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GARCÍA COSTA, COMPAÑERO

Un pedazo testimonial grande de la historia argentina se fue con Víctor García Costa, socialista, escritor y periodista, autor del colosal "Alfredo Palacios, entre el clavel y la espada", recordado aquí por un exponente del mismo cuño político, ex diputado nacional, lo mismo que Jorge Rivas, socialistas de un partido que ya no existe.

Por Oscar R. González (*)

En la borrascosa madrugada de este sábado 31 de agosto nos llegó la infausta noticia del fallecimiento del veterano dirigente socialista Víctor García Costa (NdE: 92 años, a veinte días del próximo), uno de los últimos representantes de la generación política que protagonizó un largo y complejo periodo de la historia política argentina.

De familia republicana asturiana, García Costa asumió desde joven la militancia en el extinguido Partido Socialista, donde intervino muy pronto en las ríspidas polémicas que conmovieron esa fuerza a partir de los años 50 y particularmente tras el golpe de 1955, cuando aparecieron en disputa dos visiones contrapuestas sobre el rol del socialismo, y la izquierda en general, en relación con la persistente identidad peronista de los trabajadores, clase social que los socialistas aspiraron siempre a representar.

Ligado a algunas figuras del ala más comprensiva respecto de la naturaleza del entonces ilegalizado Justicialismo, como Alfredo L Palacios y Carlos Sánchez Viamonte, de quien fue directo colaborador, y abierto a reconsiderar posiciones recalcitrantes –y por consiguiente erróneas- de su propio Partido, García Costa, tras la implosión de la antigua estructura partidaria, activó desde los primeros años 60 en la fracción más vinculada a lo nacional popular y ya como dirigente de uno de esos sectores, llegó a integrar La Hora del Pueblo, estrategia frentista encabezada por Juan Perón para resolver la transición democrática tras la debacle de la dictadura iniciada en 1966.

La actividad política de García Cosa y sus responsabilidades institucionales, como cuando se desempeñó como concejal porteño en los años 60 no lo marginó de lo que fueron sus debilidades (y habilidades) intelectuales: lector empecinado y enamorado de la historia, dejó una extensa obra ligada al itinerario del socialismo, particularmente referida a los iniciadores, como Germán Avé Lallemant, Adrián Patroni y el legendario Alfredo L. Palacios. Pero más allá de ser autor de esos y muchos otros textos, fue notable su tarea como coleccionista bibliográfico y editor: en una intensa actividad hacia el final de su larga vida, logro la reedición de obras clásicas como “La Miseria” (la famosa tesis doctoral de Palacios, rechazada por sus profesores de Derecho en 1900).

Famoso en las filas partidarias por su vehemencia oratoria y pasión polémica, dueño de una retórica filosa sustentada en amplias lecturas y conocimientos históricos, amigo de poner en cuestión verdades sacrosantas (como la fecha fundacional del Partido Socialista, que él situaba años antes del canónico 1896), temible contendiente de aquellos que simulaban una tradición que no les era propia, la larga existencia de García Costa concluye en un triste momento triste de la historia argentina, cuando los valores más puros, los ideales más transparentes y los objetivos más humanos, que signaron su lucha y la de los demás militantes socialistas desde hace más de 120 años, es hoy vituperada desde el poder político, económico y mediático por una atroz confluencia de odiadores antiderechos.

Casta que tarde o temprano será barrida por los objetivos emancipadores que hicieron suyos aquellos ciudadanos dignos como el que hoy despedimos.

(*) Periodista y abogado, fue diputado nacional y Secretario General del Partido Socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias de la Nación entre 2008 y 2015, es militante de la Confederación Socialista Argentina.