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ODÍN FLEITAS, POESÍA Y SONRISA

Odín Fleitas, nacido en Goya, Corrientes, en 1914 y fallecido en Buenos Aires, en 1987, dejó en quienes lo conocieron y trataron un recuerdo inolvidable igual que su inalterable alegría en aquella compartida redacción del diario Clarín. Aquí una semblanza de  su obra, coronada al final con una muestra de la clase de poeta que fue para siempre.

Henos aquí ante un gran olvidado poeta vitalista. Un autor cuyas obras son hoy inhallables en librerías y bibliotecas de Corrientes, a pesar de su indiscutible trascendencia.

De origen humilde, ejerció oficios diversos en su Goya natal, tales como canillita y mandadero. Su afición a las letras lo llevó a colaborar con diversos medios periodísticos de su ciudad natal, en donde culminó sus estudios primarios.

La escuela secundaria y la universidad —hizo hasta el cuarto año de abogacía— fueron cursados en Buenos Aires, donde residió buena parte de su vida.

Su nombre de pila evoca a uno de los dioses principales de la antigua mitología germana, y lo distingue claramente de entre cientos de apellidos homónimos.

Su literatura fue original y valiosa.

Ensayista, periodista y poeta, sus obras aparecen de manera discontinua. Alternó su tarea de hombre de prensa con la de diputados provincial por la UCR, autor de letras de chamamé, declamador y, sin cesar, autor de poemas inolvidables.

En Buenos Aires, organizó en 1962 un grupo de decidores de poesía que denominó “Pastores del Verso”.

Durante de dos décadas, en plazas porteñas, él y sus amigos recitaron al aire libre todo tipo de poesía, ganándose una fama de raro valor, que sólo culminó con su muerte.

Su obra conocida es la que sigue: Tú duermes, juventud (1937) y Vidal, el último mazorquero (1943), ensayos; Ráfaga de versos (1939, poesía); Diafanidad (1951, poesía); Versos de la luna negra (1951, poesía); Cinco líneas pálidas rompieron la muñeca (1959, poesía); Los fusiles del sueño (1959, poesía); Variaciones (1959, poesía); El gato y las tibiezas (1974, ensayo); A qué juegan los niños del mundo”(1980, ensayo); y Canto litoral indiano (1980, poesía).

Veamos algunos de sus poemas:

Mujeres por caballos
La historia comienza así:
Ruiz Díaz de Melgarejo desollaba doncellas
y Domingo de Irala para hacer su serrallo,
elegía las indias más jóvenes y bellas
para hacerlas cautivas a cambio de caballos.
La historia sigue así:
El hispano cambiaba caballos por mujeres.
¿Quién era el que ganaba? ¿Hubo en el canje usura?
El blanco recibía lujurias y placeres
y el indio aquel prodigio de la cabalgadura.
No esperes Melgarejo hacernos tus vasallos
ni imponer tus blasones tan bravo como eres,
mejor que tú convencen al indio tus caballos
mientras te quita el sueño pensar en sus mujeres.
Yo vengo de una india que fue vendida así
y dentro tus ciudades por traicionar batallo.
Soy el hijo de una doncella guaraní tasada
por los hombres de Irala en un caballo.
La historia termina así:
¿Quién era el que ganaba?
¿Quién era el que perdía?
¿Quién era el que compraba?
¿Quién era el que vendía?
Ni en España ni América se sabe todavía
quién era el que ganaba, quién era el que perdía.
Y comenzó Amerindia a tener yeguarizos
y en el fuerte nacía la raza de mestizos.
(De su libro Canto Litoral Indiano, 1980).
El agua suelta pájaros
El agua suelta pájaros. El viento bate peces,
sonámbula flotando su antigua vestidura.
Y sin pensar girando la ronda de los meses
con cada vez más nunca la fruta que madura.
¿De qué grupo sanguíneo vienes a la deriva
andando por el cable torcido de los ríos?
Te hundes y es lo mismo. Naufragas para arriba,
(el cielo con yuyales de estrellas, tan baldío).
El agua suelta pájaros, el viento bate peces
que anidan en el árbol de los escalofríos.
Dando vuelta la carne, mirando sus reveses
y haciéndole un bolsillo para los desvaríos.
Adónde nos llevaron los tornos del futuro.
Semejaste en la fiebre a todas las enfermas.
Cabalgan tus insomnios suicidios en bromuro
 y doce perros ladran tus cinco lunas yermas.
(De su libro Cinco líneas pálidas rompieron la muñeca, 1959)

Fuente: culturacorrientes.gov.ar