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INDALECIO GOMEZ, EL MINISTRO
Aristócrata y progresista, Indalecio Gómez, salteño, fue el ministro del Interior del presidente Roque Sáenz Peña y por lo tanto el impulsor de la histórica ley electoral fundadora de la democracia en la Argentina. Educado en la fe es señalado aquí como pionero del movimiento social cristiano en nuestro país. Fue el alterego de Roque, su amigo, cuyas afinidades también pasaban por la adhesión de ambos a la causa peruana y boliviana en la Guerra del Pacífico (1879/1884). Juntos coincidieron como ministros plenipotenciarios en Europa en el gobierno de Manuel Quintana e igual que el luego presidente procuró absorber en profundidad esa experiencia para la Patria centenaria. Como dice el autor del artículo, trató de aunar la tradición nacional con el progreso, el norte con la pampa gringa. Tras la muerte de Roque, prefirió recluirse en Salta, sin odio pero también sin olvido por los ataques que los dos habían recibido por parte de la misma clase social y política a la que pertenecían. Pero ellos quedaron de este lado, junto a respeto de su pueblo. Aquí llega, don Indalecio Gómez, el ministro del Interior del siglo XX en la Argentina. Y antes de la lectura, un dato complementario: en el Museo de Salta, ubicado en el viejo Cabildo, hay un destacado ámbito especial para Robustiano Patrón Costa. Pero ninguna mención en todo el lugar para don Indalecio, constancia dejada en el libro de visitas en enero de 2010 por el editor de Congreso Abierto. Orgullo salteño ignorado en Salta.
Por Martín Güemes Arruabarrena
En l850, un l4 de septiembre, nace Indalecio Gómez en San Pedro Nolasco de los Molinos, en los Valles Calchaquíes, Salta. El ámbito: la hacienda que perteneciera al último gobernador realista del Virreinato del Río de la Plata: Don Nicolás Severo de Isasmendi. El lugar: una pequeña casa colonial del pueblo, que aún se encuentra en pie. Fueron sus padres don Indalecio Gómez y Ríos, salteño, y Felicidad González del Toro, de procedencia chilena. Indalecio Gómez y Ríos era hijo de don Martín Gómez y Agudo y de doña Andrea Ríos y Zuleta, nacido en Molinos alrededor del año l800. Desde la estatura de sus doce años presenció el asesinato de su padre, en l862, consecuencia de la lucha entre unitarios y federales.
El joven Indalecio cursa la escuela primaria en la Escuela de la Patria (fundada por Don Mariano Cabezón), y la secundaria en la Escuela de Elisa Diez Gómez, trasladándose posteriormente a la ciudad de Sucre, en Bolivia, a los fines de completar sus estudios de bachiller Su maestro de teología en el Seminario Conciliar de Sucre es Fray Mamerto Esquiú "el orador de la constitución". En sus enseñanzas le transmitió su fe cristiana. Esta visión teológica, trascendental, lo acompañó en su madurez para afrontar el signo de los tiempos.
Cuentan memoriosos y testigos, que al realizarse el debate por la ley electoral, antes de ingresar al recinto, el Dr Indalecio Gómez diariamente escuchaba misa para fortalecer su convicción republicana. En l870, viaja a Buenos Aires, e inicia sus estudios de Derecho. En l876, recibido de abogado regresa a su Salta natal, ingresa a la legislatura y ejerce el profesorado en el Colegio Nacional. El hecho de estudiar en el interior de nuestro país, y en la actual Bolivia, produce en el joven Indalecio, un sentido profundo de americanidad, que sumado a su experiencia universitaria en Bs. As, la gran aldea cosmopolita, imprimen en su mentalidad criolla la comprensión exacta de la necesidad de aunar el norte y el sur, el país andino y la pampa gringa, la tradición y el progreso.
* La Patria Grande Suramericana
Don Indalecio supo de los rigores del viento blanco, y de los sacrificios de los arrieros en los senderos de la puna. Conoce los caminos de nuestra tierra norteña como empresario en el comercio de ganado al puerto de Cobija, en el Pacífico. Estas tareas, estos emprendimientos, la empresa: "Puch & Gómez y Cia" integrada por Salvador y David Michel, Martín e Indalecio Gómez y David Puch, a fin de abastecer con mulas y carne al ejército del Perú, lo promocionan como cónsul argentino en Iquique.
Las funciones consulares lo constituyen en un observador comprometido en la Guerra del Pacífico, en l879, apoyando a Perú y Bolivia contra la agresión chilena que exponía la paz continental. Conoce en esta etapa fundamental de su vida a Roque Sáenz Peña (quien lucha voluntariamente del lado peruano - boliviano). Juntos escapan de ser fusilados. Solventa de su peculio la manutención de su amigo, encarcelado después de su heroica resistencia a la ocupación del morro de Arica. Asesora al futuro presidente argentino José Evaristo Uriburu, ministro plenipotenciario en la Paz, Bolivia, en las tratativas por la rendición de Lima, entre el gobierno peruano y el jefe supremo del ejército chileno Gral. Baquedano.
Contrae matrimonio en l883 con Carmen Rosa Tezanos Pinto, de procedencia jujeña, cuya familia se encontraba exiliada en el Perú. Se emparentó de esta forma con el Dr José E. Uriburu, casado con la hermana de Carmen Rosa. En un viaje, de Lima a Salta, regresó con la esposa peruana. La señora recordaba después, con emoción, el momento en que vió arrodillarse a su marido al llegar al solar paterno para recibir la bendición de su madre.
De vuelta en su tierra salteña, es elegido senador provincial por el departamento San Carlos, abarcativo de su suelo natal (Molinos).
Años después, asume la diputación nacional por su provincia (Salta) por dos veces consecutivas (l886-l900). En esta función legislativa participa de los debates secretos que se realizan en l893, a causa del protocolo adicional al tratado de l88l con Chile, asimismo, en otros debates e iniciativas memorables. 1891 es el año de la aparición de la Encíclica Rerum Novarum, de las cosas nuevas, el anuncio Papal, es una nueva visión de la revolución industrial, y un cauce distinto para comprender la cuestión obrera. Entre los pioneros del movimiento social cristiano en la Argentina, se encuentra Don Indalecio Gómez. Funda la Unión Católica sin renegar de su conservadorismo raigal (al igual que León XIII). Son sus amigos y maestros: José Manuel Estrada, Pedro Goyena, y Emilio Lamarca, almas afines que se encuentran en la lucha por humanizar las relaciones sociales. No es de extrañar, entonces, que sea Don Indalecio un tenaz opositor de los métodos y las ideas liberales de la república posible, que encarna el unicato roquista.
* Acuerdo con Chile: polémica con Pellegrini
En l902 se opone a los Pactos de Mayo, o sea al Tratado General de Arbitraje con Chile. Conforma un movimiento americanista que integran autoridades en el campo de la diplomacia, la cátedra, el foro, y la prensa argentina. Pronuncia un memorable discurso en el teatro Victoria de la Capital Federal, de amplia repercusión popular.
Tiene una expresión superlativa: "Nuestra Patria -dice- jamás había anexado nada a nadie porque la espada argentina brilló en el exterior para fundar pueblos independientes", arrebata de entusiasmo a los presentes. Sus efectos en la ciudadanía obligan al Dr Carlos Pellegrini, testigo presencial, a contestarle (a través de cartas publicadas en el País).
Pellegrini, defensor de la posición de Mitre - Roca, favorable a los pactos con Chile por oportunidad y conveniencia, es contrariado por Gómez, que aduce que la oportunidad, y la conveniencia deben ser afirmadas por la legitimidad. Se refiere a la legitimidad de la causa Sanmartiniana, libertadora de pueblos. La historia obliga a nuestra Argentina a no desentenderse del Pacífico, repite Gómez. Atilio Dell' Oro Maini, en su obra: “La Vida Ejemplar del Dr. Indalecio Gómez” sintetiza la polémica, expresando: Pellegrini transa, Gómez resiste.
A Pellegrini, su adversario ocasional, le expresa que no se puede ser opositor político en lo interno y compartir una posición errada en lo internacional. Afirma Gustavo Ferrari, en su documentada obra: "Conflicto y Paz con Chile 1898-1903" que el debate de los Pactos de Mayo se insertó en una discusión de contornos más amplios, cuyo tema era una teoría general de la política exterior argentina.
Sin duda, aquellas acusaciones de Gómez fueron: "la más terrible requisitoria lanzada en aquellos tiempos contra la Presidencia de Roca”. En 1906, con motivo de la muerte de Carlos Pellegrini, Indalecio Gómez le escribe a Roque Sáenz Peña acerca de la situación argentina: "… Todavía no hemos salido del período embrionario; todavía caeremos en faltas análogas a las pasadas; todavía por nuestras malas pasiones e ignorancias, pondremos, otras veces, a la Patria en peligros tan graves como los anteriores... Miro hacia la Patria y todo me parece confuso y desolado... Estoy triste, Roque".
* Una opción entre dificultades
El presidente Manuel Quintana lo designa ministro plenipotenciario y enviado extraordinario en Alemania, Austria - Hungría, y Rusia (el l9/7/1905) en reemplazo de Vicente G. Quesada.
Molinos, Salta, Sucre, Iquique, Buenos Aires, Berlín… Este salteño enjuto, distinguido y pausado en el andar por las calles europeas, frecuenta la amistad del Kaiser Guillermo II, del Zar Francisco José, Leopoldo de Bélgica, y el Sumo Pontífice. Pocos europeos pueden imaginar que este hombre culto, que pasea su garbo por las cancillerías europeas, naciera en el corazón de los Valles Calchaquíes, en Molinos.
El Dr. Indalecio Gómez va auscultando el ritmo que adoptan los acontecimientos mundiales, y piensa las formas de la transformación para su país. Mantiene una fluida comunicación con Roque Sáenz Peña, a la sazón ministro plenipotenciario en Italia. Por la entrañable amistad que los une, por el respeto intelectual que se profesan, por el plan elaborado para iniciar el camino a la democracia gobernante, no es de asombrar que al asumir la Presidencia de la Nación, el Dr Roque Sáenz Peña (l2/10/1910) nombre como ministro del Interior al Dr. Indalecio Gómez, su compañero de luchas pasadas y presentes.
El cambio a operar es trascendente: la reforma política, una verdadera revolución por los comicios que abre al pueblo una gran puerta de avance. ¡Un acto de fe en la capacidad del pueblo argentino! Don Indalecio Gómez, expresa: "Pero se me dirá: ese camino ¿es seguro? Tomar un rumbo del porvenir es siempre difícil e incierto. Nadie tiene la presciencia. Es siempre una opción entre dificultades". La mejor definición de la política encierran esos conceptos lanzados en el fragor de la lucha electoral.
El debate en el Congreso Nacional fue arduo y complejo, con paciencia, habilidad y principios, supo Gómez -autor intelectual y defensor de la Ley Sáenz Peña- tejer la trama de la definición legislativa en ambas Cámaras.
Al frente, en las bancas, en actitud leal e inteligente, estaban legisladores de la talla de Joaquín V. González, los representantes del antiguo régimen. Los radicales, en la calle, esperaban su oportunidad de representar el cambio electoral. Con Gómez, la ley de voto secreto, universal, y obligatorio, fue obra de conciliación, de unidad, no fue obra de un partido, ni de un círculo, ni de una facción, fue el resultado de un anhelo histórico del pueblo.
¿Es original o auténticamente argentina la reforma electoral? ¿No reconoce antecedentes en otras partes del mundo civilizado? Seguramente, como todas las grandes innovaciones, tiene mucho de original y de experiencia ajena. Ortega y Gassett que visitó nuestro país en l9l6, encontró una gran semejanza física entre el dirigente regeneracionista español Antonio Maura y el dirigente reformista conservador Indalecio Gómez. Esta semejanza física se complementa -según Natalio Botana en El Orden Conservador- con un pensamiento análogo para encarar los problemas de la España de principios de siglo, y la Argentina del Centenario.
En la generación española del 98, en la intención de realizar la regeneración nacional desde arriba, encontramos la coincidencia del pensamiento de Gómez y de Maura. Don Indalecio, como reza el título de un tango de la época (dedicado por su autor, irónicamente, al vicepresidente Victorino de la Plaza), al compás de su dialéctica excepcional, vigoriza el renacimiento del espíritu popular.
La democracia está muerta, pues el pueblo no vota: ¡Quiera el pueblo votar! Al Dr. Gómez, su pensamiento católico, su vocación republicana, y la concreción de la reforma política, le atrajo la mirada esperanzada de sus compatriotas, pero también reacciones, que veían en este accionar popular la posibilidad de su proyección electoral (se habla de la fórmula presidencial: Gómez – Cárcano). Gómez contestó a las inquinas de sus enemigos: "las entrañas de este gobierno, han quedado estériles, absolutamente, para concebir una candidatura oficial". En febrero de 1914 renuncia al ministerio del Interior, como consecuencia de la muerte del Presidente Roque Sáenz Peña. Abandona la vida pública, recluyéndose en su finca de "Pampa Grande" en el departamento Guachipas, de la provincia de Salta.
En una carta íntima posterior a estos hechos, Don Indalecio Gómez escribe: "La renuncia del Dr Sáenz Peña fue atacada por sus adversarios, no en sí misma, sino en mi persona. Retirado ya, queda aquella ilesa -y ya es tarde para combatirlo- así, por un error de táctica, sus enemigos lo han consagrado. En cuanto a mí, de esos ataques no me queda ni una lastimadura, ni una contusión; apenas, si el recuerdo".
Don Indalecio –al asumir la Presidencia de la Nación Hipólito Yrigoyen- espera, observa y reflexiona sobre los desbordes populistas, y la ineficiencia administrativa (puesta de manifiesto sobre todo en la segunda presidencia de Yrigoyen).
Piensa por ello, en una nueva opción: participa activamente en la creación del partido de la Liga del Sur, o sea la Democracia Progresista, cuyo jefe indiscutido es Lisandro de la Torre. La integran personalidades de diversa procedencia y trayectoria. Entre otros: los salteños José Félix Uriburu y Robustiano Patrón Costas.
Años más tarde, el primero de los mencionados, abriría la etapa de los golpes de Estado (6/9/1930), y el segundo verá frustrada su candidatura presidencial por otro golpe de estado (4/6/1943).
Esa fórmula transaccional entre la pampa gringa y el norte andino, entre el país laico y el católico, que representa la Liga del Sur y del Norte, pergeñada por hombres como Joaquín V. González e Indalecio Gómez, esconde en su seno la posibilidad de la realización de un partido republicano de centro popular, auténticamente argentino. Genio y Figura: nos faltaría expresar que fue el Dr Indalecio Gómez, un criollo que supo aunar en su personalidad un espíritu refinado, culto y complejo.
En suma: un aristócrata con los pies sobre su tierra, y la mirada en el mundo. Fallece el Dr. Indalecio Gómez, el l7 de agosto de l920, en Buenos Aires, lejos de la tierra que lo viera nacer. Su vida tuvo un claro destino: aunar la tradición nacional con el progreso, y lograr la consolidación institucional de la República Argentina. Rendir a este prócer de la civilidad esta evocación, es rescatar, para Salta y Argentina, la memoria de uno de sus hijos más dilectos.
Lugar y fecha del artículo: Salta, 17 de agosto de 2002.
Fuente: Apuntes de Historia e historias Argentninas/ picotto.net/ Enrique C. Picotto D 71067 Sindelfingen, Alemania.