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SI PRESCINDE DE LA LEY ES, OBVIO, PRESCINDENTE
El Prescindente Mauricio Macri hace de todo para prescindir de la ley y no necesita acudir a ella para promover la felicidad de los agrogarcas. Esta era tiene notorios puntos de contacto con el pos-55. Como con la "Libertadora", es notable el esfuerzo por declarar inexistente el pasado político.
Por Vicente Muleiro (* )
Macri se apresuró a anunciar que vetaría la ley antidespidos que se peloteaba en el Congreso. En paralelo maniobró políticamente para tratar de reducir el costo político. Pero vetar es lo que quiso hacer el capitán, vetar es lo que más le gusta sin que en el medio se meta, ay, la vieja política.
El recurso del veto está casi en los márgenes del funcionamiento democrático pues implica suprimir uno de sus escenarios más plurales y representativos como es el Parlamento.
Es obvio que esta Secta de Ceos preferiría una República fuertemente presidencial y decorativamente parlamentaria.
Gabriela Michetti se encargó de demostrarlo reteniendo en sus cajones la media sanción del Senado a favor de la ley antidespidos. Se trató de una dilación vergonzosa pero muy ejemplificadora: exhibió sin pudor la inconfesable tentación amarilla de suprimir lo que pueda suceder bajo la cúpula del Congreso si el camino es insubordinarse –después de todo- muy suavemente al Ejecutivo.
Ya lo apuntó Georgio Agamben: la voracidad capitalista no reconoce ley alguna, se las entiende mucho mejor con un continuado estado de excepción que, paradójicamente, se convierte en regla.
Y a todas luces, lo que busca el Prescindente es prescindir de la ley. Suprimir el pasado. Entre los que editan los diarios de Yrigoyen escritos hoy para la Secta de los Ceos –que encima ellos no leen, los asesores de prensa de este Gobierno de Destrucción Nacional se sienten muy frustrados y bastante al pedo- hay un tremendo esfuerzo por borrar la existencia del pasado.
Después de contar con asombro y amargura las cifras de las movilizaciones populares escriben de mil maneras la misma pregunta: “Pero… ¿es que todavía hay kirchneristas? ¿es que aún existe eso del peronismo? ¿cómo puede ser?”.
En ese sentido esta época se parece mucho a la Libertadora, cuando en 1956 el dúo dinámico Aramburu-Rojas dictó el decreto 4161 que prohibió nombrar a Perón, a Eva, cantar la marchita, escribir sus nombres en la prensa salvo que se usaran eufemismos delicados como “el tirano depuesto” a la manera que hoy se acude a “ella” o a “la yegua”.
Que el amarillaje macrista quiere suprimir el futuro es algo que cada día queda más claro. Pero el intento de suprimir el pasado es una tarea mucho más ardua, como salir a bailar por un sueño para que dejen de existir las pesadillas. La felicidad jajajajá.
Mauri, el Prescindente, es un capo de la simplificación y en lugar de hablar desde la densidad y la complejidad de la política, tira frases que encajan muy bien a la hora del té entre señoras gordas tipo Landrú.
“Si fuera cuestión de leyes, sacamos una ley que diga que todos somos felices”, dijo. Sin embargo, la serie de la felicidad integra su pobre batería lingüística, fue promesa electoral junto a su dicharachera, y hasta aquí incumplida, revolución de la alegría.
Aunque el vocablo felicidad figure en algunas constituciones de Occidente –como en la de Estados Unidos- no se trata de una palabra central del léxico político que prefiere más los pares bien/mal, justo/injusto.
Pero el Prescindente se ha mostrado expeditivo para promover sonoros jolgorios: en un santiamén y a decretazo puro le pasó a los agrogarcas una parva de dólares.
Días atrás, con una resolución del Banco Central, vía termineitor Sturzzeneger, habilitó a comprar cinco millones de dólares por mes para facilitar la siempre festiva fuga de capitales.
Oiga Prescindente: No habrá legislado la felicidad pero hay gente que se (nos) recaga de risa.
(*) Periodista, escritor y poeta. Autor de El Dictador. La historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla (en co-autoría con María Seoane) , Los garcas. Una tipología nacional y Los Monstruos, ambos escritos junto a Hugo Muleiro.
Nota: El texto de la presentación del artículo en esta página también pertenece a Muleiro. Está encabezado con la definición de una palabra en el diccionario que no se pudo publicar en el lugar que correspondía por el rígido formato de la diagramación. Dice: Postemila. 1. Absceso que supura. 2. Punta visible de un tumor.
Fuente: para La Tecl@ Eñe