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DIPUTADOS PJ, DIVIDIDOS
Con la pluma de su abuelo Samuel, la de su padre y crítico teatral “Mondy” Eichelbaum y que, en su caso, usa como cuchillo, el querido y respetado cronista parlamentario de Clarín, ya retirado del diario de Roberto Noble, describe lo que pasó en la sesión de Diputados del 24 de febrero de 2000, preámbulo de la ley de los sobornos del Senado por la reforma laboral del gobierno de Fernando de la Rúa. Sus ojos están clavados en lo que era la clave de todo: la bancada justicialista y sus negociadores.
Por Carlos Eichelbaum
Se había evidenciado el quiebre producido en el seno de la CGT. Ayer, también quedó claro hasta qué punto el proyecto oficial de reforma laboral también desencadenó -tal vez aceleró y canalizó- una profunda división en el interior del bloque justicialista de diputados.
También, claro, el nivel de crisis de autoridad en la que quedó sumida la conducción del bloque que encabeza Humberto Roggero. La evidencia más contundente: no deben existir antecedentes legislativos de la actitud según la cual un bloque vota en contra en el tratamiento general de un dictamen que había hecho suyo -en convergencia con el bloque oficialista-, aun cuando hubiera hecho reserva de disidencias particulares.
Si, en la votación en general, el PJ debió violar virtualmente el acuerdo al que había llegado con la Alianza, y plantear como actitud el rechazo en general del proyecto a través de las mismas autoridades que habían negociado el texto común, es porque el consenso no incluía a una parte sustancial de la bancada. Desde el mismo anuncio del consenso surgieron mil versiones sobre el número de diputados justicialistas que no estaban dispuestos a suscribirlo.
Tras los últimos esfuerzos, el miércoles, para el momento en el que Fernando de la Rúa celebraba el supuesto consenso a través de un acto en la Casa de Gobierno con sus presuntos protagonistas políticos y sociales, los diputados justicialistas rebeldes aseguraban ser alrededor de 70 sobre un total de 99.En todo momento resultó difícil medir la precisión de cada una de esas versiones.
Pero la actitud en el recinto, decidida un rato antes del comienzo de la sesión de ayer, dio una idea bastante concreta.
Reveló con contundencia que, si la conducción del bloque hubiera insistido en el voto a favor en el tratamiento en general de un proyecto presentado como propio -en colaboración-, para centrar el debate en el tratamiento en particular de aquellos artículos con los que mantenía disidencia, no estaba en condiciones de garantizar una disciplina lo suficientemente mayoritaria.Lo que es lo mismo, la exposición pública de esa impotencia hubiera forzado una inmediata renuncia de la mesa de conducción del bloque.
La solución encontrada salvó la situación en el momento, pero obviamente no alcanza para disolver definitivamente el conflicto. Su desarrollo posterior debería aportar datos que por ahora se mantienen confusos. Por ejemplo, el de las razones de los distintos alineamientos internos.
En todo caso, parece claro que se trata de alineamientos nuevos, seguramente dinámicos y cambiantes, pero que no responden ya a la lógica del enfrentamiento entre menemistas y duhaldistas.
Muchos de los ultramenemistas de siempre -el chaqueño Juan Carlos Ayala, la cordobesa Martha Alarcia, o los porteños Daniel Scioli y Javier Mouriño, por ejemplo-, aparecieron alineados entre los rebeldes, partidarios en la ocasión de la oposición dura a la reforma laboral que encarnaban afuera los dirigentes sindicales con historia más antimenemista.
Otros menemistas notorios, como el vicepresidente del bloque Miguel Angel Pichetto, el ex viceministro del Interior Jorge Matzkin, Graciela Camaño o el santafesino Oscar Lamberto, estaban en cambio entre los impulsores del acuerdo.
Lo mismo puede decirse del duhaldismo. Más aún, algunos sostienen que la expresión más aguda del conflicto, la que determinó la decisión de votar en contra en el tratamiento en general en lugar de aplicar la decisión inicial de dar libertad de voto al bloque, fue el enfrentamiento producido ayer a la mañana en el sub bloque de la provincia de Buenos Aires. Ruckauf mandó a votar a favor de la reforma, y Duhalde tuvo una actitud más ambigua, sostenían ayer después de la reunión matinal de los bonaerenses.
En todo caso, en la pelea verbal Eduardo Camaño, vicepresidente segundo de la Cámara, expresó al duhaldismo pro-reforma, y el ex ministro de Gobierno provincial, José María Díaz Bancalari, al duhaldismo contrarreformista.
De su lado estaba Chiche Duhalde, Graciela Giannettasio y varios más, entre ellos los dos sindicalistas cuestionadores de la ley, Gerardo Martínez y Saúl Ubaldini. Junto a Camaño, entre otros, el ex vicegobernador Rafael Romá, o el ex ministro duhaldista de Economía Jorge Remes. También el principal negociador del texto, Alfredo Atanasof.
Volanta, título y bajada: La reforma laboral: el comportamiento de la bancada justicialista/ Un bloque ya sin rasgos de disciplina/ Al final, el PJ votó en contra del proyecto sólo para no mostrar sus propias fisuras /
Fuente: Clarín, 25/2/00