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TERROR, GRAN OBRA MACRISTA
La gestión de Mauricio Macri en sus primeros cuatro meses no sólo revela la falsedad de sus promesas en la campaña electoral sino la dimensión de su política neoliberal y anti industrial, con errores que superan al rodrigazo de hace cuarenta años, previo al golpe del `76. Una verdadera obra de terror, asegura el autor.
Por Jorge C. Pelzmajer (*)
“No nos rendimos ante el terror, creamos el terror". La afirmación corresponde a los últimos segundos del último capítulo -cuarta temporada- de la consagrada serie norteamericana House of cards, y fue sostenida por el matrimonio –de ficción- entre Frank Underwood y su esposa Claire.
Él, en carácter de presidente de los Estados Unidos, ella primera dama, ambos en campaña por la reelección.
La diabólica aseveración que por cierto están en condiciones de cumplir ejecutando políticas que paralizan y deciden el destino y la conducta de millones de personas, bien podría asimilarse a este primer cuatrimestre del gobierno que encabeza el ingeniero Mauricio Macri.
Durante este periodo dinamitó las bases del modelo de desendeudamiento con inclusión social de más de una década (2003/2015) al impulsar la aprobación de un acuerdo de dudosas expectativas con los denominados fondos buitres, devaluar la moneda nacional, liberar el mercado de cambio, podar retenciones a exportaciones agrícolas y carnes rojas, destrabar con amplio criterio las importaciones, establecer un marco para operaciones especulativas de capitales financieros golondrinas, aumentar las tarifas de los servicios públicos (electricidad, gas y agua potable), el transporte y como broche del shock se prosigue con el despido de personal contratado, de planta transitoria o permanente en el Estado nacional, las gobernaciones y los municipios.
El sector privado acompaña el ritmo impuesto por el gobierno neoliberal, despidiendo y/o disminuyendo jornadas laborales en los más diversos ámbitos de actividad: construcción, autopartes, bancarios, neumáticos, alimentación, textiles, comercio, sanidad, gastronómicos, periodistas, metalurgia, automotriz, etc.
El bloque de poder sindical – fracturado- anunció su inminente reagrupamiento en una sola entidad gremial prevista para el próximo mes de agosto.
El comienzo de tibias respuestas pone en marcha uno de los históricos emblemas de acciones contundentes frente al avasallamiento de las conquistas sociales logradas.
Pero además, dejaron saber explícitamente que no permitirán el despido de trabajadores, y que lejos de retroceder en su posición frente al duro ajuste, con seguridad comenzaran primero negociaciones y luego los históricos planes de lucha.
Resulta paradójico que los convidados de piedra de este modelo anti industrialista, dependiente del capital financiero internacional y proclive al endeudamiento, no se manifestaron aún con la verba dura de la resistencia a la desocupación.
Son los únicos, por lo pronto en esta etapa, en condiciones de frenar el ciclo de recesión, desocupación y aumento de la brecha en la distribución del ingreso, que generan los aumentos de precios en la canasta básica de alimentos al ritmo de una inflación creciente, que recibirá en poco tiempo la segunda ola de impacto, cuando los servicios públicos terminen de ajustar precios y éstos se sigan trasladando al resto. Salvo excepciones, cuyos actos reactivos no alteran el sistema productivo.
Los 120 días de prueba, se han transformado en 120 noches de insomnio angustia y penurias, para aquellos arrojados al infierno de la desocupación.
Ya se estiman en más de 120.000 trabajadores que fueron expulsados entre el sector público y el privado.
Con el correr de las semanas, no solo creció la preocupación y la estupefacción –efecto sorpresa que paraliza el hablar o accionar de grupos sociales- por los inmediatos resultados que ello provocó en el empleo, los precios, salarios, y ocupación, sino que se confirma una tendencia irrefrenable en materia de índices de valores de la canasta familiar, así como la evolución de los precios mayoristas y minoristas.
Es la doctrina del shock, aunque desmientan su implementación y la disfracen de mil formas a través del universo mediático oligopólico adicto.
El reacomodamiento de los precios relativos de bienes, servicios y salarios provocó una alarmante postergación de este último con una pérdida de su poder de compra.
Se estima un derrumbe del poder adquisitivo de un 15% sólo en el primer trimestre. Las demoras en poner en marcha el Indec preanuncia – al igual que la manipulación durante la anterior gestión- que el vacío estadístico sólo se puede suplir acudiendo a otros índices (por caso el elaborado por la Prov. de San Luis, o el de la misma CABA) de dudosa credibilidad.
Ello implica que habrá una agria discusión por quien establece el parámetro para definir las próximas paritarias, las cuales avecinan un clima además enrarecido por la magnitud de despidos realizados.
* Pague primero
Paradojas de una población amenazada durante los gobiernos neoliberales y adormecida durante décadas de maltrato y promesas incumplidas, población a la que se la predispone y se la somete nuevamente con métodos extorsivos a la consigna “pague primero y reciba después (¿tal vez?)”. O "evite que le cortemos los suministros esenciales".
El ciudadano común olvida, porque le confunden, y alienan su legítimo derecho de consumidor -y no de cliente atrapado, cautivo, sin salida-, y acepta mansamente las reglas de juego de ver modificadas sus tarifas de luz, gas y agua potable en porcentajes que varían entre un 300 y un 950 por ciento..
En rigor, debería suceder todo lo contrario o, para ser más certero, nada de lo que vendrá en materia de aumentos de tarifas tendría que soportarlo la población hasta tanto no se realicen las inversiones para brindar un adecuado servicio al usuario, puesto que las mejoras primero tienen que realizarse y luego deben garantizar un funcionamiento aceptable.
Lo inverso es absolutamente engañoso y doblemente perverso. Se trata de empresas monopólicas, EDENOR, EDESUR, EDELAP, METROGAS, AySA y otras, que se beneficiaran con un descomunal incremento en sus ingresos, los que serán derivados a supuestas inversiones, cuando no a fuga de capitales .
Estas firmas primero tienen que realizar las inversiones para garantizar sus servicios y luego solicitar adecuación tarifaria para proseguir con planes hacia nuevos usuarios residenciales, comerciales, industriales, o gubernamentales.
Cualquier empresa en la búsqueda de un beneficio acorde a lo invertido obviamente se predispone a ofrecer bienes o servicios a cambio de un precio, luego de realizar una detallada evaluación de proyecto de inversión.
En el caso de bienes esenciales – en posiciones oligopólicas- como los que proveen las firmas mencionadas en el anterior párrafo, los Estados las subsidian pues es una mejora indirecta de los ingresos de las familias que se derivan hacia la demanda agregada (concepto económico que agrupa el consumo privado y público, más la inversión).
Los subsidios en nuestro país, han sido en la última década instrumentos de política anti- cíclica. Permitieron crecer a pesar de la crisis mundial. El fuerte deterioro en el escenario internacional, al que se suma la caída de Brasil (- 3,8 por ciento en 2015) el descenso en el precio de los commodities, la suba de tasas en los Estados Unidos y un panorama aún incierto a nivel mundial requiere una cuidadosa toma de decisiones para no enfriar una economía que creció el año 2015 un 2,1 por ciento, según el INDEC ahora con el comando de Cambiemos.
Por cierto que ciertas reformas debieran producirse en materia de subsidios para subsanar errores en su apropiación, que no son la excusa para anularlos.
Hay estudios que señalan que los dos deciles de mayores ingresos se quedan con el 30 por ciento de estos, mientras que solo el 10 por ciento se localiza en los dos deciles de menores ingresos. Hubiera sido política de Estado reducir esta brecha y no eliminarlos, con el agregado del brutal ajuste en los precios por la prestación de servicios públicos.
La lluvia de dólares anunciada por el ministro PPrat Gay se fue con el verano.
La conducción económica nos informó de un ingreso de U$S 25.000 millones, para reforzar las reservas internacionales, que con seguridad equivocaron el país de destino.
Al hablar de meteorología aplicada a la ciencia económica podríamos asegurar que la sequía se presentó y en el informe monetario que el Banco Central dio a conocer hace dos semanas figura una caída de U$S 2.700 millones en las reservas.
Al cierre del marzo, la perdida de reservas se había recuperado y solo U$S 1.330 millones desaparecieron.
* Extraña reflexión
Hace pocos días, el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, dio una conferencia invitado por la Academia Nacional de Ciencias Económicas (se la encuentra en el portal de la página web de la entidad) en la que aseguro que los economistas argentinos –en su gran mayoría- suelen tener una mirada en los fenómenos en términos de equilibrio parcial (un único mercado para un único producto, sin sustitutivos y con independencia de otros mercados) y no de equilibrio general ( incluye a toda la economía) en cuanto al análisis de la inflación. Y se extendió en algunos ejemplos sobre las dificultades de entendimiento y que ello conduce a conclusiones erróneas como confundir que “ un cambio de precio relativo lleva a un proceso de aceleración inflacionaria”.
Para el presidente del BCRA ello no sucede (sic).
Sturzenegger sugiere que muchos economistas piensan en un marco de equilibrio parcial cuando interpretan que las recientes correcciones de precios relativos, por ejemplo tipo de cambio y tarifas eléctricas en relación con el salario y otros precios no transables, aceleraron la inflación. Este resultado es poco probable, indica, cuando se analiza dentro de un marco de equilibrio general.
El impacto de la suba de la tarifa de la electricidad, por ejemplo, reduciría la capacidad de gasto de las familias y la consecuente contracción de la demanda haría bajar los precios (o el ritmo inflacionario) del resto de los bienes y servicios.
En términos generales, considerando el equilibrio general y la restricción presupuestaria de las familias, un cambio de precio relativo involucraría, en principio, la suba de uno y la baja del resto de los precios, conservando de esta forma el equilibrio o nivel de precios.
Es decir que la devaluación se neutraliza pues baja el gasto y esto arrastra los precios.
La historia económica argentina indica todo lo contrario.
Incluso la última antes de esta, realizaba por la anterior gestión a cargo del Palacio de Hacienda a fines de enero de 2014, provoco una aceleración de la inflación durante un par de meses, aun tratándose de una pequeña corrección cambiaria.
Todos los que cursamos la carrera de economía dictada en la Facultad de Ciencias. Económicas de la UBA sabemos del impacto en cualquier modelo de distribución de ingreso de una modificación de un precio relativo de trascendencia como los servicios públicos, el combustible o el dólar.
Sabemos también, que un precio de la importancia del salario buscara en algún momento una readecuación al impacto que ha generado la modificación de otros precios relativos.
Es inverosímil el supuesto de la no variación de precios cuando uno de ellos conlleva la importancia de afectar al resto de la economía.
La experiencia académica argentina tiene respaldo intelectual suficiente como para demostrar lo antes dicho.
Los trabajadores, por su parte, que son los primeros afectados al igual que aquellos con ingresos fijos, conocen de olfato y experiencia personal los ciclos devaluatorios y su impacto en la distribución del ingreso, con la consecuente caída del salario real.
Es importante señalar esta exposición, pues pone de manifiesto no solo el accionar político que acompaña y decide sobre estas cuestiones, sino el marco intelectual que les da el soporte en este caso desde la entidad madre bancaria.
Para decirlos en terminología más simple “ninguna medida económica es neutral, todas producen el efecto deseado”. Distribuir una porción del ingreso nacional hacia un lado o hacia otro.
Desde que asumió actual gobierno el Observatorio Social de la UCA, reveló en su último informe,e se produjo un aumento del 5 por ciento de la tasa de pobreza, lo cual equivalee a 1,4 millón más de personas pobres y 350 mil más de indigentes, atribuibles a la inflación y la eliminación de la presencia del Estado en planes sociales.
* Peor que el rodrigazo
El 4 de junio de 1975, la Argentina viviría por primera vez el comienzo de un proceso inflacionario sin precedentes. Se lo conoció como el rodrigazo por ser Celestino Rodrigo el ministro de Economía, quien sobrevivió en el cargo sesenta días. Tuvo que renunciar luego de una imponente presencia de trabajadores en la Plaza de Mayo pocos días después del anuncio del plan.
El paquete de medidas con ciertas similitudes al actual, tal vez fue más leve veamos: aumento del tipo de cambio entre un 50 a un 180 por ciento; suba del 100 por ciento en todos los precios de los servicios públicos, incluido el transporte; incremento en el precio de los combustibles que superaba el 160 por ciento, y suba salarial de alrededor del 75 por ciento como consecuencia de los incrementos mencionados.
Hay que destacar que el país venia de onceaños de crecimiento consecutivo.
Cabe recordar que a partir de 1973 la crisis del petróleo había comenzado a impactar en la economía. No obstante se creció hasta 1974.
El paquete liberal – aplicado a comienzos de junio de 1975- arrasó en poco tiempo miles de empresas pequeñas y medianas y ponderó a la baja los salarios que se redujeron en más de un 60 por ciento. Culmino 1975 con un 183 por ciento de inflación y una caída del producto de casi un punto.
El año 1976 mostró los resultados de la aplicación salvaje de esas medidas: la inflación fue del 444 por ciento y volvía a caer el producto.
El segundo de Rodrigo era Ricardo M. Zinn, ideólogo del plan de ajuste y sinceramiento y luego asesor de José Alfredo Martínez de Hoz ya en la dictadura, posteriormente director del Banco de Italia y Río de la Plata (ligado al grupo Fiat) y presidente de Sevel, en la que aparecían vinculados la automotriz de Turín y el grupo Macri.
(*) Licenciado en Economía