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LOS ATENTADOS Y SUS VERDADES

Están del mismo lado y van hacia el mismo destino pero uno le reprochó y el otro le enrostró y se enojaron para placer del enemigo de ambos, que es la injusticia. Aquí, la nota del Colorado Juan Salinas, la polémica con Jorge Elbaum y, al cierre, un testimonio valioso. Todo provisto por el Pájaro en su estupenda página. 

Por Juan Salinas

Dos periodistas judíos progres, uno abogado y el otro sociólogo, se han unido para calumniarme y endilgarme el remanido sambenito de judeófobo, casi de nazi. Se trata de Jorge Elbaum y Horacio Lutzky. Su encono se debe en gran medida a que critiqué el último libro de Lutzky, y porque tuve un ácido intercambio con Elbaum (ver más abajo) porque luego de aceptar ser parte del panel que presentó mi libro La infAMIA en el Centro Cultural Caras y Caretas, el día anterior me informó que se arrepentía de ello porque innominados familiares de las víctimas de la AMIA le habían advertido que, de hacerlo, convalidaría la hipótesis del autoatentado… palabra que jamás utilicé en mis cuatro (4) libros dedicados a los bombazos contra la Embajada de Israel y la AMIA.

Por el contrario, siempre sostuve que ambos ataques fueron perpetrados por mercenarios argentinos vinculados a la Policía Federal contratados desde el círculo íntimo del entonces presidente Menem y que estuvieron motivados entre otras razones por “mexicaneadas” y/o falta de pago de tráficos ilícitos, tanto de drogas como de armas, e impulsados por sirio-libaneses y descendientes nativos.

Lo que Lutzky, Elbaum y otros argentinos progres que se reivindican judíos no pueden admitir porque se les desestructura la sesera (no pueden terminar de romper con un sionismo virulentamente racista) es que en ambos atentados se carezca siquiera del más mínimo indicio de una participación de ciudadanos iraníes (no hablemos ya del gobierno de la República Islámica) y si los haya, y muchos, de la participación de agentes de inteligencia israelíes (resulta obvio que el primer ministro Isaac Rabin no sólo fue ajeno a los bombazos, sino que fue una de sus víctimas, aunque por razones comprensibles –que no vienen al caso ahora– procurara tapar aquella participación).

Previsiblemente, detrás de estos dos progres se están lanzando los sionistas de derecha… Es decir, a esta altura de la soireé, todos. Ya no quedan vestigios de los viejos socialistas y comunistas que proponían la integración con los trabajadores árabes de Palestina. Y, en las instituciones judías, ni siquiera de los laboristas, socialdemócratas, siomistas moderados que en la época de los atentados respaldaban las propuestas tendientes a alcanzar acuerdos de paz que impulsaba el premier Isaac Rabin. 

Ya contestaré el infame panfleto pletórico de calumnias cuando me haga un hueco. Por ahora me limito a anunciar que querellaré a sus autores por afirmar que Irán financió mi trabajo, una bajeza que los descalifica: Tendrán que desdecirse públicamente. Solamente me permití visitar la Embajada de Irán luego de publicar mi libro, pues siempre tuve presente que, como la mujer del César, en este mundo proceloso no sólo se ha de ser honesto sino también parecerlo.

Transcribó el intercambio de guatsáps con Elbaum a raíz de su deserción. Y luego,un comentario crítico de La infAMIA firmado por el escribano Gabriel Dario Minskas.

Como yapa, los volantes que anuncian la presentación del libro que tuvo lugar ayer (NdE: lunes 29/10/18) en el Centro Cultural Paco Urondo del microcentro porteño, y la que tendrá lugar mañana, jueves, en el Bar Cultural Nomeolvides de Ituzaingó, a cargo de Ricardo Krakowski.

Los que quieran debatir que vengan. Como decía Martín Fierro: no me asustan sombras ni bultos que se menean.

A continuación, el intercambio con Elbaum (Las negritas son mías). Que cada cual lo coteje con los actuales improperios y saque sus conclusiones.

Jorge Elbaum: Hola Juan. Lamentablemente no voy a poder ser parte de la presentación debido al pedido explícito de varios familiares de víctimas de los atentados quienes consideran que mi presencia convalidaría el autoatentado al que hacés referencia en tu convocatoria a la presentación. Lo consideran (con razón) una afrenta. En todo caso daremos el debate a través de los respectivos textos publicados. Mi libro sobre Nisman sale a fin año y ahí expongo mis hipótesis sobre ambos atentados. Saludos, Jorge Elbaum.

Juan Salinas: Arrugaste. Otra vez. Ya se te está haciendo costumbre. Yo no digo que haya sido un autoatentado. Digo que hubo agentes de inteligencia israelíes involucrados, que no es lo mismo. Y me banco cualquier crítica porque no tengo pretensiones de ser el dueño de la verdad. Si te invité y vos aceptaste fue sabiendo ambos que habría debate. Porque ya debatimos frente a testigos. Vos dijiste estar convencido de la participación de Hezbolá y citaste bibliografía de un experto estadounidense, yo te adelanté que nunca había encontrado pruebas de ello. Te invité a la presentación de La infAMIA y vos aceptaste a sabiendas de que postulaba la participación de agentes israelíes en los bombazos. ¡Hay testigos de nuestra conversación en San Luis! Tu deserción te coloca a la derecha de Mario Cimadevilla, el ex senador radical que Macri puso al frente de la Unidad Especial de Investigación del atentado, quien acaba de decir que tanto Macri como los dirigentes de “la cole” son encubridores a causa de sus oscuros negocios, y reconoce que no hay pruebas de la participación de Hezbolá (tampoco las hay contra Irán) ni de la existencia de una camioneta bomba.

J.E. — Juan, te tengo respeto y no es “arrugar”. (1) me invitaste a mi y pusiste mi cargo sin mi autorización. Yo había aceptado individualmente no como presidente del Llamamiento. (2) la participación de israelíes supone un autoatentado, (3) los adherentes del llamamiento –a quienes represento– merecen que yo responda a su pedido. (4) cite a un investigador estadounidense que vos también citas en la página 342 de tu libro. (5) eso de la derecha de Cimadevilla es gracioso: milito desde los 15 años en organizaciones populares y una acusación como esa me parece infantil (6) Por supuesto que creo que los dirigentes de la cole son encubridores. Lo dije siempre, incluso se los dije en la cara cuando era empleado de al DAIA. (7) No tengo problema en polemizar con vos. Leí tu libro. Cuando vos leas el mío hagamos un debate público. Vos y yo deberemos atenernos a las evidencias empíricas y no a asociaciones forzadas por preconceptos. No será ni en la presentación de tu libro ni en la presentación de mi libro. Y no será como “presidente del Llamamiento” sino como sociólogo y periodista.

J.S.– Lo del cargo me suena a excusa. Vos tampoco me dijiste que no lo pusiera y esa me pareció la manera correcta de presentarte; Nunca utilicé la palabra “autoatentado” y, por cierto, vos elogiaste encendidamente en una cena de la Ohesterheld a mi libro anterior, “Caso Nisman: Secretos inconfesables”, donde se demuestra con lujo de detalles que el Shin Bet (o Shabak: la contrainteligencia israelí a cargo de la seguridad o bitajón) estuvo involucrada hasta la coronilla en la demolición de la Embajada (hay registro de video y decenas de testigos). Lo que me autoriza a reafirmar que arrugaste, retrocediste en chancletas. ¿Por qué? Antes dijiste que por reconvención, consejo o presión, váyase a saber, de un familiar de una víctima; ahora por miembros del Llamamiento. Entiendo que ha de tratarse del familiar de una víctima que además revista en el Llamamiento y no de un mero pretexto. Aunque no sé, porque ahora no hablás de un familiar sino de “los adherentes del Llamamiento”. Después sanateas: no recuerdo ahora al autor yanqui que citaste en sostén de tu fe en la participación de Hezbolá, pero lo recordaré. Desde ya no era Gordon Thomas (que no es yanqui sino galés), autor de “Mossad: la historia secreta” al que cito en la página 342 de La infAMIA, quien en ningún momento afirma la responsabilidad de Hezbolá en el atentado (si, en cambio, que a los agentes del Mossad, el poder político no les permitió investigar a los sirios e hijos de sirios que aparecian involucrados en la voladura de la Embajada, ni, años después, reabrir el tema AMIA).

J.E. –Te puedo asegurar que no es pretexto. Te mandaste una macana al ubicarme institucionalmente. Creo que mis datos, fuentes e hipótesis están más fundamentadas que las tuyas. Pero eso no será óbice para que yo desestime tu trabajo. Juan, no quiero enemistarme con vos. Sos buena gente, un tipo íntegro y honesto. Estoy convencido que formas parte de mi mismo universo del campo popular. No denigro tu trabajo. Quien se “mandó” a ubicarme como presidente del Llamamiento fuiste vos. Yo no podía autorizarte o negarte lo que no sabía que ibas a hacer. Nunca me preguntaste y no se me ocurrió que te ibas a cortar solo comprometiéndome en un cargo representativo. En la cena en la Oesterheld dije que no acordaba con todo lo que afirmabas en el libro pero que el mismo era el producto de un trabajo concienzudo y sistemático que yo celebraba. Y que valoraba sobremanera tu aporte. Tomaremos un café y te explicaré con más detenimiento las dificultades que me genera que me hayas nominado como presidente del Llamamiento. No quiero pelearme con vos porque sé que tenés buena leche. La polémica pública se dará en otro momento. Abrazo. PS: Era Gordon Thomas. Es el único que cito. He sido respetuoso con vos. No necesito sanatear ni seguir este intercambio. Por otra parte, para finalizar, y solo como un aporte a tu investigación, te comento que no es el Shin Bet el que cubre la seguridad de las embajadas israelíes en el exterior. Y a Gordon Thomas lo denominé yanqui porque escribía en english… sé que es galés.. lo conocí…

J.S. –Y si, parece que tenés problemas para polemizar conmigo, porque rehuís hacerlo ahora, luego de haber leído La infAMIA. No te atrevés a debatir sobre las muchas “evidencias empíricas” concordantes que contiene y que apuntan a una participación de agentes israelíes en los bombazos contra la DAIA-AMIA. Es más, afirmás que quienes te han convencido de defeccionar del debate tienen “razón”… y pospones el debate para las calendas griegas, una admisión de que aquella “razón” no existe, que no puede verbalizarse en público, y que si existe es inconfesable aunque pueda ser pueril: que romper definitiva e irreparablemente lanzas con algunos de los asesinos ahora no sea conveniente para tu carrera. Todos tenemos límites que no podemos o queremos trascender. Lamento que los tuyos hayan sido tan pero tan cercanos.

J.E. – Acá pecás de soberbia, Juan. Te voy a demostrar que carezco en absoluto de dificultad de polemizar con vos. Hasta aquí llegué.

J.S. –También yo, me aburro de hacer fintas con quien se esconde. Lo único; en San Luis, para fundamentar tu convicción de que Hezbolá estaba involucrado en los atentados, me mostraste un libro en inglés que NO era el de Gordon Thomas. Era “Hezbollah: The Global Footprint of Lebanon’s Party of God”, de Matthew Levitt, ex subsecretario de Inteligencia del Departamento del Tesoro, vinculado al FBI y cabeza del “Programa de Investigación del Terrorismo, establecido a partir del 11-S (ataques a las torres gemelas y el Pentágono). Levitt suele dar conferencias sobre terrorismo internacional en nombre de los Departamentos de Estado, Justicia, Defensa y Seguridad Naciona de los EEUU, es consultos de varias agencias gubernamentales y empresas del ramo de la seguridad, declaró ante el Senado y la Cámara de Representantes sobre asuntos relacionados con el terrorismo internacional, es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores; y en Israel de la junta asesora del Instituto para la lucha contra el terrorismo, además de miembro del Centro de Combate al Terrorismo (CTC) de la Academia Militar de los Estados Unidos (West Point). Además es doctor por la Universidad Yeshiva y por la Escuela de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts. Fue investigador de posgrado en el Programa de Negociación de la Escuela de Derecho de Harvard y ha enseñado en la Universidad Johns Hopkins. Lo que se dice un autor imparcial. Huelgan mas comentarios.

J.E. — Dado que has adelantado tu intención de publicar nuestro intercambio de Whatsapp te pido que no olvides incorporar el siguiente parágrafo que prologa un documento por venir: creo firmemente que tu trabajo periodístico carece en absoluto de seriedad y rigurosidad. Que varias de tus hipótesis estructurales son falsas y que se sustentan prioritariamente en la mezcla arbitraria de datos inconexos, enhebrados por interpretaciones apresuradas, carentes por completo de logicidad. Es verdad que varios colegas (periodista y cientistas sociales) me habían adelantado esto, cosa que dejé de lado, en su momento, por considerar que debía privilegiar aspectos ligados al horizonte de lo político. Tu veleidad publicitada, basada en datos inventados, imaginarios y/o tergiversados, me hace olvidar ese cometido inicial, y volcarme a un detenido análisis de cada uno de los datos utilizados en tu último libro, cosa que detallaré en un documento público ad-hoc. En ese marco –entonces– se desarrollará tu ansiado debate. De cara a la relación entre evidencias contrastables y conjeturas prejuiciosas.

JS – Jorge, andá a cagar. Yo no anuncié la publicación de nuestro intercambio sino que exprese que “acaso” lo publicaría. Por cierto, ni lo que dijiste en él ni al elogiar encendidamente en público mi libro anterior, Caso Nisman… expresaste las opiniones negativas que ahora vomitás por despecho, solo porque expuse cuáles fueron tus futiles pretextos para rehuir tu presencia a una actividad a la que te habías comprometido. Lo de “datos inventados”, si lo publicás, lo vas a tener que sostener en tribunales. Dedicate a tu libro y trata de demostrar lo indemostrable: que Hezbolá demolió la AMIA y que no hubo agentes israelíes involucrados. No te envidio: es una misión imposible. …. Abajo, el comentario crítico de Darío Minskas:

Acerca del libro La infAMIA, de Juan Salinas
UNA MIRADA SUBJETIVA

Por Darío G. Minskas

Terminé de leer el libro “InfAMIA de Juan Salinas. Mucho de lo que conozco sobre estos temas (Embajada de Israel, AMIA, Nisman) los aprendí del propio Juan. Ya desde cuando escribía en la inolvidable revista “El Porteño”, y en sus posteriores libros.

De sus investigaciones en El Porteño sabíamos que Nisman era un crápula porque en (sic) pasó por alto la desaparición de dos asaltantes del cuartel de La Tablada que se habían entregado en un acto profusamente filmado y fotografiado. Como secretario del Juzgado federal de Morón el futuro fiscal del caso AMIA estaba encargado de la investigación y encubrió a los militares, mostrando tempranamente sus “valores éticos”. Seguramente fue en esas instancias que habrá nacido su larga relación con los servicios de inteligencia.

La lectura de “InfAMIA” puede hacerse de dos maneras: verificando personajes y recorriendo sus trayectorias paso a paso o simplemente recorriendo cada página sin salirse de la obra. No me fue posible hacer lo segundo por dos razones: porque la cantidad de datos que Juan ofrece son enormes y porque se me cruzaba todo el tiempo el primer atentado, el de la Embajada, en el que por haber estado allí el día de la explosión me marcó de por vida, lo que me obligó a hacer comparaciones todo el tiempo. Lo mismo que el autor hace en su exhaustivo trabajo.

En los dos atentados se robaron los planos de la municipalidad tiempo antes, que fueron a parar a manos del servicio de inteligencia de la Policía Federal. En ambos se habló de coches bomba cuya existencia nadie pudo probar. en ambos se detectaron graves falencias en la seguridad; se abjuró de la ubicación interior de los explosivos; se sospechó de policías y de servicios de inteligencia de afuera y de adentro y quienes debían ayudar a esclarecer, encubrieron. Empezando por la policía en ambos casos, y por las propias autoridades israelíes en el primer caso y las comunitarias (en el caso de la AMIA, presionadas por Israel) en el otro.

Juan dice que en la Embajada la custodia estaba a cargo del Shin Bet (contrainteligencia) y que no cabe duda de que al menos su jefe fue cómplice. Para quien escribe estas líneas había demasiado desorden en ese lugar, no ya ese día sino desde tiempo atrás. Conocer algunos de los personajes de la Embajada de aquella época con la que me tocó tropezar es un poco remedar “La conspiración de los idiotas” de otro señor dado a las disquisiciones retorcidas. Hasta el sistema de demolición de ambos edificios –mediante materiales supuestamente destinados a su refacción– parece similar.

También hay un marco ideológico del que me voy a hacer cargo y que Juan prudentemente describe pero no enfatiza: El Estado de Israel ha sido hostíl con la Argentina, ayudando a los sectores más oligárquicos y hostigando políticamente a lo que el globalismo supremacista ha dado en llamar “populismo” y que no es otra cosa que el renovado intento de los pueblos de la América subterránea por ejercer su soberanía y libertad sin restricciones.

También es un recuerdo de la noche anterior unos helicópteros sin identificación que sobrevolaron algunas terrazas, incluida la de mi propio hogar de aquel momento en el porteño barrio de San Cristóbal. Una de esas aeronaves quedó suspendida encima del edificio de la AMIA en cuyo quinto piso funcionaba la DAIA corrupta de Beraja y CIA Ltd., sociedad bastante poco anónima. Según testigos, desde ese helicóptero se bajó un paquete. En el que bien pudo haber algunas piezas de una camioneta Renault Trafic.

Por si me faltaba poco para sentirme involucrado con el texto de La infAMIA, el testaferro de Nisman que en él se menciona, fue mi compañero en el colegio secundario en Ciudad Evita, dato que los curiosos podrán verificar con facilidad.

Podría escribir horas desde la indignación que produce saber que la Policía Federal Argentina tuvo un espía infiltrado en la Organización Sionista Argentina con el cargo de vicepresidente sin que aparentemente nadie se haya percatado de que el sujeto ni siquiera era judío. Y que un comisario nombrado por el actual Presidente como Jefe de Policia de la Ciudad de Buenos Aires, un probado encubridor, le haya sido recomendado por la Embajada de Israel.

Todo esto que termino escribiendo en primera persona y desde las tripas, es sólo una mínima parte del contenido del libro La imfAMIA. Recomiendo sinceramente leerlo muy despacio y recorrer cada época con la memoria fresca y un navegador cerca.

Como Juan Salinas, entiendo que el Estado de Israel tiene una enorme responsabilidad en cada uno de los hechos que la obra enumera. Corre por cuenta de cada uno responder a la pregunta de si se trató de una participación directa o si solo se hicieron los distraídos y dejaron que suceda. De una u otra manera, desde una perspectiva ética me resultan culpables tanto los sectores comunitarios que respaldan el encubrimiento como la política del propio Estado de Israel.

Tal vez la lectura desde una visión cercana al foco del conflicto le agregue al lector una dosis extra de interés, que francamente ni falta le hace. Porque se trata de un texto que se vale por sí mismo.

Me había olvidado –o quizá es que nunca la vi– de la sinopsis (ver arriba) del documental que hizo Carlos De Nápoli (coautor del que considero mi mejor libro, Ultramar Sur, La última operación del Tercer Reich). Recomiendo enfáticamente verla. Aparecen Gabriel Levinas, Daniel Joffe (que estaba muy cerca de la puerta de la AMIA cuando se produjeron las explosiones), los entonces fiscales y hoy todavía reos Eamon Mullen y José Barbaccia y hasta el embajador Mohsen Baharvand, vocero oficioso del gobierno iraní.

Fuente: https://pajarorojo.com.ar/?p=40334

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