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HISTORIA

Vapuleada, mal tratada, mal querida, depósito de ñoquis por parte de los mismos que luego quieren cerarla, la Imprenta del Congreso de la Nación cuenta con personal altamente capacitado y comprometido que ha resistido todos los embates, incluyendo los de la privatización. Aquí se cuenta una de las peleas que podrían calfificarse de interminables ya que en 2010 se estaban generando condiciones para una repetición de la historia. Al final, en otro material, los orígenes de la ley que protege a la Imprenta del Congreso.

Después de tres días de paro, marchas y cese de actividades en las dos Cámaras del Parlamento, el Gobierno puso marcha atrás y anunció que la imprenta del Congreso no cerrará sus puertas. Pero para seguir en funciones, esa dependencia –que produce todo el material impreso parlamentario– será “reestructurada”.

Esto implica una disminución significativa del personal y una drástica reducción del presupuesto anual de 23 millones de pesos. Los trabajadores, afiliados a la Asociación del Personal Legislativo (APL), aceptaron la propuesta oficial y decidieron levantar la huelga que paralizó al Congreso durante dos días.

El Gobierno y los representantes sindicales firmarán hoy un “acta compromiso” que -según el secretario general de la APL, Ricardo Sablich– “garantizará la continuidad de la imprenta”. La marcha y contramarcha oficial tuvo su capítulo final ayer a la tarde cuando el diputado Rafael Pascual, presidente de la Cámara de Diputados, anunció el destino de la imprenta. “Finalmente, no va a ser cerrada”, admitió.

Enseguida explicó las medidas alternativas a implementar. “Será fuertemente reestructurada para hacerla competitiva, con una masa salarial bastante disminuida respecto de la actual”, dijo. Y remarcó que, con respecto al personal, “va a haber un sistema de jubilaciones que permitirá que se cumpla con las pautas anunciadas en el plan del Poder Ejecutivo”.

Ayer a la mañana, unas cuantas horas antes de anunciar la supervivencia de la imprenta, el mismo Pascual había apoyado la decisión de cerrarla y, además, había explicado que si se privatizaban los trabajos de impresión, se ahorrarían 20 millones de pesos al año.

A la tarde, el gremialista Sablich expresó su satisfacción por la decisión oficial. “Estamos muy felices. Acá ganaron los trabajadores, ganó la autonomía del Poder Legislativo. Se revirtió el atropello al Parlamento”, afirmó a Página/12. Las razones de la continuidad de la imprenta, sin embargo, son más complejas. Además del paro y las movilizaciones, fue fundamental el impedimento legal que hacía muy difícil cerrar la dependencia en cuestión.

La imprenta había sido creada por ley, la número 11601 –sancionada en los años ‘30–, y para el Gobierno clausurarla con un decreto era muy antipático. Entonces, se decidió cambiar el cierre por una “reestructuración” negociada con los gremialistas. En los próximos días el Congreso pondrá en marcha un sistema de retiro voluntario para todas las áreas legislativas.

A medida que se produzcan los retiros, se reubicará al personal en los distintos sectores. De esta manera, se evitó la “salida compulsiva” que en un primer momento había enfurecido a los 826 empleados afectados. Justamente ese número está en la mira del titular de Diputados y otros legisladores de la Alianza.

“Lo que interesa es que se recorte el exceso de personal”, confesó ayer el titular del bloque radical. La tijera comenzará por los empleados “ñoquis” que figuran como integrantes de la planta estable de la imprenta. “Estaríamos dispuestos a suscribir que se tomen recaudos para evitar que haya trabajadores que perciban un salario sin trabajar”, admitió Sablich.

Informe: Martín Piqué

Volanta y título: El Gobierno no cerrará la imprenta del Congreso / Solo pasará una guadaña gruesa

Fuente: Página 12, 8/6/2000


Protegida por ley La Imprenta del Congreso de la Nación fue fundada por la tenaz pasión del joven Juan Alfredo Trasande, un empleado encargado de las máquinas de escribir de la Cámara de Diputados, quien dio la idea de instalar un taller gráfico dentro de las dependencias mismas del Palacio Legislativo y de esa forma no tener que depender de terceros para la impresión de todo el material referente al quehacer parlamentario. Después de insistir reiteradas veces ante las autoridades del momento, pasaron algunos años hasta que, en 1932, se dictó la ley 11.601, que disponía la creación de la Imprenta del Congreso.

El joven Trasande pasó por varias categorías escalafonarias, desde oficial electricista, oficial principal, oficial mayor, regente, hasta que, el 1º de marzo de 1947, le fue otorgado el cargo de director, creado ese mismo año. Desde entonces hasta hoy, la Imprenta del Congreso de la Nación cumple la tarea de hacer letra impresa todo aquello que ambas Cámaras debaten, desde lo que comienza como proyecto hasta lo que termina en ley.

En sus talleres se imprimieron obras de gran trascendencia política nacional e internacional, como, por ejemplo, La Conferencia Internacional Panamericana –reunida en Río de Janeiro entre el 26 de mayo y el 19 de junio de 1935–, obra de 240 páginas editadas en español, inglés, francés y portugués, o el Acta de Consolidación de la Paz –firmada en Buenos Aires en diciembre de 1934-, también en distintos idiomas.

La Imprenta cuenta desde su creación con artesanos encuadernadores que se fueron renovando hasta hoy en día, para cumplir con las exigencias de las obras de lujo encuadernadas en cuero con texto dorado y, en algunos casos, en cuero repujado y pintado a mano.

Son de destacar los Martín Fierro realizados con motivo de las visitas de Charles de Gaulle y del rey Juan Carlos de España, las biblias repujadas en oro laminado para visitantes ilustres de la Iglesia Católica, los juegos de escritorio y agendas para la Presidencia de la Nación y la restauración de libros antiguos, llamados “incunables”, para la Biblioteca Nacional y la del propio Congreso de la Nación.

Fuente: senado.gov.ar