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GARCÍA COSTA, DE URIBURU…(3)
Había que estar ahí…pero no. Un fuerte bloqueo de seguridad entorno del Aeropuerto Internacional de Ezeiza lo impedía. Volvía Perón a su tierra y a su gente. “No me olvides, no me olvides/no me olvides/es la flor del que se fue/ No me olvides/ no me olvides// no me olvides/ volveremos otra vez”, inicio de un bello poema de Arturo Jauretche
Por Armando Vidal
Después de diecisiete años, el 17 de noviembre de 1972 Perón volvió a pisar tierra argentina. Aeropuerto de Ezeiza. Llovía. Era un viernes. Había llegado pasada las 11, acompañado por invitados especiales y lo llevaron al hotel donde lo hicieron esperar varias horas. Perón advirtió que si seguía la retención se iba considerar detenido por el gobierno.
Hubiera sido un escarnio para Lanusse. Atardecer con sol que decaía, la televisión mostraba una larga hilera de vehículos en la ruta que se dirigía hacia la calle Gaspar Campos, en Vicente López, la casa de Perón.
Lo que siguió como expectativa fue una especie de diagrama de actividades que excluían al sábado 18 contemplado para el descanso. El que escribe estas líneas era uno de los periodistas del diario encargados de ocuparse de Perón, de esa casa y los restantes ocupantes que eran Isabelita y el no bien conocido pero ya desestimado José López Rega. Y la gente, esa juventud maravillosa, como decía Perón
Siguió el domingo 19, día activo por una gran movilización de jóvenes que colmó la cuadra y despertó a Perón en la casa de dos pisos altos al grito de “Buenos días general…” tras lo cual se abrieron las ventanas y apareció con su enorme sonrisa, sus brazos abiertos para el abrazo y un…”bajate hijo que te vas a matar” al encontrarse con un pibe parado en la punta de un palo de luz. Por la tarde, reuniones con políticos para saludos de cortesía. Fue inolvidable. Muchachos y chicas, cantando, saltando, gritando con furia y alegría por un abuelo sin nietos porque no tuvo hijos, un prócer del pueblo que había vuelto a su pueblo y que ellos, los jóvenes, lo presentían y sentían.
Lunes 20, encuentro en la entonces Confitería Nino, donde estaban todos los políticos representantes de los partidos desde el paso inicial de la conformación de la Hora del Pueblo, como el socialista García Costa.
¿Qué faltaba? La reunión de Perón y Balbín, sobre la cual no se sabía nada.
Martes 21. La calle Gaspar Campos, en este relato, es solo de una cuadra. Una cuadra más bien larga con casas a ambos lados con forma de triángulo isósceles.
La casa de Perón (hoy un museo de la provincia de Buenos Aires) mira hacia el oeste y está cerca de la esquina sur que se toca casi en la punta con la casa que tiene a su espalda. La punta sur del triángulo.
En esos días, en la punta contraria del sur, los periodistas tenían a disposición un garaje abierto ofrecido por un muy bueno vecino para, por ejemplo, llamar al medio para cual trabajaban. Insisto: estaba en la calle que corta al norte la calle Gaspar Campos.
Desde sus cercanías quien escribe vio un auto estacionado, quizás otro adelante que lo tapaba a la altura de la casa que mira para el este y tiene a su espalda la casa de Perón. En síntesis, una escalera de madera contra la pared permitió a Balbín pasar a la casa de Perón sin que nadie lo viera desde la calle Gaspar Campos. ¿Cuál fue la importancia de ese hecho? Que lo que siguió fueron otras futuras visitas que siguieron sin gente movilizada ni periodistas molestos. Diálogos entre amigos.
* Se vienen las elecciones
Entre idas y vueltas, los radicales debieron enfrentar una interna partidaria que estaba reclamando Raúl Alfonsín, discípulo de otro tiempo de Balbín. Había que reordenar los partidos después de su inexistencia en dictadura y la UCR había logrado su personería sin tener que cargar que era “del Pueblo”. La interna radical se realizó el 26 de noviembre y comprendía la elección de autoridades y después las formula frente a las elecciones del 11 de marzo de 1973.
¿Qué decía Alfonsín en la campaña? ´Decía: “Votar por Balbín es votar por Perón”, recordaba el socialista García Costa, allegado a Balbín desde la Hora del Pueblo.
Balbín, de Línea Nacional – a la que pertenecía Juan C. Pugliese, de creciente influencia- ganó pero el llamado Movimiento de Renovación y Cambio, de Raúl Alfonsín, logró la minoría. Lo que estaba en juego también era conocer cuál sería el porcentaje de antiperonistas que había en esos radicales. Diez años después estuvo la respuesta: Alfonsín ganó las elecciones del 30 de octubre de 1983 con el voto de ciudadanos progresistas y ciudadanos antiperonistas.
En la campaña para las elecciones de marzo no hubo en la boca de Balbín una palabra contra Perón o el peronismo. “El que gana gobierna y el que pierde ayuda”, decía.
Por su lado los peronistas resolvieron fácil porque Perón decidió que el candidato de su frente sea Héctor Cámpora, su último delegado personal y ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
Un candidato que pegó el salto del gabinete de Lanusse fue Francisco Manrique, creador de la Alianza Popular Federalista. Ni sombra había quedado del capitán de la marina al servicio de Aramburu y Issac F. Rojas.
También competían Oscar Alende, PI; Ezequiel Martínez, en representación del Gran Acuerdo Nacional y Julio Chamizo, Nueva Fuerza.
Resultados:
Cámpora: 5.899.642 (49,53%)- R. Balbín: 2.535.642- F. Manrique: 1.775.767 (14,91%)- O. Alende: 885.274 (7,43)- E. Martínez: 2,92- J. Chamizo: (1,97)
La respuesta inmediata de Balbín de reconocimiento del triunfo de Cámpora cortó toda intención de judicializar la voluntad del pueblo.
El 25 de mayo de 1973, Héctor Cámpora asumió la presidencia con un discurso en la Cámara de Diputados de la Nación preparado por su equipo que inspiraría, el mismo día e igual hora, treinta años después, el presidente Néstor Kirchner.
Perón hacía rato que estaba en Madrid y esperaba el momento del regresos para seguir sus charlas con Balbín.
Pobre General. No sabe lo que le espera.