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CON BUGATTI, TODO FUE SIEMPRE DE GRAN RESPETO

Tenía 82 años y fue muy bien recordado  en un cable de Télam, en una nota sin firma en el diario en el que trabajó más de tres décadas y en La Nación. Tres referencias sobre el periodista y poeta Enrique Bugatti publicadas al final de esta sentida evocación, junto con  un cálido correo.

Por Armando Vidal

Enrique Bugatti murió a poco de morir su esposa y madre de sus hijos. Así acalló un tango que bullía en su interior y se esfumaron los detalles de tanta memoria en su larga trayectoria como periodista.

Fue un caballero y al mismo tiempo un compañero, un hombre de familia de cálida sonrisa y un hurgador de coincidencias posibles, que abrigaba y disuadía enconos. Parecía el producto de una Argentina ideal aunque a él lo hubiera tomado de pleno la patética división de la sociedad en tiempos de los dos primeros gobiernos peronistas.

Quien escribe estas líneas lo conoció en el momento en que parecía iniciarse otra historia. Fue en 1973. Bugatti, entonces, era el jefe de la sección Parlamentarias de Clarín, heredero en ese cometido del Chivo García Córdoba que provenía de los tiempos de Roberto Noble. Y el firmante era el más joven de un equipo que también integraban Jorge Gómez López, Federico Bedrune, Armando Lío Canaletti y Jorge Donoso.

La sala de Periodistas de Diputados tenía muchos exponentes de los años cincuenta, ninguno de los cuales se podía relacionar con las ideas peronistas y, menos aún, con algunos de sus procederes. Entre ellos, sin ser necesariamente como ellos, podía ubicarse a Bugatti, quien nunca exhibió sentimiento antiperonista alguno.

Simplemente no compartía.

Los setenta venían empujados por otras aguas bajo el mismo puente y, con tanto lastre de intolerancia total, un joven de la época podía apelar al recuerdo de las bombas, los bombardeos, los fusilamientos y las proscripciones del peronismo sufridas después del 55. Podía hacerlo en algún entrevero de opiniones en el salón comedor mientras tomaban café con leche con facturas de la confitería El Molino, en el comedor de la Cámara de diputados, todas atenciones de la casa. Podía hacerlo pero no con Bugatti.

Con él, no. No era un hombre de divisiones.

En ese tiempo (el 25 de mayo de 1973, había asumido Héctor J. Cámpora), Enrique venía de una experiencia asumida por un personal afecto con Arturo Mor Roig, quien había sido presidente de la Cámara diez años atrás. Fue al acompañarlo en calidad de jefe de prensa en el ministerio del Interior, en tiempos del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, e incluso había trabajado con el vocero de éste, Edgardo Sajón,  secuestrado y desaparecido en 1977.

Poca gracia le habrá hecho a Lanusse tener que ponerle la banda presidencial a Cámpora en la Casa de Gobierno pero lo hizo como correspondía, dejando abierto así un capítulo de corta tenida y serias consecuencias.

Por respeto y quizás porque no se dieron las circunstancias, ni antes ni después, el firmante habló a fondo con Bugatti de esa experiencia en el Gobierno y menos aún, después que en 1974 un comando montonero mató a un indefenso Mor Roig mientras comía en un restaurante de San Justo antes de retornar a su trabajo administrativo en una fábrica cercana.

Bugatti volvió al Congreso en 1973 con un libro de su autoría bajo bajo el brazo titulado Breve historia del Parlamento argentino, un trabajo en el que reflejó la importancia que para él tenía ese poder donde permaneció hasta el golpe de tres años más tarde, que no encontró al joven cronista porque desde hacía meses residía en Venezuela. Entre los méritos de ese aporte ineludible para conocer el Congreso están consignados los nombres de todos los periodistas acreditados.

Luego del golpe, prosiguió su tarea en la sala de Periodistas de la Casa de Gobierno donde condujo al equipo que también incluía a Gómez López.

En 1983, Bugatti rehusó retornar al Parlamento, motivo por el cual fue designado en el cargo que ocupaba quien ahora lo recuerda y quien siempre tuvo presente su nombre y su ejemplo.

Luego de su retiro de la profesión, carrera por la cual recibió distinciones y premios, Enrique dio rienda suelta a su pasión de poeta tanguero que lo llevó a componer una serie de piezas sobre grandes argentinos como Favaloro y Maradona, de lo cual dan mayores referencias los artículos que a continuación siguen.

A Bugatti le gustó mucho en su momento el abrazo de Perón y Balbín, con el que los dos veteranos dieron por superadas en 1972 diferencias que en otros años parecían irreconciliables.

Un tango que, con el adiós del querido Enrique, perdió a su mejor autor.


 Murió el periodista Enrique Bugatti

Fuente: Télam, 3/6/13.

El periodista, poeta y letrista de tango Enrique Bugatti falleció hoy en un sanatorio de la localidad bonaerense de Haedo, donde se encontraba internado. Bugatti, de 82 años, fue acreditado en Casa de Gobierno y el Congreso Nacional por el diario Clarín, además recibió el Premio a la Consagración al Periodismo otorgado por el Instituto Grafotécnico en 1990 y el Konex 1987, y fue colaborador de la agencia de noticias EFE.

Ocupó además la dirección General de Prensa de la Presidencia de la Nación durante el gobierno de facto del ex general Alejandro Lanusse.

Fue letrista en colaboración con Eladia Blázquez y Atilio Stampone de los tangos "La Rosada", "Milonga pal’presidente", "Cadícamo", "Del barrio del Mondongo" y "Mago Diego" y con Edmundo Rivero (hijo) escribió y grabó "El Cantor", un disco de lunfardo.

Fue también autor del libro Breve historia del Parlamento Argentino.

Sus restos son velados en la casa De Moura Hnos, ubicada en la calle Fasola 111, de la localidad de Haedo y mañana serán sepultado en el cementerio de la Chacarita.


Murió Enrique Bugatti, un periodista y poeta con buena estirpe tanguera

Estuvo acreditado en la Rosada. Y escribió letras de varios tangos.

Fuente: Clarín, 4/6/13

Como para hacerle honor a esa estirpe tanguera que también lo tuvo como protagonista, siempre se lo vio impecable. Y su figura fue un símbolo durante los muchos años que pasó en la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno, acreditado por Clarín.

Eran los tiempos en que el ruido de las máquinas de escribir Lexicon 80 competía con el de los teléfonos y las teletipos.

Pero Enrique Bugatti, que ayer murió a los 82 años en el sanatorio de Haedo donde estaba internado, jamás perdió la calma.

La procesión siempre fue por dentro. Los lectores conocieron sus crónicas escritas contra reloj.

Sin embargo Bugatti fue más que un periodista, porque su poesía le dio forma a muchos tangos a los que después amigos como Eladia Blázquez, Atilio Stampone y Edmundo Muni Rivero le pusieron música. Entre ellos figura “Cadícamo”, un tema que dedicó a ese gran poeta casi centenario al que frecuentó, junto a su amigo Roberto Di Sandro, en el café La Puerto Rico de la calle Alsina.

Allí, una imagen de Enrique Cadícamo aún evoca esos encuentros.

También están “Del barrio del mondongo” (homenaje a René Favaloro), “Diego” (por Maradona), “La Rosada” o la “Milonga pal’ Presidente”.

Esa pasión se mantuvo hasta hace unos días cuando escribió una poesía dedicada a al Papa Francisco. Ese tango todavía está inédito.

Además, fue autor del libro Breve historia del Parlamento Argentino, un tema que dominaba por el tiempo que pasó trabajando en la Sala de Periodistas del Congreso Nacional.

También, durante el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, ocupó durante un tiempo la Dirección General de Prensa de la Presidencia. A Clarín ingresó como cronista el 4 de enero de 1965 y estuvo hasta el 28 de febrero de 1997, cuando se jubiló con el cargo de Jefe de Sección.

De su vida personal se destaca su matrimonio con Cristina Beatriz Lasagna, con quien tuvieron dos hijos: Enrique Juan y Pedro Pablo.

En esa extensa trayectoria profesional recibió distintos reconocimientos, entre ellos el Premio a la Consagración al Periodismo otorgado por el Instituto Grafotécnico (1990) y el Konex (1987).

Pero seguramente el mayor premio estará en el recuerdo de sus amigos y sus lectores. Los restos de Enrique Bugatti fueron velados en Haedo, el mismo barrio en el que había nacido. Hoy serán inhumados en el Cementerio de Chacarita.


1931/2013 Enrique Bugatti

Fuente: La Nación, 5/6/13.

Por José Claudio Escribano

Apenas tres meses después del fallecimiento de su mujer, Cristina Bugatti, nuestra excepcional colaboradora por muchos años en temas de jardinería, se apagó ayer mientras dormía, en el domicilio de Haedo, la vida del periodista Enrique Bugatti. Habían compartido 56 años.

Si hay muertes por tristeza, seguramente ésta ha sido una de ellas.

A la ternura de Cristina, Enrique Bugatti sumaba la sensibilidad a flor de piel por la cual fue siempre considerado, tanto en el hogar como en los espacios de la vida pública del país que le tocó ocupar, un hombre ejemplar.

Así se lo apreciaba en este diario, en el que nunca trabajó, pero en el que se lo conocía y tenía en alta estima por el juicio coincidente de generaciones de cronistas políticos y parlamentarios de la Redacción.

Bugatti se desempeñó en las agencias Tel Press, Saporiti y EFE, y en las revistas Primera Plana, Mercado y Somos. Pero fue sobre todo por la cobertura informativa de la Cámara de Diputados de la Nación, primero, y de la Casa Rosada, después, en ambos casos para Clarín, que su personalidad adquirió relevancia.

Se había retirado en 1998.

Cuando Arturo Mor Roig se hizo cargo, en marzo de 1973, del Ministerio del Interior, convocó a Bugatti para que lo acompañara como jefe de Prensa. El periodista experimentado no pudo retacear su colaboración con quien había sido presidente de la Cámara baja y llamaba su atención admirativa por austeridad de conducta y disposición al sacrificio por el bien público.

Fue tal la eficacia con la que Bugatti ejerció aquel cargo que el presidente Alejandro A. Lanusse, disculpándose ante Mor Roig, lo designó, al lado de Edgardo Sajón, director nacional de Prensa.

El autor de Breve historia del Parlamento Argentino hizo múltiples contribuciones al historial de la música popular rioplatense.

Sus letras fueron interpretadas y musicalizadas, entre otros, por Eladia Blázquez, Atilio Stampone y Edmundo Rivero.

Escribió, casi en la despedida, una pieza que no llegó a escuchar: "Tango para Francisco", ofrenda al pontífice en cuya designación se renovó su fe religiosa. Deja dos hijos, dos nietas, dos bisnietos. Había nacido en Haedo el 16 de febrero de 1931.

Fue sepultado en el cementerio de la Chacarita.


 

Nota: El editor le agradece a su querido amigo Federico Bedrune la lectura y observaciones que hizo sobre la primera nota, razones de las correcciones realizadas y nuevos datos incorporados. Y añade ahora -varios días después- un correo del propio  Federico, rescatado tardíamente de una lista de mensajes no leídos que se escabulló, en el que hay que dimular el afecto compartido y prestar atención a su mirada sobre Bugatti.

Mensaje:

Querido Mandi:  Una nota excelente. La pincelada es exacta: Bugatti fue un compañero y un caballero. Así de redonda era su manera de ser entre los periodistas. Seguramente también entre todas sus relaciones, pero nosotros, los de trato diario con él, así lo recordaremos, con gran afecto. Es asimismo verdad que podía uno enredarse en fuertes discusiones políticas con quienquiera que fuese; pero llevado el mismo asunto al disenso con Enrique, el tono bajaba, la conversación se hacía fluida, el análisis predominaba, y era un gusto mantener cada uno su opinión sin irritar al otro, sin incomodarlo. Enrique era un caballero, efectivamente. Valía la pena convivir con él en un trabajo. Y, para completar este aplauso que te dedico por la nota motivada por su muerte, debo decirte que me pareció un conmovedor e inédito giro el que te llevó a imaginar el histórico abrazo de Perón y Balbín como otro tango que Enrique podía haber escrito antes de dejarnos con las ganas.
Federico.

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