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RÍOS UNIDOS, DOS OCÉANOS

La gran repercusión de su anterior nota,  que encabezó la tapa anterior de Congreso Abierto y que ahora Joomla, no el editor, publica donde quiere, se amplía con ésta. Dalmau dice que el gobierno reconoce  la temible sequedad del Río de la Plata pero en lugar de encarar su solución, acordó la realización de obras devenidas del macrismo. Propone en cambio la integración de los cursos interiores y su conexión con la vía férrea  con lo cual el nuestro y cuatro países más, serán bioceánicos. 

Por Héctor Dalmau (*)

En mi nota anterior,  titulada Aguas dulces para el sueño de Artigas, propongo represar el Río de la Plata, con el fin de asegurar la sustentabilidad de las aguas dulces -agua de consumo de nuestra población-, cuyo destino es hoy perderse en el Atlántico. Aguas del norte, que dejan pasar represas, brasileñas en su mayor parte.

Ese gran desafío que involucra también a la República Oriental del Uruguay, es parte fundamental -pero no única- para poner fin a la dependencia hídrica que padecemos, en particular en el área de la Cuenca del Plata porque los ríos que alimentan al Río de la Plata nacen fuera de nuestro territorio. Once provincias y la ciudad de Buenos Aires dependen de ello, casi 30 millones de personas, sólo de este lado del río Uruguay y del Paraná.

 Pero, en contraste, el gobierno de Mauricio Macri se deja arrastrar por otra propuesta, mientras, ni siquiera, advierte a la población lo que está pasando con el río del que viven millones de personas, incluyendo a los porteños.

En primer lugar y como no podía ser de otro modo, planificaciones  poco difundidas del gobierno acreditan mis afirmaciones  de que el Río de la Plata reducirá enormemente su caudal, hasta verse transformado en un insignificante arroyuelo en medio de un estuario desértico.

 A mediados de año, en su viaje a Holanda, el presidente Macri firmó varios acuerdos y, entre ellos, el que La Nación (9/6/18) presentara como "Hidrovía Córdoba-Bahía Blanca: en tres meses se conocerán los resultados finales".

Según el diario, a la idea inicial de un canal entre la provincia mediterránea y el puerto bahiense o uno en Punta Médanos, se sumó ahora otra propuesta: un canal navegable entre Córdoba y Realicó (La Pampa), para luego continuar por vía férrea hasta los muelles de Bahía Blanca. En palabras de Macri: crear un río Paraná paralelo.

Resulta inaudito  que un presidente argentino piense en construir un río Paraná paralelo, para realizar las exportaciones argentinas, y no tenga en cuenta la posibilidad de transformar a la Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Chile, en naciones bioceánicas, integradas por la red ferroviaria instalada.

Eso es una clara señal de ignorancia del gobierno en su conjunto o de manifiesto interés en objetivos subalternos siendo que el tren de las alturas andinas desde hace más de un siglo une a nuestros puertos existentes porque,  como sostenía el estudioso general Juan Enrique Guglialmelli, director de la recordada revista Estrategia, la cordillera de los Andes ya no divide sino que, al ser varias veces vencida, une a los pueblos que la comparten.

Si eso es hoy una vieja realidad,  mañana, pensando en grande, la construcción de la represa con Uruguay transformaría también a la nación oriental en bioceánica, lo cual sería también extensivo a las ciudades de La Paz y Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia y a Asunción del Paraguay.

Pero en lugar de tomar en cuenta lo que tenemos y debemos ampliar, el gobierno propone lo que costará mucha mucha plata y que será tan inútil como aumentar el caudal de retención en el brazo Añá Cuá (NdE: ver en esta misma sección y categoría la nota del mismo autor Yaciretá, el diablo espera en la cueva) ya que las aguas que deja pasar Brasil en Itaipú, más las del río Iguazú  no alcanzan hoy a llenar el actual embalse.

Es decir, elgobierno deja que el Río de la Plata se seque y que mueran sus puertos -decisión que hay que relacionar con la violación del propio Macri al tratado del Río de la Plata con Uruguay, de 1974, al concederle por decreto a Montevideo que profundice su calado-, mientras piensa en la concreción de obras para sacar la producción de Córdoba por el sur de la provincia de Buenos Aires, siendo que uede salir desde la propia Córdoba por el Paraná.

Repitamos. primero, el gobierno de Macri calla sobre el drama de la falta de agua en el Plata y, luego, plantea la realización de obras innecesarias. Un absurdo porque mucho más lógico, fácil y económico sería encarar la conexión de los ríos Tercero y Cuarto para unir a la provincia de Córdoba con el río Paraná. Sólo se requieren pequeñas obras en eso dos ríos, que a la vez se pueden unir con el Segundo y el Primero, y hasta con la laguna Mar Chiquita.

Esto habilitaría la navegación de la totalidad de la cuenca del Río Carcarañá, con una distancia menor a la mitad del extenso sistema fluvio-ferroviario para llegar al extremo de la provincia de Buenos Aires, cuando los barcos graneleros preferirían cargar en Montevideo, por razones de practicidad y de menores fletes.

Caso contrario, tendrán que recorrer -ida y vuelta- más de mil cuatrocientos kilómetros extra hasta Bahía Blanca.

Hay que defender la sustentabilidad del Río de Solis, y por consiguiente al Uruguay y Paraná, condenados de la misma forma, al igual que todos los que integran la parte argentina de la Cuenca del Plata que, repito, riegan a once provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La obra con el Uruguay que implica la conexión vial y ferroviaria y que terminaría con los graves dilemas de falta de energía en ambas orillas sería el mayor emprendimiento binacional del mundo porque aseguraría la unión de dos países que, en el sueño de Artigas, siempre fueron uno. Enorme desafío no  exento de dificultades.

La Argentina, que tiene menos habitantes que San Pablo, pierde más de veintidós mil dólares por segundo al salinizarse las aguas dulces -un bien vital híper faltante en el mundo-, un negocio que para buenos empresarios resultaría más que redituable que explotar el petróleo en Vaca Muerta. Y ello, como complemento de la contención de las aguas en el Río de la Plata, resultaría posible con un sistema integral de aprovechamiento  construyendo un canal troncal que una todas las subcuencas interiores del país desde el río Pilcomayo, hasta el río Gallegos que desemboca en la capital de Santa Cruz. Ríos, como venas abiertas al paso de sus aguas -navegación incluida- porque el suministro proviene de las nieves andinas que la naturaleza puso a disposición de la Argentina.

A fuerza de ser reiterativo, explico que una bajante de este estuario, produce un efecto tobogán en toda la cuenca y, en consecuencia, los ríos tributarios vuelcan mayores volúmenes, sin que la naturaleza los pueda reponer.

Aquí corresponde señalar que los países se construyen, lo cual exige generar las condiciones para que los mega emprendimientos sean concebidos para que duren siglos, de lo cual dan muestras las obras en tiempos del imperio romano. Y que no puede desconocerse que alrededor de ochenta  millones de toneladas de arenas, limos y arcillas son arrastrados anualmente por los ríos Paraná y Uruguay, sedimentos que son parte de uno de los estuarios más grandes del mundo.

Desde hace diez años, el tema está en estudio por el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (IFREMER) y organismos de la Argentina y el Uruguay. En tanto, la tecnología viene en socorro, corresponde resolver y ejecutar de inmediato:

A)- Que todas las provincias con territorios al norte del paralelo  33° grados de latitud sur:  prohíban la tala de un solo árbol de especies nativas, foresten por cada hectárea cultivada otra con maderables de rápido crecimiento, y reposición permanente, a fin de producir  el aumento de la evaporación, necesaria para mantener el ciclo de las aguas: transpiración-condensación-precipitación.

B)- Canalizar, y represar al río Bermejo, a fin de posibilitar la navegación hasta muy cerca de sus nacientes; y que los sedimentos que transporta hacia el río Paraguay, y que culminan en el Plata, se depositen en pequeños embalses, aprovechando sus abonos.

C)- Pensar la posibilidad de hidrogenerar, haciendo que las aguas, entren a las tuberías que las conducen a las turbinas lo más alto posible, a fin de que los sedimentos no se precipiten en el embalse una vez llenado, entendiendo quien escribe de que si se trasladan en suspensión, en la superficie y ese discurrir  no se detiene, la colmatación sería mínima.

D)- Hacer posible que luego de pasar por las turbinas, parte de las aguas se depositen en los silos flotantes, para ser transportadas a los países compradores de aguas dulces, que pagan hasta casi tres dólares el metro cúbico.

 Si existe algún bloque o diputado interesado, estoy dispuesto a tratar la cuestión y a la vista de todos en un plenario de comisiones, encabezada por la del rubro que presidí durante parte de  mis mandatos (1983/1991).

(*) Maestro, ex diputado nacional en dos períodos (1983/1991) y ex subsecretario de Medio Ambiente. Nació y vivió en Concordia, Entre Ríos, cuando con veinte años y su  mujer, maestra, de dieciocho, se radicaron en Campo Ramón, Misiones, en la cual él se hizo cargo de una escuela en la selva, que levantó con sus propias manos, de la que fue su director durante un cuarto de siglo. Luego fue intendente del pueblo, diputado provincial  y en 1983 llegó al Congreso de la Nación.

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