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LA COMISIÓN MELTZER

Hace más de veinte años, en el Congreso norteamericano se constituyó una comisión indagadora generada por los gruesos desatinos cometidos por el FMI y el Banco Mundial, nacidos en 1944 y aupados por los yanquis, todo en contra de los pueblos,  victimas de gobiernos propios que convocaron  injerencias ajenas.

Por Eric Toussaint (*)

 La sucesión de crisis que azotaron a los países emergentes en los años 90 y la desastrosa intervención del Banco Mundial y del FMI en esa ocasión provocaron un gran número de debates a escala internacional, centrados en el futuro y la función de las instituciones de Bretton Woods, en los que intervinieron muchos intelectuales del establishment.

Fueron, entre otros, Allan Meltzer, Paul Krugman, Joseph Stiglitz  y Jeffrey Sachs.

Al mismo tiempo, en Washington, el Congreso no se mostraba entusiasmado con la oportunidad de aumentar los medios financieros del FMI para hacer frente a las crisis.

Esto condujo a la creación de una comisión bipartita1 ad hoc, que se denominó Comisión Consultiva sobre las Instituciones Financieras Internacionales (IFI Advisory Commission), la cual presentó su informe a principios del año 2000.

Abarcaba siete instituciones multilaterales: el FMI, el grupo Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Africano de Desarrollo (BAD), la OMC y el Banco de Pagos Internacionales (BIS). Citaremos aquí sólo algunas de las conclusiones referentes al FMI y el Banco Mundial.

La Comisión se componía de 11 expertos (6 republicanos y 5 demócratas), provenientes de los medios parlamentarios, universitarios y bancarios, entre ellos Allan H. Meltzer (presidente) y Edwin Feulner (presidente de la ultra reaccionaria Heritage Foundation y ex presidente de la sociedad del Mont-Pèlerin, del bando republicano), y Jeffrey Sachs, Fred Bergsten y Jerome Levinson, del bando demócrata. (1)

Una gran parte de los trabajos de la comisión, incluidas las notas en desacuerdo, están disponibles en Internet (2)

Todas las reuniones de la Comisión eran públicas. Sus trabajos merecen ser conocidos porque contienen juicios muy interesantes y esclarecedores sobre los términos del debate en Washington.

Una breve resolución fue adoptada por unanimidad, mientras que el resto del informe se aprobó por ocho votos a favor y tres en contra. Los tres votos en disidencia eran demócratas (Fred Bergsten, Jerome Levinson y Esteban Edward Torres). Dos demócratas (uno ellos Jefrey Sachs) votaron con los republicanos.

La resolución aprobada por unanimidad es la siguiente:

«1. El FMI, el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo deben anular totalmente todas sus acreencias en los países pobres altamente endeudados (PPAE) que aplican una estrategia adecuada en materia de desarrollo económico y social (en conexión con el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo) 2. El FMI debe limitar sus préstamos al suministro de liquidez a corto término. Se ha de suprimir la práctica actual consistente en dar préstamos a largo término para reducir la pobreza o para otros objetivos».

El informe constaba de más de cien páginas. En sustancia, declaraba que no era cuestión de eliminar o fusionar las instituciones multilaterales, sino de reformarlas profundamente. Presentaba un diagnóstico a veces en extremo crítico de las políticas aplicadas por el FMI y el Banco Mundial y criticaba con dureza a la OMC. Proponía que el Banco Mundial cortara por completo sus préstamos a los países que ya tenían acceso a los mercados financieros internacionales y que se limitara a los países que no lo tuvieran, haciéndoles donaciones.

Complementariamente, el informe declaraba que el FMI sólo debía conceder préstamos a corto plazo, que debía abandonar la misión de combatir la pobreza, la que debía estar reservada al Banco Mundial y a los bancos regionales de desarrollo. El Banco Mundial debía cambiar de nombre y llamarse en adelante Agencia Mundial de Desarrollo (World Development Agency).

El documento denunciaba a los gobiernos de los países ricos, al FMI y al Banco Mundial, que se habían saltado la función de control y de decisión del poder legislativo. En el mismo sentido, atacaba a la OMC en lo relativo a sus abusos de poder, afirmando que no tenía el derecho de imponer automáticamente reglamentos y decisiones a los Estados miembros. Las decisiones de la OMC deberían ser ratificadas siempre por los respectivos Parlamentos de los Estados miembros.

Estos son algunos fragmentos destacables del informe, que comienza con congratulaciones por el papel de Estados Unidos en el mundo y su apoyo al mantenimiento de las políticas neoliberales.

«Estas instituciones y en compromiso americano en el mantenimiento de la paz y de la estabilidad han tenido notables resultados. En el curso de los cincuenta años transcurridos desde el fin de la guerra, hemos conocido, como nunca hasta ahora, una gran mejora del nivel de vida de un número muy grande personas en un gran número de países.»

«Nuestros antiguos adversarios forman parte ahora del sistema mundial de mercado en expansión.»

«Estados Unidos ha estado a la cabeza del mantenimiento de la paz y de la estabilidad, ha obrado para hacer avanzar la democracia y el respeto del derecho, la reducción de las barreras aduaneras y el establecimiento de un sistema financiero transnacional.»

«La Comisión piensa que para promover el desarrollo, los países deben abrir sus mercados al comercio y promover la propiedad privada, el respeto del derecho, la democracia política y la libertad individual.»

Hasta aquí, nada que asombre en la pluma de miembros del establishment, sean republicanos o demócratas. La continuación del informe es más sorprendente. La Comisión critica la actuación del FMI, de los gobiernos de los países miembros del G7, y se las toma con las políticas de choque impuestas por el FMI y el Banco Mundial.

* Crítica al FMI, crisis de la deuda, México, 1982

«En agosto de 1982, el gobierno mexicano comunicó que no podía seguir pagando su deuda externa. El FMI organizó y supervisó entonces un plan de reestructuración de las deudas comerciales contraídas por el gobierno mexicano en la década precedente. Los préstamos del FMI no canalizaron nuevas fuentes netas de financiación para México.

En efecto, el FMI prestó dinero a México para que reembolsara su deuda. De este modo, la deuda mexicana aumentó, pero el país no entró en cesación de pago. El FMI le concedió sus préstamos con la condición de que aplicara una serie de reformas económicas a largo término. 

Muchas de estas condicionalidades impusieron grandes sacrificios a la población mexicana, pérdidas de empleos y una seria reducción del nivel de vida. Los otros países en desarrollo, en particular de Latinoamérica, vieron decaer o resultar negativos sus flujos netos de capitales privados.» (La cursiva es del autor).

* Crítica de los planes de ajuste estructural del FMI

«La transformación del FMI en una fuente de préstamos a largo término acompañados de las condicionalidades del ajuste estructural hizo a las naciones pobres cada vez más dependientes del FMI y le ha dado una influencia importante en las decisiones políticas de los países miembros, lo que es una novedad para una institución multilateral. La búsqueda de financiación es tributaria de los resultados de las políticas solicitadas, tal como están definidas en los acuerdos entre el FMI y sus miembros. Estos programas no han asegurado el progreso económico. Han minado la soberanía nacional y muy a menudo han obstaculizado el desarrollo de instituciones democráticas responsables capaces de corregir sus propios errores y de responder a los cambios que intervienen en la situación exterior.»

* Crítica la intervención de las IFI, México, 1994

«Sin embargo, después de reembolsar al FMI, al Tesoro estadounidense y a los acreedores extranjeros, es el contribuyente mexicano el que paga la factura. El coste de reflotar el sistema bancario se estima actualmente en alrededor del 20 % del PIB mexicano. El ingreso real por habitante, a pesar de los altibajos, no era en 1997 más alto que veinte años atrás. Los salarios reales de los trabajadores menos bien pagos, los que cobran el salario mínimo, disminuyó un 50 % desde 1985. La deuda externa total de México en 1996, expresada en dólares USA, se multiplicó por 5 desde 1985 o por 4, tomando una base de cálculo por habitante. Los salarios reales son más bajos y el peso de la financiación de la deuda es mucho más gravoso para cada trabajador mexicano.»

«Las críticas también se refieren al hecho de que al impedir o reducir las pérdidas a las que se exponen los prestamistas internacionales, el programa de 1995 del FMI concerniente a México ha enviado un mensaje arriesgado a los acreedores internacionales y a los deudores. Protegiendo las pérdidas de los acreedores internacionales, el FMI ha señalado implícitamente al mercado que si los bancos locales y otras instituciones similares contratan con acreedores extranjeros sumas importantes y si los gobiernos avalan estas deudas contraídas con acreedores privados, el FMI prestaría las sumas necesarias para efectuar los reembolsos. Los economistas llaman riesgo moral a la incitación intrínseca de estas garantías».

«La reducción de los gastos públicos, el alza de las tasas, del tipo de interés y el cierre de bancos agravaron las crisis».

* Crítica al FMI al servicio del G7

«Los gobiernos del G7, en particular el de Estados Unidos, han utilizado el FMI como herramienta para la realización de sus designios políticos. Esta práctica subvierte los procesos democráticos de los países acreedores, al evitar el control parlamentario sobre la ayuda externa o la política exterior y relajar la disciplina presupuestaria.»

* El FMI al servicio de los ricos

«Un gran número de estudios sobre los efectos de los préstamos del FMI no han llegado a establecer una relación significativa entre estos préstamos y el aumento de la riqueza o de la renta. El salvamento de los acreedores con el apoyo de del FMI en las crisis recientes ha sido especialmente perjudicial y ha tenido efectos terribles para los países en desarrollo. 

Personas que habían trabajado duro para salir de la pobreza asistieron a la destrucción de su obra, a la pérdida de sus ahorros y a la quiebra de su pequeña empresa. Los trabajadores perdieron su empleo, muy a menudo sin ninguna indemnización para amortiguar el choque.

Los propietarios nacionales y extranjeros de haberes reales sufrieron fuertes pérdidas mientras que los bancos acreedores extranjeros estaban protegidos. Estos bancos recibieron compensaciones por la prima de riesgo en forma de altos tipos de interés, y ni tan sólo tuvieron que asumir todas las pérdidas asociadas a los préstamos de alto riesgo (incluso a veces ninguna).

El apoyo que recibieron los banqueros extranjeros sirvió así mismo para proteger a deudores nacionales políticamente influyentes y alentó unos préstamos de grandes sumas y de ratios de endeudamiento extraordinarias con relación a su capital».

 * Desaprobación de las políticas del FMI en Latinoamérica

«La Comisión no aprueba las políticas del FMI en Latinoamérica en los años 80, en México en 1995 y en muchos otros casos. Los préstamos del FMI a estos países protegieron a los bancos estadounidenses y de otros países, a las instituciones financieras y a ciertos inversores, ocasionando al mismo tiempo desastres a los ciudadanos de los países endeudados. Los préstamos postergaron la resolución de las crisis de los años 80, permitiendo a los acreedores y deudores el aplazamiento de una deuda que tendrá que ser más que saldada. La Comisión piensa que los acreedores se comprometen en préstamos arriesgados o que compran acciones de riesgo deben aceptar las pérdidas reales cuando el riesgo resulta una realidad desagradable.»

* Críticas al BM y a los bancos regionales relacionados

«Existe un gran foso entre la retórica y las promesas del Banco y sus resultados y realizaciones. El caso del Banco Mundial lo ilustra muy bien. Pretendiendo combatir la pobreza en el mundo en desarrollo, el Banco afirma que concentra sus préstamos en los países pobres que no tienen acceso al mercado de capitales. Pero no es este el caso, pues el 70 % de los recursos del Banco fueron a 11 países que gozan de un fácil acceso al mercado de capitales».

«La suma total de los recursos destinados a actividades de servicio público en los países sin acceso al mercado de capitales, pero con políticas e instituciones de estabilización, representó 2.500 millones de dólares en un período de 7 años, entre 1993 y 1999, lo que representa menos del 2 % de la financiación del grupo Banco Mundial, si se excluye la ayuda».

* El futuro de las instituciones del grupo BM 

«La función de prestamista del Banco Mundial se reduciría sustancialmente».

La Comisión añade que el Banco tendrá que hacer frente sobre todo a donaciones. Además, para la Comisión, las otras instituciones del grupo no tienen en realidad razón de ser:

«La Sociedad Financiera Internacional (SFI) debe integrarse en la Agencia Mundial de Desarrollo redefinida. Su capital deberá ser devuelto a sus accionistas y los préstamos en curso serán recuperados».

«La agencia Multilateral de Garantía de Inversiones (AMGI) debe ser eliminada. Muchos países tienen su propia agencia de seguros. Además, los aseguradores del sector privado han hecho su ingreso al mercado».

* Redefinición de las misiones del FMI 

«La misión del nuevo FMI. La Comisión recomienda que el FMI sea reestructurado como una institución más pequeña, con sólo tres responsabilidades:

Actuar como un casi prestamista en última instancia para proveer un apoyo a las economías emergentes mediante préstamos a corto plazo a los países necesitados;

 Recoger y publicar datos financieros y económicos para los países miembros y distribuir estos datos de manera uniforme en un lapso razonable;

 Ofrecer consejos (pero no imponer condiciones) sobre la política económica, como se menciona en el artículo IV relativo a las consultas con los Estados miembros;

 La “Facilidad para la Reducción de la Pobreza y el Crecimiento” debe ser suprimida;

El FMI no estará autorizado a negociar reformas políticas.

Los préstamos del FMI deben tener un vencimiento muy corto (por ejemplo, un máximo de 120 días, con la posibilidad de una sola renovación).»

* La posición en minoría de tres demócratas en la Comisión

Los tres demócratas que votaron contra el informe (Fred Bergsten, Jerome Levinson y Esteban Edward Torres) consideraban que éste era demasiado negativo con respecto a las IFI y la OMC: que quería una fuerte limitación de sus poderes y de su campo de acción.

Levinson incluso redactó un texto de unas veinte páginas que constituye una defensa del Banco Mundial, del FMI, y del gobierno de Clinton. Proponía una orientación alternativa a la de la mayoría de la Comisión, poniendo el énfasis en el compromiso demócrata con la dirección de la confederación sindical AFL-CIO.

Por otra parte, criticaba que el Banco Mundial y el FMI no favorecieran el respeto de los derechos de los trabajadores. Al contrario, cada vez que ambas instituciones tuvieron la oportunidad, hicieron recaer sobre ellos solos el coste de la resolución de las crisis financieras. Levinson debía saber bastante sobre el tema, porque estaba en funciones en Brasil en el momento del golpe de Estado militar apoyado por el gobierno de Estados Unidos, el Banco Mundial y el FMI. (3)

Sintetizó correctamente la utilización de las crisis provocadas por el comportamiento de los capitalistas y de los gobiernos, que acarrearon sistemáticamente ataques contra los trabajadores. He aquí una parte de su argumentación tal, como la expuso en el informe de la Comisión Meltzer:

«Los préstamos bancarios de la década de los años 70, los Tesobonos [bonos del Estado emitidos por México] y los fiascos financieros del sureste asiático presentan todos ellos características comunes: en cada caso, los bancos y los inversores, obsesionados por la liquidez, intentando obtener un rendimiento más alto que el que habrían conseguido en su país, invirtieron (en Tesobonos) o prestaron [...] a gobiernos, bancos y empresas de los países en desarrollo; muchos préstamos no fueron utilizados para financiar inversiones productivas; una combinación de conflictos internos y externos condujo a una crisis internacional que se percibe como si pusiera en peligro el sistema financiero internacional.

» El FMI y el Banco Mundial tienen la misión de vigilar el seguimiento; las instituciones financieras privadas, igualmente responsables de la crisis debido a sus inversiones y préstamos imprudentes son reflotadas y recompensadas: ellas tienen la posibilidad de comprar a bajo precio bancos locales y otras instituciones financieras. Los países deudores fueron aconsejados de que exportaran más para salir de la crisis, lo que tradujo en una inundación del mercado americano de bienes y servicios, que es el único mercado que realmente se les ha abierto. Para que sus mercaderías sean más competitivas, el FMI y el Banco Mundial exigen a los gobiernos de los países deudores que apliquen medidas de flexibilización del mercado de trabajo, lo que permite a las empresas desembarazarse más fácilmente de los trabajadores sin tener que pagar onerosas indemnizaciones, lo que debilita la capacidad de los sindicatos de negociar, todo esto con el objetivo de reducir los costes salariales. Tanto los trabajadores de los países industrializados como los de los PED, y particularmente los sindicados, pagan un coste desproporcionado de la carga de ajuste.»

Levinson cita así mismo a Joseph Stiglitz (ex economista jefe del Banco), quien argumenta en el mismo sentido: «Incluso cuando el mercado de trabajo no se encuentra en el núcleo de los problemas a los que el país debe hacer frente, con mucha frecuencia se hace pagar a los trabajadores la carga del ajuste. En el este asiático, fueron los préstamos imprudentes de los bancos internacionales y otras instituciones financieras, combinados con los préstamos imprudentes de las instituciones financieras locales —y con las expectativas versátiles de los inversores— lo que pudo desencadenar la crisis; pero son los trabajadores los que pagan el precio en término de desempleo y de pérdida de salarios.»

También ataca el doble lenguaje del Banco Mundial. Cuando se pide a esta docta institución que proteja los derechos de los trabajadores, responde que la sección 10 del artículo IV de sus estatutos le prohíbe tener en cuenta consideraciones políticas. Pero Levinson afirma que cuando fija condicionalidades, el Banco impone una mayor flexibilidad del mercado del trabajo, que facilite el despido, debilite el poder de negociación de los sindicatos y reduzca la renta de los asalariados urbanos.

Pero no nos engañemos, Levinson no se opone a la liberalización pro-mercado de la economía y a las privatizaciones. Afirma que estas políticas son necesarias pero que, para ser eficaces, deben ir acompañadas de un contrapeso sindical. Su alternativa es muy parecida a la orientación predicada por Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schröder en Alemania.

* Los trabajos de la Comisión Meltzer en perspectiva

En un trabajo publicado en 1998, Anne Krueger, economista jefe del Banco Mundial de 1981 a 1987, destaca las diferencias entre los años 70 y el final de los años 90. Este texto es útil para comprender ciertos términos del debate. Indica que a principios de los años 70, Estados Unidos había decidido dar una gran importancia al Banco Mundial y al FMI, reduciendo la ayuda bilateral en beneficio de la ayuda multilateral. (4)

Después, según Krueger, la liberalización en el plano mundial redujo fuertemente el margen de maniobra de estas instituciones pues predominaban los flujos de capitales privados. Por otra parte, la guerra fría había terminado. Dice: «Hasta el fin de la guerra fría, el apoyo político a la realización de una ayuda al desarrollo por la vía de las IFI (Banco y FMI) y de las agencias bilaterales provenía de dos grupos: el de la derecha, motivado por problemas de seguridad, y el de la izquierda, que sostenía objetivos de desarrollo con una base humanitaria.

Con el fin de la guerra fría, el apoyo proveniente de la derecha se desgastó y los esfuerzos del Banco por extender sus actividades hacia nuevos ámbitos podía reflejar la búsqueda de un apoyo político más amplio.» (5)

Para ella, el Banco Mundial tiene tendencia a hacer demasiado en ese sentido: Muchas acusaciones referentes a la ineficacia organizativa del Banco pueden tener origen en los esfuerzos por extender sus actividades en todas direcciones en todos los países. Efectivamente, se puede considerar que implicándose en cuestiones ambientales, cooperando con las ONG, combatiendo la corrupción y abarcando otros temas, el Banco va más allá de sus competencias esenciales. Al hacer esto, el Banco va más allá de su capacidad de dirección».

En cuanto al futuro del Banco, Krueger considera que es necesario elegir entre tres opciones:

«1) Continuar su función de institución encargada del desarrollo, limitándose a los países realmente pobres y retirándose de forma gradual de los países con ingresos medios;

2) proseguir su actividad en todos los países clientes, concentrándose en las soft issues del desarrollo, tales como los derechos de la mujer, la protección ambiental, el estímulo a las ONG;

3) correr la cortina.» (6)

Anne Krueger no era partidaria de la tercera opción y dejaba abierto el debate sobre las dos primeras. Pero precisaba que más tarde o más pronto habría que tomar una decisión. En lo que respecta al modo de funcionamiento del Banco, era muy clara: no modificar los estatutos estableciendo el sistema «un país - un voto». Opinaba que la fusión del Banco y el FMI no quedaba excluida, pero se abriría un proceso peligroso porque entonces habría que discutir sobre una nueva constitución, y por ende, el principio «un país - un voto», lo que habría que evitar. (7)

Es una cuestión que debe quedar en manos de las grandes potencias.

* El marco de la Comisión Melzer

Para comprender las propuestas de la Comisión Meltzer hay que tener en cuenta, por supuesto, la situación internacional de la época: sucesión de crisis financieras en los países de la Periferia seguidas de las desastrosas intervenciones del Banco Mundial y el FMI. Pero esto no es suficiente.

La situación nacional en Estados Unidos es determinante.

El Congreso, con mayoría republicana, prosigue una guerra encarnizada contra el gobierno demócrata de William Clinton. Si no tenemos en cuenta este factor de orden político interno no se puede explicar los duros ataques de la Comisión al Ejecutivo que instrumentalizó el FMI para intervenir en el mundo sin el acuerdo del Congreso. (8)

Por lo demás, ciertas preocupaciones sociales de la Comisión están relacionadas, por cierto, con la necesidad de dividir las personalidades designadas por los demócratas en el seno de la Comisión, a fin de ganar el apoyo de alguno de ellos al punto de vista de Meltzer y sus colegas. Se trataba también de criticar al gobierno de Clinton con argumentos sensibles para el electorado y los congresistas demócratas.

* La Comisión Meltzer y Washington

Los puntos de coincidencia entre la Comisión y el gobierno en Washington no faltaron. Por lo demás, desde el comienzo de su presidencia, George W. Bush aplica una política en que ciertos aspectos va en el sentido de las recomendaciones de la Comisión Meltzer:

1º Un acuerdo fundamental se manifiesta en la continuación de la agenda neoliberal: «La Comisión piensa que para alentar el desarrollo, los países deben abrir sus mercados comerciales y promover la propiedad privada, el respeto del derecho, la democracia política y la libertad individual.» En definitiva, es lo esencial.

2º La necesidad de mantener las instituciones financieras internacionales: «Estas instituciones y el compromiso americano con el mantenimiento de la paz y de la estabilidad han tenido excelentes resultados».

3º: Por supuesto, hay acuerdo en mantener y reforzar el liderazgo estadounidense sobre estas instituciones.

4º Hay acuerdo en anular totalmente (o casi) la deuda de los PPAE si éstos aplican políticas acordes con la agenda neoliberal con los intereses de Estados Unidos. La razón es muy simple: ¿para qué le sirven estos países a Estados Unidos si, a causa de su sobreendeudamiento, no tienen la capacidad de comprarle mercaderías o servicios? Lo mejor es reducir substancialmente su deuda para que puedan volver a comprar.

5º Es absolutamente rentable para Estados Unidos tratar de que el Banco Mundial les haga donaciones y hacerlo ellos mismos, porque es seguro que los países pobres que las reciban las utilizarán para comprar principalmente a los países más industrializados. Lo que se da a los países pobres, éstos lo gastan inmediatamente en el Norte, porque ya no producen ellos mismos lo que necesitan. En particular, éste es el resultado de 25 años de políticas de liberalización de intercambios y de competencia con los productores locales de los países pobres.

6º Hay que luchar contra la corrupción en estos países a fin de evitar que una parte de las donaciones se desvíe hacia actividades que no signifiquen la compra de productos del Norte.

7º Una política de donaciones tiene también la ventaja de mantener una relación de dependencia de las cúpulas y de las economías de los países beneficiarios con los donantes.

8º Las donaciones necesarias para los países más pobres representan un esfuerzo completamente insignificante para países como Estados Unidos. Es muy poco comparado con otros gastos, como los 400.000 millones de dólares que costó la «guerra contra el terrorismo» en Afganistán y en Iraq entre septiembre de 2001 y abril de 2006.

* La Comisión Meltzer y la política de donativos

La Comisión propuso que se recurriera ampliamente a las donaciones en reemplazo de los préstamos. El ejemplo que da muestra con claridad que para el donante se trata de inmiscuirse directamente en las decisiones de los PED, eludiendo la intervención de los poderes públicos nacionales.

«Ejemplo: Un país que tiene un ingreso de 1.000 dólares por habitante y que puede obtener una donación para llevar a cabo un proyecto, que cubre el 70 % de su coste, decide, por ejemplo, hacer vacunar a todos los niños contra el sarampión. Si la agencia de desarrollo [institución multilateral que, según Meltzer, debe reemplazar al Banco Mundial] confirma el buen fundamento de la necesidad, el gobierno establecerá entonces una licitación ante proveedores del sector privado, organizaciones no gubernamentales, tales como instituciones caritativas, y entidades del sector público, como el Ministerio de Sanidad.

Supongamos que la oferta más conveniente sea de 5 dólares por niño vacunado; la agencia de desarrollo estará entonces de acuerdo en pagar 3,5 dólares (70 %) por vacuna directamente al proveedor. Le corresponde al gobierno aportar el 1,5 dólar restante. Los pagos se efectuarán sólo después de la certificación por un agente independiente de todos los participantes —gobierno, agencia de desarrollo, proveedor de vacunas—. En un sistema de pago por el usuario las donaciones son concedidas después de auditar la provisión del servicio. Nada de resultados, nada de fondos enviados. El pago es en función del número de niños vacunados, de los kilovatios de electricidad consumidos, de los metros cúbicos de agua tratadas, del número de estudiantes que aprueben un test de alfabetización, de los kilómetros de carretera puestos en servicio [...] La ejecución no presenta ningún riesgo político. Es el proveedor del servicio y no el gobierno el que recibe el pago.»

* Más adelante, en el texto

«De las vacunas a las carreteras, de la alfabetización a la distribución de agua, los servicios serán efectuados por proveedores del sector privado (incluidas ONG y organizaciones de beneficencia) o entidades del sector público cedidas según la propuesta más ventajosa de una licitación.

La cantidad y la calidad de los resultados serán certificadas por auditores independientes y los pagos se efectuarán directamente a los proveedores; el coste se dividirá entre los países receptores y la agencia de desarrollo. La subvención variará entre el 10 y el 90 %, en función del acceso al mercado de capitales y de la renta per capita».

Aun si los argumentos del informe Meltzer son útiles en lo que respecta al balance de la actividad del FMI y el Banco Mundial, las soluciones que propone son tan nefastas como criticables. Es rechazable el enfoque de la Comisión Meltzer, que quiere emplear las donaciones como un nuevo medio de refuerzo de la mercantilización de los servicios esenciales, como la sanidad, la depuración, distribución y evacuación del agua, la educación, etc. Así mismo, es inaceptable la utilización de las donaciones para imponer a los beneficiarios la voluntad de los donantes.

Se requiere un procedimiento alternativo: hay que salir del círculo infernal del endeudamiento sin caer en una política asistencial que tienda a perpetuar un sistema mundial dominado absolutamente por el capital, por algunas grandes potencias y por la empresas transnacionales.

De lo que se trata es de implantar un sistema internacional de redistribución de los ingresos y de la riqueza a fin de reparar el pillaje multisecular al que los pueblos de la Periferia vienen siendo sometidos. Estas reparaciones en forma de donaciones no otorgan ningún derecho de injerencia de los gobiernos de los países más industrializados en los asuntos de los pueblos indemnizados. Se trata de inventar mecanismos de decisión sobre el destino de los fondos y del control de su empleo por las poblaciones involucradas y de sus representantes. Esto abre un amplio campo de reflexión y de experimentación.

Por lo demás, al contrario de la Comisión Meltzer, que propone mantener el Banco Mundial y el FMI, con alguna remodelación, hay que abolir estas instituciones y reemplazarlas por otras que se caractericen por su funcionamiento democrático.

El nuevo Banco Mundial y el nuevo Fondo Monetario Internacional, sea cual fuere su nueva denominación, deben tener funciones radicalmente diferentes de las de sus predecesores: deben garantizar el cumplimiento de los tratados internacionales sobre derechos humanos individuales y colectivos (políticos, civiles, sociales, económicos y culturales) en el ámbito del crédito internacional y de las relaciones monetarias internacionales.

Estas nuevas instituciones internacionales deben formar parte de un sistema institucional mundial bajo la jurisdicción de una Organización de las Naciones Unidas también modificada radicalmente. Es esencial y prioritario que los países en desarrollo se asocien para constituir lo antes posible entidades regionales dotadas de un Banco común y de un Fondo Monetario común.

Durante la crisis del sureste asiático y de Corea de 1997-1998, los países afectados consideraron la constitución de un fondo monetario asiático, pero el debate fue abortado por la presión de Estados Unidos y del FMI.

En la región Latinoamérica y el Caribe, bajo el impulso del gobierno venezolano, en 2005-2006 comenzó a debatirse la posibilidad de crear un Banco del Sur. Evidentemente, si se busca la emancipación de los pueblos y la plena satisfacción de los derechos humanos, las nuevas instituciones financieras y monetarias, tanto regionales como mundiales, deben estar al servicio de un proyecto de sociedad en ruptura con el neoliberalismo, y, más allá, con el capitalismo.

(*) Doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, portavoz del CADTM internacional y  miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Autor de varios libros, entre ellos:  Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia,  Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011, y La crisis global.. Ha sido miembro de la Comisión de Auditoria Integral del Crédito (CAIC) del Ecuador en 2007. También coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego entre abril y octubre de 2015, disuelta en noviembre de ese año.

Volanta, título, bajada e introducción: Serie: 1944-2020, 76 años de intervenciones del Banco Mundial y del FMI (parte 22)/ La Comisión Meltzer sobre las IFI en el Congreso de Estados Unidos en el año 2000. Los debates en Washington a principios de los años 2000/ En 2020, el Banco Mundial (BM) y el FMI han cumplido 76 años. Estas instituciones financieras internacionales (IFI), creadas en 1944, están dominadas por Estados Unidos y algunas grandes potencias aliadas, y actúan en contra de los intereses de los pueblos. El BM y el FMI otorgaron, sistemáticamente, préstamos a los Estados con el fin de influir sobre sus políticas. El endeudamiento externo fue y es todavía utilizado como un instrumento para someter a los deudores. Desde su creación, el FMI y el BM han violado los pactos internacionales sobre derechos humanos y no dudaron, ni dudan, en sostener a dictaduras. Una nueva forma de descolonización se impone para salir del impasse en el que las IFI y sus principales accionistas acorralaron al mundo. Se deben construir nuevas instituciones internacionales. Estamos publicando una serie de artículos de Éric Toussaint, quien reseña la evolución del Banco Mundial y del FMI desde su creación. Estos artículos son sacados del libro Banco mundial: El Golpe de Estado Permanente., que podéis consultar gratis en Banco Mundial.

Llamadas:

  1. Republicanos y demócratas.
  2. www.house.gov/jec/imf/meltzer.htmwww.house.gov/jec/imf/meltzer.htmhttp://phantom-x.gsia.cmu.edu/IFIAC
  3. Jerome Levinson fue asistente director de USAID en Brasil de 1964 a 1966.
  4. Anne Krueger, «Whither the Bank and the IMF?», Journal of Economic Literature, vol. XXXVI, diciembre de 1998, pp. 1987 y 1999.
  5. Ibid., p. 2010.
  6. Ibid., p. 2006.
  7. Ibid., p. 2015.
  8. Desde 2001 hasta ahora, con un gobierno republicano que se apoya en una mayoría del mismo color político en el Congreso y en el Senado, no se verifica más el mismo tipo de ataque por parte de una comisión del Congreso al Ejecutivo. Ya se verá si esto va a cambiar.

Fuente: Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), https://www.cadtm.org/

Fecha: 1/9/2020.