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AMENAZAN VOLVER AL PASADO
Esclarecedora síntesis del significado del 24 de marzo de 1976 y el peligro que ciertos herederos -así los define el autor- consigan devolvernos a ese pasado promoviendo acciones, declaraciones de desprecios y el fomento de la teoría de los dos demonios, con apoyo de cierta prensa, que, pese a todas esas señales, nunca lo lograrán porque la Memoria, dice, no se negocia.
Por Héctor Rodríguez
Arrancó marzo, con su fecha infausta incrustada en el día 24. Hemos aprehendido la carga simbólica y espesa que representa este mes para la conciencia de la inmensa mayoría de los argentinos. Hemos aprendido. Fue tan honda y lacerante la herida causada por el terrorismo de Estado en el cuerpo social del país, que sus consecuencias perduran hasta nuestros días.
Con avances y retrocesos varios a partir del Juicio a las Juntas, y tras años de intensa lucha del movimiento de derechos humanos (aun con sus desacuerdos) en busca de reparación, verdad y justicia, aconteció la última década.
A partir de 2003, y por impulso del gobierno kirchnerista, hubo muy importantes progresos en la Justicia ordinaria, condenando a múltiples genocidas y concretando así, entre otras, aspiraciones históricas de los Organismos.
Desde fines de 2015 el nuevo gobierno ignoró (y despreció) esas luchas. Volvió atrás esos avances, desmanteló áreas clave de investigación y reinstaló sutilmente, desde el discurso oficial, la teoría de los dos demonios.
Desde hace dos años esos relatos negacionistas -lo que nunca creímos volver a escuchar- están presentes en boca del Presidente y varios de sus ministros.
Desde desconocer cuántos desaparecidos tiene el país (“No sé si fueron 9 mil o 30 mil”, Macri dixit), hasta entrevistarse a las apuradas y con desdén con Abuelas.
Desde intentar correr el feriado del 24 de marzo (Día Nacional de la Memoria), una burla lisa y llana, hasta recibir en la ex ESMA a familiares de genocidas condenados, como inequívocas provocaciones de la alianza gobernante.
Desde apoyar el 2 X 1 cortesano, o fogonear una lista de casi cien genocidas que podrían dejar las cárceles para beneficiarse con prisiones domiciliarias (el Tigre Acosta, von Wernich y El Turco Julián, entre ellos) hasta reivindicar el gatillo fácil que incluyó recibir en la Casa Rosada a un agente que mata por la espalda con armas del Estado.
El mismo caso inaceptable ocurrió en el Sur, con el joven mapuche Nahuel. Y ahora en Tucumán con un niño de apenas once años, desarmado, acribillado en la nuca. …
Hay un notorio y alarmante retroceso intencional en las causas que investigan la participación civil empresaria, cómplice del baño de sangre de la última dictadura; la mayoría de esos involucrados manifiestan una inocultable simpatía hacia Cambiemos.
Asimismo, resulta espeluznante comprobar cómo, cuatro décadas más tarde, los dueños del poder replican el mismo plan económico que endeudó al país y llevó a la ruina a generaciones enteras de argentinos (devaluación-despidos-ola de importaciones-tarifazos).
Estamos atravesando la etapa posmoderna del ¿último? neocolonialismo, en manos de corporaciones transnacionales que mueven los hilos a gusto dentro del Estado mismo, hoy plagado de Newman Boys, gerentes y empresarios con procesos penales, con fugas de divisas y evasiones continuas.
Es una nueva restauración de la oligarquía moderna, más vinculada a la timba financiera que a la actividad agroganadera.
Nos han atado de pies y manos por los próximos cien años, asfixiando nuestra soberanía. Este gobierno –que no es otra cosa que una derecha recalcitrante, ahora sin corbata–, que no oculta sus presos políticos mientras aprieta a la Justicia, y que criminaliza las protestas sociales, son los herederos del 76.
Es necesario remarcar que la última dictadura estuvo ideada, respaldada, instrumentada y dirigida desde las sombras por la misma clase empresarial, política y de fuerzas de seguridad que hace dos años consiguieron instalarse en la Rosada por vía del voto, actuando con especial revanchismo hacia todo aquello que signifique resistencia del campo popular.
Conviene no olvidarlo.
Sin embargo, hay una historia de lucha y tenacidad que no va a permitir el olvido. Hay 30 mil desaparecidos, miles de fusilados y exiliados. Hay huérfanos, hermanxs que se buscan, abuelas que no aflojan; hay hijos y nietos que recuperaron su identidad. Y hay puñaditos de huesos que ahora sí tienen nombre y pueden enterrarse al sol.
Hay mariposas que se posan y hay esperanzas que sobrevuelan, porque aún tenemos sueños de colores sin resignar. Hay un país afuera que lucha, grita y canta. Por ellos. Por nosotros y por los que vendrán.
Sépanlo, con la Memoria no negociamos. Nunca.