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¿QUÉ TE PASA VÍCTOR HUGO? ¿ESTÁS FELIZ?

Reparar unos minutos en Víctor Hugo Morales, quien llegara a la Argentina hace treinta años para transformarse en una necesidad de buen gusto en el reinado del fútbol, es hacerlo en un periodista inteligente que ha sorprendido a muchos por sus afinidades de los últimos tiempos con el gobierno de Cristina Kirchner y Aníbal Fernández, que muchos, al margen de su audiencia, no le perdonan. ¿Qué te pasa Ta-ta-ta ? ¿Estás en serio feliz?

Por Armando Vidal

Víctor Hugo Morales, oriental y argentino –que en términos históricos es lo mismo- , popular relator de fútbol y analista profundo de esa actividad, trasciende ampliamente la fuente de su trabajo por el ejercicio pleno del periodismo, incluyendo el plano exquisito de la música clásica.

Pero también la política lo tiene atrapado, la animada y empobrecida política argentina. Y de la política, el órgano que más la refleja, según la natural mirada de sus propios intereses, el diario Clarín. Vaya obstinación.

Vaya obstinación del mejor sucesor de Fioravanti que no hay día –ni por la mañana, ni por la tarde anochecida- que por radio Continental no le dedique una profunda carga casi de encono personal por todo lo que siente que el gran diario le ha arrebatado, dice, al país todo y al fútbol de modo especialísimo. Este perfil de Víctor Hugo se mantuvo inalterable a lo largo de mucho tiempo con otro blanco aún mayor de sus dardos certeros: Humberto Grondona, a quien no titubeaba en compararlo con Don Corleone, o sea como un jefe mafioso.

Hombre de destacada intervención a favor de la ley de medios en la etapa de recolección de opiniones de especialistas en comisión de la Cámara de Diputados fue desde ese momento colocado sin hesitar del lado del gobierno de Cristina Kirchner sin que nada lo explique como no fuera el poder del Grupo Clarín, la obra de Héctor Magnetto, el Ceo del holding.

Nada ha demostrado que el pensamiento y obra de Morales no sea consecuencia de su propio esfuerzo, inteligencia y honestidad, motivo del alto respeto y consideración que tiene, aunque a algunos de sus habituales seguidores les haya molestado las cercanías de enfoques de la realidad que tiene hoy con la Casa Rosada.

Su batallar contra Clarín suele contener arbitrariedades o al menos indiferencias respecto de todos sus periodistas, que nunca fueron lo mismo ni antes, ni ahora cuando la guerra con el gobierno se está dando en todos los frentes, para usar la expresión del fundador del diario Roberto Noble en su concepción de cómo debía ser la lucha contra el subdesarrollo.

Algo está pasando con Víctor Hugo. Los amables diálogos que tenía con Magdalena a la hora del intercambio de uso del micrófono, a las 9 de la mañana, ya no existen más. No se escuchan referencias, como si se ignoraran, especialmente de ella hacia él. Lo mismo podría decirse a las 13 cuando se produce el traspaso con Fernando Bravo, quien los otros días dijo que su programa no se hacía eco alguno de las repercusiones del anterior, al que ni siquiera nombró. Lo dijo, encima, con tono enojoso.

Víctor Hugo, también en estos días, dijo como al pasar que radio Continental ya estaba buscando a su sucesor y a cuyo efecto estaba haciendo encuestas telefónicas.

¿Se está transformando Morales en Discepolín? ¿Le van a organizar el festejo de un cumpleaños al que nadie va a concurrir como le hicieron al autor de Cambalache?

Si Continental quiere preguntarle al autor de esta nota a quién le gustaría escuchar en ese horario ya mismo se lo dice: a Victor Hugo Morales. Y no porque él le deba algo al firmante. Al contrario.