A+ A A-

WIKILEAKS Y TRES DIARIOS ARGENTINOS

Como las cámaras ocultas para la televisión, la revelación de datos reservados como se ocupó WikiLeaks de hacerlo con comunicaciones internas del Departamento de Estado norteamericano generó una atracción para los medios escritos que algunos disimularon, como el caso de Clarín y otros procuraron explotar, según sus difentes puntos de mira ideológicos de la realidad, como hicieron La Nación y Página 12. De eso trata este interesante nforme de DsD, una materia de particular consumo para periodistas.

A fines del año pasado (2010) el sitio WikiLeaks sacudió al periodismo mundial con la revelación, a través de cinco grandes diarios de diversos países, de cables confidenciales del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Tanto la organización como su fundador, Julian Assange, saltaron a la fama mundial gracias a la difusión de la información confidencial que hicieron El País (España), Le Monde (Francia), The Guardian (Inglaterra), The New York Times (EE.UU.) y la revista alemana Der Spiegel.

Los pormenores de la difusión de esos cables y la edición que hicieron los diarios extranjeros que habían firmado el acuerdo, generó todo tipo de análisis sobre los medios, el periodismo, los secretos de Estado y demás temáticas que rodearon el caso.

Entre los cables difundidos hubo varios referidos a la Argentina, la mayoría de ellos publicados por el diario El País de España, aunque también incluyó algunos Le Monde de Francia.

En esa primera etapa de difusión los cables golpearon sobre el Gobierno nacional, con casos de “corrupción”, o de un posible doble discurso ante Estados Unidos sobre la relación de la Casa Rosada con el presidente venezolano Hugo Chávez.

En aquel momento el gran interrogante en las redacciones era por qué los diarios argentinos debían estar a la espera de lo que publicaran los extranjeros sobre el país en lugar de intentar acceder a ellos.

El diario El País, en aquellos días, le marcó la agenda a los diarios porteños.

Luego el caso fue poco a poco “apagándose”, corriéndose a las páginas interiores de los diarios y saliendo de la agenda mediática.

* Entra Página

El domingo 20 de febrero Página sorprendió con una tapa sobre frases de Eduardo Duhalde dichas en la embajada de Estados Unidos. El diario comentó en una nota adjunta que había firmado un acuerdo con WikiLeaks. El periodista que viajó a Londres a hacer el convenio fue el jefe de la sección Internacionales, Santiago O´Donnell, quien fue recibido por el propio Assange, tal como lo contó posteriormente en una extensa crónica.

Página fue difundiendo cables reservados que impactaron contra adversarios del Gobierno: Duhalde, Mauricio Macri, las empresas Monsanto y Cargill, y hasta una crítica de un embajador de Estados Unidos a la edición que hizo Clarín de una frase.

Cuando explotó a nivel internacional la difusión de cables de WikiLeaks, los principales columnistas del Página minimizaron las revelaciones que contenían los informes clasificados. Por eso, cuando el matutino comenzó a jerarquizar los contenidos de que publicaba provenientes de la organización de Assange, Diario sobre Diarios observó un giro en Página (sección Actualidad).

Página dedicó una sección de su sitio en donde volcó todas las notas producidas en base a cables de WikiLeaks.

* Entra La Nación

Al poco tiempo, el día 13 de marzo, el que sorprendió fue La Nación, al editar en su portada una nota en base a cables de WikiLeaks que afirmaba que la Presidenta “quería una relación más estrecha con los Estados Unidos”.

En esa edición, el periodista Hugo Alconada Mon se encargó de contarles a los lectores que también viajó a Londres para firmar un acuerdo con la organización para la difusión de la información confidencial. Así fue como La Nación comenzó la publicación de cables.

Como ocurrió en el origen del caso, las notas del matutino apuntaron contra el Gobierno nacional o contra sus aliados, como Hugo Moyano. Al igual que Página, en el contrato firmado por La Nación, el diario asumía el compromiso de subir completo a la web el cable original, de donde extrajo la información para sus notas. Y hoy se especula con que ambos matutinos, cuando terminen de publicar informes, pondrán en los respectivos sitios, todos los cables recibidos de parte de WikiLeaks. Y también La Nación dedicó un espacio de su sitio para publicar todas las notas basadas en los cables confidenciales.

Así, por medio de los vínculos a las secciones web de La Nación y Página con el material de WikiLeaks, los lectores podrán leer las coberturas de ambos matutinos, compararlas y sacar conclusiones. O al menos informarse de manera completa.

* Clarín se quedó afuera

Un interrogante que recorrió las redacciones una vez que dos diarios argentinos accedieron a los cables de WikiLeaks fue por qué Clarín no participó de la difusión.

“Nadie los fue a buscar” admite resignado un periodista del matutino consultado por DsD.

Otro colega aseguró que WikiLeaks, cuando comenzó a ceder los cables a los diarios de Latinoamérica eligió en cada país a un diario “de izquierda” y otro “de derecha” en un intento de mostrar pluralismo en el acceso a esos datos clasificados. En ese contexto, Clarín no habría sido fácil de encuadrar políticamente para WikiLeaks, según la fuente.

Otra versión que le comentaron a DsD dos editores, uno de Clarín y otro de La Nación, es más inquietante para el diario de la viuda de Noble. Afirma que la organización de Assange tenía información sobre el enfrentamiento entre el Grupo y el Gobierno y decidió que sus cables no formen parte de esa pulseada.

* Las paradojas de la cobertura

Una curiosidad del tratamiento informativo de los matutinos es que ambos periodistas accedieron a la misma base de datos de “más de 2.500 cables” y con esa información, cada matutino editó las notas relacionadas con su posicionamiento editorial. Para decirlo más claro: Página/12 evitó publicar los cables adversos al Gobierno nacional y La Nación evitó los que golpearon sobre opositores al kirchnerismo. Con una curiosidad adicional. Página y La Nación actuaron en forma simétrica: ninguno “levantó” las revelaciones del otro.

Y para cerrar el círculo de paradojas, Clarín no se hizo eco de la información brindada por sus colegas. Hubo dos excepciones: La Nación levantó un cable de su colega fue cuando Macri se refirió públicamente a lo publicado sobre él. Y Clarín sólo se hizo eco de un cable adverso hacia Amado Boudou.

En una primera mirada, desde el punto de vista editorial, la situación no tendría nada de anómalo dado que es natural que los medios de comunicación editen la información en el marco de su posicionamiento. Ocurre a diario, por ejemplo, con los indicadores económicos. Con la misma cifra, los matutinos construyen distintos títulos y así, ante una eventual difusión de un índice de desempleo uno puede editar que “bajó” si la compara con el mes pasado o “subió” si la contrasta con el mismo mes del año anterior.

De ese modo se puede construir una noticia positiva o negativa hacia el Gobierno nacional sin falsear los datos. En este caso, es más llamativo porque ambos diarios tuvieron el mismo volumen de información, pero no la editaron desde distintos enfoques. Directamente, editaron algunos ejes y omitieron otros en forma “cruzada”.

El perjuicio, en todo caso, fue para los lectores, que –para conocer ambos costados de la información- debieron recurrir al menos a dos diarios. Los de Clarín, por ejemplo, debieron además leer Página y La Nación; es decir, tres matutinos, para conocer de manera más completa los cables desclasificados.

* Los periodistas

WikiLeaks no cedió sus cables a empresas periodísticas, ni a directores de medios ni a analistas políticos. En el caso de la Argentina, fueron dos periodistas los convocados por la organización para hacerse del material, tal como ellos lo contaron en sus respectivas notas.

Y fueron ellos quienes firmaron los contratos en nombre del diario.

Los hombres de Assange tampoco eligieron a los periodistas al azar. Tanto O´Donnell como Alconada Mon no son los cabales representantes de la “cultura” de las redacciones en las que trabajan.

Sólo por dar un ejemplo, no hubiera sido lo mismo si los cables se los cedían a Horacio Verbitsky y Joaquín Morales Solá.

O´Donnell y Alconada Mon tienen además antecedentes en la investigación periodística. Por citar sus más destacados trabajos, se puede recordar la revelación de O´Donnell (cuando trabajaba en La Nación) sobre las pesquisas de la DEA en torno al fallecido empresario Alfredo Yabrán.

En el caso de Alconada Mon, aún resuenan los ecos de su investigación del caso Antonini Wilson, que culminó en el libro “Los secretos de la valija”.

* Sus opiniones

Diario sobre Diarios le envió a O´Donnell y a Alconada Mon dos preguntas por correo sobre el caso WikiLeaks para conocer sus miradas en torno tanto a la información por ellos procesada, como por la edición que hicieron los diarios en los que trabajan. Ambos aceptaron gentilmente responderlas. Y a continuación se presentan.

1) ¿Cómo evalúa usted como periodista la edición que hicieron los dos diarios argentinos de los cables de WikiLeaks, básicamente el hecho de que de la misma información cada matutino haya seleccionado en forma tan disímil cuales publicar y cuales no?

O´Donnell: “Es evidente que los dos diarios presentaron, a partir de la multiplicidad de los cables, dos relatos distintos sobre lo que pasaba en la embajada y como se proyectaba en la Argentina. Otros cables seguramente cuentan otras historias que forman otros relatos que no aparecen ni en Página 12 ni en La Nación. Esto no pasa solamente en la Argentina. Cuando WikiLeaks sacó los partes de guerra de Afganistán, The Guardian hizo eje en el falso conteo de víctimas civiles y los abusos no informados, mientras para el New York Times la historia más importante, lejos, fue el doble juego de Pakistán. Yo creo que los dos relatos que conocimos, tanto el de La Nación como el de Página, son valiosos porque aportan información inédita e historias interesantes.. Si me dan a elegir, prefiero el relato de Página, por una cuestión de afinidad y de amor propio, más allá del respeto que me inspira el trabajo y la trayectoria de Hugo Alconada Mon, con quien tuve el gusto de compartir redacción. Pero claro que me hubiese gustado hacer una cobertura más amplia, con relatos que engloben la mayor cantidad de información posible, acepto la crítica implícita en tu pregunta”.

Alconada Mon: “Evalúo las ediciones como el resultado natural de apreciaciones valorativas distintas sobre lo que es noticioso, nada más. A eso se suma, también y al menos en parte, en que Página 12 comenzó a publicar antes que La Nación y, por lo tanto, nos ‘sopló’ algunas revelaciones, a lo que también hay que añadir que las primeras revelaciones sobre la Argentina fueron hechas por el diario El País de España (y los otro 4 medios que primero tuvieron acceso a los cables) desde noviembre pasado. Hay ciertos temas que, por tanto, están (o parecen a primera vista estar) agotados. Claro que la búsqueda entre los miles de cables aún continúa y aún puede ser que lo más importante continúe allí, por encontrar”.

2) ¿Qué nivel de decisión tiene el periodista a la hora de decidir sobre qué cables se escribe?

O´Donnell: “En mi caso nadie me obliga a escribir o firmar lo que no quiero y encima me pagan un sueldo para hacerlo en un diario prestigioso y progresista como Pagina 12. Lo demás forma parte de la delicada y sutil pero a la vez compleja negociación que ocurre durante cualquier proceso de edición”.

 Alconada Mon: “Elevado. El trabajo de selección de material es inherente a cada periodista. Es una cuestión de evaluación periodística, de apreciación valorativa. Se lo planteo con un ejemplo extremo: ¿Qué es más importante: el Presidente de un país o un concejal de un pueblo perdido a la hora de concentrar esfuerzos de búsqueda e investigación? ¿Y cuando ya no se trata de una opción tan extrema y se trata de optar porque el tiempo y los recursos son escasos? Esa apreciación valorativa llevó, en nuestro caso, a trazar una lista de temas para buscar que se amplió y modificó con el correr de los días y, también, de las publicaciones de Página 12, que publicó lo de interés, por ejemplo, sobre Mauricio Macri. A la vista de los cables que encontré (hasta ahora), Página 12 parece haber publicado lo más relevante sobre el jefe de gobierno porteño, con lo que no parece haber (al menos por lo que encontré hasta ahora) mucho más noticioso sobre él”.

* A modo de conclusión

La polarización de la agenda mediática dejó en los últimos meses varias inquietudes con respecto a la calidad de la información que les llega a los lectores de diarios. Lo que hace años era lo habitual (cierto sesgo en los enfoques de cada diario) ahora se profundizó a niveles extremos, como que en un diario la noticia es tapa y en otro ni se menciona.

Para dar un ejemplo contundente.

El día posterior al “bloqueo” a Clarín, éste diario y La Nación lo editaron en el título principal de tapa. Página y El Cronista lo consignaron en títulos secundarios y le cedieron notas en las páginas interiores. Ámbito Financiero lo omitió por completo. Ni una línea.

En el caso de WikiLeaks ocurrió algo similar: una parte de la información en un diario, otra parte en otro.

De todas formas, en términos generales el balance es positivo: la información, pese a estar en distintos medios, se pudo conocer (y todavía se seguirán difundiendo más cables). Pero habría que pensar qué hubiera ocurrido si sólo uno de los matutinos (no importa cual) hubiera accedido a los cables. La desinformación hubiera sido el signo de la cobertura.

Para finalizar, una opinión del maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), Javier Darío Restrepo, a cargo del “Consultorio ético” de la organización.

Un periodista argentino, Rosendo Elías Anguita, le preguntó “¿Cuáles son las implicaciones éticas del uso de la información de WikiLeaks?”.

A lo que Restrepo respondió: “Hay una implicación ética inicial: la de la responsabilidad con la que el periodista debe decidir qué publicar y qué no dar a conocer. No se trata de un acto caprichoso en que el periodista puede obrar guiado por su gusto personal, o por sus propios intereses. Tal como lo han manifestado los directores de los periódicos seleccionados por WikiLeaks para recibir su material, el medio debe decidir qué es de interés público y, por tanto, qué debe publicarse. El núcleo ético de esa decisión -siguió- es el deber de seleccionar y orientar toda información hacia el bien público. Otra implicación ética tiene que ver con el compromiso del periodista de entregar a sus receptores la verdad más completa posible. Lejos de la idea del periodista intermediario, que se limita a transcribir los cables, está la realidad que se está viendo en los que reciben WikiLeaks que, antes de publicar, comprueban, contextualizan, examinan antecedentes, se explican y explican y miden las consecuencias que generarán los hechos y su publicación. WikiLeaks es una fuente -remarcó- y, en consecuencia, genera los deberes éticos y técnicos que resultan de un correcto manejo de las fuentes. El periodista -dijo- debe garantizar que su material no llegará a los receptores con la contaminación de un interés personal o empresarial, o institucional, ni viciado por la falta de idoneidad de la fuente. Otra implicación ética: la independencia para decidir, no con la decisión querida por los gobiernos, sino -subrayó- para servicio de toda la sociedad, que tiene el derecho a conocer. Son, como se ve, las mismas implicaciones éticas de cualquier acto periodístico; solo que aquí aparecen amplificadas”.

Presentación: La cobertura de Página y La Nación sobre los cables confidenciales. El color del WikiLeaks con que se mira. Cómo llegó la información de la organización de Julian Assange a los lectores. Las diferencias a la hora de seleccionar de Página/12 y La Nación. El rol pasivo de Clarín. Santiago O´Donnell y Hugo Alconada Mon, los encargados de descifrar los datos confidenciales. Qué opinión tienen de la cobertura. Un análisis de caso: el capítulo argentino de WikiLeaks.

Fuente Diarisobrediarios, Zona Dura: 7/4/11.