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SILENCIOS QUE ESTÁN DICIENDO DEMASIADO

Enojado porque el kirchnerismo le regaló el gobierno a los radicales en Misiones, su provincia, este ex diputado nacional peronista sigue fiel en sus convicciones y no deja de mirar a Brasil, enojado porque nadie lo hace.

Por Héctor H. Dalmau

La red Globo del Brasil advirtió en su momento acerca de la existencia de un libro de geografía distribuido por la secretaría de Educación del estado de Saô Paulo, en el cual  habla un extraño mapa de Sudamérica.

En ese mapa, Uruguay figura en el lugar del Paraguay y Brasil abarca todo Misiones, la mitad de Corrientes, parte de Entre Ríos y una franja considerable de Paraguay y Bolivia, además de omitir a Ecuador.

Título del artículo del más importante diario paraguayo que dio la información: Sugestivas “fronteras móviles” (ABC, 19/3/09).

Pasaron más de tres años de silencio.

La República Argentina es el país terminal de un continente en el que todo le queda arriba, o bien del otro lado de la Cordillera de los Andes.

A pesar de eso desde los tiempos de su emancipación, salvo para Manuel Belgrano y Juan Manuel de Rosas en el siglo XIX y para Juan Domingo Perón y para el olvidado cuando no desconocido Gral. Juan Enrique Guglialmelli en el siglo que acaba de pasar, a nadie le ha interesado - ni le interesa- mirar para arriba, aunque más no sea para saber que pasa.

Quien lo dude que intente encontrar algo que demuestre lo contrario, incluyendo a los diarios nacionales de gran circulación. De eso no se habla.

Carente de pensadores geopolíticos, los funcionarios de todos los gobiernos han venido y continúan en esa práctica: nadando en la ignorancia. Para ver nuestro futuro y sus factibles complicaciones hay que mirar para ver. No ven, no miran, no escuchan, no hablan.

El libro al que se refiere el ABC genera escalofrío porque el ex imperio luso-brasileño y futuro imperio sudamericano contempla cubrir nuestros propios vacíos físicos y políticos, como vino haciendo en los últimas décadas con su estrategia de control de las aguas que por el declive natural se les escapan hacia nuestro país, preocupación de recurrente tratamiento del firmante en estas páginas y en cuanta tribuna le sea posible.

Difícil misión la de pregonar en soledad, siendo que la prensa, el gobierno nacional y las provincias coinciden en no concederle al tema ninguna importancia.

Ni una palabra de nuestra Presidente y sus gobernadores, ni una línea de su enemigo, el gran diario argentino. Nada.

Internet, en tanto, viene cargándose de datos que deberían tomarse en cuenta, especialmente para los que quieran iniciarse en estas observaciones que no se corresponden con otro interés que con el amor a la tierra donde uno nació.

En toda la Mesopotamia Argentina, según el censo de 2010, viven 3. 331.231 habitantes. En contraste, sólo en los estados brasileños que limitan con Misiones, Corrientes y Entre Ríos (las tierras del comandante Andresito Guaçurarí, que dio su vida por ellas y de Nicolás Ñeenguirú, el héroe de Mbororé; del Gral. José de San Martín y del Sargento Juan Bautista Cabral, y de Pancho Ramírez y Ricardo López Jordán, respectivamente) la población asciende a 27.253.172.

Para ubicarnos mejor en tamaña diferencia tengamos en cuenta que sólo sumando los habitantes de sus tres ciudades principales, o sea en Porto Alegre (capital de Río Grande Del Sur), Florianópolis (capital de Santa Catalina ) y Curitiba (capital del estado de Paraná), se llega a los 3.967.662 de personas.

O sea 636.431 más que los que habitan en toda la Mesopotamia argentina.

Es decir que ese mapa, que figura en los libros de geografía en escuelas secundarias del estado de San Pablo, en el que el Brasil aparece como dueño de media Mesopotamia, es tan sólo una de las formas de hacer docencia sobre lo que considerarán como propio en un mañana cercano. Lo enseñan así para que los alumnos aprendan que ya está hecho, que las fronteras son ésas, que con la propia decisión alcanzaría para cuando llegue el momento de ocupar el espacio vacío que los está esperando.

La Argentina consiente porque calla, como callaron dictadores y demócratas.

Calla Cristina como antes lo hicieron Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta, Fernando De la Rúa, Carlos Menem y Raúl Alfonsín. Y todo el Congreso de la Nación, con todas las renovaciones de sus Cámaras, igual que todas las provincias en situación de latente amenaza, desde 1983 para acá.

¿Y el toque de atención para la solución de los problemas argentinos?

Ése, también calla.

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