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LA TRANSICIÓN, BANCAS DEL '89

Podría servir de guía de interpretación de futuras crisis institucionales lo que significó en 1989 para el Congreso y, en especial, para la Cámara de Diputados, la entrega seis meses antes del poder por parte del presidente radical Raúl Alfonsín al presidente electo justicialista Carlos Menem. Aquí se cuenta y analiza la gestación de esa primera experiencia.

Por Armando Vidal

El traspaso en el Poder Ejecutivo incluye un acuerdo específico para la Cámara de Diputados, toda vez que mantendrá un rostro que tiene más que ver con el dictamen del 30 de octubre de 1983 que con el del 14 de mayo último.

 El compromiso radical es obrar a favor de las necesidades del nuevo presidente hasta que, llegado el 10 de diciembre, se produzca el cambio de fisonomía con el cese de los mandatos de los ingresados en 1985. Sólo entonces la relación de fuerzas entre radicales y peronistas será distinta a la actual que es de 114 y 96, respectivamente.

La mitad de ellos se van y no es gravitante el número de los reelectos.

Cuando llegue ese momento, radicales y peronistas reflejarán en el recinto un número semejante al que tenían hace cinco años y seis meses, nada más que invertido. Los oficialistas en 1983 eran 129 y la principal oposición 111.

Ahora los nuevos oficialistas y los nuevos opositores tendrán unas diez bancas menos cada bloque. En este tránsito –y en medio de la negociación para encontrar cierto decoro legal al fin de un gobierno y al comienzo de otro- asegurar que la Cámara de Diputados funcionará sin reflejar en su seno el cambio producido en el Poder Ejecutivo podría resultar precipitado.Hay dudas razonables que la Cámara, por ejemplo, alcance fácilmente el quórum imprescindible para sesionar.

La falta de motivación de los legisladores que cesarán el 10 de diciembre impulsa más al interesado a reinsertarse en la vida privada, con lo cual –esto es una comprobada experiencia- la banca se aleja mucho antes de la despedida.

Por úlitmo, esta Cámara –la que tiene a César Jaroslavsky y José Luis Maanzano, como presidentes de bancadas- deberá sobrevivir pese a que el presidente de la República sea otro. El elenco y el escenario serán los mismos, pero la obra y el protagonista otros. Habrá silencio entre los “sí Raúl” y se escucharán los “sí Carlos”.

El cambio de papeles –sin precedentes- será completado con el retorno de los legisladores que tuvieron licencia para colaborar con la transición, empezando por Juan Carlos Pugliese, un privilegiado testigo de los acuerdos en vías de sellarse entre radicales y peronistas para poder soslayar la letra rígida de la Constitución y adelantar el almanaque en la Casa Rosada.

“A ver Chacho si me apura el expediente…” podrá decirle Carlos Menem a Jaroslavsky, confiando en que el infatigable entrerriano le responda empujando a sus pares a dar quórum en las comisiones y el recinto.

No será tarea fácil y, por lo tanto, dependerá básicamente de los peronistas conseguir esa llave.

En plena gloria de Alfonsín, el radicalismo nunca pudo, por sí solo, constituir mayoría, pese a que la tenía (129). En el debate sobre el Beagle, Jaroslavsky consiguió el mayor número de presentes en su sector: 127. Nunca se repitió esa cantidad de radicales en una sesión.

Pero no se trata solamente de sentar a diputados en sus bancas, ni de hacerlo de un modo compulsivo –caso extremo- sino de vislumbrar la reacción de un cuerpo esencialmente político como es la Cámara.

¿Los diputados contrarios al alfonsinismo en la interna radical participarán con entusiasmo del acuerdo? ¿Tiene Eduardo Angeloz alguna participación en la búsqueda de las coincidencias? ¿El vicepresidente Víctor Martínez sigue la evolución de las conversaciones? ¿Está acabadamente informado lo que hacen los operadores del Presidente? ¿Los diputados renovadores como los de la provincia de Buenos Aires, avalarán sin reservas los compromisos? ¿En qué medida gravitará el impulso de Menem para que Alberto Pierri sea el presidente de la Cámara? ¿Cómo influirá el aval de Carlos a Augusto Alasino para que conduzca el futuro bloque donde alguna vez los identificados como “renovadores” fueron mayoría?

Diputados, además, verá removidas sus aguas por la cantidad de diputados que dejarán sus bancas para ocupar cargos en el Gobierno, lo cual motivará la aparición de suplentes a escasos meses de la finalización del período.

Al futuro ministro de Trabajo Jorge Triaca, ahora diputado, debería reemplazarlo Norberto Imbelloni, inhibido por una cuestión judicial pendiente, lo cual facilitará la tercera reaparición de Rodolfo Ponce.

A este cuadro de Diputados podría añadirse cierta actitud distante del bloque peronista en el Senado –la gran mayoría identificados con Antonio Cafiero en la interna- para los que, todavía, Carlos Menem no ha hecho una señal. Obviamente, esto no incluye a Eduardo Menem, un hombre clave en estas conversaciones destinadas a cambiar el final de una historia que las normas preveían para el 10 de diciembre.

Volanta y título: Diputados ern la transición/ Dudas sobre el quórum

Fuente: Clarín, 12/6/89