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SUFRE EL MAESTRO DE LA SELVA

Ex diputado nacional y con otros cargos en su carrera política, el autor, uno de los fundadores de Ctera, fue maestro y director de una escuela de Campo Ramón, Misiones, en el límite selvático con Brasil. Aquí, enfurecido contra la política educativa de Mauricio Macri, reivindica el papel de los docentes y su lucha. 

Por Héctor Dalmau

Dijo Mahatma Gandhi, refiriéndose a su país: La India es demasiado pobre, como para no gastar en educación. Por ello, bien podría titularse esta nota: "La Argentina es demasiado rica para gastar en educación". En este país de los dimes y diretes, también se dice que su mayor maestro fue Domingo Faustino Sarmiento. Y el prócer de la literatura recoletiana, en su pequeño poema Las cosas,  Jorge Luís Borges, dijo: “Los peronistas viven chocando con su pasado”.

Quien quiera analizar la certera frase de Gandhi no tiene más que remitirse al crecimiento de la India en los últimos setenta años.

Me permito recordar que el Gran Maestro, de la humanidad fue Jesús de Nazaret, que nunca inspiró a Sarmiento, quien al abordar al vapor, del que se había bajado cuando hizo su última escala en la Argentina, en la ciudad de Corrientes, se limpió los zapatos “para no llevar, ni el polvo de este país”, al adentrase por el río Paraguay y exiliarse en el país, que años antes por mandato de Inglaterra, habían destruido, como a toda la nación guaraní, enchamigado con Bartolomé Mitre, el portugués Pedro II y un presidente uruguayo, Venancio Flores, el mismo militar oriental que en 1865  permitió que una flota lusitana, destruyera a cañonazos a la ciudad uruguaya de Paysandú, mientras las familias bien de Entre Ríos, tomaban el té presenciando el genocidio, desde la costa occidental del río Uruguay, el  Río de los Pájaros, según el poeta.

Todo, mientras el  gauchaje tagüé  (entrerriano) no podía cruzar porque otro personaje de nuestro lado, Justo José de Urquiza, le había vendido el caballaje hasta los potrillos al soberano brasileño representante de los Braganças.

Cierro esta referencia dándole la razón a don Jorge Luis:  los peronistas no podemos evitar chocar con nuestra historia.

Y no sólo porque el General Juan Domingo Perón hizo historia, y de las grandes, sino porque es muy difícil que al recorrer el país  no se tropiece con una de las miles de obras en educación, además de las que hizo en otras áreas. Perón jamás entendió que la Argentina era demasiado rica para gastar en educación. Así actuó desde 1943, cuando era secretario de Trabajo, tras la revolución del 4 de junio de ese año que puso fin a la bien llamada Década infame.

Dijo Perón: "He pensado siempre que la tarea del maestro no es solamente la de instruir, sino la de educar, y formar el alma y la inteligencia, dando armas a los ciudadanos para su lucha por la vida o en la vida".

Palabras avaladas por los hechos ya que construyó miles de escuelas, que son parte de ese pasado al que alude Borges al punto que en un territorio nacional, periférico, inhóspito, y de escasa población, construyó cincuenta y siete escuelas nacionales, cuyos edificios son hoy inimitables ejemplos de ingeniería educativa.

Por eso en aquel momento se llegó a la falta de maestros para tantos edificios escolares que construyera en el país, lo que dio motivo al surgimiento de una pléyade de héroes civiles que al tener el sexto grado aprobado, se esparcieron por todo el territorio nacional para sembrar el abecedario, lo que nadie, jamás, pensó necesario. Los relatores pagos por los relatados no los han tenido nunca en cuenta. Ni ayer ni hoy.

Pero si alguien hizo Patria entre 1947 y 1955, fueron los Maestros flor de Ceibo, otra de las locuras  de quien sus enemigos ilustados  llamaron el Tirano Opresor y quien en un discurso histórico en septiembre de 1947, en su primera presidencia, aseguró: “No se puede pretender que cada docente sea un héroe, porque sería pretender mucho, y sabemos que la humanidad no está compuesta de héroes, sino de hombres y mujeres naturales, y exigirles, un sacrificio permanente para su actividad… sería exigir que la enseñanza sea un sacerdocio, y en consecuencia, cada uno de los docentes debería vivir en un estado de continuos sufrimientos ”.

Escribo y pienso en los trabajadores de la educación enfrentados en estos días a un gobierno que le arrebata derechos, que quiere humillarlos y hacerles moder el polvo de esa tierra que Sarmiento limpiaba de sus zapatos.

Escribo, me solidarizo y sufro por ellos como un maestro en la selva lleno de recuerdos, dolor y tristeza. 

Título: La Argentina es demasiado rica para gastar en educación