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PEPE, EL QUE CONTÓ LA HISTORIA
A los 93 años falleció el ex diputado nacional peronista Lorenzo Pepe, figura destacada en la Cámara de Diputados de la Nación. Orador apasionado durante veinte años, también fue el que contó la historia, paso a paso, para terminar con la dictadura de Onganía y el colaboracionismo sindical. Ver la filmación al final. Vean a Lorenzo Pepe.
Por Armando Vidal
Lorenzo Pepe, peronista de origen gremial (Unión Ferroviaria) fue la voz, el gesto y la fuerza de sus razones en los debates de la Cámara de Diputados. Un metro noventa, manos y brazos para el abrazo, nunca, que se sepa, perdió la calma ni en los entreveros sindicales ni en el recinto de las grandes tenidas.
No hablaba de las prisiones por las que pasó después de la caída del gobierno de Juan D. Perón, en 1955. No fue hombre de quejas. Y fue fundamental en la lucha contra la dictadura del general Juan Carlos Onganía cuando el sindicalismo colaboracionista se puso a disposición de ese gobierno. Lo contó él, paso a paso.
Fue en el Salón Azul del Senado de la Nación, en un acto de homenaje a peronistas fundacionales, que a muchos los incluía. No fue el único que habló pero su relato fue clave con protagonistas nombrados por Pepe por orden de aparición, comenzando por Raimundo Ongaro y seguido por Jorge Daniel Paladino quien lo llevó al que puso el dinero para comprar dos pasajes con destino a Madrid para ir a ver a Perón en Puerta de Hierro. Año del hecho: 1969. Al año siguiente caía Onganía, asumía otro general de corta gestión, sucedido por el jefe militar de todo en la Argentina, el general Alejandro Agustín Lanusse.
En 1973, Perón volvería definitivamente, sería nuevamente presidente de la Argentina y moriría al año siguiente.
Sigamos con Lorenzo Pepe.
Estuvo en la banca, enfrentando de entrada la pretensión del radicalismo de ser parte de las conducciones de los sindicatos peronistas hasta la puerta misma del gobierno de Néstor Kirchner, en 2003. Veinte años.
Como tantos peronistas, estuvo al lado del gobierno de Raúl Alfonsín cuando asomaron como golpistas los carapintadas, en 1987 y, dos años después, sacudido ante la súbita conversión de Carlos Menem, que llegó a la presidencia con el voto peronista y llenó de placer a los beneficiados de los negociados con la destrucción del Estado, razón hoy de los frecuentes elogios al desertor riojano por parte del presidente Javier Milei.
En ese espacio de aturdimiento, incomprensión e ingenuidad del ciudadano de a pie, Pepe promovió la concesión de los ferrocarriles con plazo determinado, no la venta como establecía la ley de reforma del Estado, el primero proyecto enviado al Congreso, después del que determinaba el de emergencia. "No saben lo que están votando" se ufanaba en el debate el diputado de triste memoria, Alvaro Alsogaray.
En la Cámara de Diputados y, en el Senado, el senador puntano Oraldo Britos, otro peronista de marca indeleble, jugaron un poco al truco sin señas en los días del entonces temible ministro Domingo Cavallo. Britos, incluso, se dio el lujo como titular pasajero de la Cámara alta de echarlo a Cavallo porque carecía de la aprobación senatorial para movilizarse por ese sector como pretendía el ministro en su deseo de dar una conferencia de prensa en el salón más bello de ese sector del Congreso. Cavallo acató y se fue. De no haberlo hecho ya estaba dispuesta la orden de sacarlo con la policía.
Con ese frente de resistencia peronista solapada entró en escena en Diputados el inolvidable Germán Abdala, también peronista, que tuvo vuelo propio, representante del gremio de los trabajadores del Estado, ATE, el más joven, que ganó rápido el reconocimiento general y al que una enfermedad le arrebató la vida.
Lorenzo Pepe siempre estuvo dispuesto a colaborar con la tarea de los periodistas, aunque estas líneas tengan una connotación particular aunque no se trataba de un asunto parlamentario.
Como quien escribe estas líneas y otro periodista, Jorge Larroca, ex Clarín, teníamos en preparación un libro sobre La Fraternidad, cuyo centenario se avecinaba, fuimos a verlo a Pepe. Nos aportó un nombre, el de Pechito Dellavedova, un dirigente del gremio de los maquinistas de los cuarenta y mediados de los cincuenta, quien conocimos y cuyo aporte fue una historia ejemplar y dolorosa.
El libro titulado Rieles de lucha fue presentado en una asamblea del gremio en el teatro de La Fraternidad, ubicado a metros del edificio del Congreso de la Nación. La asamblea llevó el nombre y apellido de Dellavedova.
Los libros para Pepe estuvieron a tono y en todos los planos con él porque después de su largo paso por el Congreso de la Nación fue nombrado titular del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, acopio ordenado de toda la literatura documental peronista. Renunció hace dos años por razones de salud que cargó con ellas hasta que el domingo 12 falleció a los 93 años.
Quedaron flotando las impresiones de uno de sus últimos apasionados discursos en Diputados –que están a mano en cualquier computadora- cuando preanunciaba que iban a ocupan las bancas del Congreso los gerentes de las grandes corporaciones y que él, ante esa realidad, se daba por derrotado.
Pepe, lo dijo.
ENCUENTRO GREMIALISTA . 40 AÑOS DE DEMOCRACIA. HABLA LORENZO PEPE.
https://www.youtube.com/watch?v=g2oFdLWJrHU