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RECUERDOS DE MUERTE CON LA YERBA MISIONERA

El campo es una historia en si misma con un protagonista sobre el que siempre se habla poco, el peón rural, y que hace casi setenta años se procuró proteger. Aquí, una mirada profunda de un maestro sobre los yerbales misioneros y sus prisioneros de la tierra.

Por Héctor H. Dalmau (*)

Selva... noche...luna...pena en el yerbal, el silencio vibra en la soledad y al latir del monte quiebra la quietud, con el canto triste del pobre Mensú. Yerba..verde...yerba..en tu inmensidad, quisiera perderme, para descansar y en tus hojas frescas encontrar la miel, que mitigue el surco del látigo cruel.

Así con la simpleza de los sabios Ramón Ayala (El Mensú misionero) le canta al sufrido hombre de los yerbales, que dejara su vida en ellos después de largos sufrimientos.

La yerba mate (Ilex paraguariensis), ese elixir del cual argentinos, paraguayos, brasileños y uruguayos fundamentalmente, no se pueden separar, tiene una historia.

Ella, que junto con el charque fuera el alimento principal de las tropas libertarias,  montadas en los caballitos criollos,  inmortalizados en versos de Belisario Roldán, galope corto, aliento largo e instinto fiel, trepados en Los Andes, camino al Perú.

Ella, la yerba mate, que fue parte de la liberación, fue luego causal de la explotación salvaje del hombre por el hombre.

“Neike...neike*...(1) el grito del campanga va resonando, neike...neike...fantasmas de la noche que no acabó. Noche mala que camina hacia el alba de la esperanza día bueno que forjarán los hombres de corazón.

Quiénes, cuándo, dónde  esos hombres transformaron aquellos métodos de inhumana explotación en un sistema en el que aquel mensú de los cuentos de Horacio Quiroga pasó a llamarse  tarefero y gracias a la protección de sus sindicatos, hoy han dejado aquellas noches de padecimientos para buscar  ese todavía soñado alba de la esperanza.

Muchos apellidos a los cuales el dinero transformara en ilustres, tan ilustres que encontraron mil formas de ser homenajeados, han participado de esa metodología aberrante, que  desde el descubrimiento de los yerbales naturales ya conocidos por los jesuitas, lograrona vidas  rococós  en los salones parisinos, mientras sus trabajadores eran explotados impiadosamente.

Sólo al fin de la tercera década del siglo XX, estas duras historias afloran a la consideración masiva de la población gracias a la película argentina Prisioneros de la tierra, filmada en blanco y negro de Mario Soffici, protagonizada por Francisco Petrone y Ángel Magaña, con guión de Ulises Petit de Murat y Darío Quiroga basado en varios cuentos de Horacio Quiroga.

Fue estrenada el 17 de agosto de 1939, consagró a Sóffici como autor de cine social y fue "el primer film de lo que después se va a llamar cine latinoamericano de denuncia", según especialsitas. Era la yerba mate, era en Misiones

varias encuestas entre éstos  han ubicado a esa obra como el mejor film de la historia del cine argentino, al que doce años después le siguiría otra de la joyas del cine testimonial criollo: Las aguas bajan turbias;  inspirada en la novela El río oscuro de Alfredo Varela, quien también colaboró con el guión.

Realizada entre 1951 y 1952, representativa del estilo de cine político-social de su autor e intérprete principal, Hugo del Carril,  está también considerada entre más destacadas de nuestra producción. Fue estrenada el 9 de octubre de 1952.

“Rio...viejo...rio...que bajando va, quiero ir contigo en busca de hermandad, paz para mi tierra cada día más, roja con la sangre del pobre Mensú”.

Es admirable como el poeta misionero puede en tan pocas palabras instalarnos en ese escenario tan especial que bien podría ser una especie de paraíso terrenal, pero que para el hombre de la yerba históricamente no lo fue.

Es tan dura esa historia de conchavos forzados, de viajes engrillados en las cubiertas de los barcos que volvían vacíos remontando el Alto Paraná después de descargar su yerba canchada (2) en el puerto de Posadas para ser llevada desde allí a los molinos y empaquetadoras de las grandes ciudades gracias al tren, con persecuciones y asesinatos en la selva de aquellos que se animaban a intentar huir.

Fue Juan Domingo Perón el impulsor del Estatuto del Perón Rural, en tiempos en que el entonces coronel se desemepañaba como secretario de Trabajo y Previsión. El autor fue Tomás Jofré. No fue una medida aislada sino parte de una política social de sello nacionalista del gobierno militar de la Revolución de 1943.

Significó un cambió que fue visible en las estancias y grandes propiedades en muchas de las cuales se mantenían prácticas semi-serviles y paternalistas heredadas incluso de la época colonial.

Por supuesto que su aplicación generó la reacción inicial de prácticamente todos los sectores empresarios agrarios, que no logró cambiar la decisión del Gobierno.

A la par del Estatuto del Peón Rural se dictaron sucesivos decretos presidenciales que regularon el trabajo transitorio de las cosechas.

Posteriormente, la ley 13.020, fijó mayores precisiones sobre las modalidades en que debían desarrollarse los trabajos y creó la Comisión Nacional de Trabajo Rural, como organismo intersectorial,  con representación del Gobierno, de los sindicatos y de los empleadores. Estaba  encargado de decidir las condiciones del trabajo que regirían en cada cosecha y en cada zona del país,  que terminaría motivando en Misiones la nacionalización, entre otros, de los yerbales del cervecero en Quilmes Otto Bemberg.

Fue también el comienzo del fin de la  chaco-santafecina La Forestal (The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited), Que tiene una historia nefasta  y que merece una nota aparte.

 (1) Neike, orden para trabajar más, seguida siempre de latigazos del capanga.

(2) Primer paso en la elaboración del elixir, que consiste en secar las hojas de yerba mate que por aquellos tiempos se hacía enn grandes hornos llamados  Barbacuá.

 (*) Ex diputado nacional por Misiones en dos períodos (1983/1991) y ex subsecretario de Medio Ambiente de la Nación. Fue maestro rural y director de una escuela de frontera durante 25 años, intendente de Campo Ramón y diputado provincial.