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STILMAN, MUTIS DE UN GUAPO

Lo que no decía su cuerpo enjuto, lo decían sus decisiones.  Nadie sabía que era casi quilmeño por una estrecha relación de chico con un matrimonio que tenía una mueblería en la calle Alem. Un día se lo dijo como un secreto a quien escribe, su compañero en Internacionales, hoy editor de Congreso Abierto. Extraño pero sólo para los extraños. Fue solidario y valiente como ver las balas de frente en alguna de sus misiones periodísticas por el Caribe. Esperó la muerte y, cuando llegó, ayudó con ella a quien lo quiso y cuidó. Que descanses en paz querido Mario.

Por Clarín

El periodista Mario Stilman era un cronista “todo terreno”, un loco apasionado por la profesión capaz de ir a cubrir con el mismo entusiasmo un partido de fútbol como la caída de un dictador en Centroamérica.  Murió el lunes (NdE: 3/5/2020), a los 74 años, en el Sanatorio Otamendi, donde permaneció internado por problemas respiratorios. 

"Marito”, como muchos lo llamaban en Clarín -donde entró a trabajar un caluroso día de diciembre de 1977- tuvo un inalterable y único compromiso durante toda su vida. Fue con el periodismo. Con la adrenalina del cierre, con el vértigo de conseguir una primicia, por llegar primero y ser el primero.

Era meticuloso en la búsqueda de información; preciosista a la hora de buscar la palabra justa que le diera vida a sus crónicas.

Comenzó en la sección Deportes del diario Crónica. Allí, recuerdan quienes lo vieron correr con su libreta de apuntes, se llevaba el mundo por delante. En las temporadas veraniegas de Mar del Plata que le tocaron cubrir, abarcaba todo lo que pudiera pasar en esa ciudad, más allá de los partidos de fútbol. Vivía al calor del verano sin pisar la playa ni un solo día. Porque metía las narices en la política, en el espectáculo y, por supuesto, el deporte.

Luego pasó por La Opinión, en sus épocas doradas y por el diario Noticias.
Llegó a Clarín bien preparado.

Había crecido lo suficiente como para ocupar un espacio importante. Entró en la sección Internacionales. Las coberturas de la guerrilla centroamericana fueron su fuerte. Allí puso el cuerpo y el alma para después contar anécdotas tejidas entre la vida y la muerte.

Estuvo en Nicaragua cuando cayó el dictador Anastasio Somoza. Las crónicas sobre el proceso que derivó en la toma del poder por parte del sandinismo son hasta hoy tomadas como ejemplo de agudeza y precisión en las clases de periodismo.
Sus historias, sus anécdotas ricas en contenido entusiasmaban a cualquiera.

Con el paso de los años, su torbellino apasionado por el oficio de contar se fue atenuando. De la línea de choque de la Redacción pasó a una sección más tranquila, como Turismo. También estuvo un tiempo en la Mesa de Cierre del diario.

En 2002 volvió a su primer amor, a la sección Deportes, donde todo comenzó. Y allí revivió: pero la alegría no fue completa porque se acrecentó su deterioro de salud y ya no pudo sostenerse frente a una computadora para hacer lo que tan bien hizo durante mucho tiempo. Se fue encerrando lentamente en la soledad y el silencio.

Se fue de Clarín en enero de 2012. A mediados del año pasado anticipó la fecha de su muerte. Dijo que iba a ser el 26 de diciembre de 2019. Se equivocó por 39 días. Un margen de error imperdonable para quien había buscado, con obsesión, en toda su vida, únicamente certezas. ■

Título: Mario Stilman, el cronista que vio caer a Anastasio Somoza

Fuente: Clarín, 5/2/2020