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DESMEMORIA, ESA ENEMIGA
El sacudón de las PASO advierte acerca del peso de la desinformación y del papel de las corporaciones periodísticas sobre la opinión pública, cometidos expresos contra la democracia cuyo poder recelan. Un conocido periodista (ex Clarín, igual que el editor de este sitio), recuerda que la desmemoria es enemiga de la democracia, amenazada ahora por candidatos del odio.
Por Oscar Martínez Zamborain
Mario Benedetti, ese enorme charrúa de las letras, escribió hace décadas una columna muy valiosa que tituló como este aporte a la memoria y la reflexión. (NdE: El título fue La desmemoria es enemigo de la democracia). Se publicó en el prestigioso diario madrileño El País, antes que el cotidiano virara hacia el calorcito de los medios adocenados.
Entonces, nuestro subcontinente empezaba a dejar atrás el horror de la eterna noche de sangriento sufrimiento y hasta allí, muy acompañado por el diario de mayor tirada en Europa en castellano. Cinco décadas después, por hablar de lo contemporáneo, aquel fenómeno fue el común denominador que manipulaba la verdad con la sobreinformación: las consecuencias horribles, están en superficie.
El país, una vez más atraviesa la turbulencia de los momentos bisagra. Ahora y con mayor virulencia el antagonismo de modelos está en juego; la cuestión pasa por consolidar el proceso democrático de cuatro décadas sin interrupciones violentas. De eso se trata, aunque en la otra vereda haya una fuerte corriente colonizadora.
Basten recordar las declaraciones públicas de la Comandanta de la IV Flota de EE.UU, Laura Richardson, uniformada y colmada de condecoraciones en su pecho que ante una cámara de TV, enumeró como propios recursos (litio, gas, petróleo, agua dulce y alimentos), como si se tratara de un almacén de ramos generales al que se pudiera echar mano sin más.
Pero no fue todo. También recorrió la zona austral, poniendo el ojo en el paso que une los dos océanos, sin perder de vista el enclave nuclear en las usurpadas Islas Malvinas. Ya de puertas adentro, coincidió con la candidata PROpositora, Patricia Bullrich, que no dudó en manifestar su decisión de regalar el archipiélago, temeraria determinación dada a conocer en el canal, cuya propiedad se atribuye a Mauricio Macri.
O, el líder libertario, Javier Milei, que manifiesta su decisión de dinamitar el Estado, empezando por el Banco Central, salud, educación, etcétera.
Ambos candidatos, están en el desenfreno de competir por el mayor grado de radicalización de derecha (¿ultra?). También ambos cultores de un escenario de violencia muy grave, que no dudan en decir que su principal objetivo es hacer desaparecer el “kirchnerismo”. Un verbo de triste memoria para las mayorías.
* ¿De dónde venimos?
También y como para no remontarnos a los albores de la Patria, hace 70 años, se debe recordar la continuidad histórica de ciertos apellidos ejecutores de la historia reciente. En el golpe de Estado que derrocó al presidente radical, Hipólito Yrigoyen, el 6 de setiembre de 1930, contó con el apoyo del Procurador General de la Nación, Horacio Rodríguez Larreta.
Años después, exactamente 25, se produjo el primer acto terrorista de la historia, el 16 de junio de 1955, cuando oficiales de la aviación naval secundados por civiles bombardearon la Casa de Gobierno para asesinar al Presidente Juan Domingo Perón. No lo lograron y, en cambio dieron en el blanco de unos 300 civiles, incluyendo un transporte de niños. El responsable fue el ministro de Marina, contralmirante Olivieri, que en su Estado Mayor tenía incorporados dos jóvenes oficiales: Emilio Eduardo Massera y Francisco Mayorga. Del primero, es ocioso recordar su antecedente genocida, mientras que de Mayorga bien vale decir que se trató del comandante de la base naval Almirante Zar, en cuya madrugada del 22 de agosto de 1972, la Armada fusiló a 16 presos políticos.
Aquellos “héroes” huyeron al Uruguay, donde fueron recibidos con entusiasmo por el joven oficial del Ejército, Guillermo Suárez Mason, alias Pajarito, condenado por genocida. Como muestra la historia, esos soldados armados por la Constitución giraron sus armas contra el pueblo y cobraron rigurosa y triste actualidad en la dictadura más sangrienta, corrupta y cobarde de la historia: 30.000 detenidos-desaparecidos, mujeres violadas, niños apropiados y destrucción de todo el aparato productivo.
A partir de 1983, y con la derrota militar en Malvinas el horizonte democrático empezó a clarear, de la mano del candidato radical, Raúl Alfonsín. Su campaña fue hecha advirtiendo que propiciaría el juicio a los represores. No hay antecedentes en el mundo.
Año 2023 (Siglo XXI), electoral, el país y la región siguen siendo territorios en disputa, como lo proclama la generala Richardson y, tantas veces, con la invalorable ayuda de los gerentes locales. Baste recordar que con el derrocamiento de Perón el FMI hizo pie en el país y su inclinación colonial, sólo se interrumpió en el período encabezado por Néstor y Cristina Kirchner.
Los gerentes fueron Carlos Melconian, delfín de P. Bullrich y Domingo Cavallo (hoy asesor del candidato Javier Milei), ministro privatizador y confiscador de trabajadores y jubilados en los gobiernos de Carlos Saúl y Fernando de la Rúa. Y ambos estatizadores de la deuda privada multibillonaria en dólares. Por aquello de la desmemoria, tampoco hay que olvidar que el mentor de la dolarización en Ecuador fue el superministro de los años noventa, cepo del que nunca salió aquel país.
Mauricio Macri, por fin, hoy el ariete del FMI en el proyecto de dominación. No se debe olvidar que gestionó una deuda impagable por 100 años para someter a 47 millones de argentinos y su descendencia.
¿El Poder Judicial y la Corte?
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