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CENTENARIO DE UN SUEÑO

Columnista de historias con asiento porteño descorre el telón aquí al edificio Juan B. Justo, de Av. Martín García y Bolívar, con motivo de su centenario y por ser la primera vivienda colectiva de El Hogar Obrero, emblemática institución que superó su profunda crisis en la era menemista.

Por Eduardo Parise

Para muchos de los que ocupan sus departamentos, el edificio es un ejemplo de que el trabajo colectivo siempre puede lograr más que la acción individual. Y lo piensan ahora, cuando la construcción está cumpliendo su primer centenario, un festejo previsto para mañana (NdE: 9/7/13).

La historia dice que fue la primera casa colectiva de El Hogar Obrero, una cooperativa que ya tenía casas individuales pero que con ese edificio marcaba el punto de partida para construcciones similares que después se harían en otros lugares de la Ciudad.

Aquel 9 de julio de 1913, el discurso de cierre en la inauguración estuvo a cargo de un personaje que hizo historia: el médico y diputado socialista Juan Bautista Justo.

Ubicado en la avenida Martín García 473, en el barrio de Barracas, el edificio de un siglo estaba pensado para que los trabajadores pudieran convertirse en propietarios, algo difícil en aquellos años.

Por eso fue que, ese día, el propio Justo se encargó de resaltar en su discurso lo que se podía lograr cuando el dinero era “manejado por y para el pueblo”.

La idea de construirlo había empezado en 1910 cuando la cooperativa –fundada por hombres como Justo (nacido en San Telmo en 1865) o Nicolás Repetto– compró ese terreno en un remate público.

A los nueve meses se hizo la licitación y la construcción quedó a cargo de la Sociedad de Artes y Oficios, otra cooperativa que cumplía con ese espíritu de trabajo colectivo.

El proyecto lo realizó el arquitecto Julio Molina y Vedia, quien se encargó de dirigir la obra en los primeros meses de trabajo, pero después renunció.

De todas maneras se desarrolló de acuerdo con lo que había pensado desde un principio: una planta baja destinada a almacén (tenía un sótano para usarlo como depósito); un entrepiso y cuatro pisos altos con 32 departamentos que se destinaban a los socios de El Hogar Obrero. También incluía un patio y una gran terraza.

Hacia 1930 empezaron las mejoras cuando se agregaron calefones y cocinas a gas en todos los departamentos, ascensor, lavadero y juegos para los chicos que allí vivían.

Aquella construcción fue la primera. Pero el sueño de muchos era tener más departamentos para más gente. Eso recién pudieron cumplirlo en 1938 cuando la cooperativa compró también el terreno de la esquina, algo que anhelaban desde un principio.

Así se hizo un edificio anexo que incluyó otros 15 departamentos y dos casas individuales. La entrada del nuevo edificio quedó en Bolívar 1856. También esa vez se aprovechó la construcción para darle un criterio único a la fachada que quedó con un estilo racionalista.

La inauguración se realizó en un festejo del Día de la Cooperación, el 2 de julio de 1938.

Ese mismo día, el conjunto fue identificado como “Edificio Juan B. Justo”, en homenaje a aquel dirigente que había muerto el 8 de enero de 1928.

Ahora, la gente del edificio está de festejo. Y mañana, desde las 10, esa fiesta tendrá algo especial: durante una hora y media se harán visitas guiadas en el lugar.

En el cierre de la conmemoración, está previsto descubrir en el hall una placa que recuerde la inauguración y la proyección de un video que preparó la gente de El Hogar Obrero.

Será una forma de evocar a aquellos que tuvieron un espíritu destinado a mejorar la calidad de vida de la gente.

También será una buena ocasión para recorrer las calles de Barracas, un barrio especial, y descubrir otras construcciones que, desde un punto de vista arquitectónico, también tienen lo suyo.

Por ejemplo el edificio de lo que fue la empresa textil Piccaluga. Restaurada y reciclada en 2008, la gran fábrica de estilo Art Noveau se luce junto al pasaje Lanín. Vale una visita y una mención.

Pero esa es otra historia.

Título y bajada: El Hogar Obrero, pero en altura /Hace 100 años la cooperativa abría la primera casa colectiva pensada para trabajadores