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UN GENIO ESPERA AL GOBERNADOR GIOJA

En Zonda, localidad vecina a la ciudad de San Juan, hay un personaje que deslumbra a quien lo visite como queda aquí reflejado. Vive en una caverna, un museo arqueológico no reconocido que donó al Estado. Entre acechanzas, espera  la aparición del hombre que nunca llega.

Por Viviana Pastor

No le molesta que le digan ‘el loco’. La gente ya trató de locos a Vincent Van Gogh, a Isaac Newton, a Napoleón y a tantos otros. “Si a una persona le dicen que éstas no son montañas sino el fondo del mar y le dicen cosas en las que nunca pensó, creen que estoy desvariando.

A esos les digo: ¿qué es preferible, un loco que te alegra la tarde o un cuerdo aburrido?”, dice con total aplomo Domingo Castro.

Él es el creador del museo Einstein que funciona en las antiguas cavernas de Zonda y es un estudioso. Tiene la gran virtud de asumirse, no pretende que todo el mundo crea en lo que él cree, pero eso tampoco lo silencia.

Y con un aire de resarcimiento hacia su propia persona, asegura que así como algunos le dicen ‘el loco’, otros le llaman ‘el sabio de las cavernas’.

A él poco le importan los rótulos.

Castro recibe a todos en la puerta del museo con el mismo speech: “Estas no son montañas, es lecho de mar, ya que hace 550 millones de años, durante el periodo Cámbrico de la era Paleozoica, San Juan estaba cubierta por el océano Pacífico, por lo tanto es un fondo marino”, asegura mientras se divierte mirando la cara azorada de los visitantes.

Apabulla con conocimientos y asegura que es un autodidacta, nada del otro mundo: como Sarmiento, mucha gente se hizo a sí misma.

Dice que escribió 18 libros, que hizo descubrimientos para la informática, la medicina genética, la geometría, paleontología, arqueología. También cree en la teoría que afirma que los extraterrestres visitaron a los huarpes y tuvieron descendencia con ellos. Él lo asegura y defiende sus teorías como en el Vaticano, la existencia de Dios.

Dice que tiene pruebas, ente ellas, el gran petroglifo que él mismo encontró en Zonda, donde los aborígenes dibujaron una figura, un hombre con escafandra y antenas.

Dice que expertos de EEUU le ofrecieron mucho dinero por esa piedra, pero se negó a venderla para que quede para los sanjuaninos.

Castro cuenta que el túnel donde está el museo, de unos 108 metros, fue construido por yugoslavos entre 1920 y 1933 ( los mismos que trajo Federico Cantoni para la obra de la gran ruta 12, hacia Calingasta.(NdE: al editor de Congreso Abierto, Ramos le aseguró que uno de ellos era el luego unificador de la desaparecida Yugoeslavia, el propio mariscal Tito).

Y que de las 14.000 piezas que tiene, sólo se exponen 700, por falta de vitrinas y espacio.

Todas las piezas las encontró Castro, en sus innumerables expediciones, dice que hizo 250 viajes; otras se las donaron, como los animales disecados.

Esta pasión por la historia y los descubrimientos, lo metió a Castro, con sólo 15 años, en un callejón sin regreso. Su madre le preparaba la mochila con una vianda para el viaje, y su padre le inculcaba el amor por la ciencia y la admiración por Florentino Ameghino.

Castro habla sin hacer pausas y hay que seguirlo o morir en el intento.

El humor abunda en su discurso y lo salva.

Pero también deja fluir sus ideas sobre la esencia del hombre y la ley del karma.

En la charla se mezclan sin cesar los temas científicos con los religiosos, metafísicos, espirituales y hasta sociales. El se mete en su laberinto de palabras y a veces hay que ayudarlo a salir, otras no.

Tiene el pelo plateado y da la impresión que hace años no se lo corta, los rulos se le juntan en la nuca. Duerme en la cueva y tiene amigos que le ayudan a darle de comer a un par de perros y gatos que viven con él.

Su aspecto no es lo que más le importa, tampoco el dinero, por eso aclara más de una vez que el museo y todo lo que tiene adentro lo ha donado a la provincia, para que todo ese conocimiento quede para los sanjuaninos. “Nací en San Juan, a explorar empecé a los 15 años y mi hermano a los 9. Lo que descubríamos lo llevábamos a la Facultad para que nos dijeran qué era y cuando nos decían el nombre, saltábamos de alegría. Todo eso lo fuimos donando al museo de Ciencias Naturales, nosotros sólo queríamos la satisfacción del descubrimiento”, dice.

Y agrega inmediatamente: “La ley de polaridad dice que mientras más das, más tenés. ¿Por qué podemos hablar?, porque hay una mandíbula fija y una móvil, los opuestos. ¿Por qué hay electricidad?, porque hay positivo y negativo; el auto anda porque dos pistones suben y dos bajan. Caminás al futuro porque un pie se queda en el pasado. ¿Por qué tenemos salud?, porque hay glóbulos rojos y blancos en interacción. ¿Por qué vemos?, por el principio de óptica, se invierte la imagen en la retina. ¿Por qué escuchamos?, la consonantes se abren de las vocales en el aire, magia de la naturaleza. Esas polaridades dicen que lo mismo que entra sale, así que mientras más das, más tienes. No sólo es bíblico, es científico”.

La misma filosofía es para todos, explica, para los chinos es el Ying y el Yang, para Cristo la izquierda y la derecha y los griegos le llamaban sofismo: ¿qué es el amor?, la ausencia de odio.

“Me interesé desde chico, en esto, quería saber de todo lo que existe pero no tenía tiempo para la universidad; estudié perito en Administración de Empresas y entré al profesorado de Biología pero no terminé, porque yo quería saber bien y enseñaban regular”, dice midiendo sus palabras.

Castro aclara que el museo es sólo una parte de lo que hace.

“Hice investigaciones de medicina, hice inventos para la computadora de la NASA, inventé los números binarios que usan los ordenadores, el 01, lo inventé sin darme cuenta que ya existía desde 1679, creados por el alemán Leibniz (Gottfried Wilhelm). Pero ¿qué hice yo que no hizo ni la NASA ni Bill Gates?, le aumenté un número, los hice trinarios, y seguí agregando y llegué a nueve métodos. Me visitaron de la NASA y van a usarlo en una máquina, en un lugar de la NASA que se llama Galileo Solar System”, asegura.

También asegura que logró decodificar el I Ching, el libro oracular chino basado en hexagramas que describen la situación presente de quien lo consulta y predice el modo en que se resolverá en el futuro, si se adopta ante ella la posición correcta.

Afirma que obtuvo las claves del ADN y que por eso lo han invitado de la Universidad de Medicina de Paraguay para hablar de genética.

Castro es una caja de sorpresas que parece no tener fin.

Mientras habla, a esta periodista le dice que proviene de una cruza entre españoles y moros y que es más espiritual que material. También analiza los movimientos de manos y brazos y la posición de cada uno en la escena, algo que estudia la kinésica.

Es un observador nato.

Creó un sistema de antropología relacionado con las características físicas y los primeros interesados fueron los peritos de la Policía Federal, le ofrecieron que trabaje con ellos para identificar delincuentes; “pero no acepté, mi papá me enseñó que no hay que denunciar a nadie”, dice y la cara de bribón lo delata.

Luego, Domingo asegura que la propia Amalita Fortabat, ex propietaria de la cementera Loma Negra, le regaló la cueva y que su hija, María Inés Delafuente, quiso mandarle un escribano para dejar todo en orden y él se negó.

 “Yo no quiero nada a mi nombre, yo quiero que esto quede para la provincia porque amo esto, es mi único anhelo”, dice.

También recibió ayuda de la Fundación Banco San Juan, concretamente de la familia Eskenazi, le hicieron el piso de cemento a la caverna y otras mejoras.

Pero su sueño es que el museo vuelva al lugar donde nació, en 1984, al túnel mayor, donde hoy están las Cavas de Zonda.

Dice que habló con el gobernador y le presentó un proyecto para poner en valor el museo y que sea parte importante del circuito de museos de la provincia.

 “Gioja me dijo que le dé tiempo. Yo hablé con él sólo dos veces, pero sé quién es y él quiere que sea museo provincial, por eso creo que lo va a hacer”, asegura Castro.

 “A mí que el museo no esté inaugurado después de tantos años me enseña algo, significa que aún no me lo merezco. ¿Qué tengo que hacer?, pulirme más, sí, me falta. Creo, bajo mi óptica, que estoy haciendo bien las cosas, pero parece que otros creen que no”, dice.

* Frasario de Castro

 * “El niño, si en la casa no tiene amor y cultura, se hace un ser biológico, empieza a retroceder". (...)

* “Sócrates fue un grande, pero más grande fue Diógenes. Dicen que cuando el Rey (Alejandro Magno) se entera de su sabiduría, lo va a ver y le dice: pídeme lo que quieras que te lo daré. Y Diógenes le responde: ¿Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol? No necesito nada más”.

* “Simplemente uno trata de conocer la vida. Tengo una frase: antes sabía lo que ignoraba, ahora ignoro lo que sé”.

* “Desde que nací fui autodidacta, el profesional se hace, pero el autodidacta nace y él mismo se hace. Lo primero es el amor por la naturaleza y hacia el conocimiento”.

* “En este momento hay gente pobre y rica iniciándose: las que estén dando, ricas, las que no, pobres”.

 * “La gente que tiene odio es porque le falta amor. ¿Cómo puede cambiar? Se levanta temprano y en vez de mirar las cosas negativas las debe ver positivas. No le hablan, háblele; no aportamos, aportemos; no lo quiere, quiéralo. Al polarizarse la acción se invierte todo, ellos no se dan cuenta, pero lo que han dado a los otros se lo han dado a ellos, porque todo es un boomerang, todo se devuelve”.

* “No soy un animal biológico, pero estamos rodeados de eso, a mi la plata no me va ni me viene. Esta cava es mía porque me la regaló Amalita Fortabat, no tengo papeles ni los quiero”.

Diez psos cuesta la entrada al museo. La visita puede hacerse en diez minutos o toda la tarde en una gran charla con Castro, todo depende del interés.

* Los huarpes y los extraterrestres

Castro dice que hubieron culturas que “tuvieron la suerte” de que un profeta las visite, otras no. Otras, recibieron a “dioses extraterrestres” y cuenta que los Vedas (libros sagrados de la India) hablan de los dioses del cielo, se relacionaron con los hindúes y hoy son adorados. Ellos traían submarinos y cosas muy adelantadas.

“Hay cosas que no son de esta tierra, hay un pilar en Nueva Deli lleno de inscripciones que nadie lo ha podido descifrar y es de acero inoxidable”. “Eso pasó en San Juan. Cuando llegan los jesuitas les preguntan a los huarpes por qué algunos tenían ojos verdes y otros no. Y los indígenas les dijeron que era porque los de ojos claros eran descendientes de los que llegaron del cielo, Uluc Huar, ellos estuvieron un tiempo, regresaron y tuvieron hijos con ellos; y como eran hijos de Uluc Huar se llamaron Huar sus hijos, después les pusieron ‘pes’ porque significa pariente, entonces huarpe es pariente de Huar. Esto lo saben los antropólogos y está en la Historia de San Juan de Horacio Videla, tomo 1”, asegura Castro.

Luego recuerda que el FBI terminó admitiendo que el expediente Roswell era verdad y que tienen al menos 16 platos voladores y 100 hombres extraterrestres congelados.

El museo se llama Einstein porque Castro admira profundamente al genio de la mecánica cuántica.

El túnel está divido en tres áreas: la de exposición de ciencias naturales, antropológicas y geográficas; la de información, con una pequeña biblioteca, y la de investigación.

Tiene muestras de meteoritos, rocas minerales, plantas fósiles, animales fósiles y actuales. Se exhiben esqueletos indígenas, cuchillos de piedra, hachas pulidas y una flauta lítica. También posee una colección de invertebrados, como estrellas de mar y erizos, y vertebrados como garzas y esqueletos de pavo real.

Entre las piezas más llamativas se destaca el fósil de un reptil marino en forma de pez de 150 millones de años y un cangrejo del mioceno inferior que data de 25 millones de años.

Hay numerosos elementos de distintas culturas indígenas.

 Cintillo, título y bajada: Personajes/ Domingo Castro: “El loco” de la caverna/ Puede decirte tu ascendencia con sólo mirarte la cara. Escribió libros de historia y arqueología sin ser ni historiador ni arqueólogo. Cree que los extraterrestres visitaron a los huarpes y se cruzaron genéticamente con ellos. Dice que hizo descubrimientos que usa la NASA. Vive en una caverna, donde tiene su museo y atiende a los turistas que lo visitan.

Fuente: Diario Tiempo de San Juan, 20/2/13.