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GRITO DE LOS PERDEDORES

El mundo se encuentra en un punto crucial en el que los Estados Unidos quiere acordar con Rusia el fin de la guerra de Ucrania para terminar con el peso en carne propia. Un trabajo de uno de los mejores periodistas argentinos de gran producción y humildad.
 
Por Gabriel Fernández (*)
 
Aunque la información más impactante sea el renovado vínculo entre la Federación de Rusia y los Estados Unidos, con innumerables interrogantes acerca de su próximo decurso, el rasgo más interesante del presente anida en el clamor de varias naciones. 
Son ellas integrantes de la Unión Europea (UE) por la continuidad de la guerra en Ucrania, y su afán por cerrar filas en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 
 
Es más llamativo, si se reflexiona sobre la situación, porque precisamente ese litigio, con su carga de sanciones boomerang contra los miembros básicos del bloque euroasiático y su canalización de recursos productivos rumbo a las finanzas y las armas, es la clave del deterioro de los países más importantes de la zona.
 
Los indicadores en franca caída de Alemania, Francia, España, ¡Gran Bretaña! y otros, han condicionado sus economías y por añadidura, deteriorado su presencia en el ámbito global.
 
Con los sucesos recientes, es posible registrar un intenso y persistente cambio en la relación de fuerzas internacionales, apenas atenuado por una acción comunicacional disparatada que pretende encubrir la realidad con noticias puntuales presentadas a la bartola y cargadas de emocionalidad sesgada.
 
Quizás una buena guía para atisbar el panorama resulte observar el silencioso y determinado andar de tantos integrantes de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), o de la Liga Árabe. Por qué no, también, de la Unión Africana. Se ha dicho que el silencio es el sol que madura los frutos del alma. Puede que así sea.
 
Estos protagonistas no forman parte de la información cotidiana, y es probable que esa sobriedad les siente bien. En las regiones citadas lo que avanza es la Franja y la Ruta, el establecimiento de corredores, las inversiones de infraestructura y el intercambio comercial.
 
Sus beneficiarios saben, además, que este progreso comprobable en los tres años recientes, es ralentizado por el emerger de conflictos azuzados por un atlantismo que se niega a fenecer. Es decir, comprenden que, si se liberan las famosas fuerzas productivas, en estos casos controladas por los Estados, el despliegue puede resultar de excepción.
 
¿Entonces? Volvemos al inicio.
 
El tramo en curso evidencia que las autoridades “políticas” europeas no responden al interés geoeconómico profundo de sus pueblos sino a las grandes corporaciones financieras y armamentísticas que lideraron la década del 90 -un tramo antes, un tramo después- y establecieron un sendero ruinoso para la humanidad, calificando de populistas, demagogos y corruptos a todos los referentes, corrientes, gobiernos, que intentaron diseñar articulaciones productivas. Y combatiéndolos en consecuencia.
 
* Inteligencia norteamericana
 
Los ecos de esas prácticas perviven con sordina en los Estados Unidos, y a veces se traslucen en la misma prédica de un presidente que necesita realzar una sociedad en caída, pero llega con una institucionalidad enjaulada.
 
El reciente desmembramiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) evidencia que Trump es consciente de esa limitación, pero también que el desafío es demasiado voluminoso, pues la acción citada resulta, apenas, un mensaje, una advertencia para el resto de los guardianes del capital financiero.
 
Veamos de qué se trata, lector.
 
El sistema de inteligencia norteamericano está conducido por el sector atlantista vinculado a las corporaciones que fabrican y comercializan armamentos. Desde hace varias décadas inserta en el comportamiento tanto exterior como interior del país una serie de actividades que tienen como objetivo promover malestar, perpetrar crímenes, perseguir cuestionadores. En definitiva, elaborar los ambientes adecuados para las confrontaciones bélicas.
 
En el tramo reciente fue muy visible la participación de ese espacio en el hostigamiento a las propuestas industrialistas y a todo esbozo de vínculo de franjas políticas occidentales con el bloque euroasiático. Si el atentado contra el Nord Stream resultó ostensible, los asesinatos de referentes iraníes completaron un cuadro entornado por una potente aunque poco imaginativa campaña comunicacional.
 
Hace pocas semanas, el presidente Trump firmó un decreto destinado a desclasificar los archivos relacionados con los asesinatos de tres figuras clave de la historia del país: el presidente John F. Kennedy, su hermano Robert F. Kennedy y el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr.
 
Según las fuentes consultadas por este periodista, la resolución tiene que ver con la historia, pero sobre todo con el presente. La continuidad de la orientación descripta implica una amenaza persistente contra quienes, desde la administración, necesitan modificar el sentido económico político que ha hundido al Estado norteño y beneficiado grandemente a las entidades parasitarias.
 
Al suscribir la medida en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el estentóreo mandatario afirmó que  representaba una "gran noticia" y un paso esperado durante años por la nación. "Muchos han esperado esto por décadas. Todo se va a revelar", destacó.
 
El gobierno, a través de su página, subrayó que las familias de las víctimas y el pueblo estadounidense "merecen transparencia y verdad", y que se publicarán los registros relacionados con estos asesinatos. El decreto establece que, en los próximos 15 días, el director nacional de inteligencia y la Fiscalía deberán presentar un plan para la publicación de los documentos relacionados con el asesinato de JFK, mientras que para los de Robert F. Kennedy y Martin Luther King Jr. se deberá presentar uno similar en un plazo de 45 días.
 
Como se sabe, el asesinato de John F. Kennedy ocurrió el 22 de noviembre de 1963, cuando fue abatido mientras viajaba en un automóvil descapotable en Dallas, Texas. La difusa versión oficial señaló a un francotirador de la Marina, Lee Harvey Oswald como el único responsable.
 
El andamiaje de inteligencia norteamericano abrumó difundiendo que quienes estimaban que el delito fue perpetrado por varias personas bien organizadas no eran más que adeptos a las teorías conspirativas. Considerar ese punto no está demás. ¡Cuántas cosas sucedieron después!
 
La burocracia ligada al gran capital financiero en los Estados Unidos es formidable. A niveles difíciles de aprehender.
 
Estas son las entidades destinadas al rubro en cuestión: Agencia Central de Inteligencia (CIA). Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO). Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA). Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Agencia Nacional de Inteligencia-Geoespacial (NGA). Servicio Secreto de los Estados Unidos (USSS). Oficina de Inteligencia y Contrainteligencia (OICI). Oficina de Inteligencia y Análisis (I&A). Inteligencia de la Guardia Costera (CGI). Oficina Federal de Investigación (FBI). Oficina de Inteligencia e Investigación (INR). Oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera (TFI).
 
Todo ese andamiaje es sostenido por el erario público. No sólo implica un gasto extraordinario -el más grande del planeta en materia de Seguridad-, sino que sus tareas están destinadas a boicotear el despliegue de quienes pretenden la re industrialización y el alza del nivel de empleo en la desastrada economía norteña.
 
Finalmente, cabe anticipar que ese deterioro no será revertido por el nuevo gobierno aunque logre algunos éxitos iniciales al destinar crédito y recursos a la producción local, y al reorientar gastos en Defensa y Seguridad hacia la economía real. Con eso no le alcanzará para lograr una renovada coalición occidental porque, como se vio antes, sus aliados denotan retroceso, mientras que quienes han adoptado otro sendero no sacrificarán sus desarrollos para que los Estados Unidos se recompongan.
 
* Rusia y EEUU
 
Eso sí. Lo están intentando. El 18 de febrero se concretaron en Ryad las gestiones entre Moscú y Washington. Allí, debatieron sobre las relaciones bilaterales, la solución de la situación en Ucrania y los preparativos para una reunión entre los líderes de ambos países.
 
El ministro de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, aseveró que “La conversación fue, creo, muy útil. No sólo escuchamos, sino que también nos oímos unos a otros. Tengo motivos para creer que la parte estadounidense ha comenzado a comprender mejor nuestra posición”.
 
El estratega añadió que “la reunión se celebró por instrucciones de los presidentes, quienes acordaron una reunión personal y dieron instrucciones para identificar las cuestiones que deben resolverse antes del inicio de las negociaciones sobre la fijación de la fecha y la duración de la cumbre” y puntualizó que el Kremlin “está de acuerdo con la posición de Marco Rubio de que Rusia y Estados Unidos deben guiarse por los intereses nacionales”.
 
Cuando los acuerdos no sean posibles ambos gobiernos coinciden en la necesidad de “resolver los problemas en lugar de provocar conflictos”.
 
En ese sentido, “Rusia y Estados Unidos anunciaron la reanudación de consultas sobre cuestiones geopolíticas”. De hecho “las partes acordaron garantizar el nombramiento lo antes posible de embajadores en las capitales de los dos Estados y resolver de una vez por todas el problema del trabajo de las misiones diplomáticas” en tanto “los representantes rusos informaron a la delegación estadounidense que la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania es inaceptable para Moscú, incluso si están bajo los auspicios de la Unión Europea o bajo banderas extranjeras o nacionales”. Para resolver esas cuestiones “se formará un proceso para la reconciliación con Ucrania”.
 
No debería quedar fuera de registro un aspecto que, como se sabe, es central: “Moscú y Washington coincidieron en la necesidad de eliminar las barreras a la cooperación económica mutuamente beneficiosa”. Vale recordar que estamos informando sobre un diálogo entre los rivales mundiales que han tenido en vilo al planeta por décadas.
 
Y ¿qué dijeron los norteamericanos?
 
El secretario de Estado Marco Rubio indicó que “Existen oportunidades excepcionales de cooperación si este conflicto se resuelve en términos aceptables. Esto abrirá el camino a la asociación con Rusia, tanto en geopolítica como en economía". A su entender, la tarea para poner fin al conflicto en Ucrania requerirá una "diplomacia difícil y complicada" durante un largo periodo, a sabiendas de que “la situación sólo puede resolverse con el consentimiento de todas las partes, las condiciones deben ser aceptables para todos y que poner fin a las hostilidades exigirá concesiones de todas las partes”.
 
En sintonía, expresó que “los trabajos para restablecer el funcionamiento normal de las misiones diplomáticas de ambos países podrían realizarse con bastante rapidez; esta será la siguiente etapa de las actividades negociadoras entre Washington y Moscú”.
 
Por eso “Estados Unidos considera imposible llevar a cabo negociaciones con Rusia sobre Ucrania sin el funcionamiento normal de las misiones diplomáticas”, así que los próximos esfuerzos estarán dirigidos a “la reanudación del trabajo de los consulados en ambos países”. Esto es así porque “Moscú y Washington acordaron que la solución de la situación debería ser firme, sostenible y aceptable para todas las partes”.
 
* Trump, fondos
 
Luego, mientras los editores de los medios occidentales concentrados deglutían esas informaciones imposibles y solicitaban instrucciones a las empresas sobre cómo seguir adelante, el rubicundo metió la cuchara y dejó en claro sus preferencias y sus objeciones.
 
Cargó la romana sobre el régimen de Kiev por no aprovechar las oportunidades para resolver el conflicto con Rusia durante los últimos tres años. También expresó su decepción por el hecho de que la conflagración no se pudiera disolver sin pérdidas territoriales para Ucrania, "sin destrucción, sin pérdida de vidas y sin destrucción de ciudades". "Habría sido posible llegar a un acuerdo que hubiera preservado casi todo el territorio de Ucrania", afirmó.
 
El líder estadounidense expresó su convicción en que Rusia es capaz de destruir "muy rápidamente" el 100% de las ciudades ucranianas, incluida Kiev, pero no quiere hacerlo. Al mismo tiempo, apoyó la necesidad de celebrar elecciones en Ucrania, señalando el bajo nivel de apoyo a Volodimir Zelensky en el país.
 
"Yo diría que, ya sabes, cuando ellos (Ucrania) quieran un lugar en la mesa, la gente debería decir ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos elecciones", señaló con astucia. Reforzó la idea: la popularidad de Zelenski cayó al 4 por ciento, precisó, para añadir con posterioridad que la celebración de elecciones en Ucrania no es solo una demanda de Rusia, sino que preocupa a “muchos países”.
 
Enseguida, metió el dedo en la llaga, al expresar su preocupación por la falta de un informe transparente sobre el uso de los fondos asignados a Ucrania.
 
* Medidas desesperadas
 
Pero no todo es voluntad, aunque esté relacionada con los intereses. Los Estados Unidos se han metido en un problema de enormes proporciones al emitir continuamente y sin respaldo, y al generar un endeudamiento sorprendente que los medios -preocupados por la deuda de naciones mucho más reducidas- no sitúan dentro del análisis. Empero, como suele suceder con los hechos reales, el problema está ahí.
 
Vale observar sus ejes en base a una mirada distinta a la presentada en el artículo anterior, aunque confluyente en cuanto a su gravedad. Hemos considerado la dura mirada de Michael Hudson (después, mate de por medio, repásela lector); ahora vamos con Dmitry Orlov, perspicaz analista ruso – norteamericano.
 
Este especialista tiene, además de sus estudios sobre lo que denomina el colapso económico, la perspectiva que le ofrece el ser directivo del banco ruso Vozrozhdenie Bank.
 
Orlov arranca su más reciente artículo con una síntesis provechosa. Apunta que “La nueva administración de Trump está actuando lo más rápido posible para reducir el gasto público y aumentar los ingresos fiscales”.
 
A partir de allí enfoca:
 
• Se están introduciendo muchos nuevos aranceles para reducir el déficit comercial y al mismo tiempo aumentar los ingresos del gobierno.
 
• Se están realizando esfuerzos para lograr que los miembros de la OTAN paguen más por las armas fabricadas en Estados Unidos.
 
• Se están auditando los departamentos federales (USAID ya ha sido masacrada; otros departamentos están haciendo cola frente al matadero) en busca de corrupción, lavado de dinero y despilfarro.
 
• Miles de trabajadores federales han recibido un generoso incentivo para renunciar voluntariamente, mientras que muchos otros ya han sido despedidos.
 
• Estados Unidos ya no apoyará a la ex Ucrania, no enviará tropas al territorio de la ex Ucrania, no cumplirá con sus compromisos de defensa mutua en virtud del Capítulo 5 de la Carta de la OTAN y hará todo lo posible por poner fin a su fallida guerra por delegación contra Rusia. Todavía se habla de “contener a China”, pero es poco probable que eso signifique mucho más que algunos nuevos aranceles que China pueda ignorar (el comercio con Estados Unidos representa hoy apenas un 5% del total del comercio internacional de China)”.
 
Entonces, se zambulle en la interpretación de fondo. “Como ocurre con la mayoría de las cosas estadounidenses, la razón que se esconde tras estas medidas desesperadas tiene que ver con el dinero: el gobierno federal de Estados Unidos se está quedando sin él. El problema no es tanto la deuda a largo plazo como la deuda a corto plazo, que necesita ser refinanciada de inmediato, junto con la tendencia general de estancamiento de los ingresos y un déficit presupuestario en aumento. Los ingresos desde el comienzo del año fiscal (de octubre a enero) ascendieron a 1.596.000 millones de dólares, y si bien esa cifra es nominalmente superior a los 1.584.000 millones del año pasado, cuando se ajusta a la inflación en realidad es una disminución”.
 
“Mientras tanto, el gasto crece a pasos agigantados -advierte- y alcanza los 2.435.000 millones de dólares desde el inicio del ejercicio fiscal, frente a los 2.116.000 millones de dólares de hace un año. En los últimos 12 meses, los ingresos ascendieron a 4.929.000 millones de dólares, mientras que el gasto ascendió a 7.064.000 millones de dólares, lo que supone un déficit presupuestario del 43%. ¡Está cerca el punto en el cual el gobierno de Estados Unidos gastará el doble de lo que gana y tomará prestado el resto!
 
Mientras tanto, en los últimos 12 meses ha gastado el 23,6% del total en pagos de intereses. ¡Pronto se alcanzará el punto en el que una cuarta parte de todo el gasto se destine a pagos de intereses!”
 
Sin exagerar, Orlov traza un cuadro de situación dramático.
 
“El aumento incesante del nivel de deuda federal de Estados Unidos, que ha superado los 36.220.000 millones de dólares, alegóricamente puede compararse con el aumento del nivel del mar en la Costa Este de Estados Unidos causado, según algunos, por una desaceleración de la Corriente del Golfo: hay algunas inundaciones costeras, las mareas de tormenta se vuelven más severas y en algunos lugares la erosión de las playas está socavando los cimientos de las majestuosas mansiones que salpican la costa. A este ritmo, el nivel del mar puede seguir subiendo durante una o dos generaciones más, causando daños por muchos miles de millones de dólares a las propiedades de personas que se habían dado el lujo de comprar una casa de vacaciones con vista al mar. Este, metafóricamente, es el efecto de la deuda a largo plazo”.
 
Sin embargo, inserta: “La deuda a corto plazo es bastante diferente y una metáfora más adecuada para ella es la de un tsunami. Consideremos lo siguiente: la porción a corto plazo de la deuda federal estadounidense ha crecido a más de 9.470.000 millones de dólares, mientras que los pagos de intereses sobre la deuda federal han alcanzado los 1.160.000 millones de dólares al año y han superado la cantidad gastada en defensa nacional. Es decir, la cantidad de deuda que se renovará (mediante la emisión de nuevos instrumentos de deuda) durante los próximos 12 meses asciende ahora a 9.476.000 millones de dólares, lo que equivale a los ingresos federales totales de los EE. UU. durante 23,1 meses. Este tsunami de deuda está creciendo cada vez más: en 2019, la cantidad refinanciada fue de 4.297.000 millones de dólares, que es solo la mitad”.
 
Y ahí viene lo más interesante. “El techo de la deuda federal ha sido perforado nuevamente y el plan es aumentarlo en 4.000.000 millones de dólares, lo que obligará al Tesoro de Estados Unidos a seguir haciendo pagos. Esta es la función por excelencia del gobierno federal de Estados Unidos: si deja de hacer los pagos de los que depende la mitad de los hogares estadounidenses, Estados Unidos dejará de existir como un estado unificado y se desintegrará a medida que cada estado deje de enviar dinero a Washington y trate de cuidar de los suyos”.
 
Como se observará, la posibilidad de una disolución nacional, prevista ante una eventual continuidad de la gestión demócrata – atlantista, sigue vigente.
 
Por eso Orlov se pregunta “¿Qué ocurre cuando un tsunami llega a la costa? Normalmente cunde el pánico. Algunas personas huyen hacia zonas más altas, mientras que otras se ahogan o son arrastradas al mar por la marejada cuando vuelve. Un tsunami de deuda es diferente porque la sustancia en cuestión es diferente: el agua es física, mientras que el dinero es una construcción mental. Otra diferencia es que el nivel de pánico en la costa no tiene ningún efecto sobre el nivel del tsunami que la golpea, mientras que el pánico financiero es el ingrediente clave que hace que un tsunami de deuda sea algo más que una mera metáfora”.
 
Dice más todavía: “Pero el hecho sigue siendo que ni los esfuerzos extraordinarios de Musk para reducir el despilfarro y el fraude, ni los esfuerzos de Trump para reducir los déficits comerciales y aumentar los ingresos mediante la imposición de aranceles, y ciertamente no el plan de recortar 1.500.000 millones de dólares en gasto mientras se autorizan 4.000.000 millones de dólares en nuevos préstamos que actualmente se está tramitando en los distintos comités de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, es probable que afecten materialmente el resultado cuando finalmente llegue el pánico financiero”, concluye.
 
* Ganadores y perdedores
 
 Como se ha señalado en instancias previas de esta secuencia, los pasos que intenta Donald Trump merecen evaluarse correctos, pero insuficientes. Si todos estos años muchas personas creyeron en la propaganda occidental destinada a mostrar unos Estados Unidos todopoderosos (a los cuales es preciso seguir, obedecer) y varias naciones periféricas débiles y sujetas a sanciones que las aíslan, deben estar harto sorprendidas. El sentido mismo del rumbo planetario se les debe estar escapando de su capacidad de comprensión.
 
Ahora bien, este narrador considera que el salvataje no es imposible, pues tanto la República Popular China como la Federación de Rusia comprenden que el mundo tiene un lugar para el deshilachado Norte, y poseen condiciones estructurales para tender la mano. Pero ese profundo nivel de transformación llegará cuando los Estados Unidos se desprendan de la dictadura de las corporaciones financieras y cuando hagan lo propio con creencias fantásticas como la de su Destino Manifiesto y otras tonterías que han intoxicado su política pública.
 
Los BRICS + y sus zonas de influencia ni siquiera se detienen a realizar algaradas anti imperialistas; simplemente actúan según sus necesidades, según sus intereses. Las protestas corporativas que se trasuntan desde el poder oculto norteamericano y a través del centro europeo, reverberan como opacos sonidos que a veces molestan pero rara vez llaman la atención de los protagonistas de un futuro que ya ha comenzado. Es preciso invertir los términos para absorber el renovado sentido impuesto a la misma letra de esa canción: “El grito de los perdedores, es sordo y mudo, aunque griten juntos”.
 
Título: El grito de los perdedores
 
Presentación: Fuentes Seguras. El grito de los perdedores. El vínculo entre Rusia y los EEUU. La deuda y el tsunami. El silencioso avance BRICS +. La Inteligencia. Una nueva era. ¿Quién gana, quién pierde?.
 
Nota del editor: todos los subtítulos son del autor. Razones de diagramación impidieron publicar el primero. Gabriel Fernández lo llamó: Estadistas europeos
 
(*) Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal