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VIDA, IGLESIA Y PAPA FRANCISCO

Desde las Invasiones Inglesas, sin contar a España, la Argentina es un puerto seducido por el interés extranjero, en entrada y salida en beneficio de una minoría dominante interna vil que  empobrece al pueblo argentino. Esta mirada se corresponde con la necesidad de justicia que clama el Papa Francisco. Estas líneas intentan transmitir las emociones de un chico de un hogar humilde, hijo de un trabajador textil y de una fabriquera "pero no para cualquiera", como decía. Iglesia, creer o no creer. La profunda sencillez de vida de Bergoglio y el colectivo 70. Padre Samoré y la misa de la paz lograda. Recemos.

Por Armando Vidal

Angelita reza, Angelita teme, pide a Diosito, es un domingo, suena la marcha de fondo con la banda de trompetas, clarinetes, flautas y tambores camino a la casa de la italiana de enfrente, que es la madrina de Santo Mauro. Hoy es su día. Poco después Angelita ríe, con una bella partera pelirroja, como ella,  a la cual le había prometido que iba a tener su primer parto como partera. Cosas de mujeres. Asomó un varoncito, seguramente también feliz.

Enero de 1943, ni siquiera estaba plantada  la semilla del peronismo. Había militares, que siempre hay y había varios que estaban cerca. Y el 4 de junio entraron en acción:  echaron al último presidente del fraude desde 1930, Ramón Castillo, que había sido juez y un servidor del empresario salteño Robustiano Patrón Costa y al que quería hacer presidente como había sido él: con el dedo, no con los votos secretos y obligatorios de la ley de Roque Sáenz Peña, el más cojonudo y noble de los conservadores.

Terminaba la Década Infame. Década de trece años tras el golpe de 1930 contra Hipólito Yrigoyen. Golpe que  aprobó la Corte Suprema de Justicia con José Figueroa Alcorta como presidente, el mismo al que la abogacía oligárquica -no solo porteña- le rinde honores.

Quilmes, en los cuarenta y algo, calles de tierra, calle Tucumán, a la vuelta del Club Tucumán, que está en la calle Andrés Baranda por donde pasa (ba) el tranvía y que en junio cumple noventa años. Libreta de fianza en los mandados para el almacenero Miguel Capa, esquina de Baranda e Islas Malvinas; libreta para Palermo, el carnicero, calle Tucumán, cerca de Torcuato de Alvear. Después pelota en la calle o travesuras con José María.

Gobierno de Perón en la Nación, gobierno de Domingo Alfredo Mercante, el gran gobernador, en la provincia de Buenos Aires.

Pobres y felices los pobres. Felices  también los niños porque la procesión de los padres iba por dentro. Eran tiempos de escaseces, del pan negro porque no había blanca y se mezclaba con mijo. 

1951, 22 de agosto. Papá, mamá, hermanita y el hermanito habían ido caminando desde Constitución al edificio enorme de la Av. 9 de Julio y Moreno. Mañana fría pero soleada. Mamá, hermanita y hermanito, a casa. Papá pensó que lo que vieron lo iban a recordar toda la vía. Era gremialista, el secretario general de la importante seccional textil quilmeña. Él tenía que quedarse. El acto lo organizaba la CGT e iban hablar Perón y Evita. Lo hicieron a la tarde casi noche. Los trabajadores gritaban que Evita sea la candidata a vicepresidenta de Perón. Perón no decía nada. Ella pidió pensarlo y a los días anunció su renunciamiento.

Evita votó desde su lecho de enferma feliz por haber logrado la ley que habilitaba el voto de las mujeres lograda en 1947. Cuatro años de diferencia por el gran trabajo de las mujeres para ir a buscarlas una por una por todo el país.

Para el chico no fue la primera muestra de la política porque el papá solía llevarlo a la sede del sindicato, Entre Ríos e Islas Canarias (calle ésta que en unas cinco cuadras desemboca en la Cervecería de Quilmes), una casa de ladrillos y barro de fines del siglo diecinueve,  enfrente del pajonal alambrado que intermediaba con las vías del tren. 

Mundo pequeño y perfecto en el recuerdo de los chicos. No teníamos nada y no necesitábamos nada. Jugar en la calle de tierra llamada Tucumán en nuestro caso.

¿Y la religión? La religión…bien. Estaba presente en el diálogo familiar. ¡Qué manera de llover ¡Dios mío!,,, podía  quejarse Angelita con Natalia, la vecina, especialmente por los pasillos y patios. Diosito siempre estaba. Papá no decía nada.

Era una casa dividida en dos. La primera,  la del frente, la que da (ba) a la calle tenía dos dormitorios uno tras otro hacia el fondo y un tercero que pertenecía a la casa del fondo. Sólo lo separaba una cerradura. Nunca un ruido, silencio y mutuo respeto. El sector izquierdo de esa misma casa tenía atrás la cocina con una ventana hacia la calle, patio, jardín de entrada y un puerta de vereda y otra de entrada a la casa.

Otra puerta a la izquierda a la altura de la cocina daba con un pasillo hacia la calle. Era el pasillo de entrada de la casa del fondo. Casa alquilada.

Casa que tenía limoneros, ubas de temporada, canteros de papas y tomates, un gran gallinero y un arco de arquero hecho por papá, que había sido jugador y ya se había dado cuenta que el Coloradito  sólo podía jugar como arquero y con sus amigos.

Hasta los seis años todo fue placer pero había llegado la hora de ir a la escuela donde comenzaron los deberes. Y al poco tiempo ... ¡la comunión!

Veamos un poco el calendario de los hechos en un tiempo de inocencia infantil que ya no existe.

1951,  28 de septiembre. Un tarambana como pocos, el Gral. Benjamín Menéndez, quiso dar un golpe y terminaron todos presos. Que después volverían.

1951, 11 de noviembre. Elecciones presidenciales. Votan las mujeres por la ley que impulsó Eva Perón en 1947. Se trataba de ordenar los mandatos de la  presidencia de la Nación y de gobernadores en algunas provincias si no se hacía por los parlamentos provinciales. Lo determinaba la reforma de la constitución peronista de 1949 que había presidido Domingo Alfredo Mercante y no aceptó hacerlo por el parlamento bonaerense. Perón ganó cómodo para ser presidente hasta 1952. Su segundo mandato se extendería hasta 1958. Mercante ganó ser gobernador hasta 1952 y venció a su candidato radical, Ricardo Balbín. Que fue a votar y lo metieron preso por disposición de un juez cómplice. Era la sorda guerra contra Mercante, el ex corazón de Perón.

1951. 8 de diciembre. Comunión, tiempo de Iglesia, catecismo, curas altos, de sotanas largas que ni miraban a los chicos cuando jugaban a la pelota. Parecía que todos estaban enojados y, encima, daban la misa en latín. Pero el chico, que se hizo grande, volvió a misa veintisiete años después, en una bella Iglesia de Santiago de Chile, dada por el Padre Samoré, el gestor del acuerdo de paz encomendado por el  Papa Juan Pablo II entre la Argentina y Chile por tres  islas del Beagle. En ese momento tan especial del final de la misa, con la presencia de periodistas Ignacio Nacho López me da un abrazo de hermano, cumpliendo con la liturgia cristiana modernizada.

Todo parecía que estábamos bien pero habían pasado cosas que los chicos no tenían porqué saber. La violencia y la maldad venía en camino.

Pensemos en Francisco. Hace bien. Bien para todos y en especial para los jóvenes que parecen estar solos y aprisionados por la tecnología al servicio del mal.

* La fe de los pobres

Hay que tener fe para creer. ¿No es mejor creer que no creer? ¿La esperanza o el descreimiento? La fe en Dios de los pobres ayuda a vivir a los pobres. ¿Y a los no pobres? También.

22 de abril, 2025. En en la Cámara de Diputados de la Nación, hubo una sesión especial  en memoria y reconocimiento al Papa Francisco, que mucho trabajó por la hermandad y comprensión en un mundo que tirita de hambre e indiferencia. Fueron muchos los buenos y sentidos discursos. También, discursos ajenos a lo que decían –y dicen- sus propias conductas. Políticos y políticas, los menos pero claves en el quórum y en los votos, tienen otro dios. 

La síntesis  de la conclusión arribada en esa jornada, la formuló en pocas palabras el diputado Germán Martínez, presidente del bloque peronista al dirigirse al titular de la Cámara, Martín Menem, para resaltar que pese a las diferencias de intereses en pugna se había realizado la sesión en la armonía y respeto proveniente del propio Papa Francisco. Allí, de paso, como para que quede claro, el siempre atinado diputado santafecino dijo que la representación de quienes van a viajar al Vaticano en la ceremonia de despedida de Francisco deberían ser integrantes de los tres poderes de la República. Lo dijo serio, con sentido equitativo y tono responsable. Repito: Serio, equitativo y responsable. No el zafarrancho de  Milei.

* El cielo del Señor

Toma el colectivo 70, se sienta porque elige horarios y días que lo permiten, baja por la calle Tacuarí, mira al pasar por la por la escuela de Santa Catalina, mira al diario Clarín y  al viejo restaurant de la esquina de la calle Ituzaingó, dobla  el colectivo por la Av. Martín García, y vuelve a doblar a la derecha por la  Av. Patricios. Siempre sorprende esa calle por su actividad.

Allí, en la curva misma de Patricios, hay (había) una vidriería. ¿Sabrá que en ese local el dueño muestra, a quien le interesa, que tiene la escritura que dice que el lugar es parte de los terrenos del Almte. Guillermo Brown? Más datos: la casa de Brown estaba donde hoy funciona el Banco de la Ciudad al 500 de la Av. Martín García, con una enorme placa en la puerta. Qué cerca está la historia en la Argentina ¿no?

Sigue el colectivo hasta doblar en la Av. Iriarte y sigue y sigue hasta cruzar la Av. Vélez Sarsfield –donde está la gran Iglesia en la que se casó Jorge Rafael Videla-  y continuar  hasta cruzarse con otra avenida tras la cual avisa que se va a bajar. Lo hace, camina unos pasos, saca del portafolio su hábito –era arzobispo- y entra a la Iglesia.

Lo esperan los saludos, la alegría y  la vuelta por un ancho pasillo de la villa que lo lleva a la cancha de fútbol que  está atrás de la Iglesia, la escuela que está ahí nomás y un poco más allá un brazo largo y limpio del Riachuelo,  con un cielo celeste si se diera la ocasión.

El Papa Francisco,  el cura de todos los barrios del mundo y orgullo de pueblo argentino y sus hermanos.

Gracias querido Padre.