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TRAMPA PARA UN HOMBRE SOLO

Un gobierno alineado con Donald Trump, con el poder económico concentrado y especulativo financiero contra una economía productiva axfisiada y una democracia sacudida por las operaciones judiciales y la prensa cómplice, ¿son el resultado de acciones para que un hombre como Mauricio Macri llegara a la presidencia de la Nación? ¿Trampas para un hombre solo porque lo demás llegaba por añadidura?.

Por Armando Vidal

El presidente  Mauricio Macril se involucra con la peor interpretación del mundo para los intereses argentinos que hace su colega yanqui Donald Trump, peor todavía  que Carlos Menem con George Bush padre, como lo demuestra el propio Macri con sus ataques reaccionarios a Venezuela, que el 15 de octubre volverá a votar para gobernadores. Extraña dictadura ésta.

En esta especie de versión en democracia del videlismo en dictadura, y que quiebra cualquier política de estado en materia de soberanía política, deuda externa, derechos humanos y ética publica, todo lo que pasa parece estar guionado para ser ejecutado fielmente. Desde las reacciones con motivo de la muerte del fiscal Alberto Nisman, para imponer que se trató de un asesinato, hasta la desaparición de Santiago Maldonado, para desligar a la Gendarmería de que se trata de una desaparición forzada.

Un presidente rubio y de ojos celestes que manifiesta su ignorancia por la historia argentina y un gabinete y colaboradores, elegidos como si, uno por uno, los hubiera pedido la CIA, colaboran a ver con turbiedad lo que acontece ante los ojos públicos. Incluyendo a la aporteñada Elisa Carrió, la gran votada en las PASO capitalinas, realmente cambiada respecto de la que fue hace veinte años o la camuflada que fue para llegar a lo que es.

Probablemente sea por eso que no haya ningún funcionario de jerarquía, respetado y formado en el seno mismo de nuestra nacionalidad como es la escuela pública, la militancia política. las instituciones intermedias y la propia la calle. Había uno y lo echaron: Carlos Melconian y eso que siempre estaba del lado de ellos.

Lo que estamos viendo nunca se vio en democracia. Ni siquiera con Menem,  cuya doblez llegó al extremo de entrometer a la Argentina en el conflicto de Oriente Medio, preámbulo de los atentados a la embajada de Israel (1992) y de la AMIA (1994), nunca aclarados respecto de sus autores, probablemente semitas en ambos casos.

* Trampa para un hombre solo

Tienta  recordar Trampa para un hombre solo, obra de teatro de Robert Thomas estrenada hace más de cincuenta años, el hecho de que tres países en pocos meses de diferencia hayan trampeado a un pueblo en favor de un hombre, según el orden de aparición en escena: Argentina, Brasil y Estados Unidos.

º En la Argentina, con el triunfo de Macri en base a la mentira en la campaña electoral y a los odios de los grandes grupos mediáticos contra Cristina Kirchner por la ley de medios audiovisuales del 2009. Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 y liquidó la ley por decreto.

 º En Brasil, con el golpe palaciego contra Dilma Rousseff para consagrar al corrupto títere del poder Michel Temer. Fue el 31 de agosto de 2016.

 º Y en los Estados Unidos, con el triunfo de Trump, momento a partir del cual no hay pronóstico convincente sobre él, Estados Unidos ni el mundo. Lo único comprobado es la pobreza de la democracia norteamericana -la potencia del dedo admonitoro contra la democracias latinoamericanas-, como para consagrar a Trump, quien, al menos, no tuvo que mentir como Macri ni ser un títere como Temer.

Estamos asistiendo a una fenomenal recomposición política en la que hay un sector con todo en el poder, que se llama neoliberalismo y otro que resiste como puede. La clásica definición de oligarquía contra pueblo no alcanza a describir una controversia de incalculable dimensión.

Por un lado, el poder, como poder de facto, una enorme red de intereses del capitalismo concentrado, con magnates, empresas trasnacionales y banca financiera internacional, más los medios de comunicación dominantes, todo en un conglomerado frente a la cual se halla la democracia como forma de gobierno cuya base la expresa el Poder Legislativo,  uno de los tres grandes poderes de la República, encargado de las leyes. No hay más que ver lo que pasa ahora en el Congreso de la Nación para saber lo que pasará si los exponentes del poder real –que además participan de ese poder del pueblo- se hacen dueños del contrapoder que es la democracia en la Argentina, Brasil y los Estados Unidos. 

 ¿Qué está enseñando este capítulo para las nuevas generaciones?

En la Argentina, en primer término, la presencia del peronismo alineado con las mayorías, un movimiento con memoria oral de clase, sostén intelectual y profundas raíces culturales desde los ancestros de Mayo, pasando por los libertadores, el rosismo y el yrigoyenismo.

En el caso de Brasil, con Lula surgido de la organización del movimiento obrero y cuya actuación presidencial se correspondió con ese origen, base fundamental para volver al máximo cargo, lo cual genera en su contra grandes resistencias de la justicia, la elite política y los grandes empresarios. Y en los Estados Unidos, con los demócratas en el Capitolio frenando como pueden a Trump mientras buscan un conductor después del fracaso de Hillary Clinton.

El peronismo tiene a su referente mayor en Cristina Kirchner, que enfrenta toda clase de persecuciones y hostilidades, lo cual la va tornando mucho mejor guía desde la intemperie que convalidando candidatos desde el gobierno. La acompañan radicales alfonsinistas y socialistas desgorilizados. Lo demostró al ganar las PASO contra el candidato macrista Esteban Bullrich. Esas elecciones en la provincia de Buenos Aires fueron un serio toque a la credibilidad y aumentaron las dudas en la transparencia en la compulsa  del 22 de octubre para las que el oficialismo está queriendo instalar una versión triunfalista a la que colaboran encuestadores pagos que además de hacer lo que el cliente pide –jefatura de gabinete, por ejemplo, como era en los años de Menem- aseguran su publicación en los medios oficialistas.

En la campaña entra todo, también las piruetas para imponer de cualquier manera que a Nisman lo mataron, que fue lo primero que dijo Cristina Kirchner siendo la Presidente, pensando que le iban a cargar a su gobierno la responsabilidad del hecho que generó gran la conmoción interna e internacional. Pero no fue así porque todas las evidencias indican que Nisman se suicidó, pese a la inesperada intervención de la Gendarmería -¿Gendarmería en área de la Prefectura? ¿Gendarmería contra los peritajes de la Justicia?- con su creativa interpretación de que fue un asesinato, y pese también a las declaraciones de apoyo de la desquiciada Carrió. En concreto, no hay indicio alguno que demuestre que fue un crimen.

Distinto es el caso de la desaparición de Santiago Maldonado, una desaparición forzada porque sucedió en el mismo momento de la represión de la Gendarmería al corte de una solitaria ruta patagónica en Chubut generado por un grupo de mapuches por el desalojo de sus tierras ocupadas ahora por un multimillonario terrateniente dueño de 900 mil hectáreas.

 ¿Dónde está Santiago Maldonado? es la  pregunta que es respuesta y desnuda al gobierno.

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