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MENOS ARGENTINOS

Antes que matarlos de hambre, enfermedades o balas, mejor que no nazcan, es la política de los organismos internacionales de crédito, a los que son tan dispuestos los gobiernos argentinos. Nuestro país tiene pendiente la definición clara y concreta sobre una política poblacional de estado. Discusión que el Congreso  de la Nación nunca dio.

Por Myriam Mitrece de Lalorenzi

Quizás una de las frases más famosas de Alberdi sea Gobernar es poblar. Ciertamente desde el punto de vista geopolítico, un territorio vacío está desprotegido y sin futuro, pero no alcanza con llenarlo a tontas y a locas, sino de hacer que quienes lo pueblen -inmigrantes o nativos- puedan encontrar en ese suelo las garantías y libertades necesarias para poder desarrollarse, trabajar, estudiar, formar familia y forjar nuevas generaciones.

Pero parece que en las últimas décadas, esta premisa básica se fue olvidando.­

­Miguel Schooyans, catedrático de la Universidad de Lovaina, denominó invierno demográfico a la disminución muy marcada de la población en la que la tasa de natalidad desciende tanto que las poblaciones envejecen. Muchas veces escuchamos que el viejo continente, es también un continente envejecido.

Esta especie de suicidio demográfico se estaría produciendo no solo en Europa -sobre todo en España, Alemania e Italia- sino también en Asia -en Japón y Corea del Sur- que ya tienen niveles muy bajos de natalidad. Por ejemplo, en 2010 la población japonesa tenía un promedio de 50 años y se pronostica que en treinta años la mayoría de los habitantes tendrá entre 70 y 80 con una población activa escasa.­

Según informa el portal Notivida, recogiendo datos suministrados por el Ministerio de Salud de la Nación, "los efectos de las políticas antinatalistas llevadas a cabo en los últimos años y profundizadas por el actual gobierno, presagian que la Argentina no va a escapar al invierno demográfico".

"La tasa de natalidad -que se había mantenido más o menos estable en los veinte años previos- comenzó a descender abruptamente a partir del 2014.(...) La cantidad de hijos por mujer que en 2014 superaba los 2,32 cayó casi un 22 por ciento". Es decir, está por debajo del nivel de reemplazo poblacional. Recordemos que en 2014 el Ministerio de Salud... incorporó el implante subdérmico (anticonceptivo de larga duración orientado a mujeres de menos de 25 años) a la canasta de medicamentos que se distribuye a través del programa Remediar. Ese mismo Ministerio -y con el apoyo técnico de la filial local de la IPPF- redactó en 2015 el Protocolo de aborto.­

En 2017 el gobierno de Cambiemos implementó el Plan ENIA para reducir el embarazo adolescente (consejerías en salud sexual, anticoncepción y aborto). En 2018 abrió el debate legislativo sobre aborto... instaló el tema en los medios, en las calles y hasta en la mesa familiar; lo que aumentó la demanda. Simultáneamente la ANMAT aprobó el uso del misoprostol como abortivo".­

* A contramano

La política del hijo único que se instaló en China a fines de la década del 70 fue propuesta como un magnífico recurso para el desarrollo del país. A los chinos de la etnia Han, les era permitido tener un solo hijo. Los de etnias de pueblos rurales, con el debido permiso del estado, estaban autorizados a tener uno más. Se calcula que durante este régimen trescientos sesenta millones de niños por nacer y ya nacidos, mayoritariamente mujeres, encontraron una muerte prematura y la cantidad de personas en edad de trabajar se redujo tremendamente.­

Casi cuarenta años después, se puso fin a esta política antinatalista autorizando, para algunas etnias, dos hijos por familia. En la actualidad con el objetivo de "mejorar la estructura poblacional del país" las parejas estarán autorizadas a tener tres hijos. Se tendrán que cambiar hábitos para incentivarlo, porque después de tantos años, los jóvenes ya no quieren familias numerosas.­

­* Cuestión de prioridades

Se nos podría decir que en el mundo del siglo XXI, los derechos individuales cobran un lugar protagónico, y no es época para dejar la vida en aras de la demografía. A primera vista parecería que hay una correlación inversa entre la fertilidad y la riqueza: en los países más industrializados nacen menos niños y una correlación directa entre descenso de la fertilidad y la educación de la mujer. Reafirmando esto el ex ministro de población de la India, Karan Singh, sentenció que "El desarrollo es el mejor método anticonceptivo".­

No deja de parecerme una mirada superficial. En el ámbito de lo personal, el tema es mucho más profundo, porque se confunde desarrollo con bienestar económico y educación con instrucción para el logro de metas individuales. Si bien las motivaciones particulares de traer o no un hijo al mundo son tan variadas como parejas existen, hay un factor social común: en las sociedades que se denominan más desarrolladas ser madre no está siendo cool y la vida humana se equipara con un bien útil. Ahí, ya no estamos hablando solo de economía, pasamos al ámbito de los valores, las convicciones, las creencias y el sentido de la vida en el imaginario social.­

Las sociedades "más desarrolladas" ya están tratando de resolver el problema del envejecimiento de la población. Tienen a mano la eutanasia.­

Para una sociedad deshumanizada un hijo puede resultar costoso porque demanda tiempo, dinero y energía. Es verdad. Pero, aunque sea redundante, todo lo valioso vale. Y lo que vale, cuesta. Todo hijo que se trae al mundo es un don y una tarea.­

El problema no es solo que seamos menos humanos (en cantidad) sino, más grave aún, es que seamos menos humanos y consideremos que la vida no vale la pena.­

­Título: Menos humanos

Fuente: La Prensa, columna Buena data, 3/6/2021.

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