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VIEJOS GUERREROS CIEGOS Y SIN AGUA

La pelea por los ríos puede explicarse por la derrota de Rosas y Perón frente a Brasil que hoy los domina desde arriba hasta tener en un puño por falta de agua la vida de los argentinos, esos viejos guerreros ciegos de todos los tiempos. Los diarios no dicen nada.

Por Héctor H. Dalmau

Los gobernantes mundiales, más allá de las rimbombantes declaraciones que no pasan de eso, saben que dentro de pocas décadas, muchos de los recursos naturales de los cuales nos servimos para subsistir habrán desaparecido. Y sin que la vorágine de los negocios y los desencuentros  permita siquiera que la mayor parte de sus semejantes se entere.

En estos tiempos en que los informativos televisivos se aprecian hasta por medio de un diminuto celular muy pocos se han preocupado por la bajantes de nuestros ríos.

Un contrasentido que la prensa argentina no le de relevancia a  la varadura en estos meses de grandes navíos graneleros en las cercanías de los puertos de San Lorenzo y Rosario, lo que paralizó al más importante sistema de tráfico fluvial argentino como lo es el corredor Paraguay –Paraná – Plata.

Se trata de un corredor fundamental para el desarrollo de nuestra economía, afectado sin que a los grandes diarios porteños le importe la varadura de más de dos centenas de embarcaciones menores, que pudieron ser fotografiadas, cual si durmieran indolentemente una siesta provinciana.

Los pocos que hablaron lo hicieron dando cátedras sobre la presencia de los fenómenos meteorológicos Del Niño y/o De la Niña pero ninguno apuntó hacia el blanco correcto: que es muy grave ser un país de aguas abajo de ríos que nacen en otro país más poderoso.

Un país que, sólo en su parte de la cuenca del Río de la Plata, posee más de 110 millones de habitantes.

Son 110 millones de brasileños usuarios de aguas dulces para consumo, para regadío de millones de hectáreas, millones de animales de cría, cientos de miles de industrias, , minas a cielo abierto y hasta para navegar más de 2.000 Km., por medio de un perfecto sistema de embalses interconectados producto hoy 52 represas, que dentro de una década serán 72.

O sea un escenario absolutamente antinatural, habida cuenta la desaparición de las selvas, que eran las productoras de seguidas e interminables lluvias, que cuando se juntaban con el fenómeno Del Niño, terminaba inundándonos irremediablemente, destrozando nuestro territorio y cobrándonos vidas humanas.

Este tema al que estoy abocado desde hace más de tres décadas, que me ha llevado a recorrer casi todos los ríos más importantes del mundo, y me ha permitido realizar el seguimiento permanente de los de la Cuenca del Plata, impulsando proyectos legislativos de todo tenor, no interesa a nadie.

Con algunas excepciones de periodistas que hacen vanos esfuerzos para despertar a sus colegas, más interesados en los baños y amigos de un tal Amado Boudou, a cargo de una función que en nuestro país carece tradicionalmente de valor político estratégico en lugar de alertar sobre la creciente sequía del río que descubrió Solís.

Algunos funcionarios de los organismos hídricos del país en conferencias a las que he asistido, han hablado de las tierras que les estamos ganando al río, lo cual siempre me hace reaccionar para ubicarlos porque, en realidad, no es bueno ganarles tierras a un río cuando lo que falta es agua, no tierra que sobra en la Argentina.

La dependencia hídrica que sufre nuestro país hoy no puede ser más comprometida.

El río Paraná a cuya cuenca la regulan 48 represas, que retienen más de doscientos mil millones de metros cúbicos de aguas –lodos hasta a 740 metros sobre el nivel cero del Riachuelo es una verdadera espada de Damocles sobre nuestras cabezas, ante la posibilidad de un sismo devastador.

Pero además de esa amenaza es uno de los colectores del estuario platense, juntamente con el Uruguay, que hace rato ya no es el ” Cielo azul que viaja de Sampayo” porque está frenado por cinco represas y hoy con muy poco caudal.

Ambos importantes cursos reciben en nuestro territorio para formar al Plata, las aguas que le sobran a Brasil, que más allá de los habitantes actuales, estima tener dentro de treinta años el doble en esa región.

O sea 220 millones de habitantes, más de cuatro veces la población que alcanzaría la Argentina en 2042.

La masiva tala de los bosques en nueve estados brasileños vaticinan lo peor para los argentinos.

Y no es cuestión de un futuro lejano: es ya mismo.

Si no fueran tan ciegos nuestros gobernantes, y tan desinformados nuestros informadores, hace rato hubieran entendido que al fracasado intento del general Juan Domingo Perón de crear el ABC (Argentina. Brasil. Chile), Brasil le antepuso el BAC (Brasil, Argentina, y Chile), con lo que primero con la caída de Juan Manuel de Rosas, en 1852 y luego con la de Perón, en 1955, pasó a ser el imperio que fue en el pasado y que volvió a ser hoy.

Brasil impuso la Compartimentación Geopolítica de la América del Sur, iIdeada por Golvery Do Couto e Silva, que arranca con la creación de Brasilia, y los primeros resultados están a la vista de quien quiera verlos.

Debemos entender, que cuando dos países comparten recursos hídricos, las hermandades se terminan ante las necesidades del que está aguas arriba.

Aseguraba una de las más preclaras geopolíticas brasileñas, Teresinha de Castro, que Rosas se había equivocado al querer dominar los ríos desde las desembocaduras.

“ Los brasileños sabemos muy bien, que sólo se manejan desde las nacientes que son nuestras”, dijo.

Lástima que nuestra presidente Cristina Kirchner se ocupe tanto de leer Clarín y La Nación que nunca dijeron ni dirán nada de estas cuestiones.