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PERÚ, EL PRIMER LLAMADO

Alberto Fernández fijó la posición de la Argentina ante un eventual manotazo contra la consagración del triunfo de Pedro Castillo. Después de los golpes en Brasil contra Dilma/Lula y contra Evo Morales en Bolivia, en tiempos de Donald Trump, Joe Biden está también involucrado. Amargas y esperanzadas horas en Perú.
 
Por Armando Vidal

El presidente Alberto Fernández felicitó de modo virtual como presidente electo del Perú a Pedro Castillo en un mensaje de unidad de América latina y ohh..qué escándalo, tronó la furia cipaya aquí y allá por lo que hizo. La relación de la Argentina con Perú no necesita ser recordada pues alcanza con mencionar a San Martín para decir todo.

O casi todo porque deberíamos mencionar, tratándose de elecciones,  a Roque Sáenz Peña.

Que es el padre de la democracia en nuestro país al propiciar e imponer el voto secreto y obligatorio –ley del año 1912- y un héroe del ejército peruano, al que fue como voluntario,  en la llamada Guerra por el Salitre o Guerra del Guano, malhadada guerra con Chile (1879/1884), guerra propiciada por Inglaterra, la Estados Unidos de entonces.

En una de sus principales plazas, en Lima está el monumento a Roque Sáenz Peña.

A eso, para no hacer historia, habría que sumarle el gesto peruano de su entonces su presidente, Fernando Belaunde Terry, cuando propició una mediación de paz en el conflicto bélico por las Malvinas, en un mensaje al mundo el 1º de mayo de 1982. Y antes que creciera la adhesión internacional, Inglaterra, en manos de la perversa Margaret Thatcher, respondió al día siguiente con la orden a un submarino atómico que hundiera al Ara General Belgrano, que estaba fuera de la zona de exclusión y dejara un saldo de más de 300 argentinos muertos.

Perú incluso absorbió como un hermano el acto ruin y agraviante del gobierno de Carlos Menem de venderle en el llamado “escándalo del contrabando” armas a Ecuador, siendo la Argentina país garante de un tratado de paz entre Ecuador y Perú, por un conflicto bélico en 1941.

Perú y el Alto Perú, hoy Bolivia, tienen tierra regada de argentinos.

¿Qué va a esperar la Argentina ahora? ¿Qué los colonizados mentales de Lima y Buenos Aires proclamen triunfadora a la Fujimori, la Patricia Bullrich de allá, sino peor todavía?

La elección puso a Perú en una dramática lucha entre débiles y poderosos, entre ricos y pobres, entre blancos descendientes de Europa y los hijos raza café con leche de los pueblos originarios de la América de abajo, la que va de México hasta la Argentina.

No hay hasta ahora una muestra más clara frente a las urnas entre el que tiene y quiere más y el que no tiene y se manifiesta sin conmover al poderoso.

Es también extraordinario que un candidato representante desconocido sea consagrado frente a una candidata apoyada por toda muestra de poder, incluyendo, naturalmente, a los Estados  Unidos. Y la prensa obediente de cada país latinoamericano, como pasa en la Argentina.

Castillo, el maestro rural, representante de los de abajo, venció en síntesis a Keiko Fujimori, procesada y requerida por la justicia peruana, una delincuenta en trámite, la hija del pretensioso emperador trucho que hasta consagró al neoliberalismo en la reforma  constitucional con la cual gobernó diez años, en la última década del siglo que pasó,  hoy preso por delitos de lesa humanidad.

Todo, bajo el contralor de los Estados Unidos, que ejerce el derecho de la fuerza en nombre de la democracia, democracia que el propio Estados Unidos no tiene. Y no tendrá mientras el pueblo no sea obligado a votar como corresponde. O sea en un día domingo, como en la Argentina y en Perú, ya que en los Estados Unidos vota el que quiere y, encima, un martes, día laborable para complicarle, encima, la posibilidad de hacerlo a los trabajadores.

Esa es la democracia que pregonan demócratas y republicanos. ¿Cómo sería un gobierno de Estados Unidos con más de cuarenta millones de pobres obligados a votar?

Sería un poco más humano, más solidario, más reconocido y hasta apreciado.

Hoy, ya no hay confusiones con el imperio del norte.

Distinto fue con  bravos toltecas aztecas que abrieron sus brazos cuando creyeron en 1519 que ese rubio que llegaba en barco en el año anunciado era el propio Quetzacoal, el dios guerrero que adoraban y debía llegar desde el oriente y así cayeron en manos de los invasores de Hernán Cortes.

Hoy, con López Obrador, siguen peleando contra propios adentro y extraños afuera, como el vecino que tiene que se quedó con Texas. El gobierno aprobó su primer examen electoral al ganar la elección del domingo pasado.

Perú, asiento del imperio incaico, ese pueblo que rodea Lima, la capital, igual que el pueblo que rodea a la ciudad de Buenos Aires.

Pueblos que se abrazan en el saludo del presidente argentino.

Fuente: De acá para allá, programa que conduce Emiliano Vidal (sábados, de 12 a 13) Radio Gráfica, 12/6/2021.