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ROQUE SAEZ PEÑA, SU VIDA
Porteño, de San Telmo, hijo de una familia federal gravitante de la época, Roque Sáenz Peña nació casi con el vuelco de la historia de los argentinos que produciría la caída de Rosas. Con una personalidad de rasgos románticos y gran coraje físico no titubeó en 1874 en enfrentar con las armas al golpismo mitrista en defensa del gobierno de Nicolás Avellaneda, así como tampoco, cinco años después, en adherir a la causa peruano-boliviana contra Chile en la llamada Guerra del Pacífico que promovió Inglaterra. Peleó bravamente -era abogado, no militar y había sido diputado nacional-, fue herido en el morro de Arica resistiendo el asalto triunfal chileno y estuvo preso en Santiago. Con esa misma valentía abriría el camino de la democracia en la Argentina. Merece ser mejor conocido por los argentinos para comprender las razones por las cuales la derecha reaccionaria no lo quiso ni lo quiere.
Por Historia del País
“Hemos inaugurado la segunda centuria entre los deslumbramientos y esplendores del pueblo de Mayo; pero no habremos cumplido con los deberes del presente, ni con las generaciones a venir, sin trabajar una democracia fuerte por sus organismos permanentes, amplía por la totalidad de los esfuerzos, y libre por la emancipación de las ideas que vienen rompiendo el molde de los personalismos... " .
Así se expresaba Roque Sáenz Peña al asumir la presidencia de la Nación y tales fueron los propósitos políticos que lo guiaron en el ejercicio del poder. Había nacido en Buenos Aires el 19 de Marzo de 1851, hijo del doctor Luis Sáenz Peña y de doña Cipriana Lahitte. Poco tiempo después, la ciudad se conmovía ante el pronunciamiento de Urquiza. Sus abuelos, Roque Sáenz Peña y Eduardo Lahitte, ambos diputados de la legislatura porteña, suscribieron una declaración de adhesión a Rosas. Después de Caseros, la tradición federal de los abuelos y del padre, que no cambiaron sus convicciones, los mantuvo alejados de la función pública.
* Primeros pasos
En 1870 Roque se matriculó en la Facultad de Derecho. Desde su infancia seguía con inquieta curiosidad los acontecimientos políticos y siendo estudiante se enroló en el partido Autonomista. Cuando cursaba el último año de la Universidad estalló la revolución mitrista de 1874 destinada a impedir que el presidente Avellaneda asumiera el mando. Roque se alistó en el Regimiento Número 2, al mando de Luis María Campos. Vencida la revolución le acordaron los despachos de segundo comandante de Guardias Nacionales pero pidió relevo de las filas. En 1875 se recibió de abogado después de presentar su tesis sobre Condición jurídica del expósito. Sin embargo, no lo entusiasmaba el ejercicio de su profesión, sino la actividad política.
En 1876 fue elegido diputado a la legislatura de Buenos Aires en representación del partido Autonomista Nacional. Se destacó en la Cámara y a pesar de su juventud lo designaron presidente de ésta. En 1878, movido por las disidencias partidarias, fruto de la política de conciliación iniciada por Avellaneda a la que se oponía, renunció a su cargo y terminó por abandonar transitoriamente la política.
* Una causa justa
Poco tiempo después se ausentó de Buenos Aires. Era el año 1879 y acababa de estallar la guerra de Chile contra Perú y Bolivia. Sáenz Peña tomó el partido de estas últimas. En la batalla de Tarapacá, muerto el jefe de batallón, Roque quedó a su mando y consiguió hacer retroceder a las fuerzas chilenas.
Poco después la guarnición de Arica era sitiada por los chilenos. Comandaba la defensa de la plaza el coronel Bolognesi, y Roque se encontraba entre los defensores, que apenas eran 1.200 contra los atacantes, que disponían de 6.000 hombres. Los chilenos ofrecieron una capitulación honrosa, pero Bolognesi rechazó la oferta. Fueron derrotados. Roque cayó prisionero y fue llevado a Chile donde se le formó consejo de guerra.
Gracias a las gestiones del gobierno argentino, después de tres meses de cautiverio recobró la libertad. Regresó a Buenos Aires cuando Roca ejercía la presidencia. Su ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de Irigoyen, lo nombró Subsecretario pero renunció al poco tiempo para ausentar a Europa. Allí permaneció dos años. De regreso en Buenos Aires adhirió a la candidatura de Miguel Juárez Celman.
En 1887, Juárez Celman, ya presidente, lo nombró ministro plenipotenciario en el Uruguay. Junto con Manuel Quintana representó a la Argentina en el Congreso Panamericano de Washington, en el que defendió el principio de inviolabilidad de los Estados y combatió el proyecto sostenido por la delegación estadounidense de crear una unión aduanera continental.
Años más tarde, refiriéndose a esa primera Conferencia panamericana de 1889, dijo Sáenz Peña: "La audacia dominadora de James Blaine ... quiso hacer a América un mercado y de las soberanías un tributo. El pensamiento, económico en su forma, era político en su fondo", la víspera de su caída, Juárez Celman lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores.
* Maniobra roquista
Producida la Revolución del Parque, en medio la tremenda crisis política y económica que sacudió al país, se abrió paso la candidatura de Roque Sáenz Peña. Su personalidad era recibida calurosamente sobre todo por la juventud y en la provincia de Buenos Aires. Para destruir la candidatura de Roque, Mitre aliado de Roca, levantó la de su propio padre: don Luis Sáenz Peña. Roque, antes de aparecer como antagonista de su padre, prefirió declinar su candidatura. las elecciones de 1892 consagraron a Luis Sáenz Peña, cuyo gobierno designó a Roque jefe del regimiento de Guardias Nacionales.
En junio de ese año se incorporó a la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, pero poco después resignó ambos cargos para retirarse de la vida pública. Se radicó en Entre Ríos y en 1895 regresó a Buenos Aires donde abrió un bufete en sociedad con sus amigos Federico Pinedo y el gringo Pellegrini. En ocasión de la guerra que Cuba sostuvo contra España por su independencia y cuando los Estados Unidos aparecían abiertamente dispuestos a intervenir, en una conferencia pública Roque Sáenz Peña fundamentó jurídicamente su posición favorable al principio de no intervención.
En 1905, en reconocimiento a su valiente actuación durante la guerra del Pacífico, fue invitado oficialmente por el Perú para inaugurar el monumento a Bolognesi.
Pronunció varios discursos y en uno de ellos dijo refiriéndose al socialismo: "... es un pleito que la sociedad moderna debe apresurarse a transar, aceptando lo que tiene de justo".
* Misión
En 1906 el gobierno de Figueroa Alcorta lo envió como enviado extraordinario a los actos a celebrarse con motivo de la boda del rey de España, Alfonso XIII. De regreso en Buenos Aires, en 1907, fue designado para actuar al frente de nuestras legaciones diplomáticas en Italia y Suiza.
Apenas llegado a Roma recibió instrucciones para representar a nuestro país, junto con Luis María Drago, en la Segunda Conferencia Internacional de la Paz, celebrada en La Haya, donde ambos se declararon partidarios de la creación de la comisión de arbitraje. Su misión diplomática en Italia y Suiza se prolongó desde abril de 1907 a septiembre de 1910. En Italia recibió la noticia de su proclamación como candidato a la presidencia de la República.
* El voto obligatorio
La fórmula de Roque Sáenz Peña reunió tres aspectos centrales: a) el voto obligatorio, un instrumento para nacionalizar a los hijos de los inmigrantes, b) el voto secreto, medio para garantizar la libertad del elector y c) utilización del padrón militar, para asegurar la corrección de las listas de electores. Entre los opositores al gobierno se encontraban los beneficiarios del viejo régimen, que temían perder sus posiciones de poder con las nuevas reglas.
Muchos congresales de los grupos conservadores, sin oponerse públicamente, se dedicaron a obstruir al gobierno en forma encubierta. La reforma se aprobó el 10 de febrero de 1912 por 10 votos contra 8 a través de la Ley Nº 8871 y se conoció como la Ley Sáenz Peña. El nuevo método democrático incluía el voto universal (sólo masculino y adulto), secreto y obligatorio. Murió siendo presidente el 9 de agosto de 1914.
Al día siguiente Carlos lbarguren escribió en La Nación: " ... Interpretó, en su momento, un ideal colectivo y una exigencia social; abrió, como él mismo lo dijera, las compuertas que comprimían la voluntad popular para que una democracia orgánica pudiera labrar la felicidad de los argentinos".
Fuente: historiadelpais.gov.ar