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BUENOS AIRES Y MONTEVIDEO, SIN AGUA

Barcos graneleros encallados en el Río de la Plata; canillas secas como pasó el 7 de julio en Buenos Aires;  la prensa (hegemónica y la oficialista), que no investiga nada, y en San Pablo mudanza de las grandes empresas hacia el sur en búsqueda de agua. Aquí explica la grave situación un especialista, dos veces diputado de la Nación y ex subsecretario de Medio Ambiente de la Nación, a quien nadie escucha. Prevé una catástrofe y plantea un plan de acción inmediata.

Por Héctor Dalmau

Dios perdona siempre; el hombre a veces; la naturaleza nunca, dicen que dijo la Madre Teresa de Calcuta. Dentro de poco, la Argentina y Uruguay comenzarán a sufrir graves penurias por falta de agua dulce.

No creo que haya en el mundo,  gobernantes más culpables que el de esos países de aguas abajo.

Los lectores de esta página seguramente se sorprenderán. Por más que quien lo afirma haya estudiado los temas hídricos por casi cuatro décadas y los haya planteado hasta en foros internacionales con cierta relevancia, muchos no le creerán.

Además, no ven nada en los diarios, tanto en los oficialistas cuanto los opositores.

No creerán que faltará agua en toda la subcuenca del río Parana, que posee una extensión de 2.582.670 Km 2.

La pronosticada extinción de los ríos que riegan a doce provincias, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la República Oriental del Uruguay, señalada hace muchos años por quienes sabemos de sus pérdidas de caudales será una dura e irremediable realidad, a muy corto plazo.

¿Por que afirmo ésto, con tanta seguridad?.

Antes de responder me atrevo a solicitarles  que se fijen en un planiferio o globo terráqueo dónde están ubicados esos países. "Han elegido a un Papa del fin del mundo" dijo Su Santidad Francisco, a poco de la fumata blanca.

Son dos países de aguas abajo.

No debería preocuparnos en grado extremo si sobre nuestra geografía no estuviera un poderoso país como Brasil, que hoy supera en casi cinco veces la suma de la población de la Argnetina y Uruguay, número que se duplicará en apenas cuarenta años, según las estimaciones.

Es decir que a fin de este siglo,  podría superar los novecientos millones de habitantes, si se mantienen los porcentuales actuales de su crecimiento poblacional.

* Sequía en Brasil

Dice el periódico on line Flha de Sao Paulo (25/10/14),  de la ciudad homónima - la más populosa de América del Sur-, que sus más de 42 millones de brasileños están padeciendo la más grande sequía jamás producida, por la desaparición de las aguas de sus reservorios, en cercanías de las nacientes del Río Tieté, uno de los afluentes más importantes del desaparecido en esa región río Paraná, transformado en una serie de embalses, en todo su trayecto en ese país. Abajo, consigno otras fuentes periodísticas brasileñas que consulto permanentemente (1).

El mencionado río Tieté, explotado integralmente por un sistema de represas que lo fragmentan en su totalidad, hoy apenas mantiene los caudales necesarios para que algunas barcazas de menor capacidad puedan navegarlo.

Una situación impensada poco tiempo atrás por quienes nunca consideraron al agua un recurso finito.

Tan grave es el problema, que los grupos propietarios de las industrias líderes del complejo más grande de América latina y uno de los mayores del mundo, han anunciado que trasladarán sus fábricas más al sur.

Para quienes conocemos esa región donde nacen nuestros más importantes ríos, rápidamente encontramos la razón del desmantelamiento de mayúsculas plantas industriales.

Lo hacen para asegurarse la provisión de agua. El agua no llega, van a buscarla. Agua que debería discurrir hacia la Argentina y Uruguay.

Basta decir que dentro de la Cuenca del Río de la Plata, cuyas aguas bajan de elevadas tierras de siete estados brasileños, se pueden establecer, por el origen de sus aguas, dos regiones muy marcadas.

La primera, más central y norteña, es en la que nacen los ríos formados por la precipitaciones que posibilitaban los vientos húmedos del aur de la hasta hace tres décadas selvática Cuenca del Río Amazonas.

También comprende a los ríos de la Cuenca del Río de La Plata, surgidos de las lluvias que creaban -verbo en tiempo pasado- las evaporaciones de las selvas cuenca platinas, o sean los ríos Paraguay, Paranaiba y Grande (estos formadores del Paraná), Furnas, Tieté, Ivaí y Paranapanema.

Y la segunda región está conformada por las sub cuencas de los ríos Iguazú y Uruguay, que si bien sufren por la faltas de precipitaciones derivadas también de la desaparición de los bosques, suplen esa falencia gracias a los vientos húmedos dell Océano Atlántico, que en algunas épocas sobrepasan  a las Sierras Do Mar. Esos vientos aseguran la sustentabilidad de ambos ríos, en la actualidad casi totalmente represados y con proyecciones que involucran otras represas planificadas, pese a la oposición de los pueblos.

Son decisiones de los gobiernos, principales responsables de esta situación, como si estuviéramos en tiempos del emperador Pedro II, en Brasil o el presidente Bartolomé Mitre, en la Argentina.

Más allá de la dependencia hídrica que padecemos y es manejada desde las compuertas hoy de 54 represas -que serán 72 en quince años, si los gobernantes no entran en razones-, lo que se aproxima es la desaparición del Río de la Plata, la misma suerte que todos los ríos que lo alimentan.

Hoy -no mañana-, hoy, las aguas comienzan ano bajar, no bajan ni siquiera aguas turbias. En poco tiempo, el embalse de la represa de Yacyretá se verá seriamente afectado.

Están seriamente comprometidas doce provincias y la ciudad de Buenos Aires, de lo cual  el 7 de julio último hubo una señal de alerta que dejó pasmado al pueblo porteño al abrir la canilla y  no salir una gota.

Inútil es cualquier dragado si lo que falta es agua.

¿Y entonces? ¿Qué se puede hacer?

Primero, conocer el problema, si es que los medios rompen esa especie de pacto de silencio.

Segundo, acordar con los países de aguas arriba, Bolivia, Paraguay y Brasil, los límites máximos y mínimos de los volcados de las represas actuales y desistir de construir de las previstas.

Tercero, represar en cambio al Río de la Plata para que no se pierda en el mar su expulsión de aguas dulces, de modo que  aumenten asegurando la sustentabilidad y navegabilidad. Si se pierden las aguas dulces, avanzarán las saladas.

Cuarto, realizar acuerdos para prohibir la tala de los bosques para evitar que se extiendan las fronteras agrarias, probablemente una de las causales del silencio de la prensa en torno de esta  situación. Aguas, evaporación, condensanción y precipitación es el ciclo de la naturaleza. Atentar contra ella, es atentar contra la vida.

¿O queremos seguir los pasos del Mar Eral, en Asia o del milenario Éufrates, en la Mesopotamia de Oriente medio?

(1) Diarios de Minas Gerais, Estado de Minas: Hoje em DiaO Tempo;  diarios de Parana: Diario Popular: Curitiba: Gazeta do Povo, Gazeta do Iguaçu; Foz do Iguaçu: Jornal do Iguaçu, Folha de Londrina;  Grande do Sul: Correio do Povo; Porto Alegre: Zero Hora; Jornal Agora;  Mato Grosso: A Gazeta de Cuiabá ; Diário de Cuiabá, Tribuna da Cidade. Mato Grosso Sul: A Tribuna News; Campo Grande: Popular, O Estado de MS ; Diarios de Goiás: Diário da Manhã,  Goiânia: O Popular, Jornal Opção; Santa Catarina: Diário Catarinense;  Florianopolis: Folha Norte; Jornal de Santa Catarina, Diário do Sul. Diarios de Sao Paulo: Correio Paulistano; Folha de Sao Paulo.

Título: Desaparición de las aguas del Río de la Plata