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CON LOS 30 AÑOS, UN POLÍTICO PIDE PERDÓN

Grande debe ser la depresión de un político peronista, dos veces diputado de la Nación por Misiones y ex funcionario del PEN, para invocar el tango Cuesta abajo, a la hora del balance de los treinta años en democracia.

Por Héctor H. Dalmau

Atónitos y atribulados por el oleaje de un encrespado mar de incertidumbres, presenciamos, como si estuviéramos en la última fila de la estiba de la gente (al decir del Fausto), una obra que nos involucra.

Una que no entendemos ni entenderemos

Pero eso no es óbice para desentendernos y esquivar las responsabilidades, por acción u omisión. Como por filosofía de vida. siempre intento asumir mis responsabilidades, aún sin saber cantar, creo que me veo obligado a repetir aquello del tango Cuesta abajo:

  “Si arrastré por este mundo/ la vergüenza de haber sido/y el dolor de ya no ser. Bajo el ala del sombrero/ cuantas veces, embozada,/ una lágrima asomada yo no pude contener... Si crucé por los caminos/ como un paria que el destino/ se empeñó en deshacer; Si fui flojo, si fui ciego,/ sólo quiero que hoy comprendan/ el valor que representa el coraje de querer”.

Y, tras ello, reflexionar.

Cuando cuatro años de que yo naciera (1934), Alfredo Le Pera escribiera estos versos, para que el inigualable  Morocho del Abasto, le pusiera música; sin dudas, ni él ni Carlos Gardel pensaron que esa letra repicaría en el cerebro de muchos argentinos bien intencionados de hoy, como un reproche a su innegable fracaso.

Entre ellos, yo, dicho ésto sin arrogarme representaciones que no me debo atribuir, sino por el simple derecho de discernir sobre mi mismo.

Aunque parezca paradójico por momentos me abruma la vergüenza de haber sido, porque hoy ante el resultado final por el balance de los treinta años de la recuperación de la democracia, el orgullo que sentí cuando fui elegido para tantos cargos,  se transforma en una pesada carga.

Es el resultado de una demostrada incompetencia colectiva que me encontró entre los protagonistas principales y que transcurrió en un escenario donde se desarrollaban libretos escritos quizás por los enemigos del país.

Por supuesto, que hay momentos en que siento  el dolor de ya no ser,  ya que con el diario del lunes, tendría posibilidades de hacer algo, lo cual me es imposible desde el no poder.

No miento si hago propio aquello de  Cuantas veces embozada, una lágrima asomada, yo no puede contener” , en relación a los acontecimientos que iban produciendo el inexorable desgarro de la trama social, económica y moral de nuestra Argentina.

Y que siempre era justificado y aplaudido por los medios masivos de comunicación, ante esa especie de parálisis mental que producen en los, digamos, ciudadanos.

si crucé por los caminos, como un paria que el destino, se empeñó por deshacer fue solamente por no querer entender...que el equivocado era yo.

Por eso cuando siento que todo está perdido, cuando no existen los códigos de convivencias morales y sociales, que me inculcaron mis padres y maestros, y que intenté transmitir a hijos y alumnos; al sentirme absolutamente sin fuerzas para intentar nada y al reconocer mis fracasos, sólo me queda pedirle perdón a mi Patria.

Y con esa súplica explicarle que  si fui flojo, si fui ciego,/ sólo quiero que hoy comprenda/ el valor que representa, el coraje de querer.

Que enorme premonición aquella de don Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, al expresar ente el momento supremo de su segura muerte ¡ ay..Patria mía!.