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¿MEMORIA O HISTORIA?
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Se trata de una exposición del miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas en torno de la relación entre los conceptos Memoria e Historia. Una visión, también de argentinos, que podría leerse como una historia en tiempo presente. ¿Es mera impresión impresión periodística decir que "la memoria" es una obsesión perturbadora de los sectores más reaccionarios de la sociedad? En este documentado aporte académico hay muchos aportes a la discusión.
Por Dr. Gerardo Ancarola
Las reflexiones que formularé en la comunicación de esta tarde, están íntimamente relacionadas con la cultura en general, con la libertad de la cultura en las sociedades democráticas y hasta con las raíces mismas de la identidad nacional. En un tema pues vasto y complejo, que desde hace muchos años es para mí motivo de honda preocupación personal, y al que ya me he referido, tanto en artículos periodísticos, como en algunos de mis ensayos.
A esto debe agregarse, que es un hecho objetivo que en los últimos tiempos, entre nosotros, la Historia ha sido sustituida por la memoria, como con machacona insistencia se refleja en los medios de prensa –sobre todo en la radio y en la televisión– orientados por la publicidad oficial. Y esto se ha incrementado con la revisión de lo acontecido en el país, durante la traumática década del setenta, que está dando lugar a un parcial análisis de lo ocurrido, y a sesgados juicios de valor sobre las responsabilidades de sus protagonistas.
Algo análogo está aconteciendo en nuestros vecinos Chile y Uruguay, que por la misma época sufrieron también episodios de inusual violencia. Sin embargo lo que resulta aún más llamativo, es que en España, donde luego de una desgarradora Guerra Civil (1936/1939) y una larga y cruel dictadura (1939/1975), se había llegado a una modélica transición, que consolidó una convivencia democrática, ahora también vuelven a agitarse los fantasmas del pasado.
Pero lo que esta sucediendo en la madre patria –luego que el 28 de mayo de 2006, el Pleno del Congreso aprobara una proposición de ley que instituye el año 2006 como Año de la Memoria Histórica, acotando el contenido exclusivo de lo conmemorable: la Segunda República, la Guerra Civil, el régimen franquista y la democracia instaurada con la Constitución de 1978– motiva a su vez valiosas reflexiones, que nos ayudan a descifrar ciertas claves ideológicas y semánticas, que inequívocamente están también en juego.
Por eso, con gran agudeza José Varela Ortega –distinguido intelectual y nieto del notable pensador José Ortega y Gasset,– en una serie de tres valiosos artículos publicados en Madrid (diario ABC de los días 28, 29 y 30 de agosto del año pasado) comienza por distinguir entre la memoria y la Historia, recordándonos que “la memoria histórica, así en singular no existe más que en la letra oficial de los regímenes autoritarios. Los sujetos colectivos, carecen de memoria que es una facultad individual. Los recuerdos, son múltiples y diversos. Es inevitable además, que esas reminiscencias personales estén limitadas por un espacio reducido, un entorno personal, cultural e ideológico determinado, y resulten distorsionadas por el prisma de experiencias posteriores” (...).
La memoria, es pues siempre subjetiva.
Esta diferenciación entre la memoria y la historia, es fundamental tenerla presente. La primera, es una facultad del espíritu que reproduce las vivencias o los recuerdos cuando la conciencia los necesita. El hombre es el único animal con memoria integral, es decir que puede utilizar esos recuerdos que retiene –la reminiscencia– haciendo de ellos un uso regulado.
En el Diccionario de la Lengua Española (edición de 1970, pág. 864) se aclara y se analizan distintas acepciones del vocablo. La historia es distinta. En su significado más común, es el estudio de los acontecimientos pasados o de hechos memorables. Recurriendo también al diccionario de la Real Academia al referirse a la palabra historia en su acepción primera –tiene siete más y otras varias derivaciones–, nos aclara que en “su sentido absoluto, se toma por la relación de los sucesos públicos y políticos de los pueblos”.
Es decir, es siempre crónica o narración verdadera de hechos sociales, de aconteceres colectivos. Pero luego de ese “sentido absoluto”, se nos advierte que por extensión “también se da este nombre a la de los sucesos, hechos o manifestaciones de la actividad humana de cualquier otra clase”. Y así, por ejemplo, puede entonces hablarse de la historia de un hombre, o de “la historia de la literatura, de la filosofía, de las artes, de la medicina o de la legislación”. (sic; pág. 713). Pero también puede analizarse, el sentido transhistórico de la Historia; es decir, el sentido inteligente de la secuencia o desarrollo de los acontecimientos en el tiempo.
En este caso, estamos ante la Filosofía de la Historia, donde se interroga la eternidad o las “cosas últimas” que trata la llamada escatología. De estos temas, se ha ocupado lúcidamente el académico Víctor Massuh en su conocido ensayo Sentido y fin de la Historia.
Esta diferencia entre la memoria y la Historia se la puede considerar, por ejemplo desde dos planos. En primer lugar, desde el punto de vista conceptual, y aquí nuestro distinguido académico Natalio Botana, con su habitual solvencia doctrinaria, en uno de sus últimos libros – El siglo de la libertad y el miedo – reconoce precisamente que la memoria es un valioso auxiliar de la Historia. Más aún, considera que en muchos casos es “un pórtico que permite el acceso al conocimiento de la historia y de la política” (pág. 47).
Pero también puede analizarse la memoria cuando a ésta se la manipula con fines políticos, o ideológicos. Es decir, cuando se la usa como un ariete contra la Historia. Y en ese sentido, ya Botana nos advertía que “la memoria unida al faccionalismo, configura acaso el obstáculo más serio a aprehender la historia” (ob. cit. Pág. 51).
Que quede entonces bien en claro: una cosa es la memoria como auxiliar de la historia –ésta tiene otras disciplinas auxiliares, como la numismática–, y otra cosa es sustituir la historia por la memoria.
Mientras tanto, en el rico debate que por estos temas, como decíamos, se está dando en España, el director del Suplemento Cultural del ABC, Fernando R. Lafuente, en una breve nota observa con lucidez que “la memoria es, por ser memoria, selección. Unos hechos serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados, y así otros olvidados. La conclusión es obvia: será bueno distinguir lo que hay de recuperación del pasado y lo que hay de utilización del pasado. Y en esa estamos. Sólo han echado manos de las memorias colectivas, los regímenes totalitarios, los que no han hecho de la memoria historia sino política de la historia”, para luego de otras consideraciones aseverar, que “no hay más memoria que la de uno; y por eso no hay historias oficiales, porque la Historia no tiene libreto” (sic; (...) ABC, Julio 29 del 2006).
En el mismo sentido, el escritor español Santos Juliá, escribió en El País (Madrid, octubre 14 de 2006) un agudo ensayo donde, bajo el sugestivo título Trampas de la memoria, nos recuerda que la transición, luego de la dictadura franquista, fue una decisión política concertada por todos, olvidando “para que el pasado no interfiriera en la voluntad de abrir un futuro que librara a España de la dictadura, por medio de la clausura de la Guerra Civil, para su conversión en Historia”.
Renglones más abajo, observa que “en esa decisión participaron gentes que venían del fascismo y del comunismo, del republicanismo y del monarquismo, de los vencedores y de los vencidos. Veinte años nomás, habían transcurrido desde las grandes matanzas en las que habían sucumbido padres, familiares amigos de quienes ahora decidían liquidar aquella nefasta herencia poniendo a buen recaudo su memoria”.
Ese gesto colectivo, y generoso, de olvido fue lo que posibilitó a la sociedad reconstruir la democracia y poner en vigencia las instituciones libres. Pero también nos advierte, que al escribir sus “memorias” muchos protagonistas de esos años, ocultan hechos o mutilan inclusive artículos de entonces, para reubicarse en los nuevos tiempos. Esas son precisamente “las trampas de la memoria”, que alguna manera justifica por la tendencia actual de “encargar sólo a la memoria, renunciando a hacer Historia, la tarea de desbrozar el pasado y lanzar sobre todos una condena general, que constituye el expediente más fácil, pero también el más tramposo”.
Y a modo de conclusión nos dice entonces, que “a estas alturas, no es la memoria la que hay que recuperar; es la verdad lo que hay que conocer” a la que se llega sólo a través de la Historia (los subrayados son míos).
* Francia, el parlamento Europeo y la verdad histórica
En otro completo ensayo, que esta vez lo hemos leído en internet (www.letraslibres.com) la española Ana Nuño analiza el tema, lo vincula a lo que está acontecido en Francia, y en este sentido nos aporta datos de gran interés.
Por lo pronto, nos informa que un conjunto de leyes “memoriales” dictadas por el parlamento galo –la primera ya de 1990 y la última de mayo de 2005, dedicada ésta al “papel positivo” de la colonización francesa en el Norte de África– ha abierto un encendido y legítimo debate acerca de los límites entre la libertad de investigación que deben gozar los historiadores y la divulgación de algunas versiones de la historia.
Esto dio lugar a que en diciembre del año 2005, diecinueve historiadores de renombre –entre otros Pierre Nora, Marc Perro, Elisabeth Badin, Michel Winock y Jean Pierre Vernant– publicaran en un diario parisino un manifiesto titulado “Libertad para la Historia” protestando por la “cada vez más frecuentes intervenciones políticas en la estimación de sucesos del pasado”.
Poco después, más de cuatrocientos universitarios sumaron sus firmas a los promotores de la iniciativa, definiendo como “liberticidas” algunos artículos de esas leyes. Ñuño considera entonces de interés extractar varios párrafos del manifiesto de los historiadores. Para no extendernos excesivamente sólo vamos a hacerlo con uno; aquel que considera que “la historia no es la memoria; el historiador, mediante una operación científica, recoge los recuerdos de los hombres, los compara, los confronta a documentos, objetos y trazas, y establece los hechos.
La historia toma en cuenta la memoria, pero no se reduce a ella. Por eso, en un Estado libre, la definición de la verdad histórica no compete ni al Parlamento ni a la autoridad judicial. La política de Estado, aun cuando responda a las mejores intenciones, no es la política de la historia” (el subrayado está en el original). P
ara esta autora, además, detrás del nuevo ídolo de la “memoria histórica” se perfila la silueta de George Orwel, que ya en su libro clásico “1984” había predicho: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”, con lo que esta verdadera manipulación por parte del poder político de los hechos que realmente acaecieron, es lo que Leszek Kolakowski define como “la nacionalización de la memoria, que a su vez constituye la gran ambición del totalitarismo: la posesión y control absolutos de la memoria humana”. Para Nuño, entonces, esta “memoria” impuesta, o decretada por el poder político, “no es otra cosa que el olvido de la historia, en toda su complejidad y con todas sus contradicciones”.
A su vez, en uno de sus siempre interesantes artículos periodísticos, Mario Vargas Llosa –que con regularidad los publica Anales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Politicas (10) en La Nación, en este caso el 12 de mayo pasado, bajo el sugestivo título de Prohibido mentir– comenta que recientemente el Parlamento Europeo, por abrumadora mayoría y apenas dos o tres abstenciones, ha declarado como delito que debe ser penalizado negar el holocausto, es decir la brutal matanza de judíos perpetrada por la Alemania de Hitler.
Motivó este acuerdo de los legisladores europeos, algunos intentos que en Francia, Inglaterra e incluso Alemania, historiadores de extrema derecha han pretendido negar a aquel genocidio, juntamente con brotes de antisemitismo, que esporádicamente aparecen en Europa. Aquí Vargas Llosa, comienza por repudiar lo que denomina una “horrenda carnicería” cometida por los nazis, pero considera un “riesgo muy grande, para la libertad intelectual –para la cultura– y para la libertad política, en reconocer a los gobiernos o a los parlamentos, la facultad de determinar la verdad histórica, castigando como delincuentes a quienes se atreven a impugnarla”.
Porque la libertad de la cultura es la base, o mejor dicho el clima indispensable, para lograr un conocimiento histórico riguroso. De ahí que igualmente las “historias oficiales”, si no están sustentadas en la verdad, no resisten un análisis serio. Por eso, Vargas Llosa nos recuerda también como otro caso típico de politización de la historia, lo que acontece en Turquía, donde está constitucionalmente prohibido mencionar el genocidio de los casi dos millones de armenios masacrados por los turcos.
Precisamente, en febrero de 2005 el reciente galardonado con el premio Nobel de Literatura, el turco Orhan Pamuk, por reconocer la existencia de ese genocidio en un reportaje concedido a un periódico suizo, fue procesado aplicándosele, inclusive con carácter retroactivo un artículo del Código Penal que estipula una pena de tres meses a seis años de prisión por ese “delito”.
Otros intelectuales también fueron procesados por la misma causa, y sólo la presión internacional, hizo desistir al gobierno de proseguir los juicios. (11 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA) Esto muestra, para Vargas Llosa que, si bien Turquía es hoy una democracia, es en realidad una “democracia imperfecta”.
* De la ignorancia y otras adulteraciones
Estas consideraciones, nos llevan de la mano a analizar, casi telegráficamente, otros problemas conexos que entre nosotros, y en los días actuales, adquieren indiscutible gravedad y socavan los fundamentos de nuestra cultura.
Por un lado, la ignorancia de la Historia en que han sido instruidas las últimas generaciones de argentinos. Hay alumnos a los que nunca –en los tres niveles de enseñanza– se les dictó historia argentina en forma completa y sistemática, ya que la asignatura en casi todo el país ha perdido autonomía, englobada dentro de otra, con el nombre general de Ciencias Sociales.
Esto ha sido reconocido oficialmente, e inclusive denunciado, por la Academia Nacional de la Historia en una exhaustiva investigación (véase “La enseñanza de la Historia en la Argentina”).
El otro problema, no menos grave, es un ya largo proceso de desvirtuación de la Historia, que a nuestro entender tiene dos fases bien distintas pero no menos perturbadora de la verdad. En primer lugar, y como lo hemos recordado antes en otros trabajos, en setiembre de 1930, en medio de las dos grandes guerras mundiales, cuando se celebraba en Oxford el VII Congreso Internacional de Filosofía, una de las cabezas más completas de ese tiempo tan conflictivo, Benedetto Croce, presentó una moción sobre una tendencia que consideró letal para la formación espiritual de Occidente y que definiría como la antihistoria.
Para el ilustre pensador italiano, lo que comenzó primero como una “decadencia del sentimiento histórico” pasó a ser luego, por obra de los movimientos totalitarios de su época –el comunismo y el fascismo ya estaban instalados en Rusia e Italia y despuntaba vigoroso el nazismo alemán– una postura objetiva de destrucción de valores históricos consagrados “idolatrando un futuro sin pasado” y provocando la aversión, el desprecio o la befa hacia las tradiciones seculares.
Además, y lo verdaderamente peligroso para Croce, era que el estudio de ese pasado que se plasma durante siglos luego se lo trastrueca prostituyéndose lo verdadero, presentándolo como falso según los intereses circunstanciales y exhibiendo, mientras tanto, lo falso como verdadero.
Las causas de este fenómeno, muestras de un claro caso de empobrecimiento mental y debilidad moral, eran la consecuencia de desvincular la Historia de la libertad –recuérdese que para él la Historia es una “hazaña de la libertad”– de la que eran los principales responsables esos movimientos políticos liberticidas, que luego en ese siglo y con variantes se extenderían a otras regiones del mundo.
Como se sabe, la epidemia se propagó e infectó a otros pueblos. Llegó inclusive a la Argentina por esos años y al socaire del nacionalismo –que el ojo clínico de Croce ya señalara como una desvirtuación del sentimiento de nación con un influjo perverso sobre el pasado–, se comenzó una obra contestataria de la tradición histórica democrática.
Desde entonces, la exaltación de los caudillos inciviles y bárbaros que retrasaron la reorganización nacional y la denigración de las generaciones del ’37 y del ’80 –una echó las bases ideológicas para la democracia y el progreso y la otra, las concretó- han sido una constante, salvo contadas excepciones.
Ahora, y desde hace un tiempo, al lado de ese proceso espurio de la Historia, comienza a tomar cuerpo otro, emparentado espiritualmente y tanto o más peligroso que aquel. Nos referimos a la falsificación del ayer. Es decir, no del pasado, que las generaciones actuales no vivieron y que por lo tanto depende de la investigación y de la comprobación honesta de las fuentes documentales, de todo tipo, que son necesarias para el esclarecimiento de los fenómenos históricos.
Esto, en cambio afecta a hechos y personajes que fueron vividos o conocidos por los hombres del presente. Se pretende, pues borrar recuerdos que ya son contenidos de la conciencia individual, deformándolos de tal manera para que aparezcan distintos de lo que en realidad fueron. La manipulación de las inteligencias por los modernos medios de comunicación de masas, es el aliado más firme de estos falsarios del ayer inmediato.
* Los setenta, en la Argentina
Algunos casos, sirven para ilustrar esta anomalía. Repárese, la forma con que se está encarando la guerra antisubversiva que asoló a la República en la década del 70, donde ahora sólo se mencionan excesos en la represión, pero se olvidan los métodos de la guerrilla y el clima de violencia homicida que ella creó primero en la sociedad argentina. Las adhesiones y las responsabilidades políticas de la década del 90, son también objeto de ocultamiento o deformaciones.
Podríamos seguir con otros ejemplos, pero los expuestos bastan.
Debe reconocerse que esta corruptela no es solamente propia de nuestro país. Julián Marías, el inolvidable filósofo español fallecido poco tiempo atrás, lo denunció también para su patria e inclusive acuñó aquella frase. A él lo que le resultaba desconcertante era la “escasez y pobreza de las defensas sociales contra esa falsificación. Pasivamente se recibe, y parece aceptarse esa sustitución de lo que se ha visto, experimentado o vivido, por algo bien distinto”.
Por ello aconsejaba entonces que se reaccione a tiempo para restablecer así la verdad y evitar que “impunemente se la dejen arrebatar”. De ahí, como vimos, los esfuerzos de la intelectualidad española, o en su momento, de personalidades del pensamiento democrático europeo como Jean- Francois Revel en Francia y de Indro Montanelli, en Italia. Mientras que en Argentina, lamentablemente, muy pocas voces enfrentan la maniobra. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 14 La gravedad de lo expuesto, no puede ocultarse. Si destruir la memoria de un hombre es destruir su identidad y su futuro –el terrible mal de Alzheimer es precisamente eso–; destruir las mejores tradiciones de un pueblo y su historia es dejarlo huérfano de las claves de su filiación espiritual, con un efecto anímico en la sociedad demoledor, y que no pueden paliar los más grandes éxitos económicos, que siempre son efímeros. Entre nosotros, nadie lo dude, ya se han instalado la ignorancia de la historia, la antihistoria y la falsificación del ayer; y deliberadamente, se confunde la memoria con la historia, como lo aclararon los distinguidos intelectuales europeos que citamos al comienzo de estas reflexiones. Por eso, urge que se contrarreste todo esto con un sostenido y vigoroso impulso cultural, que a través de una verdadera pedagogía republicana restablezca la verdad histórica, sin la cual las naciones al perder su identidad, pierden también su porvenir. Referencias Ancarola Gerardo “Cincuenta años, seis fechas”, edit. Marymar, Bs. As. 1997 Ancarola Gerardo “Dilemas de una década”, edit. Belgrano, Bs. As. 2000 Botana, Natalio “El siglo de la libertad y el miedo”, ed. Sudamericana, Bs. As. 1995. Carretero, Mario y otros “Enseñanza de la historia y memoria colectiva”, Edit. Paidos. Bs. As.2006 Massuh, Víctor “Sentido y fin de la historia”, edit. Eudeba, Bs. As. 1973. 15 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Academia Nacional de la Historia, “La enseñanza de la historia en la Argentina” Bs. As. 2000 Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, “La trayectoria intelectual de Víctor Massuh”. Bs. As. 2004. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 16 OBSERVACIONES Y COMENTARIOS presentados por los Señores Académicos: Académico Gregorio Badeni Felicito al académico Gerardo Ancarola por su interesante comunicación e invito a los señores académicos presentes a realizar sus comentarios. Por mi parte, deseo manifestar que si hablamos de la memoria de los pueblos nos referimos en forma figurada a lo que es el conocimiento que tiene ese pueblo sobre su trayectoria social, política, cultural y que aparece reflejada en la historia. En definitiva es el conocimiento de la historia. Ahora, si esa trayectoria se describe en forma parcial, que es un signo ideológico propio de los autoritarismos, entonces sí podremos descalificar esa concepción de la memoria así como también ese concepto de la historia. 17 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Académico Isidoro J. Ruiz Moreno Seguí con mucho interés estas reflexiones. Pero ciñéndome al título de la comunicación, yo no encuentro, como dijo nuestro amigo Ancarola tan tajantemente, diferencia o contradicción entre la memoria y la Historia. Yo creo que la memoria es un instrumento que sirve para hacer Historia, exactamente igual que el documento escrito, pues también el documento escrito puede manipularse con fines ideológicos. El recuerdo de los participantes en una gesta política o histórica importante es muy valioso. La memoria histórica sirve para recogerla y que no se pierda. Las memorias escritas valen tanto como el relato oral que se hace al historiador y, depende del análisis, de la crítica, de la comparación, del método histórico, para saber si es válido en cuanto veraz o es una exposición tomada con fines de defensa de alguna cuestión. Pero yo creo que la Historia se hace en gran parte, y desde siempre se ha hecho, con testimonios de memoristas, que son una fuente indispensable a veces, porque en algunas circunstancias no se registran por escrito los acontecimientos que van haciendo a la evolución de los pueblos. Académico Gerardo Ancarola Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice; a lo mejor no se me entendió bien. La memoria, incluso traje la reflexión que hizo el académico Botana, es un auxiliar de la historia muy valioso. El problema es que ahora se está utilizando la memoria para sustituir a la historia, que es un problema completamente distinto. La memoria es fundamental y cuando hablé de las trampas de la memoria me refería a aquel que utiliza la memoria desfigurando algunos hechos. Pero lo que hay que dejar bien en claro es que la memoria es siempre individual, los pueblos por extensión se puede decir que tienen memoria pero lo fundamental de los pueblos es la historia, porque la historia busca la verdad y la memoria, que es subjetiva e individual, puede tener un uso regulardo. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 18 Académico Horacio Sanguinetti Yo en primer lugar felicito al Dr. Ancarola por su movida, ingeniosa y brillante exposición que nos ha ilustrado a todos sin duda. Me parece que el tema es todavía más amplio. La ignorancia histórica es tan fenomenal en el común de la gente y en los jóvenes, que casi pareciera como que hubiese habido, o por insidia o por desidia, un propósito; hay un propósito. Hay quien cree que los pueblos ignorantes se manejan mejor, entonces con observar los contenidos mínimos últimos que se fijaron hace algunos años, a fines de la década del noventa, advertimos que se convirtió toda la historia en seis puntos auxiliares de ciencias sociales. Realmente me parece que era absolutamente intencional, no puede ser de otro modo. Me parece que la historia es un tema fundamental para los pueblos; el pueblo que desconoce su historia vuelve a repetir todos los errores y se llega entonces a un grado de ignorancia descomunal. Voy a contar otra anécdota más penosamente divertida si se quiere. Hubo o hay todavía en La Rural una especie de teatro ecuestre que se llama Opera Pampa donde representan los malones, y representan el combate de San Lorenzo. Entonces un niño, grande ya, de diez o doce años que estaba mirando con su padre, de pronto dice “Mira a ese hombre se le cayó el caballo”. Era San Martín que había caído aprisionado por su caballo y el chico ignoraba totalmente lo que había ocurrido. 19 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Académico Juan R. Aguirre Lanari Ante todo quiero felicitar a nuestro colega académico Ancarola porque como siempre ha traído un tema de reflexión y, yo diría, de angustia. Creo que a todos nos angustia. Yo quiero traducir esa angustia alertando lo que a mí me pasa, y creo que a muchos, respecto a los peligros que puede traer todo este problema de la memoria y de la historia. Y para eso pongo mi acento especialmente en lo que estamos viviendo en nuestros tiempos, en lo que viene a ser más que un revisionismo de la historia, que siempre es aceptable en la medida que se base en testimonios serios y ciertos. Estamos viendo algo más grave aún que es la negación de la historia, es la carencia de la historia, es la incertidumbre del futuro. Me baso en una frase que nos alertó el académico Ancarola en el curso de su exposición, que lamento no recordarla exactamente pero que en el fondo significa más o menos lo siguiente: “El que domina el presente domina el pasado y al dominar el pasado está dominando y proyectando el país hacia el futuro”. Creo que ese es el fondo verdadero. Entonces, lo que tiene que angustiarnos precisamente es eso. Cuando estamos viendo alentado por un lado quizás un espíritu mercantilista y por otro lado, algo peor, designios de otro tipo, estamos viendo una suerte de propaganda masiva que lo es más aún frente a la masividad del momento en que vivimos, donde los medios de comunicación aplastan la inteligencia individual con el peso formidable de la reiteración. Estamos en tren de quedarnos sin historia. El ejemplo que relató Ancarola es tremendo. ¿Cómo es posible que un hombre o una mujer intelectual que está por recibir su título no conozcan nuestra historia, no conozca a nuestros próceres, cualquiera sea la procedencia; pero es como aquel que dice “yo no tengo familia, ni siquiera tengo apellido porque no vengo de nada”. Entonces creo que este es un tema como para reflexionar y donde no podemos soslayar el asunto, nos toca a todos. Por eso quiero agradecer al académico Ancarola, aunque seguramente todos nos vamos a llevar un trance amargo de reflexión, porque si no reaccionamos a tiempo, si no le damos al tema la importancia que merece, duros momentos nos esperan. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 20 Académico Alberto Rodríguez Galán Lo quiero felicitar al doctor Ancarola por el tema que nos ha traído esta tarde, coincido plenamente con lo que acaba de expresar el académico Aguirre Lanari. Pero a medida que hablaba el doctor Ancarola, pensaba en el General José María Paz y en sus Memorias. Paz muere en octubre de 1854; en 1855 se publica la primera edición que conmueve al país. Claro, eran el testimonio muy reciente de todo lo que había acontecido, y aquí encuentro identidad entre historia y memoria. El caso de Paz, obviamente es el relato que deviene de la historia del país, vista por los ojos de un hombre que es protagonista, y lo hace con un estilo que trasunta en su prosa el dominio del latín. Pero al margen de su valor literario, su presencia en el estudio de nuestro pasado se mantiene hasta hoy. Porque Paz es precisamente protagonista y memorialista del tiempo transcurrido entre su incorporación al Ejército del Norte (1811), hasta que termina sus días como diputado en la legislatura del Estado de Buenos Aires (1854) durante la secesión. Encuentro identidad entre historia y memoria, por provenir de un prócer como el General José María Paz, estratego insigne, gobernador de Córdoba, titular del Supremo Poder Militar de nueve provincias argentinas unidas en 1830 por el pacto que constituye un antecedente constitucional, denominado “Liga del Interior”. Porque hay identidad entre memoria e historia según las circunstancias y creo que este recuerdo de Paz ilustra en cierto modo las afirmaciones que ha hecho el académico Ancarola, en su ilustrada y aguda comunicación. 21 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Académico Gerardo Ancarola Me parece muy oportuno recordar las magníficas memorias del Gral. Paz. Constituyen el mejor ejemplo de la memoria como auxiliar de la historia. Académico Alberto Dalla Vía Me uno al coro de felicitaciones a la excelente exposición y al muy buen tema elegido por el académico Ancarola. Una pequeña reflexión muy breve sobre la manipulación de la memoria con objetivos políticos, que muy bien señaló en su exposición, el caso de ley de Francia sobre la ocupación de Argelia o los sucesos ocurridos en España. Muy recientemente se reunieron los veintisiete presidentes de la Unión Europea para discutir el nuevo texto de la Constitución que, como saben ustedes, fue rechazado por dos referéndums en Holanda y Francia respectivamente. El presidente de Polonia acudió a la memoria con un objetivo político: señaló que si no hubiera existido la ocupación de Polonia en la segunda guerra mundial, la población de aquel país hoy sería 60 millones y no los 38 millones que tiene. Evidentemente lo que allí se estaba buscando era apelar a la memoria con un objetivo político como era el tener mayor representación en los órganos comunitarios. Al parecer, la canciller de Alemania, Angela Merkel rechazó raudamente esta posición. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 22 Académico Natalio R. Botana Es excelente la exposición y creo que hay que abundar en más argumentos para la publicación escrita así que felicito al académico Ancarola. Hay aquí varios planos en la discusión, que tal vez convendría distinguir. En el primer plano se afirma que la memoria –lo han dicho Ancarola y Ruiz Moreno– es fuente de la historia. Nada que refutar al respecto, pero el problema es más vasto. En un texto anterior (Ancarola ha citado un libro posterior mío no del noventa y nueve sino del noventa y ocho), escrito con Ezequiel Gallo en 1976 y publicado en 1977, titulado “La inmadurez histórica de los argentinos” retomábamos en tono crítico el combate arduo, feroz entre memorias excluyentes en cuanto al pasado nacional. Las corrientes revisionistas no fueron las únicas en imponer, en aquellos años, una concepción dualista y no pluralista de la memoria. La memoria sirvió entonces como ariete para justificar la violencia y el terror recíproco. Un escenario a todas luces agónico construido en torno a nociones extremas. Posiblemente el académico Vanossi recuerde nuestros comentarios compartidos en aquella época acerca de un slogan terminante, “Liberación o dependencia” que, por cierto no admitía término medio alguno. Lo importante a señalar aquí es que esas consignas, o como quiera llamárselas, reducían a estrategia violenta una esquemática visión del pasado, del presente y del porvenir. Años aciagos por donde se los mire. Semejante atmósfera es producto, entre otros factores, de aquello que Pierre Norá denominó en Francia (un historiador que ha citado el académico Ancarola en su comunicación) “los usos de la memoria”. Yo añadiría a título complementario que uno de los usos de la memoria es su uso ideológico. Se me ocurre que el punto fundamental que podríamos analizar a título complementario, no es tanto la distinción ya clásica entre memoria e historia sino el uso ideológico de la historia. Sin lugar a dudas la memo- 23 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA ria es un auxiliar indispensable, pero es un auxiliar. Mi querido académico Rodríguez Galán ha evocado las Memorias de José María Paz, tal vez el memorialista más destacado que ha dado la Argentina en su ya larga historia de dos siglos. Pero, corríjame el académico Ruiz Moreno, en uno de sus libros acerca de la alianza contra Rosas las Memorias de Paz son criticadas y refutadas. Lo son sobre la base de otras fuentes, de documentos que obran en su poder, de documentos que todavía están durmiendo en los archivos, etc., etc. O sea que este diálogo, esta dialéctica entre memoria e historia es permanente y necesaria. Muy diferente es el uso ideológico de la historia. Digo bien ideología –un concepto sujeto a muchas y contradictorias interpretaciones– en su sentido peyorativo, vale decir, como alguna vez adujo Vladimir Weidlé, como “un conjunto de ideas que ya nadie piensa”. La preocupación que tengo desde hace cuarenta años es acerca de este tipo de uso ideológico de la historia. Las ideas que ya nadie piensa, referidas a la historia se han convertido, de alguna manera, en una tradición argentina. Parece un juego de palabras –la tradición de las ideas que ya nadie piensa–, pero la paradoja está ahí. Me atrevería a decir que no se trata solamente de una tradición argentina. En diferentes épocas esta impronta se manifestó por ejemplo en Francia y en España. Esta tradición tiene entre nosotros antecedentes. No en vano en el siglo XX se enhebra un contrapunto entre la “historia oficial” y la “historia revisionista”. Estoy de acuerdo con el académico Fraga que dicho contrapunto era vigoroso porque en el fondo ambas partes tenían peso propio. Pero ahora se ha producido otra vuelta de tuerca. Porque el uso ideológico de la historia, basado en memorias excluyentes y simplificadores, se expresa a través de los medios de comunicación de masas. En los países maduros, con sólidas instituciones académicas para el estudio de la historia, el espectador interesado puede gozar –recuerdo mi experiencia en los años ochenta en Oxford– de las espléndidas reconstrucciones históricas hechas ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 24 por la BBC que se emitían por televisión: una síntesis feliz entre la excelencia académica y la buena divulgación a través de imágenes. Distendidos, irónicos como corresponde a una cultura que ha hecho un arte de la ironía, los profesores intervenían cautamente para señalar, sobre todo, la pluralidad de interpretaciones que se pueden formular acerca de un período determinado. Cuando se trata de historia contemporánea, la memoria mediante la entrevista a testigos aún vivientes representa un papel decisivo, pero es la memoria como parte de un argumento mayor que contrapone diferentes memorias y, por ende, diferentes puntos de vista. Es difícil hallar este estilo entre nosotros como creación propia. Se pueden ver, claro está, los productos extranjeros en la televisión de cable y en algún canal educativo, pero la impresión que se deriva de lo que está ocurriendo recientemente es que el uso ideológico de la memoria y la historia se está incorporando a los medios de comunicación. El poder expansivo de este fenómeno es notable, porque cuando se genera esta fusión entre comunicación de masas y uso ideológico corremos el riesgo de ser espectadores, no de un conjunto de historias bien contadas para uso común, sino de una sucesión de atractivas historietas. Creo que aquí hay un problema complicado porque (esto lo dijeron Tocqueville y Ortega pasando por Max Weber) las sociedades no se mantienen solamente en torno a las ideas. También lo hacen, y acaso con más espesor, en torno a las creencias. Las creencias, también se fabrican e inventan: atan las conciencias, instauran mitos, se valen de la ficción literaria (¿cómo no recordar la imagen de Richelieu que forjó Alejandro Dumas?), eluden al cabo el espíritu crítico y el diálogo entre personas razonables, sin el cual no hay progreso científico ni progreso moral. Termino con una anécdota, disculpen la impertinencia, de carácter personal. Frente a estos fenómenos masivos resolví el año pasado, en una audición muy conocida de radio, hacer una vez por semana un micro de alrededor de siete minutos, sobre el 25 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA desenvolvimiento histórico de la Argentina y el mundo con vistas al Bicentenario. He dicho mis cosas, no tengo por qué repetirlas, pero lo interesante es ver como reacciona la gente que tiene la generosidad de escucharnos. El año pasado, por ejemplo, cuando me tocó decir que Moreno no fue asesinado porque carecemos de fuentes y de certezas al respecto, algunas reacciones del público fueron terminantes: “no lo dude, Moreno fue asesinado”. He aquí una creencia instalada. Cuando me tocó exponer brevemente la llamada conquista del desierto y señalar el número de víctimas, otros oyentes reaccionaron afirmando que, en rigor, se había ejecutado un genocidio (con respecto a la frontera del norte también están hablando ahora de genocidios). Entonces aquí hay problemas muy serios. Moreno, en efecto pudo haber sido asesinado, pero carecemos de testimonios fehacientes para probarlo. ¿Puede acaso la conquista del desierto, con un alto número de víctimas indígenas, ser equiparada a los genocidios contemporáneos? Sin duda habrá puntos de vista encontrados, pero es necesario que estos contrapuntos se diluciden merced al juicio crítico y a los argumentos que depara el uso de la razón. Cuando estos contrapuntos maduran, algunos personajes adquieren un perfil más aproximado a lo que realmente fueron. A Sarmiento, por ejemplo, que en épocas anteriores había padecido toda clase de invectivas, se lo conoce mejor porque sobre él se proyecta una pluralidad de perspectivas. A Sarmiento se lo sigue condenando, pero también su trayectoria provoca reacciones positivas en el público masivo, tal vez porque sigue habiendo maestros como bien apunta Aguirre Lanari. En todo caso –concluyo– quiero subrayar de nuevo, más allá de estas anécdotas, el fenómeno que se está desplegando ante nosotros. Un fenómeno, diría, de transformación, cuando el medio masivo de comunicación no es un medio educador, o un espacio de de diálogo, sino un instrumento que transmite creencias fabricadas o prefabricadas. Renuevo mi gratitud al académico Ancarola por haber evocado estos temas que están a la orden del día. ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 26 Académico Mario D. Serrafero Siguiendo el tono de las exposiciones anteriores, y sobre todo de la última, lo que me parece bastante claro es que esto excede lo que es una mera manipulación de la historia o incluso su ignorancia, sino que el tema aquí es la propia creación de la historia. Y como bien dijo Ancarola– y esto es absolutamente cierto– los pueblos no tienen memoria, los pueblos tomados como sujeto. Las personas son las que tienen memoria. Y lo importante es que la creación de la historia significa la escritura de lo que fue (o no fue) de acuerdo a los propios intereses, percepciones y perspectivas ideológicas de los que se encuentran en una situación de poder tal que les permite “hasta definir “la trama y el sentido de los hechos y los acontecimientos del pasado. La referencia o apelación a la memoria de los pueblos, muchas veces, suele encubrir la realidad: una posible operación política de fabricación de historia para las memorias individuales y con un fin determinado y poco relacionado con la reconstrucción científica del pasado. Por otra parte, me da le impresión de que la gente realmente no le interesa el pasado, sino los relatos sobre el pasado. Un relato ameno de la historia va a predominar o imponerse sobre otro relato que sea verdadero, pues la “cuestión verdad” importa mucho menos que la atracción del propio relato. 27 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Académico Carlos Ortiz de Rozas Antes que nada felicitaciones al académico Ancarola por este tema fascinante que nos ha traído hoy y por su exposición. Lo que yo iba a decir prácticamente lo ha anticipado mi querido amigo Natalio Botana porque es exactamente lo que yo pienso. La utilización –él la llama ideológica de la Historia y yo agregaría política de la Historia– no apunta a un revisionismo sino que es puro iconoclastismo histórico. El caso más patético hoy en día es lo que está ocurriendo con la figura del General Roca, que por motivos inexcusables lo acusan de genocidio indigenista o lo que fuera. Lo cierto es que tanto en Buenos Aires como en Bariloche las estatuas de Roca aparecen con una serie de inscripciones que tratan nada más que derribar lo que fue el Roca de nuestro pasado histórico. Esa es una utilización política e ideológica que, repito, más tiene de iconoclastismo que de otra cosa. Académico Víctor Massuh Celebro la exposición del Dr. Ancarola por enfatizar las diferencias entre memoria y la historia, destacando la importancia de esta última como modo de enfrentar la arbitrariedad interpretativa del pasado. Lo ha dicho muy bien: la memoria es individual y subjetiva, la historia es colectiva y se asienta sobre documentos y datos objetivos. Cuando el memorialista pasa a ser historiador, su trabajo gana en credibilidad porque tiene un sostén mayor que el del recuerdo o la mera opinión. Disminuye la posibilidad de convertirse en ideología, es decir, en el intencionado enmascaramiento de la verdad histórica. En suma, y esto lo afirma rotundamente el Dr. Ancarola, no tenemos mejor defensa que la historia para enfrentar los azares de la memoria, su tentación de fraguar medias verdades y convertirlas en ideología o ficción para uso político. Hacer historia y enseñarla sin cesar en todos los niveles ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 28 de la educación ayuda a neutralizar esos fantasmas negativos de la memoria. Coincido con estas reflexiones del Dr. Ancarola. Pero hay que reconocer también que la memoria no siempre es anti-história. Como subjetiva que es resulta tan indócil como la imaginación y tan libre como ésta. No todos sus vaivenes son negativos, razón por la cual las reservas no deben ser tajantes. Creo que esto lo admite el Dr. Ancarola cuando se tiene en cuenta, como aquí se ha destacado, la labor de buenos memorialistas. Además la memoria, con sus aciertos y delirios, invade todo el campo del ayer histórico y es alimento principal de la cultura humana. Las artes, las letras, la política, el cine y la televisión buscan en la memoria un incentivo. Sea de mala o buena ley, aliada a la verdad o a la mentira, termina siendo un ejercicio de la libertad. Enfrentar sus distorsiones mentirosas cuando penetra en el campo de la historia, es tarea de esa misma historia; es tarea del historiador al proponerse alcanzar una verdad objetiva aun sabiendo lo difícil que esto es tratándose de lo humano y de su pasado. Creo que este es el núcleo de la valoración que el Dr. Ancarola hace de la historia y yo la comparto plenamente Académico Eduardo Martiré Dos cosas me han llamado la atención. En primer lugar, todos sabemos que la historia se hace a base de testimonios. Testimonios son los restos que deja el hombre en su paso por la vida, desde una moneda hasta una inscripción rupestre hasta un discurso presidencial o las memorias particulares; yo nunca dejaré de admirar la magnífica reconstrucción que hizo nuestro querido amigo Ruiz Moreno de la revolución del 55 con testimonios, con memorias de quienes ya no están que se han recogido y mantenido allí. La reconstrucción que ha hecho Félix Luna del 45, y la excelente novela histórica “Yo soy Roca”. Es decir, esta utiliza- 29 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA ción de temas históricos en algunos casos para reconstruir la historia en otros casos para enriquecer la literatura, ha ocurrido en todos los tiempos, y también la falsificación de la historia y la utilización de la historia. Tampoco es novedosa la utilización de un acontecimiento histórico para favorecer las circunstancias que se están viviendo. El mayor interés que demuestra la gente por la historia está en relación directa a mi entender con la difusión que hoy tienen los conocimientos en general; la televisión, los medios de comunicación. Pero yo no estoy tan preocupado, a mi me parece que esto se ha vivido en todos los tiempos, que ahora nos parezca muy grave, terrible porque los vivimos nosotros. En cuanto nos asomemos al pasado vamos a ver que en otros tiempos se han vivido con parecida o a lo mejor con mayor intensidad esta desesperación por la falsificación de la historia. Nosotros mismos la hemos vivido en otro tiempo, éramos mucho más jóvenes y a lo mejor no lo veíamos con el terror que lo veían nuestros padres y nuestros abuelos. No nos impresionaba tanto pero nos ha tocado vivir una falsificación de la historia brutal. Así que los nuevos intentos no tienen ninguna importancia. La historia va a seguir marchando como un paquidermo, lenta pero invariablemente mientras haya historiadores, porque la historia es inseparable del historiador, es la lente que nos permite ver el pasado y la historia nos brinda una experiencia que nuestra corta vida humana es incapaz de proporcionar. Es imprescindible la historia, la pongan o no la pongan en los planes de estudio, la quieran o no la quieran, la utilicen, la deformen, siempre habrá una historia, una historia que se hace a base de testimonios y que va renovándose, revisándose diariamente porque los testimonios aparecen, a veces porque están escondidos, o porque los testimonios pueden merecer una interpretación nueva que les de un brillo diferente. Me acuerdo en este momento como un gran historiador del Derecho como era Juan Manzano, un español, con los mismos elementos con que todos conocemos la tradicional historia del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, él mostraba otro tipo de descubri- ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 30 miento anterior a Colón. Y lo demostraba con los mismos testimonios con que se había elaborado. Es decir, la historia no se estremece por estas cosas que a nosotros nos preocupan tanto. El historiador, el que sabe que nada hay nuevo bajo el sol va a seguir viéndola con el amor y el interés imprescindibles para poder vivir el presente. Nadie es hijo de la nada y la única manera de conocer el presente es conociendo nuestro pasado; para conocerlo vamos a utilizar las memorias, los testimonios, de cualquier tipo, unos de mayor fuerza, otro de menor, pero ese es precisamente el oficio del historiador. El historiador es un personaje inseparable de la historia, por eso no me preocupa lo que puedan hacer personajes de moda que no son historiadores. Por último debo felicitar al amigo Ancarola por su brillante presentación del tema. Académico Hugo O. M. Obiglio Quería felicitar al académico Ancarola porque realmente ha traído un tema que ha despertado una inquietud, quizás un poco excesiva que ha reavivado el final de esta reunión. No quiero, cuando digo excesiva, minimizar la ecuación memoria e historia que él ha presentado. No creo tampoco que sea una antinomia. Creo que la memoria manejada o presentada como lo ha hecho Ancarola es un llamado de atención hacia lo que se puede considerar una falsa memoria, una mala memoria, un uso ilícito de la misma para acallar digamos una historia que tiene un perfil, una identidad particular que en estos momentos no conviene hacerla presente, esa es la realidad. No conviene hacerla presente acá, no conviene hacerla en España como se ha relatado, no conviene hacerla presente tampoco en Francia. Creo también, que la memoria es algo ínsito en el hombre, es naturaleza distintiva del hombre. Y con esto no quiero decir que cuando uno pierda la memoria con el paso de los años o cuando viva una enfermedad como el 31 DOCTRINA 2007 - GERARDO ANCAROLA Alzheimer, deje de ser hombre. Pero realmente la validez de sus actos va a ser cuestionada. También la historia va a cuestionar la validez de los actos de aquellos que confunden lo que es la verdadera historia. La memoria finalmente es una fuente de la historia. Es una fuente con la cual realmente se ha manejado el mundo desde sus inicios. Lo que tenía para que realmente se conociera el pasado e iba transcurriendo en una temporalidad relacionada con el ser humano, ha sido justamente el uso de una excelente memoria tal es así que había escuelas griegas en donde el ejercicio de la memoria eran realmente un planteo de manejo de inteligencias y de liderazgos en la misma. Así que, en resumen, pienso que esta ecuación que hoy se ha traído acá y ha despertado tanto interés es algo que nos tiene que llamar a la reflexión porque el mal manejo de la misma, el no mirar hacia atrás …Bergson decía que el hombre tiene memoria corta y muy pocas veces mirando hacia atrás aprendo de los errores históricos pasados. Mirar al pasado es realmente un compromiso que no podemos eludir. Independientemente de que los medios de comunicación nos presionen, que el entorno cultural sea difícil, lo poco escrito, como decía Martiré, escrito está. El asunto es saber aceptarlo en búsqueda de la Verdad. Académico Horacio Sanguinetti Va a aparecer ahora una historieta dedicada a los chicos, hay varias con esta interpretación tan personal de la historia argentina para que los niños desde chiquitos la asuman. ––*–– El académico Presidente Gregorio Badeni agradece y felicita a los académicos intervinientes.
Anales...ANALES DE LAACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 32
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS MEMORIA E HISTORIA Gerardo Ancarola BUENOS AIRES 2007 MEMORIA E HISTORIA Comunicación del académico Gerardo Ancarola, en sesión privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, el 27 de junio de 2007 Las ideas que se exponen en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no reflejan necesariamente la opinión de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Fotografía de portada de Marcos Chamudes ISSN: 0325-4763 Hecho el depósito legal © Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas Avenida Alvear 1711, P.B. - Tel. y fax 4811-2049 (1014) Buenos Aires - República Argentina Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Se terminó de imprimir en Talleres Gráficos Leograf Rucci 408 - Valentín Alsina - Prov. de Bs. As. en el mes de setiembre de 2007.
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS JUNTA DIRECTIVA 2007 / 2008 Presidente . . . . . . . Académico GREGORIO BADENI Vicepresidente . . . . Académico ISIDORO J. RUIZ MORENO Secretario . . . . . . . Académico HUGO O. M. OBIGLIO Tesorero . . . . . . . . Académico JORGE EMILIO GALLARDO Prosecretario . . . . Académico FERNANDO N. BARRANCOS Y VEDIA Protesorero . . . . . . Académico HORACIO SANGUINETTI ACADÉMICOS DE NÚMERO Nómina Fecha de Patrono nombramiento Dr. Segundo V. LINARES QUINTANA..03-08-76 Mariano Moreno Dr. Horacio A. GARCÍA BELSUNCE.....21-11-79 Rodolfo Rivarola Dr. Pedro J. FRÍAS...................................10-12-80 Estanislao Zeballos Dr. Alberto RODRÍGUEZ VARELA .......28-07-82 Pedro E. Aramburu Dr. Natalio R. BOTANA ..........................11-07-84 Fray Mamerto Esquiú Dr. Ezequiel GALLO................................10-07-85 Vicente López y Planes Dr. Horacio SANGUINETTI....................10-07-85 Julio A. Roca Dr. Carlos María BIDEGAIN...................25-06-86 Fray Justo Santa María de Oro Dr. Carlos A. FLORIA..............................22-04-87 Adolfo Bioy Dr. Leonardo MC LEAN..........................22-04-87 Juan B. Justo Monseñor Dr. Gustavo PONFERRADA..22-04-87 Nicolás Avellaneda Nómina Fecha de Patrono nombramiento Dr. Gerardo ANCAROLA........................18-12-92 José Manuel Estrada Dr. Gregorio BADENI..............................18-12-92 Juan Bautista Alberdi Dr. Eduardo MARTIRÉ............................18-12-92 Vicente Fidel López Dr. Isidoro J. RUIZ MORENO ................18-12-92 Bernardino Rivadavia Dr. Jorge R. VANOSSI.............................18-12-92 Juan M. Gutiérrez Dr. Félix LUNA........................................23-04-97 Roque Sáenz Peña Dr. Víctor MASSUH ................................23-04-97 Domingo F. Sarmiento Dr. Hugo O. M. OBIGLIO .......................23-04-97 Miguel de Andrea Dr. Alberto RODRÍGUEZ GALÁN.........23-04-97 Manuel Belgrano Dr. Fernando N. BARRANCOS Y VEDIA28-04-99 Benjamín Gorostiaga Dr. Dardo PÉREZ GUILHOU..................28-04-99 José de San Martín Dr. Adolfo Edgardo BUSCAGLIA...........10-11-99 Dalmacio Vélez Sársfield Dr. Juan R. AGUIRRE LANARI .............27-11-02 Justo José de Urquiza Dr. Bartolomé de VEDIA.........................27-11-02 Carlos Pellegrini Dr. Carlos Manuel MUÑIZ ......................24-09-03 Nicolás Matienzo Dr. Miguel M. PADILLA .........................24-09-03 Bartolomé Mitre Sr. Jorge Emilio GALLARDO .................14-04-04 Antonio Bermejo Dr. René BALESTRA ..............................14-09-05 Estaban Echeverría Dr. Alberto DALLA VÍA..........................14-09-05 Félix Frías Dr. Rosendo FRAGA................................14-09-05 Cornelio Saavedra Embajador Carlos ORTIZ DE ROZAS....14-09-05 Ángel Gallardo Dr. Mario Daniel SERRAFERO...............14-09-05 José M. Paz Dr. Juan Vicente SOLA ............................14-09-05 Deán Gregorio Funes
5 MEMORIA E HISTORIA Por el académico DR. GERARDO ANCAROLA
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