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PRIMER LIBRO SOBRE LA CLASE TRABAJADORA

En 1898, un trabajador escribió un libro sobre la clase obrera. Fue el socialista Adrián Patroni, a quien el historiador Víctor García Costa pone al nivel de Juan B. Justo, fundador del partido. Una obra seria en clara confrontación con la clase gobernante de la llamada Generación del 80.

Por Carlos Miguel Herrera

Quienes atesoraban (...) la edición de CEAL del libro de Adrián Patroni, Los Trabajadores en la Argentina, que publicara Víctor García Costa en 1990, tienen motivos para alegrarse; ni hablar de aquellos que no tenían (...) los dos tomitos negros. Unos y otros cuentan con una nueva edición.

Es la publicada por la editorial Docencia, en el marco de la edición de Obras selectas de García Costa. La reimpresión de la obra de Patroni, ahora en facsímil, se enriquece además por otros motivos.

El compilador ha agregado una serie de anexos que facilitan al investigador el estudio del libro, donde destaca, en particular, la lista de artículos publicados en La Vanguardia entre 1894 y 1905.

Y la introducción de García Costa se ha enriquecido de muchas páginas y no pocos datos, consolidándose como la monografía de referencia sobre Patroni.

En efecto, si se sacan las inevitables informaciones de Jacinto Oddone en su historia del socialismo, y el reportaje que publicara Dardo Cúneo en La Vanguardia de junio de 1946 con motivo de su reingreso al Partido Socialista, poco se sabía de Patroni antes de la cuidada investigación encarada por García Costa hace más de treinta años.

Y justamente, Patroni es un actor central de los primeros años del socialismo argentino, desde su ingreso, en 1893, hasta un paulatino y silencioso alejamiento de la actividad militante que comienza una década más tarde, alentado ante todo por lo que parecen ser circunstancias personales (la muerte sucesiva de sus seres queridos, el desgaste de una activísima década como militante, una situación financiera frágil, etc.).

García Costa no duda en parangonarlo con Juan B. Justo, siendo Patroni en lo que respecta a la cara organizativa del PS lo que el fundador de La Vanguardia fuera en el plano teórico (p. 131).

En todo caso, en las páginas de García Costa, Patroni emerge como un propagandista incansable, trajinando esquinas y locales partidarios, recorriendo pueblos del interior.

Si su labor de orador y conferencista es notable, no es menor su quehacer con la pluma, escribiendo en periódicos que él mismo crea, o publicando folletos, sin hablar del órgano partidario, del que es redactor.

No duda incluso en desarrollar el ideario socialista a través de la ficción, con cortas piezas teatrales, actuadas a menudo por niños, incluyendo su propia hija.

Tanto desvelo lo transforma, en esos años de finales del siglo XIX, en el blanco preferido de la crítica de los anarquistas, y luego de los católicos. De manera natural, Patroni integra la legendaria primera lista de candidatos socialistas en la elección de 1896, repitiendo su infructuosa candidatura en años sucesivos, incluso cuando se ha producido ya su alejamiento partidario.

Su nombre se halla también entre los precursores del cooperativismo socialista, fundando en 1898, junto a Juan B. Justo, una primera cooperativa de consumos.

Pero su papel en la incipiente organización del movimiento obrero es aún más importante.

Pintor de oficio, Patroni toma parte activa en la organización de las secciones gremiales, no sólo de su oficio, llegando a integrar la conducción de la UGT. Es también un actor de la protesta social que va a sucederse en esos años en forma de huelgas y reclamos.

No es difícil imaginar que, sin su temprano alejamiento del PS, Patroni habría alcanzado en el panteón socialista el rango de un Nicolás Repetto o de un Enrique Dickmann.

En todo caso, la pluma ágil de García Costa permite rescatar su figura, reconstruyendo su trayectoria socialista casi a diario, con una erudición que permite corregir más de un error de la literatura existente, incluso de matriz universitaria.

Reconocido en su tiempo por el joven Alfredo Palacios en su tesis, Los trabajadores en la Argentina, publicado en 1898, aparece como una obra original por más de una razón.

Primero, por el hecho de tratarse del primer libro que analiza la situación de la clase obrera en nuestro país.

Pero, además, por tratarse de la obra de un trabajador autodidacta, que había ejercido un oficio manual hasta hacía poco tiempo.

Si el punto de vista adoptado es el de un socialista, su autor no renuncia a la objetividad de la descripción, como dan cuenta los numerosos cuadros estadísticos que ilustran su análisis, con los que se busca “contestar con cifras” a las denuncias e insultos de la prensa burguesa.

No por nada Justo afirmaba en 1894 que el “método científico es el método socialista”, yendo hasta afirmar, un poco más tarde, que el socialismo era la apoteosis de la ciencia.

La perspectiva sociológica de Patroni se inscribe claramente en ese ideario del socialismo.

En ese sentido, el libro no carece de ambición y se propone como una contrapropaganda al discurso de los gobiernos de la Generación del ’80 –esos “gobiernos de clase” como los denuncia su autor–, que presentan a la Argentina como tierra de promisión desde su departamento de inmigración.

De hecho, la comparación de la situación argentina con los Estados Unidos le resulta esclarecedora para su fin.

Patroni pasa revista a la situación de los diferentes oficios en Buenos Aires –aunque no faltan algunos pantallazos sobre el Litoral o las provincias del Norte y de Cuyo–, desde los albañiles a los mecánicos, de los gráficos, a los sastres, sin olvidar zapateros, torneros, panaderos, dependientes y hasta vigilantes, entre otras categorías, detallando en cada apartado el número de sus integrantes, el nivel de salarios y la situación laboral.

Pero lo que más le interesa demostrar, siempre con la ayuda de la estadística, es la relación, claramente desfasada, entre los salarios obreros y el costo de la vida, deteniéndose con atención en el peso de los impuestos al consumo.

En su afán de objetividad, Patroni no duda en transcribir datos o artículos de la prensa burguesa.

Explicadas las causas, la huelga aparece entonces como “un derecho natural”. Al mismo tiempo, en buen socialista reformista, Patroni reduce su valor al de un “método atrasado para obtener mejorías”, juzgándola incluso “mucho más perjudicial para el obrero que para los patrones”.

Probada así, casi diríamos científicamente, la existencia de la cuestión social en la Argentina, queda por organizarse en partido de clase, invitando, de manera más bien implícita, los trabajadores a la acción política.

En resumidas cuentas, con este volumen, el lector tendrá dos libros en sus manos, la obra histórica de Adrián Patroni, y su cuidada biografía por Víctor García Costa.

Ambos son indispensables.

Título: Actualidad de un texto histórico

Fuente: www.revistasocialista.com.ar