- Categoría de nivel principal o raíz: Cuando los años enseñan
- Categoría: JUAN DOMINGO PERÓN Y RICARDO BALBÍIN
- Visto: 1086
OTRA CITA DE PERÓN Y BALBÍN
En julio de 2004, el presidente Néstor Kirchner promulgó la ley que le puso el nombre de Ricardo Balbín a la autopista Buenos Aires-La Plata y habló en un acto en el que reivindicó a los partidos políticos. En ese contexto se publicó esta nota relacionada con una cita clave y reservada en el Congreso de la Nación, en ese período de transición tras la renuncia de Héctor Cámpora y el presidente era Raúl Lastiri, ex titular de la Cámara de Diputados.
Por Armando Vidal
Cuando el 17 de noviembre de 1972, Juan Domingo Perón volvió por primera vez al país, cuatro días después, Ricardo Balbín tuvo que saltar una tapia para conversar con él en la residencia de Gaspar Campos. Esa fue la primera parte de un acuerdo histórico por el cual el radicalismo se abstenía de ser la "opción gorila" en la elección del 11 de marzo del 73 en la que triunfaría Héctor J. Cámpora.
Cuando el 20 de junio de ese año Perón volvió definitivamente al país —en la tarde del baño de sangre en Ezeiza—, días después fue a verlo a Balbín a la Cámara de Diputados, lugar elegido por el líder radical. Fue la segunda parte del diálogo entre dos hombres que habían sido exponentes de una honda división social sobre la que, en 1955, se sustentaría el sangriento golpe de la llamada Revolución Libertadora.
El puente para concretar la reunión fue Antonio Tróccoli, titular del bloque radical, quien mantenía una estrecha relación con Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados.
Fue el domingo 24 de junio, pero no en la casa de Tróccoli —como quería y estaba muy dispuesto el viejo general—, sino en el bloque del tercer piso de la Cámara de Diputados, que entonces ocupaban los radicales.
Todos fueron puntuales en ese encuentro de carácter reservado, que tomaría estado público mucho después. En una jornada sin personal en la Cámara, Perón subió por el ascensor más cercano a la sala de periodistas y se encontró en la puerta del bloque con Balbín, mientras Lastiri y Tróccoli lo esperaban en la calle sin saber que se habían cruzado en el camino.
Estuvieron a solas durante más de una hora, tras lo cual todos —entre ellos Enrique Vanoli, secretario de Balbín, y el recién fallecido Alberto Rocamora, entonces secretario parlamentario— bajaron a compartir un refrigerio. Perón aprovechó para una de sus habituales visitas al baño, acompañado por Raúl Lastiri, hijo, hoy veterano empleado del Congreso.
"No se habló de colaboración en el gobierno", declaró después Balbín, interesado en preservar una cauta distancia del peronismo, aunque no de Perón.
Esta estrecha relación motivó especula ciones en torno de un eventual entendimiento electoral entre ambos que sólo quedó en eso. Balbín había sido un duro exponente de la oposición y salvo su destacado paso por la Cámara de Diputados —desde donde en 1949 salió sin fueros y fue a parar la cárcel— no ocupó otro cargo público. Su importancia histórica residió en haber puesto fin a la hora de la intolerancia en la Argentina, a costa de cualquier sacrificio personal.
"No más antiperonismo", había dicho Balbín más de una vez en su partido, donde gravitaban célebres antiperonistas como Arturo Mathov.
Por eso, hoy Balbín es un ícono en el santuario de todo peronista que recuerde con emoción aquellas palabras pronunciadas con la mano sobre el féretro de Perón: "Este viejo adversario, despide a un amigo".
Volanta y título: El encuentro de Balbín y Perón en el Congreso, en junio de 1973/ Aquella cita secreta con el General
Fuente: Clarín, 30/7/10.