo”, acota casi a la carrera el jefe de los custodios de Perón - todos ellos ex suboficiales del ’55-, que apareció de repente. Perón tira el cigarrillo en un cenicero de pie, ingresa al Salón y da una charla magistral, propia de un león herbívoro, como él se definía.
+ 23 de septiembre/73. Gana la fórmula Perón-Perón con el 61,85 por ciento de los votos, contra Balbín-De la Rúa con el 24,42 y Francisco Manrique-Rafael Raymonda, el 12,19 por ciento.
+ 25 de septiembre/73. Los Montoneros asesinan a José Rucci, titular de la CGT, fiel e incondicional dirigente como un hijo para Perón, contra quien también fue el ataque. Matar al referente mayor de los trabajadores generó desprecio incluso en las propias filas de la organización.
+ 12 de octubre/73. Perón, con su uniforme de teniente general, jura en el acto de asunción de su tercera presidencia. Fue lo único que se limitó hacer porque no pronunció ningún mensaje ante la Asamblea Legislativa. En todo momento estuvo serio. Dolía su dolor para quienes lo querían.
+ 1º de mayo de 1974. Perón abre un nuevo período de sesiones ordinarias y agradece a los legisladores y en especial a la oposición por los servicios patrióticos en la labor legislativa. Tiene un discurso por leer pero antes, con palabras improvisadas, deja constancia de su reconocimiento en particular -aunque no lo menciona- a la bancada radical que preside Antonio Tróccoli, el partido que conduce Ricardo Balbín. Y a diferencia de la actitud que tomó el 12 octubre de no pronunciar discurso alguno -habló con su silencio, probablemente por el asesinato de José Rucci- procedió a leer la propuesta de un plan de acción, que llamó Modelo Nacional, con la participación de todas las fuerzas políticas. Un mensaje sin igual por significar de un replanteo profundo -que incluía una reforma constitucional- en base a ideas, acotó, que llevaba en elaboración desde hacía treinta años. Después fue a la Casa de Gobierno para hablar ante una plaza colmada y dividida y en la cual el sector abigarrado de jóvenes que tenía a su derecha gritaba consignas como “…qué pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular”, una provocación con persistencia que terminaría con Perón enojado que llamó “imberbes y estúpidos” a los autores al compararlos, y así lo hizo, con los trabajadores organizados del otro lado de la plaza, tras lo cual la columna montonera plegó sus banderas y se fue. Se fue para siempre.
+ 12 de junio/74. Ante el incumplimiento patronal del Pacto Social acordado con la CGT, en un mensaje al mediodía por la cadena nacional, Perón aludió a la posibilidad de renunciar lo cual motivó la respuesta inmediata de los trabajadores que cubrieron la plaza en apoyo del gobierno. Comprometida su salud, Perón instó a redoblar los esfuerzos y cerró su discurso con estas palabras: “Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.
+ 1º de julio/74. Muere el general Perón. Tenía 78 años en los documentos pero en la vida dos años más porque había nacido en 1893, Como era costumbre se esperaba dos años antes de ir al registro por la alta mortalidad infantil de la época.
* Los castigos y la historia
A Perón, lo castigó el exilio, desde el golpe cruento de 1955 con los bombardeos al pueblo de junio al retorno definitivo de 1973, el 20 de junio, la fiesta del pueblo bañada en sangre de la que se cumplen cincuenta años.
Y a Cristina la castigó la Justicia de Comodoro Pro, como la bautizó el diputado peronista Eduardo Valdés, con el apoyo posterior de dos cortesanos de origen peronista, uno ex legislador en ambas Cámaras del Congreso de la Nación, promotor de juicios a la Corte en otros tiempos y el otro ex ministro de Néstor Kirchner a quien conoció en la convención constituyente de 1994. El tercero es un vecino del “gran diario argentino” y defensor de sus intereses, antes y después. El cuarto cortesano eludió jugar ese partido para hacerlo con otros. Los cuatro están en un proceso de juicio político en la Cámara de Diputados de la Nación y su suerte también dependerá del resultado de las elecciones de octubre.
Encima quisieron matarla, el primero de septiembre de 2022, y la siguen matando con la indiferencia de la Justicia, la oposición macrista y hasta con la falta de vigor del propio gobierno en su reacción.
Perón se salvó de las bombas contra la Casa Rosada y Plaza de Mayo, el 16 de junio de 1955, que se estimaron en 270 muertos, una cifra desinflada por el propio gobierno para no incurrir en una guerra civil, que temía Perón. Ahora la Secretaría de Derechos Humanos del gobierno nacional requirió a la justicia que determine si ese incalificable ataque es un crimen de lesa humanidad.
Perón no sufrió el acoso y distorsión de la prensa del poder y cuando en 1951 se hartó de las críticas y distorsiones del entonces más leído diario La Prensa dispuso su expropiación y se lo entregó a la CGT, con lo cual los avisos clasificados de ese matutino fueron captados por Clarín, diario oficialista hasta el golpe de 1955.
Perón en Madrid, con mayordomo todo servicio y una mujer que era lo contrario de Evita, tuvo en Jorge Daniel Paladino un delegado de activa labor tras la caída del ultramontano general Juan Carlos Onganía, en 1970. Ese mismo año nació la Hora del Pueblo, acuerdo entre dirigentes políticos, alentado por el radical Ricardo Balbín, figura clave en el capítulo que desembocaría en las elecciones del 11 de marzo de 1973.
El ministro del Interior era Arturo Mor Roig, ex titular de la Cámara de Diputados de la Nación y su segundo, Jorge Reinaldo Vanossi, ambos radicales. Constitucionalistas según la ocasión, hicieron una reforma de la carta magna de 1853 por decreto, con vigencia automática hasta 1981.
Paladino fue el penúltimo delegado, al que Perón removió por falta de confianza en el momento en que estaba en marcha un plan de captación de un peronismo sin Perón que Alejandro Agustín Lanusse, el último dictador de la mal llamada Revolución Argentina (1966/1973), compartía en su beneficio. El último delegado fue Héctor Cámpora, ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, dentista por profesión en San Andrés de Giles..
Las elecciones de 1973 fueron las primeras desde 1955 con la participación del peronismo - menos Perón que estaba proscripto-, y en ellas triunfaría la fórmula Héctor Cámpora, con el conservador Vicente Solano Lima, con el 49, 58 por ciento de los votos, contra el 21,29 de Ricardo Balbín/Eduardo Gamond, cordobés, segundo en la brega. Balbín inmediatamente reconoció el veredicto de las urnas y evitó con ello una segunda vuelta.
Cámpora, el presidente delegado de Perón, fue la lealtad verificada pero no pudo evitar la gravitación de las nuevas generaciones y su gobierno lo reflejó con decisiones que el gran líder no compartía. Designaciones como la de los ministros del Interior, Esteban Righi y el canciller Juan Carlos Puig, ambos de actuaciones destacadas en la valoración de los peronistas jóvenes, no las compartió. Era obvio que la cartera de Bienestar Social, a cargo de José López Rega, significaba contar para el progresismo en trámite en el gobierno, con un enemigo avalado por Perón.
También lo fueron dos leyes del ministerio de Economía, que conducía José Ber Gelbar, bajo cuya órbita se encontraba la secretaría de Agricultura a cargo de Horacio Giberti. Una fue sobre la renta normal potencial de la tierra y la otra, la llamada ley agraria. Ambas tuvieron serias resistencias de la Sociedad Rural y otras clásicas entidades del campo. Como contó Giberti, López Rega jugaba en contra en plena resurrección del peronismo en el gobierno. Perón no podía ignorarlo. Obvio.
Cámpora ganó la elección, viajó a ver a Perón y nada en apariencia modificó la relación entre ambos pero algo sí había cambiado: el presidente que el 25 de mayo de 1973 iba a jurar y dar su discurso ante la Asamblea Legislativa no era Perón.
Aplastado el proceso iniciado con el golpe al presidente radical Arturo Illia, el 28 de junio de 1966, del cual Lanusse fue su último exponente, aun así el futuro era auspicioso para el peronismo en el gobierno, pese a que las organizaciones armadas seguían en pie, entre ellas Montoneros, cuyo referente de conducción más conocido era Mario Firmenich. Que no había estado en la cárcel de Rawson el 15 de agosto de 1972, que no se había escapado con los seis altos mandos guerrilleros presos, ni entre los diecinueve que los siguieron hasta Trelew, todos ellos asesinados después: dieciséis en la base Almirante Zar de esa ciudad y el resto en la dictadura de Videla.
Extraño personaje a quien el periodista que escribe conoció cuando tenía dieciséis años. Fue en 1964, en un departamento de la calle Cochabamba y Bernardo de Yrigoyen, en la que dio una charla el padre Carlos Mugica. La invitación la había recibido de una joven médica y militante cristiana en las villas. Era un cuarto grande, que daba a la calle con sillas para unas quince personas o poco más. En la última fila, solo y callado estaba ese muchacho que cursaba el último año del Colegio Nacional de Buenos Aires y no dijo una palabra en esa reunión. Era una intriga que se mantuvo en el tiempo y al que se le achaca hasta el crimen del padre Mugica. Su hijo milita o militó en La Cámpora.
En 1973, una persona de treinta años había nacido antes que el peronismo, había cursado toda la escuela primaria en los dos gobiernos de Perón e ingresado a la secundaria, en caso de seguir esos estudios, con la mal llamada Revolución Libertadora. Fue el caso de quien escribe. Difícil involucrarse a esa edad en la lucha armada, motivo por el cual eran más jóvenes los que se comprometieron y entregaron su vida. Fueron miles y miles. Y en el caso del peronismo, esa “juventud maravillosa” –palabras de Perón-, fueron primordialmente Montoneros.
* El futuro y el enojo
Primero fue en el Congreso de la Nación ante la asamblea legislativa con motivo de inaugurar un nuevo período de sesiones ordinarias. Allí Perón pronunció un gran discurso –que la prensa siempre ignora-al hablar de sus ideas acerca de un “modelo nacional”. Una propuesta con la participación de todas las fuerzas políticas por aquello de “o lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie”. Es que Perón buscó y encontró en el radicalismo conducido por Balbín la misma disposición de enterrar el pasado y acordar, con las diferencias de rigor, las claves de un futuro basado en el crecimiento industrial, la explotación razonable de los recursos naturales de la Nación, la justicia distributiva y las formas democráticas.
Perón presentó las bases de lo que llamó Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Dijo que otros países necesitaron siglos para pensarse a sí mismos o sufrieron agresiones externas y que la Argentina no tenía ni una cosa ni la otra. Esa propuesta que esperaba presentar a todo el país, en pos de una democracia plena de justicia social, incluía una reforma de la Constitución Nacional para un gobierno con la forma representativa, republicana, federal y social. “Social para su forma de ser, por sus objetivos y por su estilo de funcionamiento”, señaló.
A diferencia de lo acontecido el 12 de octubre del año anterior cuando juró al asumir la Presidencia en el mismo lugar y no pronunció ningún discurso, ese 1° de mayo de 1974 Perón exhibió un tono de templanza y cordialidad con la oposición que mereció, de entrada, palabras improvisadas, antes de dar lectura a su mensaje. Expresó espontáneamente “el más profundo agradecimiento a los señores legisladores que han hecho posible la aprobación de leyes que eran absolutamente indispensables. Y en esto –agregó- quiero también rendir homenaje a los señores senadores y diputados de la oposición, que con una actitud altamente patriótica no ha hecho una oposición sino una colaboración permanente que el Poder Ejecutivo aprecia en su más alto valor”.
Rechazó la violencia, cualquiera fuese su origen, que vinculó con el intento de impedir el desarrollo propio y la integración latinoamericana, “únicas metas para evitar que el año 2000 nos encuentre sometidos a cualquier imperialismo”, dijo.
Y, puntualizó, que lo expuesto eran ideas en elaboración que provenían de treinta años atrás, referencia que alude a 1943, tras el golpe militar del 4 de junio que terminó con la parodia institucional tras el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen en 1930.
Eso fue en el Congreso y, al rato, continuó en la Plaza, desde el balcón, ese primero de mayo, cuando la soberbia adolescente desafió a Perón al grito de "¡¡Qué pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular?.
Cristina era una chica bella, inquieta, activa y conoció a Néstor – el único y para siempre- en el ambiente estudiantil de La Plata y contra lo que podía esperarse a la hora de la ruptura en la Plaza de Mayo, ese primero de mayo de 1974, ambos estuvieron del lado de Perón.
En 2014, en los jardines de la Casa Rosada, en un encuentro con jóvenes, Cristina dijo: “Se cumplen cuarenta años de un momento trágico de la historia del peronismo, que fue el desencuentro de Perón con los jóvenes. Un desencuentro que yo viví muy de cerca, cuando me peleé con varios compañeros porque era una de las que sostenía que la conducción de Perón no podía discutirse”. Continuó: “las luchas históricas no se ganan ni con silbidos ni con abucheos, ni con gritos, ni con insultos, eso es lo que no se comprendió aquel primero de mayo. Las luchas históricas se ganan con trabajo, organización y junto al pueblo, siempre. Siempre junto al pueblo”.
Historia y presente, se van por la misma senda, lo mismo que las vaquitas del gran Atahualpa.