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DICEN QUE HAY QUE ABRIR LOS DIARIOS

Ex jefe de Redacción de Clarín, exigente editor, chico educado en un colegio inglés de Lomas de Zamora, peronista de joven y siempre un hombre de vanguardia, el autor  propone aquí abrir los diarios a la gente. Y toma la experiencia que está haciendo The Guardian, adelantando incluso, sus noticias.

Por Roberto Guareschi

Las redes sociales se están constituyendo en la trama de Internet. Allí nos conectamos con otros, hacemos amigos, conseguimos trabajo, recomendamos y nos recomiendan noticias que necesitamos para vivir; consumimos y elaboramos contenidos de todo tipo.

Son una plaza, un ámbito de trabajo, una herramienta social y política, un espacio de ocio y disfrute. Y, es cierto, también un lugar con peligros, igual que los espacios materiales.

Las redes sociales son la actividad a la que más tiempo se le dedica en el mundo on line; más que la mensajería instantánea; más aún que los correos electrónicos.

Dos actividades que las redes sociales están engullendo.

Los argentinos estamos instaladísimos en esta cultura.

Pasamos un promedio de 25 horas mensuales on line, más que los otros latinoamericanos y más que la media mundial. Somos el tercer país del mundo en horas empleadas en redes sociales (8,4 promedio por mes), después de Israel (10,7) y de Rusia (10,3). Estados Unidos está en el 13º puesto.

También tenemos un lugar prominente en el periodismo.

El 65,8% de nuestros internautas usan la red para informarse y también superan, en este rubro, a los otros latinoamericanos y a la media mundial.

Por eso, una publicación periodística, Clarín.com, es el sitio argentino número dos en visitantes únicos, sólo superado por Taringa! y por sitios extranjeros. Es algo muy inusual en el mundo.

Es una pena que no contemos con estudios actuales y confiables que nos permitan ir más allá.

¿Qué lugar ocupa Internet en nuestra dieta informativa?

Posiblemente sea tan alto como el que tiene en Estados Unidos donde ya pasó a los diarios de papel (gracias al peso que tienen los jóvenes de 18 a 29 años) y sólo es superado por la televisión.

Estos datos hablan bien de nosotros.

Podríamos confirmar que somos gregarios y curiosos, abiertos a lo nuevo, rápidos para aprender.

Creo, sin embargo, que los medios periodísticos no están aprovechando todo el potencial que tenemos en el uso de las tecnologías y en la calidad de nuestros lectores/consumidores, si bien es cierto que este tipo de carencias abundan en todo el mundo.

Un testimonio de esto es que las redes sociales –Facebook y Twitter, sobre todo– son usadas por nuestros medios periodísticos on line más como una herramienta de promoción que como un ámbito de participación: difunden a través de ellas lo que han publicado, con la esperanza de que sea propalado por la gente. Buscan interesarnos para que interesemos a otros. Intentan reproducir “in vitro“ lo que a veces ocurre sin plan alguno.

Pocas veces lo logran, seguramente porque la mejor recomendación es la que nos llega a través de nuestros pares y no la de instituciones poderosas, los diarios tradicionales; y porque estos medios no se deciden aún a involucrar a sus usuarios de la Web como parte de su operación periodística.

Acá me imagino a periodistas tradicionales riendo o enojándose por lo que digo. Pero vean esto. Una venerable institución como el británico The Guardian está haciendo un esfuerzo para abrir el diario on line ¡y en papel! a sus lectores/usuarios. Publica en un blog un sumario bien organizado de noticias que cubrirá en el día y en días posteriores para que la gente pueda sugerir enfoques y aportar datos; también proponer otros temas.

The Guardian puede pedir ayuda para una investigación en curso.

Son iniciativas que hemos propuesto muchas veces.

Los sumarios, que se enuncian y debaten en las reuniones de editores, siempre han sido considerados la potencia del diario; violar ese secreto es un acto de deslealtad profesional.

Por eso difundirlos, aunque sea parcialmente, es una acción audaz.

La apertura de The Guardian no es completa: no revela sus primicias. Tampoco renuncia a su responsabilidad periodística ni a su política editorial, tan valoradas; decenas de periodistas estudian y seleccionan los aportes que serán utilizados.

Pero nada de eso reduce su mérito porque así les permite a sus compeditores tener cierta idea de lo que el diario está preparando para el día (on line) y para el día siguiente (papel).

Es un compromiso entre abrir y cerrar. Una búsqueda.

El experimento puede ser cancelado pero ya habrá marcado un hito.

Creo que es digno de que los lectores y periodistas que puedan leer en inglés lo sigan con atención (googleen guardian open newslist).

Es uno de los caminos por los que avanza un periodismo nuevo, posterior al tradicional y en muchos sentidos superador. Es un camino sin retorno.

Seguro habrá medios que no querrán participación alguna de sus usuarios y eso los distinguirá y les dará valor.

Pero también habrá muchos más, creo, que no podrán sostenerse así porque Internet crea, con la potencia de las redes sociales, una cultura cada vez más participativa que se va extendiendo a muchas de las actividades humanas.

Por eso creo que la mayoría de la gente querrá entrar a los diarios.

Fuente: www.robertoguareschi.com